Se dio, en el desarrollo del capitalismo, un momento en el que el movimiento obrero amenazaba con volverse peligroso para la clase dominante. En este mismo momento se hizo preciso para la burguesía disponer de agentes dentro de las propias organizaciones obreras que les garantizaran su control, a modo de quinta columna. Es entonces cuando se incentiva la formación de las burocracias sindicales propensas al pactismo de clase, cuando se permite a los miembros de los llamados partidos obreros acceder, de forma gradual, al gobierno burgués en sus distintos niveles, a fín de controlar a los líderes políticos del proletariado y de dar una vía a sus reivindicaciones que no ponga en peligro las bases sistémicas del capitalismo.
El mejor ejemplo, en nuestro país, de esos agentes de la burguesía (conscientes o inconscientes de su papel) ha sido el Partido Socialista Obrero Español. Empezando ya en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, con la aceptación de la UGT, por influencia del PSOE, de los comités paritarios y posteriormente en la República, con la colaboración de ministros socialistas como Largo Caballero con la burguesía de Izquierda Republicana, ejerciendo un papel represor del movimiento obrero en las primeras etapas del periodo republicano.
Hoy en día; tras la conversión del PSOE en un partido social-liberal durante la transición (con la persecución de los marxistas llevada a cabo por Felipe González y la renuncia a las tesis de la lucha de clases) y su más reciente reconversión en la mano izquierda del neoliberalismo; lo de que se declaren socialistas y obreros causa más risa que convencimiento en un movimiento social cuya lucha ha madurado en los últimos años.
Si, un movimiento obrero y popular al que, sin duda alguna aún le queda mucho camino por recorrer, pero que ya ha experimentado la dureza de las porras de los neoliberales de color rojo o azul de los últimos gobiernos. Un movimiento que ha sabido luchar desde las bases y que, a pesar de sus errores, está avanzando hacia la creación de una verdadera cultura política popular y, con el tiempo, quizás revolucionaria.
Suenan las alarmas en el PSOE: ¡Hace un año desde que perdimos las elecciones y no remontamos! ¡Ya no engañamos a nadie! ¡Rubalcaba tiene menos carisma que una lechuga pocha! Es aquí donde surge de entre las cenagosas aguas -Deus ex machina!- una joven que promete ser la esperanza de los socialistas. Beatriz Talegón se planta en pleno congreso de la internacional socialista y dice “no podemos seguir así, necesitamos estar en las luchas (o ya no engañaremos a nadie)” junto con algunos comentarios que pasan más desapercibidos para la prensa de la quinta columna como “el BCE y el FMI si nos hacen caso y vosotros (la internacional socialista) no”. Todo un ejemplo de socialismo.
A pesar de que es mostrada por la prensa como una voz crítica que surge repentinamente, Beatriz Talegón dista mucho de ser lo que entendemos por militante de base. Secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, es un alto cargo de la Internacional Socialista. Uno no llega tan alto en un partido neoliberal siendo un militante crítico. Disculpen unos instantes, me dió la risa con aquello de Internacional Socialista.
Después de su puesta en escena esta persona se dedica a recorrer cadenas de televisión tan vinculadas a la burguesía europea como Telecinco, emprendiendo una rápida carrera hacia la promoción personal. Su partido necesitaba una nueva cara y pensaba que la había conseguido.
Pues bien, la nueva cara del partido de siempre acude a la manifestación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Movimiento que lleva cuatro años de lucha en la calle, especialmente intensos en los dos últimos años, resistiendo contra uno u otro gobierno, luchando porque la vivienda se convierta en derecho y no en negocio. Los manifestantes expulsan de la manifestación a Talegón junto a Lopez Aguilar, ministro de justicia del anterior gobierno y máximo responsable del desahucio de cientos de familias.
Ciertas plumas de la izquierda reformista se lanzan a llamar ultraizquierdistas a los manifestantes. Pablo Iglesias, presentador del programa de Canal 33 “La Tuerka”, escribía para la edición digital de Público que “los manifestantes no han sido conscientes de lo que significa tener líderes como Beatriz Talegón”. Pues yo creo que si lo fueron. Los miembros de la PAH y el resto de manifestantes se dieron cuenta de lo que significa permitir que oportunistas y traidores pretendan convertirse en los líderes y representantes del movimiento obrero y popular, y actuaron en consecuencia. Quiero felicitar a aquellos manifestantes, consiguieron rechazar un nuevo ataque de la Quinta Columna.
Y si, como decía el presentador de la Tuerka el mayor fallo de Talegón fue ir de la mano del exministro. Y gracias a ese error se señaló a si misma como efectiva continuadora del neoliberalismo de su partido.
Sigamos, aquellos que militamos en las bases, en los tajos, en las escuelas y universidades, en las calles, atentos a todos aquellos intentos de la burguesía de colar a sus agentes dentro de nuestras luchas. ¡Centinela, alerta!