Este artículo se trata de una respuesta a este otro: Anarcoestatismo. Defendiendo lo público, destruyendo lo común. Aunque dicha respuesta está dirigida hacía un artículo que hablaba de un Congreso Estudiantil en el cual mi organización no formó parte, sentí la necesidad de escribir este tema ya que compartimos sector (el artículo es una sensibilidad propia y no tiene porque representar a las demás de mi asambleai) y a otras organizaciones y movimientos que luchan en la actualidad desde un punto de vista anarquista.
Sobre el debate (y el cómo debatimos)
Para poner un punto de partida en un artículo tan largo y que toca tantos temas, el cual empecé parágrafo por parágrafo, empezaré por situar el análisis del Estado que hace el autor. Seguramente coincidiríamos en muchas cosas respecto al análisis de “qué es el Estado”, pero él lo que supone es que todo servicio que proporcione éste, “nos embrutece, nos degrada, nos infantiliza y nos deshumaniza llevándonos a una situación de incapacidad radical de autogestionar nada.” El autor reconoce que el Estado tiene algunas funciones sociales, ya sea para evitar la revolución, y a costa de reproducir el sistema actual. Y al defender estos servicios públicos, estamos defendiendo la lógica estatal desde posturas anarquistas, estamos siendo en sus propias palabras “anarcoestatalistas”.
Puedo estar más o menos de acuerdo en la visión del autor en el análisis de las funciones (aunque no todos los servicios cumplen las mismas funciones de reproducción social ni lo hacen en la misma medida), pero la critica que realiza a partir del lema “defendiendo lo público, construyendo lo común”, creo que además de reduccionista (y para nada estratégica) también reproduce la practica social de las confrontaciones de las identidades.
Confrontación de identidades y reafirmación propia, que parece que a veces sea el único objetivo de los debates y de la producción teórica que los anarquistas realizamos, ya sea de la rama que sea. Y aunque estos aspectos sociales son inseparables del ser humano, tenemos que ver como afrontamos dichas confrontaciones. Mal vamos si continuamente nos estamos discutiendo (y con el anonimato que nos ofrece internet, con nada de respeto e empatía) de que quien o no es el anarquista correcto.
De esta manera, no aprendemos a convivir, a dialogar y a construir proyectos colectivos, en definitiva, a construir comunidad, hecho que el autor critica. Uno de los errores de los últimos tiempos del anarquismo, como exponía el autor botas y pedales en el artículo, “ los malos anarquistas” . De esta manera, no podemos influir a la sociedad y luchar contra el pensamiento hegemónico, no podemos extender nuestras ideas y prácticas, no podemos llegar a un consenso de discurso hacia fuera si partimos de una actitud en la cual los demás están totalmente equivocados, en vez de ver los puentes en común que normalmente los hay, y a trabajar a partir de ahí. ii
Sobre el Estado, sus servicios públicos y la lucha libertaria.
No sé si en el pasado se vivió mejor, pero es un hecho bastante objetivo que seguramente vayamos a vivir peor por el desmantelamiento de los servicios públicos, por muy criticables que sean. Y si, en el pasado había un componente más comunitario en la vida social, germen de lo que podría haber la sociedad a la cual aspirábamos, pero hoy estamos en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, y caeremos en una sociedad peor, muy desigual y muy atomizada. O somos nosotras quienes en todos los campos posibles planteamos alternativas mientras defendemos lo existente, u otras lo harán y creo que este no es el mejor de los escenarios. De la socialdemocracia posmoderna al fascismo. Cuando me refiero al reduccionismo del análisis, me refiero a diferentes cosas:
Es innegable que el Estado del bienestar tiene una función social, totalmente criticable, pero el hecho es que estas funciones van a ser privatizadas, aumentando la explotación, la desigualdad y la alienación en una sociedad hiperindividualizada y que ha perdido las aspiraciones revolucionarias. Y aunque estas funciones sociales estén montadas en unas estructuras sociales que rechazamos, el capitalismo y el Estado, ahora mismo no tenemos ni los medios para plantear una lucha revolucionaria que sea un verdadero contrapoder para superar dicho sistema, ni seguramente podamos satisfacer las necesidades que nos cubren los servicios públicos mediante nuestras propias estructuras en el presente. Así que defender los servicios públicos seguramente va a volverse una cuestión de supervivencia (ya lo es para mucha gente), pero teniendo claro que nuestro objetivo es superar este sistema. Vamos, el viejo postulado del anarcosindicalismo. De hecho, es un debate que podría ser similar al de la abolición del trabajo asalariado.iii
Con sus penas y glorias, sin mitificar el pasado pero sin rehusar de extraer lecciones y modelos (con su contexto histórico), el anarcosindicalismo funciono. La parte más valiosa para mí fue que, las y los obreros que habían luchado por mejorar su vida diaria de miseria, después de parar un golpe de Estado en el cual la clase obrera fue indispensable se pusieron a colectivizar la economía, entre muchas otras acciones revolucionarias que emprendieron sin unas ordenes de una dirección. Hablar de las grandezas y los fracasos de la revolución del 36 no es el objetivo de este artículo, pero la posibilidad de luchar por una mejora en la actualidad apuntando hacia un futuro radicalmente diferente, está ahí.
