Como dice el título, este texto aporta meros apuntes sobre existencialismo. No busques aquí profundas disertaciones ni guías espirituales. Tampoco busques un trabajo para copiar-y-pegar, porque no te lo voy a dar mascado. Si quieres profundizar en la filosofía existencialista al final de cada texto (como te habrás fijado el título también indica que éste es el primero de una serie de textos por venir) listaré unas lecturas que, a mi parecer personal, son suficientemente interesantes. Finalmente, tampoco esperes una defensa a ultranza del existencialismo o de la filosofía de Sartre. Lo que aquí presento son apuntes de una visión de la vida humana que me parece interesante (y más o menos acertada, sin querer con ello decir que esté libre de crítica o problemas). Me dejo de rodeos, vamos a ello.
La libertad de existir
Desde antaño (pero que muy antaño) les humanes hemos venido manejando una idea que ha vertebrado, con mucha consistencia, la filosofía (especialmente la occidental). Esta idea es la idea de esencia. Así, innumerables pensadores han propuesto que les seres humanes tienen una naturaleza, una esencia, que no cambia con el tiempo, que se mantiene inmutable a lo largo y ancho del planeta, y que nos define como seres humanes (distinguiéndonos así del resto de cosas en el universo). Sin importar el contexto, sin importar las circunstancias, esta idea sugiere que les seres humanes, todes elles, comparten las mismas cualidades esenciales. El existencialismo ve un gran problema en esta idea: si estamos definides por nuestra supuesta esencia… ¿dónde queda nuestra libertad?
Jean-Paul Sartre articuló (sin ser le únique) una crítica a esta forma de pensar sobre les seres humanes, diciendo así que la existencia humana precede a su esencia. Esto normalmente se explica con el ejemplo del abrecartas. Imagina un abrecartas: es un cuchillito que está diseñado y fabricado de una manera muy específica. Tiene que ser lo suficientemente largo y estrecho para abrir los sobres de tus cartas, pero ni muy largo ni muy estrecho. Tiene que tener un peso ligero para que lo podamos sostener con una sola mano, y tiene que estar fabricado con un material duro y afilado para abrir la carta (así que no puede estar fabricado con gelatina, por ejemplo). Tampoco puede estar muy afilado porque entonces nos podríamos hacer daño, pero sí lo suficientemente afilado como para cortar el papel. Aquí hay mucho en juego. Este cuchillito tan específico que es el abrecartas fue diseñado por una persona que tuvo la idea de diseñar y fabricar una herramienta específicamente para abrir cartas. No es una herramienta para cortar el pavo, ni es una herramienta para podar el jardín. Es una herramienta para abrir cartas. Así pues, dice Sartre, la esencia del abrecartas antecede a su existencia. Pero, ¿pasa lo mismo con les seres humanes?
Sartre responde enérgicamente: no. Les seres humanes, lógicamente, no son abrecartas que son ideados de antemano. No hay un plan detrás de nuestra existencia, es decir, no tenemos ningún uso particular ni ningún propósito específico. No somos abrecartas, por lo que en les humanes la existencia precede a la esencia. Desde luego, esto implica negar la existencia de dioses, creadores cósmicos, y planes maestros (pero creo que esto no será un problema en una publicación anarquista). Dado que no hemos sido creado por ninguna entidad divina, y dado que no estamos en este planeta por ninguna razón en concreto, somos nosotres mismes quienes tenemos que crear una razón para existir, un propósito por el que vivir. Aquí es cuando empezamos a ser libres.
Libertad, elección, y responsabilidad
Ser libre conlleva elegir, y las elecciones derivan a su vez en responsabilidad. Les seres humanes no solamente somos libres de decir que no estamos determinades por una esencia natural o divina, sino que también somos libres de decidir en qué nos queremos convertir, cómo queremos vivir nuestras vidas. Para Sartre, les seres humanes poseen la capacidad de construirse activamente. Las piedras son piedras, y los mares son mares. Pero un ser humane es une agente active que puede darse forma precisamente porque no está pre-diseñade. El ser humane es libre, y Sartre abogaba por una libertad consciente y responsable. Consciente porque por muy libres que seamos siempre estaremos constreñides de una forma u otra. No importa cuanto quiera vivir debajo del mar: nunca podré respirar como lo hace un pez. No importa cuanto quiera sobrevolar las montañas: nunca podré tener alas como un pájaro (aunque sí que puedo construir una máquina que me permita volar). Pero aunque estemos limitades por ciertas cosas, siempre podremos decidir en todo lo demás aunque no lo parezca. Y, ¿por qué no lo iba a parecer? Por la sencilla razón de que a menudo les seres humanes actuamos siguiendo la educación que nos han inculcado, o los valores que nos han metido en la cabeza. También tendemos a actuar siguiendo las tradiciones de nuestra comunidad, o las reglas que nos imponen. Es por ello que Sartre decía que tenemos que romper con estas formas “habituales” de pensar. Es hora de decidir, de ser libres, y de ser responsables.
