Entiéndase que no es una batalla entre anarquistas organizados contra anarquistas anti-organizadores, no es necesario echar más leña al fuego y avivar un conflicto innecesario. En aspectos teóricos existe una enorme diferencia entre los corpus teóricos desarrollados por el anarquismo social y el individualista/antisocial, pero solo en el campo de la praxis corroboraremos quiénes han conseguido resultados positivos en la lucha, en qué habremos fallado y qué métodos organizativos, tácticas y estrategias resultarán efectivas como herramientas para el avance en la lucha social, si los esfuerzos y el trabajo invertidos habrán valido la pena en pos de la creación de bases sociales revolucionarias.
Teniendo en cuenta que el principio fundamental del anarquismo es la libertad, deberíamos dejar que las distintas corrientes se desarrollen en la praxis, pero sin olvidar la autocrítica y el debate entre las ellas dentro del anarquismo. Con el tiempo, finalmente verificaremos, tras haber reflexionado y hecho unos balances en torno a la trayectoria práctica, quiénes han acertado en sus análisis de la realidad social y material, quiénes habrán sabido articular una respuesta capaz de hacer frente al capitalismo y al Estado, quiénes habrán sido capaces de generar una situación revolucionaria y comenzar en la construcción de una sociedad nueva.
En estos momentos, el movimiento anarquista en general sigue siendo minoritario, pero es fundamental que sepamos salir de los márgenes, de los chiringuitos y los ghettos para dar el salto a la participación activa en los movimientos sociales populares, sobre todo en estos tiempos en que el neoliberalismo está avanzando con la excusa de la crisis. El papel de las minorías revolucionarias no es el aislamiento del resto de la sociedad ni de constituirse en una supuesta vanguardia que vaya a guiar las masas hacia su liberación, sino la de radicalizar las luchas sociales estando presentes en ellas, fomentando la participación activa de todo aquel que desee un cambio y esté dispuesto a luchar conjuntamente con el resto, de pasar a exigir y pedir a plantear soluciones desde perspectivas no autoritarias y en base a la cooperación y la solidaridad.
Por todo ello, es de vital importancia que los anarquistas nos organicemos y nos planteemos como una alternativa política posible y necesaria en la sociedad, no al margen de ella. En definitiva, crear poder popular, entendido ésto como a capacitación del pueblo para conseguir sus reivindicaciones.