Hacer historia ficción es siempre un ejercicio interesante. Utilizar las herramientas de análisis histórico para tratar de adivinar en qué habría cambiado la historia si alteramos tal o cual factor. Una mariposa da un aleteo en el extremo oriente y de pronto un huracán arrasa la Costa Este de los EEUU…
La Guerra Civil ha sido un campo fecundo para el género de la ucronía. Obras como la del falangista Vizcaíno Casas Los rojos ganaron la guerra, o el documental de la Sexta Viva la República, hacen este ejercicio. En el primero se muestra España convertida en una brutal dictadura del PCE y la judeo-masonería, en el segundo se muestran situaciones tan ridículas como una España gobernada, a principios del siglo XXI, por Zapatero y Aznar como presidentes del gobierno y de la República respectivamente, en un régimen de tipo liberal más rico, pero muy similar al actual.
¿Habría acabado la República, en caso de ganar, convertida en un monstruoso satélite de la URSS o en una idealizada democracia liberal? Son quizás las dos visiones más extendidas, pero ninguna de las dos corresponden a un análisis mínimamente serio de la situación política y social de la guerra. ¿Qué clase de país habría salido, entonces, de ella? Todo depende de en qué momento hubiese vencido el bando republicano.
Intentaré en este artículo mostrar tres posibilidades de acuerdo a tres momentos diferentes, atendiendo a la situación política del bando republicano en cada uno de ellos y a qué habría tenido que pasar para que se produjera la victoria. Advierto sin embargo que, conforme más me aleje del punto de partida en este intento de hacer historia ficción, más probable es que cometa errores en mis predicciones.
1. Victoria en el 36: el triunfo de los revolucionarios.
¿Habría sido posible que la revolución sindicalista (o más correctamente, anarcosindicalista), que se desata en la España republicana como respuesta al golpe militar hubiese salido victoriosa de la contienda?
Considero que para que tal cosa se hubiera podido producir tendría que haber ocurrido en las primeras fases de la guerra, antes de que los golpistas lograran organizar una retaguardia fuerte, antes de que llegara a ellos la ayuda del fascismo internacional. En tal momento la correlación de fuerzas era favorable a los republicanos. Contaban éstos con la mitad del ejército peninsular, la mayor parte de la aviación y la marina, dos tercios de las fuerzas de orden público y un impulso voluntario muy superior al de los golpistas (aproximadamente formaron parte de las milicias antifascistas el doble de efectivos que los que integraron las falangistas y carlistas).
En este momento se da también el hecho de que el Estado republicano se encuentra en una situación delicadísima. Habiendo perdido a la mayor parte de oficiales del ejército, ha perdido el monopolio de la violencia y sus brazos no llegan todo lo lejos que debieran. En Cataluña el poder efectivo lo ejerce el Comité Central de Milicias Antifascistas, en Aragón, Asturias, Valencia y buena parte de Andalucía el poder pasa también, en mayor o menor medida, a las organizaciones obreras, principalmente a la CNT y la UGT. La producción se socializa y el control obrero se hace hegemónico.
¿Qué tendría entonces que haber pasado para que los revolucionarios hubieran ganado la guerra al fascismo y salvaguardado la revolución? Camilo Berneri, anarquista italiano exiliado en España, publicó una carta (recientemente reeditada en la Biblioteca Anarquista) dirigida a Federica Montseny enumerando los errores que, consideraba, habían cometido los anarcosindicalistas hasta 1937. Según Berneri, los ministros de la CNT deberían haber aprovechado su posición en el gobierno para forzar a la República a otorgar la autonomía a Marruecos. Una revuelta nacionalista marroquí habría causado un desbarajuste en la retaguardia facciosa que les habría impedido movilizar a su principal baza: el ejército africano de Franco. De igual modo, la amenaza sobre sus intereses coloniales habría obligado a Francia a dejar a un lado la política de no intervención para, o bien acabar prestando apoyo a una rápida victoria republicana que restableciera el orden, o bien invadir el norte de Marruecos.
Otra cuestión que denuncia Berneri es el hecho de que la CNT fuera reticente a la militarización. Considera que la CNT debía haber emprendido la formación de un Ejército Popular del noroeste que permitiera la victoria en el Frente de Aragón. La CNT emprendió finalmente la militarización, pero lo hizo tarde y a remolque, cuando los altos mandos estaban ya monopolizados por el PCE, a mediados de 1937. De este modo, la formación de un ejército bien entrenado y pertrechado en Cataluña, liderado por los anarcosindicalistas, habría permitido por un lado conquistar Zaragoza (ciudad estratégicamente vital por sus comunicaciones y uno de los polvorines más importantes de España), lo que habría facilitado enormemente unir el frente y, por otro lado, habría reducido la influencia del PCE, que, apoyado en el Ejército Popular, se estaba convirtiendo en un partido importante.
Así, con un frente unido por un ejército confederal, un PCE menos influyente y el bando nacional privado de la ayuda africana, la victoria republicana habría sido cuestión de poco tiempo.
De aquella guerra habrían salido los revolucionarios con un enorme peso en el Ejército Popular y con la organización del nuevo orden económico en cada territorio conquistado. Una unión con UGT (objetivo siempre presente para la CNT) no habría sido muy extraña teniendo en cuenta la reducida influencia de los comunistas. El gobierno republicano se convertiría, como fue la Generalitat, en un simple títere de los revolucionarios, una máscara ante la Sociedad de Naciones. El desarrollo de las colectividades, la profundización de los cambiosmde orden económico y social y la represión de los elementos contrarrevolucionarios habrían venido tras ello.
Con tal correlación de fuerzas no habrían tardado mucho los revolucionarios en derribar por completo y definitivamente al gobierno, dando el poder a las organizaciones obreras. Gritos de viva el comunismo libertario se oirían en cada población de la península. Lo que ocurriera con esta España tras la guerra es difícil de decir. ¿Una nueva invasión del fascismo internacional? ¿Se hubiera atrevido Hitler a invadir Checoslovaquia o, posteriormente, Francia, con una España en su contra? ¿Cuál habría sido la política de la URSS o de las democracias liberales ante una revolución obrera de tipo libertaria? ¿Se habría contagiado el proceso revolucionario a otros países? ¿Cómo habría soportado la CNT desarrollar todas las contradicciones de la guerra revolucionaria? ¿Habría caído en el autoritarismo? Dejo al lector el contestar a estas preguntas.