Anónimo. Barcelona Octubre, 2013
En el contexto actual, un momento en que están surgiendo numerosas asambleas libertarias por el Estado Español, creo que no solo es importante tener herramientas apropiadas de análisis social, para la lucha, sino que es importante desarrollar estrategias y objetivos concretos para materializar los cambios que queremos para pasar de las consignas a la construcción de realidades alternativas. Esto es un ensayo que intenta empujar a ello, a debatir sobre estas líneas o imaginar nuevas. Aunque se esté tratando temas ya comentados anteriormente, creo que es importante sintetizar un seguido de temas para trazar la respuesta.
La propuesta. ¿Pública, privada o autogestionada?
En el escenario actual, de retroceso de la clase obrera en un “Estado de Bienestar” es normal que los anarquistas nos encontremos sobre la paradoja de estar defendiendo esos servicios sociales, que por un lado están gestionados por el Estado y que a la vez le cumplen funciones para reproducir el sistema de dominación.
Bastante se ha escrito ya sobre eso y creo que una visión que se reduzca a “lo publico sí o no”, es reduccionista, a la vez que dejar la puerta abierta a las privatizaciones es permitir que el capitalismo se lucre aun más de necesidades o servicios varios, aumentando su poder de eso modo y facilitando la imposición de un modelo de vida cada vez más mercantilizado. Si entendemos lo público como algo financiado básicamente por la clase trabajadora a través de los impuestos (en un sistema capitalista), simplemente estamos defendiendo lo que es nuestro, que se gestiona por el Estado y que lo moldea a sus intereses.
La propuesta de defender lo público e ir más allá a través de la autogestión resuena por varios medios libertarios, no es nueva. ¿Pero a que nos referimos con la autogestión? Un texto titulado “Universidad ¡Obrera y Antiestatal!” aparecido en diferentes páginas web anticapitalistas y antiautoritarias hace diferentes aportaciones al tema universitario, entre otras:
“Una crítica más dura merecen quienes dentro de un anticapitalismo estético han querido resolver la evidente incongruencia que supone defender lo que percibimos que es una herramienta de dominación con la receta mágica y ambigua de la autogestión o de lo popular. Ante el proceso privatizador y frente al decadente estado del bienestar se acepta renunciar a la palabra “público” por ser un vocablo desgastado por las corrientes ideológicas antes descritas y se reemplaza por la universidad autogestionada o popular, sin un mayor análisis. Es un síntoma de la inercia que llevan los movimientos anticapitalistas que hace que sus luchas sean estéticas y espectaculares el hecho de que el discurso que se presenta en el ámbito universitario para romper con la corriente hegemónica en el movimiento estudiantil sea caer en la trampa de discutir el modelo de gestión sin entrar a discutir el objetivo de esa gestión o haciéndolo muy de pasada para rellenar líneas en un panfleto. En todo caso, si esta postura supone un peligro enorme para el movimiento estudiantil es por la falta de pensamiento estratégico y táctico que supone. Ni desde el punto de vista de clase económica dominada, ni desde el punto de vista del individuo coartado, emprender una lucha en el medio estudiantil por la autogestión de la universidad puede llevar ni individual ni colectivamente a trazar estrategias de victoria porque obvian la naturaleza absolutamente dependiente de la academia, eje de la universidad, del resto de la sociedad tanto por su naturaleza material (falta de recursos) como por lo intelectual (contexto en que se da).”[1]
De manera similar opino que la palabra autogestión ha sido extendida más allá de los movimientos sociales cercanos al anarquismo, la misma palabra es de origen del socialismo yugoslavo, aunque en otros momentos en el movimiento anarquista clásico se hablase de control obrero o colectivización de los medios de producción. Parte del marxismo hetereodoxo actual reclama la autogestión como un concepto básico, a la vez que también los movimientos ciudadanistas toman esta palabra, haciendo que esta pueda ser objeto de recuperación por parte de la ideología dominante, vaciándola de potencial revolucionario al poner “ de moda” un concepto simplista que implica mucho más (al menos para nostrxs). En clase he llegado a escuchar de la boca de una profesora que “nuestro espacio de campus virtual es un espacio autogestionado por los alumnos “.
Autogestión puede tener muchos significados, pero cuando hablamos de autogestión en términos económicos hablamos de la socialización de los medios de producción. La autogestión dentro del capitalismo es imposible más allá del cooperativismo, que se encontrará con las limitaciones y contradicciones que impone el propio sistema. ¿Nos podemos referir a autogestión cuando compramos una parcela y vendemos nuestros productos ecológicos aunque la producción se organice horizontalmente y por asamblea? Puede que sí, que sea un sistema más cercano al que queremos, pero dentro de una lógica de competición y de propiedad privada que no deja de ser capitalista.
