Desde el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de Enero de 1994, los zapatistas no habían realizado una movilización tan numerosa. Ayer, 21 de diciembre, más de 40.000 bases de apoyo desfilaron por cinco ciudades de Chiapas: Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, Palenque, Altamirano y Las Margaritas. Lo hicieron en completo silencio, ocultando sus voces para ser escuchados, del mismo modo que un día se taparon el rostro para visibilizarse.
El EZLN lleva décadas siendo parte de las luchas sociales en México. Ha alternado momentos de gran reivindicación pública con otros de trabajo interno, participando en importantes luchas del país. Sin embargo, siempre ha estado presente, por mucho que algunos proclamasen su desaparición. Su trabajo organizativo en distintos territorios es digno de mención. Tal como comenta Luis Hernández Navarro en su recomendable análisis:
En sus territorios, los rebeldes han hecho funcionar sus sistemas de salud y educación al margen de los gobiernos estatales y federal, organizado la producción y comercialización y mantenido en pie su estructura militar. Resolvieron con éxito el desafío del relevo generacional de sus mandos. Por si fuera poco, sortearon con eficacia las amenazas del narcotráfico, la inseguridad pública y la migración.
No piden nada, no demandan nada. Muestran la potencia del silencio. Anuncian que un mundo se derrumba y otro renace.
Todo ese trabajo acumulado, logró ayer resurgir ante la luz pública, una vez más, con especial fuerza. Se concentraron en las plazas centrales de los pueblos, donde se instaló un templete sobre el que los zapatistas desfilaron con el puño en alto. En San Cristobal de las Casas, el silencio se vio roto por los constantes aplausos y los gritos de los espectadores: “¡Ustedes son el orgullo de México!” y “¡Vivan los zapatistas!”.
Reaparecen en el momento justo, cuando el PRI vuelve a los sillones de mando y se firma un pacto de gobierno en la élite para impulsar medidas contra los de abajo. Con la izquierda parlamentaria fuera de juego, solo la autoridad política del EZLN, lograda por su compromiso en las luchas y su trabajo en la construcción de autonomía, puede ser una respuesta a las políticas reaccionarias del PRI. Cuentan con una variedad de movimientos políticos que rechazan las vías institucionales y demuestran amplias simpatías hacia el EZLN: El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, #YoSoy132, las luchas comunitarias contra la inseguridad pública y la devastación ecológica, las protestas estudiantiles en defensa de la educación pública…
Como ellos mismo dijeran en 1996, “¡Nunca más un México sin nosotros!”.