Y si, odio tener que obligarme a venderme por un salario, pero tengo que sobrevivir en este mundo capitalista. Podríamos irnos al monte, pero seguramente no sea una posibilidad para la mayoría de la gente. Y nos guste o no, una revolución solo es posible con la implicación de una buena parte de la población. Creo que nuestra lucha social tiene que estar ligada a la experiencia diaria de las personas (trabajo asalariado, servicios públicos…) y a partir de ahí luchar hacía lo que queremos ir, si no corremos el riesgo de construir proyectos de un perfil demasiado determinado de gente, que por voluntad consciente o de manera involuntaria, serán marginados.iv
Con eso no quiero desmerecer toda la gente que crean proyectos que intentan “salir del sistema”v, pero creo que no hay que descuidar la otra víavi (cosa que quizás no hemos hecho o no lo hemos hecho lo suficiente bien durante mucho tiempo, y por eso lo enfatizo) La división entre anarquismo social y anarquismo personalvii es una falsa dicotomía, pues ambos enfoques tienen sus potencialidades y limitaciones, y ambos son necesarios y compatibles (esto daría para otro ensayo).
Al anarquismo le ha caracterizado una práctica prefigurativa, intentando que los medios sean los ejemplos de la sociedad a la que aspiramos. Sin embargo hay que añadir que es imposible llegar a la sociedad estrictamente solo mediante la coherencia y que, tendremos contradicciones. El conflicto entre medios y fines, llevados al extremo y al absurdo aparece criticado en un texto que habla en otros términos y temas, pero podría ser rescatado por que creo que la cuestión de fondo es similar:
“ La verdad es que la única opción inmediata que tiene cada individuo para negar la autoridad del Estado es el suicidio. Porque cualquier acto de resistencia conduce a uno a un grado superior de control, desde ciudadano normal a antisistema vigilado y desde ahí a preso común y desde ahí a preso en aislamiento de máxima seguridad donde no existe la posibilidad de contraatacar, sino sólo de sacarse los cordones de la zapatilla o las mantas de la cama y salir del juego. Al final, no funciona una cárcel sin presos, igual como no existe un Estado sin súbditos.
Planteado de forma individual, el único acto revolucionario es el suicidio (mejor llevándose algunos de los cabrones con nosotros al marchar). Porque, ¿en serio nos parece justificable distinguirnos de los demás, de las “ovejas ciudadanas” por el simple hecho de que a veces rompemos cosas? Nuestra posible participación en actos de sabotaje—incluso si estos son de lo más radical como por ejemplo poner bombitas de camping-gas—no niega el hecho de que en todos los otros momentos de nuestras vidas estamos colaborando con nuestra propia dominación.viii
Siguiendo este planteamiento hasta su absurda conclusión, tendríamos que exponer: el único anarquista coherente es el anarquista muerto.
Lo que aquí está siendo criticado en otros términos es el hecho de la “radicalidad” y la coherencia. Tienen sus límites, y toca definir colectivamente como afrontamos estas contradicciones.
2. El anarquismo y la defensa de la educación
Si la defensa de los servicios públicos es defender el Estado como argumenta el autor, si la defensa de esta educación es la defensa de un sistema en el cual no estamos de acuerdo en el cómo, en el qué, y en el para qué se educa, por reproducir este sistema que queremos tumbar, ¿qué estamos planteando al defender la educación pública?
Primero, al participar en espacios amplios tenemos la posibilidad de plantear alternativas pedagógicas más allá de nuestros círculos y de las propias escuelas libres, que no son accesibles para todo el mundo. En este es campo concreto como anarquistas lucharemos contra la privatización, además de que la educación (la que queremos nosotros, no la suya) sea accesible para todo el mundo.