Aplicando esto al tema universitario y educativo, nos vemos con el siguiente problema. Primero que la financiación la controla el Estado, y que una alternativa autogestionada dentro del sistema capitalista significaría que los mismos usuarixs deberían asumir los costes, cosa imposible en el mismo sistema universitario, aunque también lo queramos cambiar. En el texto titulado “Lo público y la autogestión. Defensa y avance”, el grupo de la FAI Albatros escribía lo siguiente acerca del tema de la financiación.
“¿Y qué ocurre con los recursos necesarios para garantizar el óptimo financiamiento de los servicios públicos? Estos deben ser exigidos de las arcas estatales, al ser éste el espacio en el cual se concentra el capital producido socialmente y acumulado (mediante la recaudación de impuestos, por ejemplo), un hecho que no podemos ni debemos obviar. En este sentido, no se trata de “legitimar” al Estado, sino de reapropiarnos socialmente de los recursos que las clases dominantes nos enajenan y que el Estado concentra, para poder utilizarlos según la libre determinación popular.” [2]
Aunque lo vea como una opción válida, pienso que difícilmente cederían la financiación del Estado a la gestión popular, a la vez que seguiríamos en dependencia con el Estado. Aunque a nivel discursivo nos es útil recordar los recursos del Estado no son más que fruto de lxs trbajadorxs.
Por eso, cuando se plantea una Universidad Autogestionada, adjetivo que debería ser reemplazable con colectivizada, obrera o lo que sea, esta no puede verse apartada de un clima revolucionario. Cito otro texto que habla este mismo tema:
“Hablar de autogestión es indisociable al ataque de las bases mismas del sistema: en sus relaciones de propiedad y en las relaciones jerárquicas que se desprenden de la organización de la sociedad de clases. Para nosotros la autogestión no puede bastarnos con ser un submodelo coexistente con la producción capitalista y que, directa o indirectamente, participe de sus leyes. Por tanto, la autogestión sólo cobra pleno sentido en función del proceso revolucionario, de reapropiación del conjunto del Capital social sobre nuevas bases socialistas y libertarias. Entendido esto, creemos que no se trata de cómo fundamos nuevos servicios públicos, sino de cómo aspiramos en la lucha a la reorganización de los mismos, es decir, a la capacidad de decidir los trabajadores y usuarios sobre qué y cómo se hacen las cosas, bajo un proyecto de expropiación socia. […] una superación revolucionaria de la sociedad capitalista y del estatismo.”[3]
Entiendo entonces, que la lucha por la Universidad Autogestionada, es una lucha que no puede separarse de la revolución, no puede ser una parcela aislada, uno de los errores del movimiento estudiantil que no acaba de solucionar.
Y por otro lado también queremos cambiar las funciones que realiza la Universidad. Por otro lado hay que analizar las funciones que realiza la Universidad. En el primer texto se citan 3 funciones extraídas del análisis situacionista:
“a) La universidad como aparato de la clase dominante para generar y extender la ideología dominante.
b) La universidad como aparato para la valorización del conocimiento transformándolo en capital.
c) La universidad como medio de producción de cuadros técnicos y de técnicas que servirán a la producción en el mercado capitalista.”[4]
Una universidad autogestionada debe romper con estos funcionamientos, el objetivo debe ser la emancipación social y la posible trasmisión de conocimientos a toda la población que quiera acceder a estos. No hay que olvidar que la educación nunca es neutra, y lo más cercano a esta es fomentar un verdadero espíritu crítico que en la universidad realmente no se da.
Romper con las desigualdades a través de la práctica igualitaria no solo mediante la gestión por nosotrxs mismxs, de lxs implicadxs, sino también mediante los medios adecuados para conseguir los fines que queremos, mediante otros métodos pedagógicos. No quiero extenderme en este tema, pero puede ser otro aspecto en el que basar y potenciar la lucha, tan importante como todos los demás. Quizás la misma comunidad educativa tiene que ser ella la quien decida con que modelo aprender, y puede ser que en un marco más libre, educadorxs y educadxs puedan borrar esa frontera con más facilidad.
Análisis de la lucha estudiantil, diálogo y reformismo
El objetivo de este texto es el debate y el planteamiento de una serie de temas, no una biblia. Por eso quiero hacer explicito que las recetas mágicas no existen, que las contradicciones las tendremos siempre y como leí en alguna parte, estas solo aparecen al caminar. Y quien haya luchado dentro del movimiento estudiantil sabrá que es una lucha difícil, del mismo modo que otras también lo son, en un contexto de correlaciones de fuerza muy desequilibradas en las que los explotados no concebimos mas que quizás reducir los golpes que estamos recibiendo. Parece ser que imaginar la revolución es imposible.
