Ted Kaczynski relataba en su breve texto titulado “el buque de los necios” que resulta ser una parábola hacia la evolución de las sociedades capitalistas, en este caso representado por un buque, guiados por un capitán y sus oficiales tan orgullosos de sí, hacia el norte con una tripulación que se aquejaban continuamente del frío sin darse cuenta de que conforme se van acercando al polo norte, cada vez había más icebergs en los mares y cuando los viajeros se dieron cuenta ya era demasiado tarde. Si sustituimos el barco por la sociedad y el desarrollismo por el orgullo del capitán y los oficiales, podemos extraer el mensaje que tratan de comunicarnos y es que la civilización, tal y como la conocemos, acabará derrumbándose.
El desarrollismo ha sido presentado como el progreso de la humanidad y el objetivo a la que está encaminada, convirtiéndose en un dogma incuestionable hoy día. No obstante, se está desarrollando a la vez una mentalidad crítica hacia este desarrollo desenfrenado y aquí nos pararemos a analizar estas cuestiones relacionadas con el progreso social (aclararé este concepto más adelante en este texto) y qué direcciones tomarán las sociedades humanas. Desde el primitivismo anarquista han formulado que desde que el ser humano pasó de cazador-recolector a practicar la agricultura y a formar asentamientos humanos, se han empezado a crear autoritarismos y jerarquías, que junto con el avance tecnológico se está destruyendo la naturaleza, haciéndonos seres dependientes de ella, lo cual supone cortar los vínculos del ser humano con la Madre Tierra. Entonces, se pretende, no un retroceso y la vuelta al pasado sino avanzar hacia otro estilo de vida alejada de la civilización y la sociedad de masas.
Sin embargo, se nos plantea un problema y es que, aun existiendo tribus que no han perdido su vinculación con la tierra, la sociedad occidental, tras siglos de desarrollo capitalista, han perdido completamente los conocimientos necesarios para volver al estado de cazadores-recolectores. Es más, es completamente inverosímil que todo lo que se ha hecho se pueda deshacer, por no hablar de la destrucción y la alteración de los ecosistemas de la mayoría de los países desarrollados. No podemos volver a ser salvajes por mucho que rechacemos la civilización, y los ejemplos de sociedades que viven de la naturaleza no se pueden aplicar a las sociedades capitalistas; principalmente porque la construcción del tejido social de las distintas sociedades a través del tiempo ha ido por vías completamente diferentes, pues mientras que las sociedades capitalistas iban perdiendo su vinculación con la naturaleza, las tribus conservaron sus costumbres y no han perdido su vinculación con la naturaleza.
Son dos siglos de desarrollo industrial y todo lo que se ha generado es imposible de destruir: desde los onmipresentes envases de plástico hasta los aparatos electrónicos. Además, la actual sociedad ha alcanzado tal grado de dependencia de las nuevas tecnologías que resultaría impensable emigrar masivamente desde las ciudades al campo y más aún hacia la naturaleza. Es cierto que el desarrollo y el avance de las nuevas tecnologías ha ocasionado la destrucción masiva de ecosistemas, incluyendo suelo fértil que tarda cientos de años en generarse, y se han extinguido numerosas especies. Esto viene dado por el sistema capitalista, ya que para mantenerse necesita continuamente de nuevos mercados que explotar y el desarrollo tecnológico es uno de esos mercados. Sin embargo, necesitamos modificar el medio para poder subsistir y ello implica la aplicación de la técnica para fabricar herramientas que nos permitan cubrir nuestras necesidades básicas. Entonces, las hachas de piedra, los arpones, las azadas, el arado… es tecnología. La cuestión no es rechazar la tecnología puesto que nos es imprescindible, sino que el avance ha sido tal que hemos pasado de la simple modificación del medio a destruirlo.
Así pues nos surge un nuevo planteamiento: la tecnología es necesaria pero resulta nociva si se desarrolla en exceso para satisfacer necesidades creadas artificialmente. Similarmente ocurre con la ciencia, pues cuando se pone al servicio del capitalismo resulta perjudicial, pero en esta sociedad esos conocimientos son necesarios, ya sea la medicina, la biología… y sobre todo las ciencias sociales. Por ello, el rechazo de ello por parte de los anaco-primitivistas resulta contraproducente y sus postulados no son aplicables al contexto social actual. Sin embargo, sí existe una alternativa al desarrollismo fuera de los planteamientos primitivistas y supone subvertir el dogma del desarrollo como progreso. Ser antidesarrollista no implica estar a favor del primitivismo y lo que se ha generado ya todavía se puede reutilizar. Así, podemos aprovechar los productos que se han fabricado (desechando los nocivos), los conocimientos acumulados, etc… para avanzar hacia una sociedad libre en armonía con la naturaleza pero no necesariamente volver a la vida de cazadores-recolectores.
Antes de terminar, quisiera aclarar el concepto de progreso social, puesto que se ha asociado con el progreso tecnológico y la prosperidad capitalista cuando es completamente erróneo. El progreso social se da cuando las sociedades humanas van eliminando las luchas intestinas, abandonando el individualismo narcisista y se va introduciendo cada vez más la ayuda mutua, la solidaridad, el respeto, recuperando los lazos comunitarios, es decir, estrechar las relaciones interpersonales entre los miembros de una comunidad. Ello también implica no causar daños a los ecosistemas ni generar sufrimientos innecesarios a otras especies animales. Dada esta breve aclaración, podemos deducir que el progreso social es incompatible con el desarrollismo -puesto que nos hace dependientes de un modelo de vida artificial y supone la destrucción del medio ambiente- y con el sistema capitalista -porque el liberalismo posee valores contrapuestos a las ideas libertarias-. Entonces, para que se dé realmente el progreso social necesariamente se ha de destruir el sistema capitalista y los Estados que lo mantiene.
Ya para acabar, la solución no está encaminada al rechazo del trabajo y clamar la vuelta al estado primitivo del ser humano sino, como primer paso, crear conciencia de clase y visibilizar nuestras alternativas mediante la organización del conjunto de los explotados, demostrando que mediante la asociación es posible materializar nuestros objetivos. Hoy en día urge que nos organicemos y seamos capaces de controlar los medios de producción y autogestionar nuestras vidas para poder construir una sociedad anarquista. Nos queda todavía mucho trabajo que hacer.