Todo comenzó cuando a los medios de desinformación burgueses les dieron la genial idea de calificar a esos jóvenes desconocidos y encapuchados que arrasaban las calles y atacaban a la policía, como «antisistemas». Después, poco a poco esa etiqueta se empezó a asimilar entre los círculos anarquistas, ya que los anarquistas por lógica nos oponemos a este sistema. No obstante, en el imaginario popular la palabra «antisistema» era sinónimo de vándalos descerebrados que lo rompían todo, gente que resentida que no sabe qué hacer, etc. Cualquiera que se saliera de los cánones y de la ideología dominantes de la actual sociedad podría ser calificado de antisistema. Pero, ¿realmente tiene sentido dicho adjetivo? ¿Qué significa realmente?
Hoy en día, usar el término antisistema les sirve a la clase dominante como una suerte de espantapájaros para asustar al inocente ciudadano de que hay un peligro desconocido que pretende destruir el sistema vigente. Incluso hasta la izquierda burguesa no dudaría en usarla. Sin embargo, entre la izquierda extraparlamentaria y ciertos sectores ciudadanistas se califica de “antisistema” a las ofensivas neoliberales y los recortes en derechos sociales y en el sector público. Sin embargo, ¿qué significado le damos? Los primeros aluden al neoliberalismo como sistema ideal al que pretenden destruir, mientras que los segundos hacen alusión al Estado del bienestar como tal el cual quieren desmantelar.
Pero veamos en nuestro entorno político. Ahora no solo ciertos anarquistas se autodenominan como antisistema, la moda llega hasta a algunos grupos filofascistas y conspiranoicos. Si bien se podría entender que cuando decimos «antisistema» nos referimos a que nos oponemos a este sistema, en verdad no se ajusta a la realidad social pues omite el concepto de clases sociales y la conciencia que puedan desarrollar de las mismas. En vez de clase trabajadora y clase dominante, queda en un “antisistema” o “prosistema”, claramente omitiendo el antagonismo de clases. Y es que no solo nos oponemos a este sistema porque beneficia a una minoría a costa de la explotación de la mayoría, lo que da como consecuencia las desigualdades económicas y la injusticia social; sino que nuestras aspiraciones son la construcción de una sociedad basada en la libertad y en el apoyo mutuo, es decir, otro sistema en donde no existan las injusticias de hoy en día.
Realmente carece de sentido alguno que nos califiquemos como antisistemas, pues no es más que una etiqueta creada desde los medios burgueses para despojar a los anarquistas de todo contenido político y social transformador, dando la falsa imagen de nihilistas resentidos que nada más buscan la destrucción y el caos. Craso error asumirlos y quedarnos en la marginalidad como una simple estética de culto a la violencia callejera y negacón del actual sistema. Somos de clase trabajadora, estudiantes, currantes o jubilados y luchamos por la emancipación social de las clases explotadas y por consiguiente de la abolición del capitalismo y la sociedad de clases junto con el Estado. No somos antisistema, somos revolucionarios.