Seguramente la universidad sea un campo (y cada vez lo será mas) difícil para la lucha social, ya que el perfil tiende hacia la elitización, y muchas personas de clase obrera la ven como un ascensor social. Esto sumado a la cultura política actual que tenemos en el Estado nos pone en un escenario muy difícil, ya no sea solo para superar el discurso de “la pública”, sino para obtener alguna pequeña victoria aunque sea reformista. Sin embargo en la universidad hay mucha gente que se politiza y es un espacio dónde la política se vive de otra manera.
Entre la gente militante, quizás por la edad o por el hecho de a veces estudiar ciencias sociales, existe la semilla de aquello que el autor defiende durante su artículo: la comunidad. El movimiento asambleario que he vivido, puede ser muy criticable, plagado de malos vicios y sin un proyecto a largo plazo, pero está ahí, intentándolo. Y aunque no es suficiente con intentarlo, la posibilidad de proyectar que esta red pueda sobrevivir y se autorganize fuera de la universidad y vaya construyendo comunidades en lucha, es una oportunidad que no debemos de dejar pasar, y quizás la victoria más asumible por parte de un movimiento anarquista en los centros educativos. Veo difícil que lo que planteamos en materia de autogestión pueda ser conquistado mediante reformas, pero está claro que la educación cambiara solo desde fuera de esta, desde una fuerza que ofrezca una propuesta global, que abarque todo lo posible (que no signifique tenerlo todo pautado, coma por coma). También aprendemos a convivir con gente que piensa de manera distinta (aunque no sea siempre fácil) y frases como “la izquierda es siempre estalinismo en potencia y en esencia” que se desprenden del texto me suenan a un complejo de superioridad.ix Escribiré más adelante sobre la colaboración entre diferentes ideologías.
Retomando el tema de una propuesta global es que es creo que ese creo que ha sido un error que quizás empieza a cambiar (quizás demasiado tarde, pues la gente “ha tomado partido” por el electoralismo) en la mente de los libertarios. Quizás fruto de trabajar a partir de la negación de la vida de la mayoría de la gente y no a partir de su experiencia, de querer diferenciarse de los demás, más que en el querer ver que “no somos tan distintas, que sufrimos igual”.
También creo que sus títulos son necesarios. Es seguir su sistema, pero, ¿cuántas veces un arquitecto ha ayudado a un centro social certificando que el edificio no estaba en ruinas? ¿Cuántas veces un abogado ha salvado de la cárcel a un militante? Obviamente podrían haber adquirido su conocimiento a través de canales no institucionalizados, pero sus malditos papeles ayudan a sobrevivir y luchar en el ahora por mucho que odie sus leyes.
3. Colaboración de fuerzas
Pues si hablamos de historia, en el movimiento anarquista clásico ha habido más o menos colaboración con la “izquierda”x, en función del momento. En especial quiero resaltar tres momentos relacionados: la llegada de la República y la victoria del Frente Popular, y meses más tarde, en vez de realizar una revolución e ir a por el todo (algunos lo entendían que sería una dictadura anarquista), se acabo realizando un colaboracionismo con las fuerzas burguesas que a la larga acabo ahogando la revolución e integrando a casi todo el movimiento libertario al Estado (bueno, en especial a los cuadros dirigentes).xi
¿Qué conclusiones podemos extraer? Que la colaboración con los republicanos anteriormente no impidió que el 16 de julio se desencadenara una revolución social de cariz anarquista, pero que el hacerlo durante la Guerra Civil acabo frustrando esta. El escenario fue muy complejo y lo que no voy a hacer es juzgar moralmente desde la comodidad en el siglo XXI, pero para mí la lección esta clara: en algunos momentos podemos converger, y en otros no, teniendo claro que nuestros proyectos pueden ser hasta antagónicos.
En la actualidad, la colaboración ideológica es un hecho que suele darse en las asambleas abiertas, los llamados espacios heterogéneos. Si somos intolerantes contra todo el mundo que no se declare anarquista, ¿qué mundo queremos construir? ¿Y si además, dejamos de lado a una parte importante del movimiento por ser anarquistas de Estado…? Creo que es vital reforzar estos espacios con practicas tales como la autonomía (no depender de ningún partido o sindicato), que tengan su proyecto propio definido y que no caigan en malas prácticas asamblearias (dirigismos informales, manipulación de otras organizaciones incluyendo la posibilidad de que lo hagan los mismos anarquistas, etc…). Aunque eso supone una contradicción al intentar construir un movimiento anarquista estudiantil propio (y una doble militancia), creo que estos espacios pueden ser más inclusivos que una organización determinada, siendo más propicios a la idea de construir comunidad. Por otro lado, en una supuesta sociedad futura, las asambleas de gestión, etc. ¿no deberían ser plurales?