Para realizar un diseño de estrategias tenemos que analizar también la universidad y el movimiento estudiantil. La composición de los actores sociales en la universidad, aunque sea un espacio donde se tienda a la elitización, podemos encontrar que aun conviven estudiantes de la clase trabajadora y estudiantes de clases más altas. No creo en que la condición económica sea sinónimo de una ideología determinada, y posiblemente menos en un espacio donde tradicionalmente se le ha asociado como una herramienta de ascensor social en la economía capitalista, y por otro lado es obvio que parte de la clase trabajadora asimila el discurso dominante, así que tenemos estudiantes de nuestra propia condición que están en contra de un proyecto de transformación radical del sistema aunque se posicionen de manera superficial (y la mayoría de veces solo de palabra) a los recortes. Los estudiantes que forman parte de las clases más ricas es obvio que sea poco probable que estén a favor nuestro y que lo único que quieran es que la normalidad no sea alterada.
Esta reflexión hace patente que las asambleas nunca serán totalmente horizontales y participativas. Por una banda no solo hay una separación con “la derecha”, si no que personas de “izquierdas” también quedan excluidas porque quizás están de acuerdo con las demandas para defender lo público pero critican ciertas formas, criminalizando las asambleas, que tienen unas maneras “más combativas” (con todo el respecto y como parte de autocritica, tristemente a veces estas se miden por la espectacularidad que por otra cosa, por los motivos que sean). Esta parte “progresista” utiliza las vías institucionales para intentar parar los cambios, sin mantener una confrontación directa con las jerarquías dirigentes de la universidad, a les cuales pueden optar para acceder. Estas “izquierdas” institucionales se confrontan para conseguir la legitimidad de la representatividad del estudiante, pero ni las asambleas ni los consejos elegidos en un sistema donde hay partes de las instituciones que se eligen mediante voto estamental (valiendo este de distinta proporción) [5] realmente no son representativas por la escasa participación del estudiantado en la lucha. Es obvio que la cultura de la no participación política (entendiendo la lucha política como la lucha para decidir por decidir en tu vida) ha enraizado en la sociedad y el movimiento estudiantil no es más que el reflejo de esto.
En relación a los espacios heterogéneos donde se negocia y se decide, creo que quizás es importante pensar en nuestros espacios como clasistas. Nosotros no nos podemos parar a negociar un consenso con alguien que tiene muchos más poder que nosotros, no podemos caer en ese juego. Nuestro objetivo es acabar con las desigualdades y el suyo es perpetuarlas. No podemos rebajar nuestro discurso y nuestras aspiraciones con alguien que nos pisa simplemente para respetar el consenso y la horizontalidad en la toma de decisiones. Este consenso seria una imposición en el momento en que no jugamos con las mismas cartas. Un ejemplo seria el “dialogo” con las autoridades:
“El diálogo, la discusión libre tan solo se puede llevar a cabo entre iguales, sino fuese así habría entre las posibles interlocutoras unas diferencias de poder efectivo tan abismales que sería poca cosa más que un monólogo. Si una de las interlocutoras no tan sólo está llevando a cabo la acción de la cual pretende hablar, sino que tiene en sus manos el poder de ejecución, una fuerza de coacción incomparable y su decisión descansa sobre el poder militar y policial, mientras que de la otra parte se tiene poca cosa más que su voluntad, llamar a esto diálogo es digno de un chiste de Eugenio.”[6]
Este dialogo, esta enmarcado en aquello que se llama “la legitimidad democrática” que no es más que el discurso ciudadanista: la imposición de unos medios para conseguir cambios dentro de un sistema el cual esta estructurado para que no cambie en más que en la superficie. El Poder nunca va a permitir mecanismos que puedan acabar con él. Hablan de igualdad, de democracia y de respecto en un sistema capitalista que en su normalidad produce desigualdades, guerras y una multitud de consecuencias más. Lo peor es que parte de este discurso esta asumido por la clase explotada. Y otra pieza clave es el discurso de lo que es violento y lo que no es. No me extenderé en este punto, que esta totalmente relacionado con la educación que recibimos y en los medios de comunicación y en su papel de legitimar ante el público quien tiene la razón o quien se merece una intervención de los antidisturbios.
Entonces intentar legitimarse como los agentes democráticos, que buscamos su dialogo es un error en el que muchas veces cae el movimiento estudiantil. Es necesario la legitimización ante la gente, pero jugar su juego es una victoria más para ellos y sabemos que tendremos en contra todo un aparato mediático, político y policial en nuestra contra.
