Propiedad del trabajo de conservar valor creando valor
Hallamos en el valor de un producto el valor de los medios de producción consumidos. Por ejemplo, el valor del algodón y las brocas en los hilos. El valor de los medios de producción se conserva y se transmite al producto por medio del trabajo. Esta transmisión depende del carácter específico del trabajo, que produce bienes útiles determinados a partir de los medios de producción necesarios.
Pero en el producto encontramos también un valor añadido al que ya portaban los medios de producción. El trabajador añade este valor como trabajo en general (como gasto de fuerza humana) no porque el trabajo tenga esta o la otra forma útil particular, sino porque ha durado cierto tiempo.
El acto de añadir valor al objeto de trabajo y el de conservar el antiguo en el producto son dos resultados distintos que se obtienen en el mismo momento. Esto es debido al doble carácter del trabajo.
Este doble carácter aparece claramente cuando consideramos una invención que permite trabajar, por ejemplo, tres veces más rápido. Supongamos que tras esta invención, en 6 horas hilamos 5kg de algodón, lo que antes nos llevaba 18 horas. La cantidad de valor añadida por las 6 horas de hilanza sigue siendo la misma, solo que ahora producimos 15kg de algodón en lugar de 5kg. De tal manera que el valor por kilo que nuestro trabajo genera es tres veces menor mientras que el valor por kilo aportado por la materia prima se conserva.
El medio de producción solo transmite al producto el valor que pierde, perdiendo su utilidad inicial. Esto es claro en el caso de las materias primas y auxiliares. Para el caso de las herramientas, se puede calcular su desgaste diario en función de su duración media.
Esto indica que aunque dicha herramienta entra integramente en el proceso de producción de un bien útil, no entra más que parcialmente (su desgaste) en la producción del valor. Del mismo modo, un medio puede entrar íntegro en la producción de valor y solo en parte en la producción del bien útil. Por ejemplo, si sabemos que al hilar 115kg de algodón, de media se pierden 15kg inevitablemente como deshecho, el valor de esos 15kg se transmite a los hilos (ese valor perdido es condición de la producción) aunque no lleguen a formar parte del producto útil resultante.
No transmitiendo los medios de producción al nuevo producto más que el valor que pierden bajo su antigua forma, solo pueden añadirle valor si ellos mismos lo poseen. Su valor no se halla determinado por el trabajo en que entran como medios de producción, sino por el trabajo de donde se derivan como productos.
Valor meramente conservado y valor reproducido y aumentado
Es la fuerza de trabajo en actividad, el trabajo vivo, lo que permite conservar valor añadiendo otro valor. El capitalista debe a esta propiedad la conservación de su capital. Las interrupciones del trabajo y otras crisis, deterioran su capital (sus materias primas, utensilios, etc.) al mantenerlos inactivos.
Recordamos que el valor de los medios de producción se conserva bajo los cambios de forma, que los objetos sólo desaparecen para revestir una nueva forma útil, siempre en el ejercicio de la producción. Recordamos también que la fuerza de trabajo, al ser consumida, no sólo reproduce su propio valor sino que produce también valor de más.
En la producción, la parte del capital inicial que sirve para obtener los medios de producción (materias primas o auxiliares e instrumentos de trabajo) no cambia la magnitud de su valor. El acto de la producción solo transmite ese valor a un nuevo objeto útil. A esa parte la llamamos capital constante.
La parte del capital transformada en fuera de trabajo transforma el valor en una nueva producción. En ese acto, por un lado, reproduce su propio valor y, por otro, produce un excedente, una plusvalía mayor o menor. Esa parte del capital la denominamos capital variable.