Circulación simple de las mercancías y circulación del dinero como capital
La forma inmediata de circulación de las mercancías es la transformación de la mercancía en dinero y nuevamente en mercancía: Vender para comprar. Esta es la circulación ordinaria de la mercancía para convertirse en objeto útil. Partiendo de las manos de quien no le da uso, la mercancía va a parar a manos de quien la va a utilizar. Para que esta persona pueda adquirir la mercancía, ha necesitado vender algo previamente, para disponer del dinero necesario para comprarla. Este proceso constituye un cambio de la forma mercancía-dinero-mercancía: Vender para comprar.
Podemos encontrar una forma de cambio totalmente distinta, la de dinero-mercancía-dinero, esto es: Comprar para vender. El objetivo de este movimiento es únicamente la producción de capital y solo existe como operación completa desde el punto de vista del capitalista.
Mientras que la circulación ordinaria de las mercancías empieza por la venta y termina por la compra, la circulación del dinero como capital empieza por la compra y termina por la venta.
La plusvalía y la fórmula general del capital
El cambio mercancía-dinero-mercancía se explica por las diferencias en el valor de uso (esto es, en la diversa utilidad) de las distintas mercancías. Si tengo dos pares de zapatos y necesito una silla, vendo uno de los pares de zapatos (del que puedo prescindir) y a continuación, con el dinero obtenido, compro la silla. El dinero solo media en la satisfacción de una necesidad.
¿Qué sentido tiene cambiar una cantidad de dinero por la misma cantidad de dinero, mediando la compra de una mercancía? O lo que es lo mismo ¿Qué sentido tiene la forma de cambio dinero-mercancía-dinero? En principio ningún sentido. puesto que del dinero solo es determinante el valor de cambio. ¿Y si la cantidad de dinero inicial y final varía? En ese caso esta transformación empieza a cobrar sentido. En definitiva, la circulación dinero-mercancía-dinero solo adquiere sentido si genera plusvalía (sobrevalor, aumento de valor). Por ejemplo: 100€ – varios kilos de manzanas – 150€. A este acrecentamiento del valor en 50€ lo llamamos plusvalía. Asímismo, al valor anticipado (los 100€ iniciales) lo llamamos capital.
Es importante notar que este movimiento, que tiende al aumento de valor, no tiene límites. El dinero resultante de este movimiento sirve para iniciar un nuevo movimiento del mismo tipo. El movimiento continuo de la ganancia tiene como único objetivo la ganancia misma, generar plusvalía sin preocuparse por el valor de uso de las mercancías que median en el proceso.
La fórmula general del capital, tal como se manifiesta en la circulación, es la siguiente: comprar para vender más caro.
Contradicciones de la fórmula general del capital
Vamos a analizar si la circulación de mercancías es lo que permite el aumento de los valores que entran en ella, esto es, la formación de plusvalía. En principio, el cambio de 500€ de trigo por 500€ de vino no representa aumento de la riqueza para ninguno de los implicados. Estos cambios de forma no implican cambio de la cantidad de valor, como tampoco lo hay en cambiar un billete de 100€ por cinco billetes de 20€. La formación de plusvalía no puede proceder de la circulación en sí.
¿Y si admitimos el cambio de valores desiguales? Supongamos que hay 500€ de trigo en poder de Ana y 200€ de vino en poder de Bernardo. Bernardo convence a Ana de que su vino vale tanto como el trigo (o bien que Ana considera que su trigo no vale más que el vino de Bernardo) por lo que intercambian sus productos. Ahora Bernardo tiene 500€ de trigo y Ana 200€ de vino. El resultado es equivalente a que Bernardo hubiese robado 300€ a Ana. A pesar de ello, lo esencial es que la cantidad de valor se mantiene constante, aunque se haya modificado su distribución. El valor de las mercancías no ha crecido.
En definitiva, podemos afirmar que la circulación o el cambio de mercancías no genera ningún sobrevalor y, por tanto, no es el origen de la plusvalía. Debe ocurrir algo fuera del cambio que haga posible la formación de plusvalía.
Por tanto, las condiciones del problema son estas: El capitalista debe comprar primero mercancías en su justo valor, venderlas después en lo que valen y, sin embargo, recoger de esta segunda venta un valor mayor que el anticipado inicialmente. Esta transformación del dinero en capital debe operarse en el campo de la circulación (pues en la transformación dinero-mercancía-dinero es donde se adquiere la plusvalía) pero, al mismo tiempo, no se ha de realizar en él (pues, como hemos demostrado, no puede ser la propia circulación la que genere este sobrevalor).
La fuerza de trabajo, origen de la plusvalía
Tras la última afirmación, no queda más que una suposición posible: El aumento de valor tiene lugar durante el uso o consumo de la mercancía. Tras su compra y antes de su venta, la mercancía debe alterar (al alza) su valor cambiable, de manera que el acto de usarla equivaliese a crear valor. La mercancía en cuestión se llama fuerza de trabajo y comprende al conjunto de facultades físicas e intelectuales que una persona debe poner en acción para producir cosas útiles.
Por otro lado, si ciertos cambistas carecen de medios de producción (materias primas, herramientas…) serán incapaces de producir las mercancías necesarias para obtener, mediante el cambio, aquellas que satisfagan sus necesidades. Como consecuencia, se verán obligados a vender su fuerza de trabajo, única mercancía de que disponen para transformar. La falta de medios de producción para todos asegura al capitalista la disposición de la mercancía fuerza de trabajo. Esta relación entre el poseedor de los medios de producción y el asalariado, que caracteriza a la época capitalista, no tiene un fundamento natural ni es común a todos los períodos de la historia.
Valor de la fuerza de trabajo
Como cualquier otra mercancía, la fuerza de trabajo tiene un valor determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción. Dicho valor viene determinado por el de los medios de subsistencia necesarios para el que la pone en acción (alimentos, vestido, vivienda…), por el de la educación que ha sido necesaria para modificar el nivel de habilidad y rapidez de este y, también, por todo lo necesario para asegurar su reproducción (las necesidades de los hijos de los asalariados).
Como apunte, el precio de la fuerza de trabajo llega a mínimo cuando se reduce al valor de los medios de subsistencia mínimos. Aquellos que no pueden reducirse sin exponer de manera inmediata la vida del trabajador. En ese caso, su precio es muy inferior a su valor.
Volviendo al valor de la fuerza de trabajo: Si este valor, que ha requerido el gasto de una cierta cantidad de trabajo social (para alimentar al asalariado, vestirlo, educarlo, etc.), estaba determinado antes de entrar en la circulación; su valor de uso, que consiste en su ejercicio, solo se manifiesta después.
El valor de uso entregado por el trabajador al comprador a cambio de dinero sólo se manifiesta en su empleo, es decir, en el consumo de la fuerza de trabajo vendida. Este consumo, que es a la vez producción de mercancías y de plusvalía, se efectúa fuera del mercado. No en el dominio de la circulación, sino en el campo de la producción.