¿Como podemos luchar sin caer en este reformismo estéril? No creo que conseguir mejoras sea un error porque de esta manera la gente deja de luchar. Es necesario conseguir pequeñas victorias para darse cuenta de que juntxs podemos cambiar todo esto, e ir cambiando la correlación de fuerzas. Las mejoras son una cuestión estrategia y serán útil si nos ayudan a caminar hacía la utopía. Si tenemos que dividirlo todo entre abandonar una lucha por reformista o apostarlo todo por una revolución, lo tenemos crudo. Entre otras cosas interesantes, los compañerxs de Terra Cremada escribían en relación al movimiento estudiantil en el contexto de Bolonya:
“No es lo mismo una petición que se hace como afectado de un sistema del que quieres formar parte, dirigiéndote a la autoridad concedida, que una exigencia que haces desde la propia dignidad e integridad violadas a un poder impuesto. El contenido de las demandas señalaba la voluntad de formar parte de este sistema, de expresar la necesidad y la importancia del mundo académico y estudiantil en el funcionamiento y perfeccionamiento del sistema democrático. Es decir, la vinculación expresa a la democracia, en lugar de, una vez rechazado el papel de la formación académica, en tanto que engranaje del mundo de las mercancías, intentar trasladar este descontento a la sociedad entera que es, en última instancia, la que necesita nuestra obediencia y sumisión en las aulas, en el curro y en las calles para seguir reproduciendo el sistema de dominación capitalista y estatal.”[7]
Soy consciente de que me dejo temas a comentar, como las luchas políticas entre colectivos “radicales”, la caída en viejas estrategias que parecen no funcionar, la improvisación y a veces el poco compromiso de lxs militantes, etc.
La solidaridad nuestra mejor arma
Es una de las consignas típicas que se corean en las manifestaciones y quizás el problema es que realmente no la practicamos a niveles que realmente marcarían la diferencia. Tejer redes de afectados por el capitalismo sea cual sea el sector es una asignatura de la clase explotada pendiente. La dictadura y el capitalismo consiguieron romper estas redes que tardaron mucho tiempo en hacerse y quizás es su gran victoria. Cuando la sociedad entienda que cada problema sectorial es propio y causante del mismo sistema y se implique con todos las sectores, quizás el panorama cambia. Desahucios, privatizaciones, etc. son parte del mismo problema y solo juntxs podremos hacer frente y construir nuevas realidades
También es tarea nuestra sacar el conflicto estudiantil fuera de las aulas. Aunque no nos engañemos, la universidad es un punto accesible para pocxs, y quizás por ello cueste a la gente identificarse con la lucha que se lleva acabo. Asimismo hay que luchar contra la idea de que los universitarios somos unos acomodadxs. Somos de clase trabajadora trabajemos o no, porque no tenemos el poder político ni económico, y en la mayor parte estudiamos para acceder a un trabajo para cubrir con dificultad nuestras necesidades si es que lo encontramos.
La crítica al falso “dialogo democrático”, la autocrítica propia y la solidaridad son algunos aspectos con los que podemos empezar a trabajar. La tarea es difícil, pero actualmente se esta dando una lucha en las Baleares en la que se esta implicando una buena parte de la sociedad. Una victoria suya seria una victoria con la que poder afirmas que no todo esta perdido, con toda la crítica que podamos hacerles lxs libertarxs a algunos aspectos, su lucha no es nada despreciable.
Otros proyectos que podemos realizar para intentar construir la universidad (sociedad) que queremos pueden ser la formación de grupos críticos de las diferentes disciplinas, enredando así también a más gente que en una lucha tradicionales no se unirían, a la vez que se construyen espacios de contrapoder en las mismas universidades. Sin olvidar que para construir la nueva sociedad es imprescindible destruir la vieja.
Con todo este texto no creo que diga nada nuevo, simplemente recoger ideas que ya aparecen. Posiblemente las estrategias aparecerán con la práctica y con el conflicto mismo. Si existe la necesidad de buscarlas, es que hay gente que se plantea y lucha para conseguir unos objetivos. Por eso es importante acumular experiencias en un movimiento que parece renovarse cada año, una de las dificultades de la lucha estudiantil. ¡Que continúe la lucha!
[1] Universidad ¡Obrera y Anticapitalista! Nihil http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/24609
[2] Lo público y la autogestión. Defensa y avance. Grupo Anarquista Albatros (FAI) http://www.regeneracionlibertaria.org/lo-publico-y-la-autogestion-defensa-y-avance
[3] Ibid.
[4] Obra citada. Nihil
[5] Tampoco es que este de acuerdo con un sistema de voto igualitario
[6] Terra Cremada. Tropezar con la misma piedra. http://terracremada.pimienta.org/tropezar.html
[7] Ibid.
Bibliografía para ampliar
Terra Cremada. Autogestión de la miseria o miserias de la autogestión. http://terracremada.pimienta.org/autogesti%C3%B3_cas.html