“¡Atrás, a contratiempo!
Huid a vela y a remo:
El mundo que vais a hacer, Más os valiera no verlo.”
Agustín García Calvo.
* Desde finales del siglo XIX las clases dominantes, divididas ideológicamente entre liberales y conservadores venían buscando un punto en común en el que establecer una festividad nacional. Éstas, tuvieron graves dificultades para encontrar dicha fecha debido a los problemas que generaba en los conservadores la creación de una religión civil que rindiera culto al Estado. No es hasta el año 1918 cuando al fin, durante el reinado de Alfonso XIII se consigue consolidar el día 12 de octubre como Fiesta Nacional, denominándolo Día de la Raza. La representación de España como mensajera de la civilización, tanto a través del Imperio como del catolicismo evangelizador consigue unir a ambas partes, manifestando al mismo tiempo la potencia del Estado español y la del catolicismo. El Día de la Raza encuentra en la negación de la alteridad su mismo fundamento.
* El horror que produce en el conquistador la tortura y el sacrificio ritual del mexica no descansa en ninguna moral contra dichos actos: él mismo los realiza con más brutalidad, pero con un contenido banal. Su repugnancia hacia dichas formas de violencia ritual reside en la exaltación comunitaria que ésta contiene. De la misma manera, el conquistador considera propias de seres inferiores las relaciones de no-identidad, de proyección que el no occidental establece con lo Otro, ya sea éste Dios, la naturaleza o sus semejantes. La civilización occidental, aquella que mayor distancia creó entre sujeto y objeto, justificó fácilmente en las citadas cuestiones la barbarie.
* Sin embargo, la colonización no encontraría su única justificación en la inferioridad del Otro. En el asimilacionismo igualitario residiría su otra cara. Esta postura, mucho más peligrosa en tanto enmascara la negación que contiene, es representada por San Cristóbal de las Casas, que, en gran parte de su trabajo no deja de ver rasgos de cristianismo mal entendido en la cultura y religión azteca: bondad, sumisión, docilidad, son los rasgos que más destaca Las Casas para entender que esas criaturas son poseedoras de cierta sabiduría cristiana. La forma de conquista debería basarse, según esta concepción, no en la esclavitud sino en la persuasión y organización del Otro. Sin duda, el neocolonialismo actual varía entre estas dos estrategias de relación con el Otro, si bien siempre ofrece su cara mansa.
* En la identificación totalitaria entre tierra, cultura y Estado el nacionalismo es impotente, jamás será capaz de integrar las diferencias, de ahí que siempre genere resistencia. El nacionalismo no es otra cosa que la ideología a través de la cual se expresa la hegemonía de cierta forma política (el Estado) y cultural (concreta, pero ante todo burguesa y ciudadana) sobre el resto. La esencialización que supone el concepto cultural de pueblo supone ya una heteronomía, gracias a él siempre se esconden relaciones de dominación.
* La posibilidad de una modernidad no capitalista que consiga hacer frente a la creciente destrucción del Otro que el compromiso civilizatorio occidental ha desarrollado se encuentra en parte ya en la no aceptación que generó la festividad del 12 de octubre en las clases populares de la época. Si queremos vivir, es ineludible profundizar en la lucha contra la apariencia de consenso que tanto Estado como Capital imponen.
Madrid, octubre de 2012.
Diego Ruedas.
Libertario, entre sus intereses de análisis destacan la sociología y la filosofía críticas, siendo Marx su principal referente teórico.