El debate es viejo y ha hecho correr ríos de tinta: consumo de drogas, ¿aceptable o inaceptable? Les que defienden la segunda postura argumentan que las drogas incapacitan a la juventud, pues ésta ve inhibida su motivación para resistir y luchar contra el sistema. No obstante, muches otres ponen en duda esta relación causal que se establece entre “baja militancia” y “consumo de drogas.” En su día ya escribí un artículo al respecto donde me propuse defender el libre consumo responsable (click aquí). Este nuevo texto nace como respuesta a este otro artículo en contra del consumo de drogas (click aquí). Vayamos al tema.
El primer error que podemos observar en muchos discursos anti-drogas (en el ámbito libertario) es la asociación ineludible entre Estado y drogas. A poco que une se ponga a leer historia y antropología verá con facilidad que el consumo de drogas se usa desde la humanidad es humanidad (valga la expresión). Distintos tipos de sustancias naturales se han venido usando en todo el globo con propósitos medicinales, religiosos, sociales, etcétera. Con esto no quiero decir que el Estado-nación moderno no haga uso de las drogas para ejercer cierto tipo de control social (que sí lo hace), sino que las drogas preceden al Estado moderno y su consumo también, obviamente, también lo hace.
El segundo error que solemos observar en los discursos anti-drogas es el establecimiento definitivo de una relación causal entre “consumo de drogas” y “baja militancia.” Como si de un mantra se tratara, mil y una veces leemos que “fumar cannabis adormece a la juventud.” O que “la juventud de hoy en día sólo se preocupa por salir de botellón y emborracharse en el parque.” No seré yo quien niegue esto, pues también he sido joven y he experimentado estas situaciones. Pero me váis a permitir que sea muy escéptico con la relación causal establecida.
Lo primero que hay que tener en cuenta a este respecto es: sin drogas, ¿qué haría la juventud? ¿Sería más combativa? ¿La F.I.J.A. crecería exponencialmente? ¿La C.N.T. vería que las afiliaciones crecen a un ritmo de 1.000 por mes? Pareciera que estableciendo una relación causal simple entre “consumo” y “militancia” así fuera. Pero a nadie le entra en la cabeza que de darse el caso de desaparecer las drogas por arte de magia esto sucediera. La juventud encontraría otro pasatiempo: comer pipas compulsivamente, quedarse en casa viendo Gran Hermano (que ya lo hace), los videojuegos (otra historia para otro cuento), cría de perros… qué se yo. El problema no es el consumo de drogas (que lo es en parte, a esto voy a continuación), sino toda la socialización que las estructuras e instituciones del Estado promueven en su población. Con socialización me refiero a absolutamente todo: desde las relaciones familiares, pasando por las escolares, hasta las experiencias informativas a través de los medios de comunicación. Todo, absolutamente todo lo institucionalizado, nos recuerda constantemente quién manda y cómo se ha de vivir la vida. Y esto, tras años de adoctrinamiento inconsciente, queda grabado en la cabeza. Las drogas solamente empeoran el problema, pero no lo causan.
Ahora pongamos el ejemplo contrario: ¿podría existir una juventud militante y consumidora de drogas? Los casos que conozco personalmente (el madrileño, el escocés, y el griego) proporcionan conclusiones un tanto diferentes, pero estos tres casos muestran que el consumo sí que es compatible con una militancia activa. El caso madrileño puede ser más conocido a les lectores de esta página, así que poco hay que decir al respecto: cañas, marihuana, y otro tipo de bebidas alcóholicas. En el caso de la militancia escocesa os diré que prácticamente todes les libertaries que he conocido le dan a las pintas de cerveza con bastante pasión. Y ahí siguen. El caso griego es el más radical: la lucha anarquista no se puede comprender sin el alcohol (la cerveza sobre todo) y en menos medida la marihuana (pero también importante). La cerveza es el “mandamiento” del anarquismo en Atenas: tras las manifestaciones y las confrontaciones con la policía les compas se van a echar unas birras a cualquier tasca de Exarheia. Otras personas ya van con unas cervezas en la panza a las manifestaciones, cervezas que por cierto son usadas para preparar los cócteles molotov (el botellín, entiéndase) que luego lanzarán.
Entiendo que esto tiene poco que ver con lo discutido más arriba: no es lo mismo el consumo de la gente “militante” que el consumo en “la población joven en general.” Si he mentado tres casos de militancia europea es para reflejar que les militantes anarquistas consumen (libremente) y ello no impide que su militancia sea ejercida (ni que sea de menor o mayor calidad). Como no soy adivino no sé qué han hecho todas las personas que he conocido a lo largo de mi vida en su juventud, pero desde luego no creo que empezaran a consumir alcohol (por ejemplo) tras decidir ser anarquistas; seguramente el consumo precedió a la militancia (y tal vez ayudó a conformar una mentalidad más política, pero ya digo, tal vez). La relación causal “consumo” > “baja militancia” no se sostiene en ninguno de los casos que yo conozca personalmente (aunque esto no se puede universalizar a la ligera, claro está).
Finalmente, que el consumo de drogas esté presente en ambos lados del especto (la parte militante de la juventud y la no-militante) significa que de haber una relación causal por algún lado el alcohol no puede ser la única y suficiente variable independiente. Con esto doy algún tipo de importancia al consumo de drogas (sobre todo alcohol y cannabis) en la baja militancia de la juventud actual, pero ni mucho menos atribuiría al consumo la causalidad final ni única. Seguramente sea un tinglado de otras variables que influyen en la apatía política de les jóvenes (y su postura anti-ideología). Un tinglado de variables en las que la cultura juega, a mi parecer, un gran papel, y el consumo de drogas “blandas” queda más bien en un segundo plano.