Y ¿”Ahora Madrid”, qué?. Esta pregunta se nos repite a muchas tras lo vivido en la última fiesta de la democracia, y muchas aún tenemos una resaca que nos aturulla a causa de tanta propaganda de garrafón.
El domingo 24 del pasado mes salieron de paseo, de nuevo, nuestro supuesto libre albedrio de poder tomar decisiones sobre lo concerniente a la política, que de una manera u otra se piensa que va afectar a este país. Y qué gran verdad es, que esto no es así, en este juego que se repetía esta vez, había nuevos participantes.
Hace cuatro años en este Estado se estaban viviendo momentos de verdadera convulsión política, verdadera porque en esta ocasión, y mal que le pese a muchas, nosotras éramos las protagonistas de algo que siempre debería haber sido nuestro, pero que nos ha sido usurpado poco a poco. Éramos las protagonistas y hacedoras de una política de verdad, en el sentido más amplio de la palabras. Estábamos siendo capaces de llenar calles, plazas y cualquier situación cotidiana de política, dándonos cuenta que hasta la decisión mas simplista del día a día es política, empezando a entender que lo personal, es político también.
Si de algo nos dimos cuenta en esos días es que el hacer política no era algo destinado a carteras, maletines, cómodos sillones y falsas palabras y gente .supuestamente, selecta. En esos días nos empezamos a dar cuenta que éramos capaces de que nosotras, en comunidad y sin unas más que otras, estábamos marcando el rumbo de algo que a todas nos pone el corazón en un puño y la piel nos eriza: es la idea de prender la llama que queme esto, teniendo todas, además, un denominador común que nos unía y que nos une, mal que les pese a algunas. A todas nos juntaba la idea que tanto se repitió y que tanto nos sigue llenando a muchas, mal que le pese, la idea de que NO NOS REPRESENTAN.
En este sentido, muchas, entre las que me incluyo fervientemente, nos dimos cuenta que: ¿por qué era necesario articularse en un partido?, ¿por qué era necesario entender la política de una sola manera?, ¿por qué siempre en una postura de tercera persona?, ¿por qué no jugar en primera persona?,¿por qué no participar y hacer del debate algo tuyo/nuestro?. De esta manera, muchas supimos responder a gran cantidad de inquietudes que nos estaban asaltando en plena adolescencia y empezábamos a encontrar las respuestas a tanto porqué. Tras estos cuanto años, yo, una de esas muchas sigo creyendo en las mismas respuestas, y por eso, tras este tiempo sigo en las asambleas de base de la universidad, en la de mi pueblo y rechazando todo lo que se aleje de nosotras y de lo que intente representarnos y suplir de manera muy paternalista nuestro poder de hacer política.
En el lapso de tiempo que se desarrollaron todas estas ideas y que aún ,afortunadamente, se siguen repensando, mal que les pese, se pusieron en común y en colectividad un conjunto de ideas que empezaron a conformar un “contrato” ante un desarrollo de ideas que creíamos que eran fundamentales y que al fin y al cabo nos representaban a todas, aunque, este “contrato”, al final es ficticio y sólo existente en la reflexión de cada uno, distinto en cualquier persona, pero que tenía un conjunto de factores comunes.
La transformación que muchas hemos sufrido (y menos mal) a raíz de estos cuatro años es que en colectividad, el aprendizaje sobre cualquier cosa, se potencia y todas avanzamos en unidad y en común. Justo es en este punto donde me pregunto y ,¿”Ahora Madrid”, qué?
Como es lógico y asumiendo la coyuntura social, no nos queda otra que seguir combatiendo los devenires políticos, donde el reproche a la situación, desde mi posición personal, no tiene cabida ya que en cierta manera estos mismos devenires estatistas nos van aclarando con quién “Podemos” contar y con quién no y empezar a repensar nuevas estrategias.
A pesar de esto, y haciendo un papel de abogado del diablo, mis compañeras de asamblea, que tras cuatro años de sábados seguidos, aún habiendo decidido tomar este camino, siguen al pie del desahucio, al pie de la calle y pelándose el culo en el suelo de una asamblea. No sé si serán los más, o los menos, pero mientras esto se mantenga, no tengo ninguna duda que estas personas seguirán siendo mis compañeras y las que quiero que sigan a mi lado.
Pero hay algo que no puedo pasar por alto, hay algo que muchas notamos como una puñalada trapera que nos escama y nos duele. En estos cuatro años, si algo se ha conseguido verdaderamente, más que todos los logros que se han alcanzado, ha sido el crear este tejido social de que para mí, por muy “refor” que suene, gozamos ahora, y este tejido, lo construimos entre todas, bajo consensos, bajo horas interminables de asambleas, a base de nuevas relaciones entre personas, y lo más fundamental al margen de todo lo que pretendía contaminar esta construcción de algo nuevo y sacar rédito de todo esto que es nuestro que es de todas. Ahora esto ha cambiando, a mi juicio, que no sé si me equivoco, todas las herramientas que creamos en su día, todas las dinámicas de trabajo que nos han enriquecido tanto y lo siguen haciendo, todos los “contratos” amables que habíamos adoptado entre todas, me da la sensación que han sido utilizados con un fin que no era el que perseguía cuando empezamos a construir todo esto. Ha sido usurpado de la gente que no entendíamos esta vía de lucha y que habíamos participado en su formación, ha sido usurpado del “todo” para unos que lo entendían distinto. Los conceptos sobre algo expuestos a lo colectivo, nuestras visiones y juicios expuestos a lo colectivo, incluso nuestros sentimientos y miedos expuesto a lo colectivo han sido recogidos y usado con un fin que no era el de todas, y esto no lo paso por alto, y esto a algunas sí que nos irrita.
Al fin y al cabo una cosa sí que tengo y tenemos muchas algo claro. Votes o no votes, organicémonos el resto del año para acabar con todo lo que nos mata. Siempre y “Ahora Madrid” organízate y lucha en confluencia pero también a su margen.
A las presas, que sólo nuestra solidaridad y nuestra lucha las hará libres y así lo podremos ser todas…