4. Últimos apuntes
A nivel del Estado Español, estamos en un momento en el cual están surgiendo bastantes colectivos y muchos de ellos se están organizando entre sí. Creo que ahora más que nunca es necesaria la producción de textos, de debates y la difusión de ellos, especial aquellos que demuestran experiencias y propuestas actuales, ya que creo que como libertarios vamos cojos en este aspecto. Estoy harto del 36.
¿Defender lo público? Sí, y también la revolución. Del conflicto puede salir una consciencia colectiva, paso que puede ser previo a la formación de la comunidad. Pero si los anarquistas no estamos ahí, es mucho más probable que se camine hacía el electoralismo, pero luego la culpa es siempre de los demás.
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Notas:
i Assemblea Llibertaria UAB, adherida a la Federació d’Estudiants de la UAB
ii Supongo que la diferencia entre la autoafirmación identitaria y el debate (dentro de un movimiento que aspira a construir algo de manera conjunta) seria no solo el cómo se produce este (respeto, empatía para entender a la persona con la que no compartimos ideas) sino con él para que. La falta de debates que apunten hacía un consenso apuntan a la existencia de una diversidad más cercana a la competencia que a la cooperación. Un artículo relacionado con todo esto que encuentro muy interesante, Hostilidad horizontal.
iii De hecho alguien que no me acuerdo, en un artículo de Regeneración Libertaria que no encuentro, expreso que la lucha por los servicios públicos era la lucha por el salario diferido o indirecto. Me gusto la idea, pues no dejamos de ser nosotros quien financiamos todo esto gracias a nuestro trabajo.
iv Independientemente del debate de hasta qué punto adaptamos nuestra estrategia a la demás gente, a los barrios, a los trabajadores (¡nosotrxs también somos gente, somos del barrio y currantes!) hay un punto clave. La marginalidad, la hiperindividualización, es un triunfo del capitalismo. No sé si el hecho de construir comunidad es de por sí un elemento revolucionario, pero creo que es totalmente imprescindible.
v Con “Salir del sistema” me refiero a otro graaaan debate del anarquismo, muy viejo. A grandes rasgos hay una gran parte del anarquismo que parte de un enfoque que el cambio tiene que partir de la voluntad de las personas, que abandonando lógicas y construyendo nuestras propias infraestructuras y obviando las del sistema podremos conseguir un cambio social. Quizás el máximo exponente de esto serian las cooperativas integrales y las ecoaldeas. Obviamente la descripción anterior no llega a caricatura, así que lo mejor que puedes hacer es leer, reflexionar y acercarte a estos proyectos para sacarte tus propias conclusiones. Más o menos es lo que se planteaba el mutualismo, que fue superado por el anarcocolectivismo: no era suficiente montar colonias “utópicas” y cooperativas, era necesaria la lucha contra la explotación y una revolución social violenta. Eso no ha quitado que en la historia del anarquismo haya habido gente que haya desarrollado esta vertiente de un modo u otro.
vi No sé si llamarle vía social, anarcosindicalista, urbana o lo que sea. Cualquier etiqueta no es neutra, además que descriptivamente se quede corta.
vii Con anarquismo personal me refiero a la gente que intenta llevar a la práctica diaria su ideología anarquista, quizás de manera organizada se podría traducir en lo que me refería en la nota 3, y por otro lado al insurrecionalismo. El problema de las etiquetas. De todas maneras no me refiero a pautas de consumo, ni a estéticas.
viii Subrayado mío. Otra Crítica al Insurrecionalismo
ix No dejan de ser personas, y con personas queremos construir nuestra sociedad libertaria. Muchos piensan igual que nosotros y lo expresan de otra manera, mientras que algunas personas lo verían capaz si fuésemos un movimiento consolidado y que pudiese plantear victorias.
x A lo largo de la historia del movimiento anarquista también ha habido personas y colectivos que han abandonado los principios del propio movimiento (principios que no deben ser sagrados, sino definidos por el mismo) y adoptado estrategias vistas como contrarias. Y si el movimiento anarquista volviese a resurgir con fuerza, probablemente podría volver a pasar. Las personas cambian y para mí lo importante no es la identidad (si es o no anarquista), sino el proyecto revolucionario real que se vive (y quizás viene un día y no lleva bandera negra).
xi Soy consciente que también hubo colaboración entre republicanos, socialistas y anarquistas con anterioridad y posterioridad, pero estos tres momentos serian los más significativos, ya que los que se presentaban en las elecciones se estaban integrando o ya lo habían hecho, en las estructuras del poder y con capacidad de gobernar en un periodo de tiempo cercano a la revolución.
Victor A.