El tiro por la culata: nueve tesis sobre el fenómeno PODEMOS y la crisis civilizatoria
Me ha impactado tanto (positivamente) la lectura de este texto en el blog de Emilio Santiago Muiño que considero necesario recomendarlo aquí con una entrada dedicada.
El texto utiliza a Podemos para recorrer algunas de las críticas y aportaciones más necesarias a la reflexión política actual, sobre todo a aquella que quiere contribuir desde la óptica anarquista (en un sentido amplio) a los movimientos sociales que están hoy respondiendo a los ataques del capitalismo. La lectura del momento social del texto tiene su punto de partida en una visión libertaria constructiva (escéptica con lo institucional, pero no ideológicamente enfrentada a sus partidarios), estratégica (capaz de ver el potencial y las miserias del experimento Podemos), que renuncia a la ortodoxia anarquista pero que es al mismo tiempo, o quizá por ello, una visión crítica y transformadora.
Es de destacar el análisis crítico de la deriva de Podemos, que es una crítica a la propia dinámica electoral. Resumiendo podríamos decir que cualquier partido político con vocación de gobernar en el momento actual debe incorporar elementos interclasistas y, por tanto, alejarse de la difusión de ideas transformadoras para acercarse al centro político, donde se juegan las mayorías. En palabras de Emilio, “el caballo del Estado tiene reglas que hay que cumplir si quieres montarte sobre él“. Es clarificadora de esta presión ineludible esa imagen que utiliza el texto de Jorge Riechmann espantando electores en un mitin o tertulia política debido a su compromiso ecológico sin concesiones.
Partiendo de ese análisis creo necesario remarcar que, como los libertarios siempre hemos defendido, el verdadero desafío estaría entonces en desplazar el centro político a la izquierda. O, en otros términos, disputar la hegemonía cultural. Esto implica difundir los valores revolucionarios mediante la pedagogía y la propaganda al mismo tiempo que se defienden (y, llegado el caso, se toman) las instituciones económicas y sociales. En eso, tiene mucho más que decir la participación diaria en los conflictos sociales con una perspectiva de empoderamiento popular que el triunfo institucional. Acepto la idea del texto de que los gobiernos de izquierdas también han posibilitado el desarrollo de luchas radicales que realizaban enmiendas a la totalidad del sistema. Lo determinante es, por tanto, reconocer que si la mayoría social vuelca sus ilusiones en lo institucional se debe a que los libertarios llevamos años desertando de disputar los espacios en conflicto. Los que apostamos por el cambio consciente de las mayorías sociales tenemos la llave de la debilidad de Podemos. Se trata de reconstruir el “sentido común” desde unos valores radicalmente distintos a los de la “democracia” liberal; un cambio tal como el logrado, por poner un simple ejemplo, por el feminismo en lo referente a la aceptación social del aborto.
En palabras de Emilio: “Me parece mucho más preocupante la carencia de fuerzas no institucionalizadas que puedan radicalizar un hipotético gobierno de PODEMOS, y sobre todo ayudar a solventar, desde la base, problemas sociales capilares a los que un Estado en contracción fiscal y energética nunca podrá llegar. Especialmente cuando esté se vea atrapado en una pinza formada por sus incumplimientos electorales, la pauperización creciente y el auge de un rupturismo de extrema derecha.“
Hay un punto especialmente controvertido, convenientemente argumentado, que daría para el debate. Según el texto el agotamiento del ciclo de luchas no institucional es resultado no sólo de la irrupción de las propuestas electorales en donde algunos militantes han depositado sus esperanzas (Podemos, Ganemos…); si no también y fundamentalmente de los propios límites de las propuestas asamblearias barriales (como las que impulsó el 15M). Aún más, de los propios límites de la autogestión.
Comparto la afirmación de Wilde de que el socialismo requiere muchas tardes libres, incluso podría aceptar que cierto grado de profesionalización sea un mal necesario para que el anticapitalismo deje de ser una opción marginal. Con todo, creo que se descarta con demasiada facilidad el ejemplo de Lavapiés. Quizá sea este barrio “un gueto cultural anticapitalista con una población de perfil militante absolutamente desproporcionada en comparación al resto de Madrid y del país”, pero en esa asamblea hay personas que trabajan, que disfrutan y viven… y que sacan buena parte del trabajo político del barrio adelante. Sin pretender con esto enterrar definitivamente las críticas a la propuesta de autoorganización barrial que puso sobre la mesa el 15M (sobre las que resulta necesario reflexionar para construir un modelo de lucha y participación política democrático y anarquista), sí pretendo indicar que estamos bien lejos aún de poder determinar los límites de la autogestión en los barrios.
Para finalizar, merece especial relevancia la crítica realizada a Podemos desde una perspectiva ecológica muy lúcida. Comparto cierta preocupación curiosa sobre si un gobierno de Podemos sabría marcar la linea entre la táctica electoral, que requiere simplicidad en los discursos, y la urgente necesidad de un cambio radical en la política ecológica. Un cambio que es, además, incompatible a todas luces con el mantenimiento de los procesos de acumulación capitalista. Aquí el problema vuelve a entroncar con el que repetidamente señala el texto: La necesidad de fuerzas sociales autónomas que impulsen el cambio social. Unas fuerzas que se encuentran disgregadas, que son las únicas capaces de impedir que la estrategia electoral se vuelva contraproducente para las aspiraciones anticapitalistas y que evitarán un reflujo hacia tendencias políticas reaccionarias. Un poder popular fuerte que está aún por crear.
El texto al que hace referencia esta entrada: https://enfantsperdidos.wordpress.com/2015/04/12/el-tiro-por-la-culata-nueve-tesis-sobre-el-fenomeno-podemos-y-la-crisis-civilizatoria/