Ficha:
Duración: 52 minutos.
Año: 2009.
Categoría: Documental.
Sinopsis/Crítica:
La esclavitud, dicen, está abolida en todo Occidente; la pobreza apenas se muestra en dos o tres lugares –pero pronto se solucionará. Tenemos todo lo que podríamos desear y más. Todo está a nuestro alcance: aquella televisión de plasma, aquel portátil, aquel móvil de última generación. Podemos ser estrellas de cine, futbolistas, bomberos, astronautas, ¡lo que queramos! Sólo tenemos que desearlo. Es el sueño capitalista. Estanterías rebosantes de ungüentos para la piel, el cabello o la cara, sucedáneos; comida que se desborda de las baldas de los supermercados. Al fin llegó el momento de la historia en que todos somos verdaderamente libres.
Empero, esta ostentación y libertad simulada no son más que ilusiones, una entelequia que, tras una concienzuda asimilación, el ciudadano acepta casi sin quererlo. Y esto es lo que nos intenta mostrar Jean-François Brient en su, hasta ahora, único documental. En 20 capítulos de corta duración, con apartados bien delimitados, nos va desgajando las miserias de este sistema basado en la supeditación del dinero, de la mercancía, a lo humano. Mucho menos paranoica como podría serlo la serie de documentales Zeitgest, analiza desde el trabajo, la destrucción del suelo y la alimentación, hasta el papel que cumple la medicina y los divertimentos que procura el sistema para distraer a la población de su verdadera condición. Quedando todos los aspectos de la vida contaminados por la codicia monetaria y mercantil, no hay posibilidad de que la persona se expanda vitalmente, a menos que se desarrolle, claro está, a favor de la mercancía. Las cadenas ya no son de acero, ahora son de papel moneda.
Formada por fragmentos de películas y documentales transigentes con el sistema tales como El club de la lucha, Réquiem por un sueño, Memorias del saqueo, etcétera, “De la servidumbre moderna” cumple bien con su papel: hacer meditar al espectador sobre su propia condición de esclavo, o de esclavizador. Y aunque no desprende tanta moralina como otras obras, sí padece cierta, como se suele decir, iluminación. Es lo único que podría achacársele a un documental de tamaña notabilidad. En fin, es un documental imprescindible para aquellos que quieran darle una vuelta de rosca a su realidad.
Y, por favor, no os toméis todo lo que dice al pie de la letra. Analizadlo, meditadlo y, después, y si os resulta plausible, acatadlo. Nunca al revés.