¿Por qué responsables? Al ser libre decidimos, y al decidir estamos dando a entender cuáles son nuestras preferencias sobre cómo ha de ser la existencia humana. Al decidir, también modificamos nuestros alrededores. Es decir: nuestras decisiones tienen consecuencias en nuestra vida y, potencialmente, en la del resto de personas. Es por ello, decía Sartre, que la libertad conlleva la más grande de las responsabilidades. Pero Sartre fue todavía más lejos al afirmar que estamos condenades a ser libres. Al no estar pre-diseñades, les seres humanes no tenemos excusa alguna para justificar nuestras elecciones. Somo nosotres quiénes decidimos qué hacer y cómo vivir. Somos nosotres les úniques responsables de nuestras acciones. Para bien o para mal, estamos condenades a elegir, a ser libres.
¿Y qué me quieres contar con esto?
Si hasta aquí he venido exponiendo las ideas básicas del existencialismo de Sartre no es por mero gusto (que en lo político no le tengo mucha simpatía), sino que es porque creo que tienen muchas cosas que decirnos sobre nuestra vida, sobre todo cuando la pensamos desde una óptica anarquista. Como persona que se define anarquista, lo más importante para mí es la libertad. No solamente mi libertad, sino la libertad de todes (incluyendo la libertad de les animales no-humanes). El existencialismo me permite pensar que no estoy atade a ninguna divinidad ni a ningún plan maestro universal; me dice que puedo escoger dado que mi existencia viene antes que mi esencia. Al poder escoger disfruto de una libertad existencial que me da la posibilidad de escoger qué tipo de vida quiero llevar, acorde con mis emociones, con mis ideas, y con mis valores. Si opto por el existencialismo como una forma de pensar el mundo, también es porque me inclina hacia el rechazo de lo establecido, a la crítica constante de lo que hago y de lo que hacen les demás. Me empuja a pensar y re-pensar mis actos y los de la sociedad en la que vivo, como también me invita a la superación de los hábitos, de lo arraigado, de la tradición, de los dogmas… Creer que yo misme soy el dueñe de mi existencia me hace, en definitiva, no solamente una persona libre sino una persona con mayor posibilidad para cambiar todo aquello que me oprime.
No obstante, no todo es coser y cantar, como tampoco es oro todo lo que reluce. La ética del existencialismo es atractiva, pero tiene sus límites. Si les seres humanes somos libres para crear nuestra existencia según creamos conveniente, es igualmente cierto que existen muchas barreras que nos impiden ejercer dicha “condena.” Liberarse de una educación autoritaria o de unos valores capitalistas puede ser más o menos sencillo (o difícil), pero liberarse de las constricciones del Estado, sus instituciones, y sus agentes, es harina de otro costal. Por mucho que odie el capitalismo y la vida que me impone, no puedo escapar con totalidad de él. Por mucho que quiera ver la revolución social ante mis ojos, no puedo hacerla realidad solamente con mis propias manos de la noche a la mañana. La vida en nuestra sociedad se torna así en un querer-y-no-poder. Sin embargo, una postura existencialista nos da (o al menos a mí) una buena razón para trabajar activamente contra todo aquello que nos niega la libertad. Por muchas constricciones que nos imponga la sociedad, los grupos, las costumbres, las estructuras, o lo que sea, si negamos la existencia de dioses y destinos entonces nos queda solamente nuestra existencia libre de esencias pre-diseñadas. Nosotres somos responsables de nuestras vidas y, en último término, de nuestras acciones. Siempre hay una alternativa, siempre hay un espacio para decir “no.” En otras palabras, no tenemos la opción de no ser libres.
Ante la explotación capitalista siempre tenemos la opción de resistir y decir “no” a todas las comodidades engañosas que nos venden. Ante la educación patriarcal y autoritaria siempre tenemos la opción de llevar una vida al margen, contra corriente, rompiendo el sistema de valores dominantes. Ante una vida de sumisión y esclavitud tenemos la opción de “romper nuestras cadenas” y “quemar la casa de les ames.” Siempre hay una opción, nos guste o no. Siempre hay una alternativa. El problema es que tal vez nos dé miedo la libertad y la responsabilidad que ella conlleva. Para finalizar, esto también nos muestra lo hipócritas que somos todes: dado que nuestras decisiones en esta vida son cosa nuestra en última instancia, todes somos unes cobardes en potencia; todes preferimos ceder más o menos al sistema que nos esclaviza. De no ser así, de ser consecuentes de verdad con nuestras ideas, escogeríamos el camino de la revolución hoy mismo. Algunes ya lo hacen. De ahí que muramos les que esperamos; les que no decidimos abrazar la libertad que nos corresponden con total plenitud.
Referencias bibliográficas
Sartre, Jean-Paul (1943), El Ser y la Nada [online]. Accesible desde: http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/02/Sartre_Jean_Paul-El_ser_y_la_nada.pdf
Sartre, Jean-Paul (1946), El Existencialismo es un Humanismo [online]. Accesible desde: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/766.pdf