Pareciese que el 1 de enero fuese ayer y a la vez mañana. Pronto este año pasará a las páginas de la historia, y siempre nos viene la vena de mirar por el retrovisor. A veces, o muchas, nos da cierta impresión de que las cosas se repiten: los Reyes, la Semana Santa, la riada del Ebro, las vacaciones de verano, la vuelta al cole y las Navidades, al igual que la rutina de siempre: levantarse, desayunar, ir al cole o al trabajo, hacer cosas, cenar y echarse a la cama, que también se repite semanalmente: madrugar en entre semanas y en los findes no dar un palo al agua. Eso es lo habitual, el relato que se repite en las conversaciones de los bares. Pero en realidad existen otras aventuras más allá de lo que se cuenta normalmente. Solemos oír, por otro lado, esa expresión de que la historia se repite, o que tropezamos dos veces (o más) con la misma piedra. Sí y no. La historia no expresamente se repite, pero sí existen ciertos paralelismos y reminiscencias, acontecimientos que nos recuerdan a sucesos pasados. En cambio, sí caemos más de una vez y repetimos errores.
Mucho ha llovido este 2015, que de refilón me vienen recuerdos como la victoria de Kobanê a finales de enero, el éxodo de refugiados sirios huyendo de la guerra, las elecciones municipales, las huelgas de las BRIF, la caída de los mercados de valores chinos, el derrame de residuos tóxicos de la minería en Brasil, los atentatos en París, el XI Congreso de la CNT, las pérdidas de Arabia Saudí en la guerra de Yemen, la cumbre del clima, las victorias electorales de la derecha en Argentina, Venezuela y Francia, las elecciones generales que han dado una situación de ingobernabilidad… Y aquí estamos, viendo pasar ante nuestros ojos otro año más con una coyuntura agitada aunque a nivel de calle se viva bastante tranquila, al menos en mi entorno cercano.
La parábola de las vueltas a la rotonda hace alusión a nuestro propio entorno político y militante. Pues todavía existen dinámicas que beben de la mitología del ’36 o de la literatura situacionista y nihilista de los ’70 o de los escritos de Stirner. Y repetimos esquemas que se están viendo inútiles, movidos por inercias, unas veces a rebufo de lo que hacen los demás y otras, siendo la pescadilla que se muerde la cola, o como aquella vez que Homer Simpson entró por primera vez en una rotonda no sabiendo cómo salir de aquella trampa de circulación rotatoria. Por suerte, estas dinámicas ya se están abandonando y cada vez hay más gente que está viendo esos problemas y trata de encontrar las soluciones. Parecerá sencillo tomar una de las cuatro salidas que suele tener una rotonda, pero lo difícil quizá sea escoger por cuál salir. Así estamos prácticamente casi toda la izquierda: además de llevar cada cual su coche, se chocan unos con otros y cambiando de carril sin poner intermitente ni ceder el paso.
Pero no todo lo llovido sabe amargo. Nos dejan un buen sabor de boca los ejemplos de los movimientos sociales: la lucha de los mineros asturianos, las Marchas de la Dignidad, las mareas ciudadanas, la PAH, diversas huelgas como las de Movistar, la de Alumalsa, la de los barrenderos de Madrid, etc. Aunque por otro lado, la deriva hacia el asalto institucional fue una salida hacia delante en un período de reflujos. Ahora que va a terminar el ciclo electoral (si es que no vuelven a convocar otras elecciones por no haber posibilidad de formar gobierno), tocará volver de nuevo a las calles. Unas calles que no están tan llenas como hace dos o tres años durante los años más activos de los movimientos sociales y el 15M.
Creo que hemos dado ya muchas vueltas y se nos acaba el fuel, así que hay que ir tomando las salidas adecuadas y tomar con decisión el camino hacia un proyecto político socialista, un modelo territorial y de país construido a través del poder popular. ¿Nos queda organizar el pesimismo? El proceso estará lleno de obstáculos y dificultades, y tenemos que romper dinámicas y esquemas repetidos que solo funcionan en coyunturas de otras épocas. Tocará mojarse, salir de nuestros espacios de confort militantes, asumir numerosas contradicciones, saber llevar a cabo tareas en espacios amplios, escuchar, ser humildes,… en definitiva, a recuperar la calle para los movimientos populares. Consolidar nuestro proyecto político y nuestras líneas estratégicas, construir pueblo y movimiento político, conquistar la hegemonía y ganar. Esta será la salida que veo más acertado tomar y así dejar atrás de una vez por todas la maldita rotonda.