La Universidad, como institución educativa, es visto mayormente en el imaginario popular como un espacio que brinda oportunidades de escalar posiciones en la sociedad de clases. No obstante, a través de la historia, el acceso a la educación superior no fue universal, sino que fue restringido a las élites dominantes en las cuales intercambiaban y creaban conocimientos. Conforme las fuerzas productivas se iban desarrollando y ante la creciente demanda de mano de obra cualificada, la Universidad se abrió a las clases populares, aunque no totalmente, ya que siguieron existiendo y siguen existiendo hoy en día Universidades privadas en las cuales solo podían acceder a ellas las clases dominantes. Actualmente, nos encontramos con una Universidad estatal en transición hacia la Universidad empresa, orientada a satisfacer las demandas de mano de obra específicas para ciertas empresas. La mercantilización de la Universidad supondría su degradación y deterioro, lo que conllevaría a que el intercambio, aprendizaje y acumulación de conocimientos quede en un segundo plano, siendo desplazado por aquellos conocimientos orientados a generar beneficios económicos.
La Universidad tampoco ha sido ni es un espacio neutral y aislado de la sociedad, sino que viene influenciada de las ideologías dominantes y hoy en día tiene como función la reproducción de las mismas. Sin embargo, pese a ser un aparato ideológico del Estado -y del Capital-, es un espacio en el cual los y las estudiantes van adquiriendo conciencia política. Así pues, la entrada de las clases populares a las universidades posibilitó la expresión de las inquietudes políticas de ciertos estudiantes que cuestionaban la ideología dominante. Desde nuestra perspectiva, deberíamos ver la Universidad, no solamente como un aparato ideológico del Estado y una institución con la función de crear mano de obra cualificada, sino también como espacio político en el cual disputarle la hegemonía a la clase e ideología dominantes para llevar a cabo una transformación radical de la Universidad para ponerla como institución educativa bajo los intereses del pueblo trabajador. Ello significa, en el plano inmediato, frenar la ola privatizadora orquestada por el neoliberalismo y a la vez crear espacios políticos que nos permitan avanzar hacia un modelo universitario de carácter obrero y revolucionario.
El presente texto es un análisis de la Universidad a través de la historia y sus diferentes modelos para así poder desarrollar las herramientas de lucha necesarias para el cambio político.