Al hacer un breve análisis de los movimientos sociales actuales, podemos observar que no trabajan de manera conjunta, es decir, de manera síncrona entre los movimientos que actúan en diferentes ámbitos de lucha. Antes que nada, decir que este artículo es un complemento de la traducción del artículo Un debate sobre la política de alianzas, donde trazaré unas pinceladas acerca de los numerosos ámbitos o sectores de lucha y pensar en cómo construir un movimiento multisectorial, es decir, un movimiento amplio formado por una red de movimientos sociales que trabajan coordinados en diferentes sectores y a la vez se articulen con base al denominador común de la autonomía, el feminismo y el anticapitalismo.
Sabemos que la raíz de todos los problemas reside en el sistema capitalista y los Estados modernos que lo sustentan, y que con base en este sistema económico, político y social se sustenta un modelo productivo basado en la propiedad privada sobre los medios de producción y el beneficio privado como principio fundamental. Todo ello constituye lo que conocemos como lo estructural, y sus manifestaciones en todos los ámbitos de nuestras vidas, se conoce como lo coyuntural, lo que podríamos destacar principalmente: territorio, trabajo, servicios públicos, alojamieto y represión. Cuando analizamos el espacio político-social, debemos reconocer los problemas coyunturales que se manifiestan a consecuencia de la estructura material:
—Dentro de la cuestión territorial se englobarían los ámbitos en los cuales los intereses de la clase dominante sobre el territorio entran en conflicto con los de la clase trabajadora. Es el espacio físico en el cual tendrán todas las luchas, así que podemos destacar los siguientes ámbitos: de barrio, vecinal o de distrito si hablamos de ciudades, rural y las luchas por la tierra si hablamos de zonas no urbanizadas o no industrializadas, e incluso podríamos incluir las luchas de liberación nacional por la autodeterminación de los pueblos frente al imperialismo. El ecologismo y la soberanía alimentaria entraría también dentro de esta categoría.
—El trabajo aquí constituiría uno de los ejes principales del conflicto de clases. Es el campo de batalla donde se encuentran más directamente el capital y el trabajo. En este ámbito podemos mencionar el movimiento obrero que se articula en torno al sindicalismo. Aunque hemos de diferenciar entre el sindicalismo que aboga por la paz social, ese modelo que lleva siempre a la conciliación de clases traicionando a la clase obrera; y entre el sindicalismo revolucionario o de clase que aboga por la agudización del conflicto de clases en los centros de trabajo.
—La lucha por la vivienda es un movimiento que se remonta atrás algo más de un siglo durante el éxodo rural provocado por el desarrollo industrial y la creación de barrios obreros. Hoy, con la reestructuración capitalista en marcha, de nuevo en los países capitalistas avanzados y los que están en desarrollo, el acceso a la vivienda vuelve a ser un problema social que afecta a la clase trabajadora al verse con menos capacidad económica para afrontar hipotecas y alquileres, así como acceso a una vivienda digna. Ante este problema, en numerosos países han surgido movimientos contra los desahucios y con algo más de anterioridad, el movimiento okupa.
—En cuanto a los servicios públicos estatales, ante esta fase de reestructuración capitalista, en dichos servicios públicos están los mercados metiendo cada vez más la mano en ellos a través de recortes presupuestarios, externalizaciones y privatizaciones. Aquí podremos mencionar: Educación, Sanidad, aguas y saneamiento, transporte público, pensiones, entre otros. Y los respectivos movimientos sociales que surgen como respuesta ante los recortes y privatizaciones, tales como el movimiento estudiantil, marea blanca y otras plataformas contra la privatización de las aguas, la subida contra las subidas de tasas en el transporte público, etc.
—Por último y no menos importante, todos los movimientos contestatarios reciben la represión del Estado, por lo tanto, es importante que comencemos a ver la represión como un obstáculo y problema social que pretende frenar nuestras actividades sociales y políticas, a la vez que les sirve a la clase dominante para perpetuar su dominio. En este aspecto, debemos hablar de la cuestión antirrepresiva y afrontar la represión en colectivo y fuera de nuestros propios círculos militantes, como otro movimiento social más.
Cabría decir que dentro de cada sector existirían subsectores. Por ejemplo, dentro del movimiento estudiantil, no será el mismo aquellos que se mueven en la Universidad que los de formación profesional y los de enseñanzas medias. En el mundo laboral, el movimiento obrero quedaría dividido entre las diversas ramas productivas tales como la construcción, el transporte, los servicios, etc. En otras palabras, las reivindicaciones de fondo del movimiento estudiantil serían las mismas sean del subsector que sean aunque difieran en cuestiones particulares y específicas. Esto se ve también dentro del movimiento obrero, en donde las reivindicaciones de fondo pueden ser el aumento del salario mínimo, reducción de jornadas, etc, y las reivindicaciones particulares serían mejoras en el convenio de sector, por ejemplo.
No obstante, no debemos tomar todos estos sectores en lucha como elementos aislados, sino como un conjunto de frentes de batalla coyunturales que tienen origen en el sistema capitalista, y por tanto, conectados entre sí. Y aquí entra la cuestión principal: ¿cómo conectar estos sectores en lucha bajo un común denominador político-social que tenga como bases el anticapitalismo, el feminismo, el antirracismo y el internacionalismo? Buscar la conexión entre diversos sectores no es muy difícil. Veamos algunos ejemplos:
—Los barrios y la lucha por la vivienda así como el movimiento okupa.
—La soberanía alimentaria, el ecologismo y la lucha del campesinado por sus tierras.
—El movimiento estudiantil y el movimiento obrero. Este ya es un clásico.
—El movimiento contra la subida de las tasas del transporte público con las trabajadoras del sector.
—Los frentes antirrepresivos con los barrios.
En los ejemplos anteriores, podemos ver que tienen puntos en común entre sí, lo que puede llevarles a confluir y superar la sectorialidad, es decir, el trabajar aisladamente en un ámbito específico sin coordinación con el resto. Podemos ir incluso un poco más allá y conectar los movimientos barriales, la okupación, el antidesahucios con el municipio, con los movimientos obrero y estudiantil, constituyendo una red de movimientos que podrían unir lazos con el movimiento campesino e indígena (esto se daría en los países latinoamericanos principalmente, cosa que en Europa o EEUU sería muy difícil). Y puesto que todos esos movimientos sociales sufrirán la represión junto con los colectivos y organizaciones político-sociales, es importante que la lucha antirrepresiva sea articulada desde los barrios, las asociaciones vecinales, etc.
Hace un siglo, en pleno desarrollo industrial, el movimiento obrero ocupaba el pilar central del conflicto social y de clases. Hoy en día ya no podemos seguir con esa premisa y ningún frente está cobrando mayor importancia que el resto, lo cual, nos lleva a desechar la jerarquía de las luchas para poner sobre la mesa la idea-fuerza de los movimientos en red. Llegados a este punto, es cuando debemos plantearnos la multisectorialidad, es decir, articular unos discursos comunes que permitan la alianza de los diversos sectores en lucha, respetando su autonomía pero manteniendo unas bases comunes sobre las cuales construir movimientos amplios, escalar los conflictos y pasar de la resistencia, es decir, las posiciones defensivas, a la ofensiva.