Partamos de una obviedad: para la gran mayoría ocupar un piso para vivir no es siquiera una posibilidad. Para la inmensa mayoría de la gente entrar por la fuerza en un piso es algo a rechazar, propio de delincuentes. No ha contribuido a mejorar esta situación ciertos comportamientos de quienes utilizan espacios liberados sin ningún tipo de respeto a sus vecinos y evadiendo cualquier responsabilidad. Ejemplos escasos, pero que por negativos se multiplican en su influencia frente a los casos de ocupaciones respetuosas y comprometidas con el cambio social.
Quizá tampoco ayude una actitud y una estética impostada llena de referencias violentas, oscuras… En este texto, la gente de la oficina de vivienda nos da algunas razones más por las que la okupación, además de una posibilidad, puede ser un acto justo y socialmente positivo. Una posibilidad más para cualquiera con sus limitaciones y problemas, como el resto de posibilidades, pero también con su potencial. Por nombrar algunos de estos argumentos:
- Cuando no están habitados, es mucho más probable que los pisos tengan problemas de humedad y salubridad que cuando tienen habitantes.
- Cuando los bancos son los dueños de las viviendas –por ejemplo, porque se ha producido una ejecución hipotecaria- estos se niegan a pagar los recibos de la comunidad. En cambio, la mayoría de las personas que okupan una vivienda hacen lo posible por contribuir a estos gastos.
- La existencia de viviendas vacías que permanecen cerradas mantiene elevados los precios de los alquileres y las hipotecas, ya que todas esas viviendas no salen al mercado. En cambio, cuando existe un movimiento fuerte de okupación, los propietarios de pisos se ven obligados a bajar los precios.
El texto recomendado es este: Vecinas okupas.
También merece la pena recomendar el Manual de Okupación, una guía con consejos para llevar adelante el proyecto de liberar una casa. Que también puede consultarse en la web de la Oficina de Okupación de Madrid. Es de destacar el trabajo de estas personas en la visibilización de la okupación y el intento de generalizarla como una posibilidad más al alcance de cualquiera.
La okupación es, ante todo, una opción política. Ocupar una casa es liberar un inmueble de las dinámicas especulativas del mercado. El espacio deja de ser mercancía y pasa a ser un servicio para la sociedad. En ese sentido, cabe preguntarse ahora de qué modo el movimiento de ocupaciones puede organizarse para ir más allá de lo que es. Pasar de representar una opción personal o limitada a pequeños grupos, para generalizarse y convertirse en una herramienta más en la lucha por una sociedad más justa y más libre, esto es, por un socialismo ecológico y libertario.