La jerarquía no es sólo una situación interpersonal, identificada comúnmente con la subordinación de unas personas a otras. Es un concepto interiorizado hasta tal punto que tratamos de explicar la naturaleza basándonos también en estructuras jerárquicas, ya sea cuando decimos que una manada de lobos tiene un líder o hablamos de la “abeja reina”. Estos ejemplos que alguien podría identificar como relaciones de jerarquía en la naturaleza no se corresponden con ella, ya que en el primer caso ese liderazgo está sujeto a un individuo concreto en situaciones concretas, y no una institución como tal que perdure en la especie, y en el segundo es la “mamá” del enjambre que no dirige, sino que provee de mano de obra y de una nueva “mamá” cuando es necesario para que el grupo perdure. Incluso los mandriles se han usado como ejemplos de jerarquía y patriarcado, sin tener muchas veces en cuenta que es con el gibón, simio que no presenta este tipo de actitudes, con quien los humanos compartimos más rasgos físicos y evolutivos.
El proceso que nos ha llevado a un pensamiento jerárquico al nivel de reflejarla en nuestros modelos de la naturaleza y justificarla en ellos ha sido largo y complicado, por lo que sólo presentaré una visión a grandes rasgos de su aparición.
En las sociedades previas a la aparición de la jerarquía existía una división del trabajo en la que los distintos elementos del grupo se complementaban. Esta complementariedad en el reparto de tareas se daba también en la división entre hombres y mujeres, diferenciación que apareció, principalmente, por la menor movilidad de éstas en periodo de gestación y crianza. El papel de la mujer no era inferior al del hombre, ya que el deber de alimentar a la comunidad mediante la recolección y posteriormente la agricultura era tan imprescindible como el de la caza. Esta situación comenzó a cambiar con las guerras entre clanes por el territorio. La figura del guerrero cobró importancia. En términos de defensa comenzó la subordinación de la mujer. Una vez que nos adentramos en el neolítico y tenemos tierras cultivables la reclamación de las tierras del clan invadido como trofeo personal comenzó de algún modo con la acumulación desigual de la tierra, ya que las tierras de la tribu pertenecían en la colectividad. Los vencidos se convierten así en desposeídos y posteriormente en esclavos. Entre los líderes militares aparecen patriarcas con posesiones materiales y autoridad respecto a las relaciones con el exterior. Pero esto no es suficiente para explicar una jerarquía más elaborada y estratificada.
Una explicación más completa sobre cómo llegan a aparecer las jerarquías nos la da el estudio de los ancianos de las tribus. Si en un principio éstas se regían por asambleas o consejos de ancianos, estos consejos no constituirían una jerarquía real, ya que todos los miembros de la tribu están destinados a formar parte de este grupo (siempre y cuando sobrevivan para alcanzar una edad avanzada). Además esta tarea podía ser interpretada como una especie de compensación ya que su capacidad para actividades como conseguir alimentos o edificar viviendas están claramente limitadas. En los ancianos aparece un rencor hacia la naturaleza cruel, que transforma su cuerpo y espíritu limitando sus capacidades. Estos ancianos además necesitan asegurarse un puesto imprescindible en el grupo, ya que en épocas de necesidad son los primeros en ser abandonados ya que su labor es, por así decirlo, la menos necesaria para la supervivencia del grupo. Aconsejan a la comunidad, apareciendo sabios y hechiceros que ponen bajo su mando a las fuerzas de la naturaleza que les ha maltratado. Comienza la dominación por el miedo a los espíritus de la naturaleza, pero este grupo tiene ciertos fallos, que se subsanan con la aparición de las religiones. Las catástrofes y las enfermedades no tenían ninguna justificación en el marco de la hechicería, pero si incluimos a unos dioses con una moral estricta que nos castigan si incumplimos sus normas, el sacerdote se convierte en un mediador que les puede aplacar, pero aún así las catástrofes ocurren, porque incumplimos determinadas leyes. De ese modo estos sacerdotes se convierten también en legisladores y se enriquecen por las ofrendas que presentan como necesarias para el beneficio del pueblo. Se crea así una estructura estatal completa al institucionalizarse esa labor. Los consejos a la comunidad se convierten en dirección de la comunidad entrando en juego intereses personales. Estos grupos se politizan y transforman, llegando a perder toda relación con la mitología de la que surgieron y afirmándose como estados políticos.
El cambio en la mente colectiva se refleja en la transformación de las divinidades. A las primitivas diosas madres dadoras de vida les aparecen compañeros que poco a poco usurpan sus labores y aparecen figuras como Pandora y Eva, mujeres culpables por su curiosidad de los males de la humanidad, culpabilidad y relación directa con el pecado que se ha establecido sobre las mujeres a lo largo de la historia. Las divinidades naturales cambian por divinidades antropomórficas apareciendo en este proceso de cambio criaturas intermedias como esfinges y minotauros y en los grupos de divinidades que se complementaban, reflejo de las comunidades que se regían de forma asamblearia, aparece un dios superior que dirige a los otros (Zeus). Esto alcanza su apogeo con Yahvé, dios único y verdadero, celoso de sus fieles.
Si juntamos esto con el poder militar citado anteriormente, tenemos todos los ingredientes necesarios para la gerontocracia patricéntrica hacia la que se evolucionó. Se llega a un núcleo familiar en el que el padre tiene poder absoluto sobre todos los miembros de ésta, poder que posteriormente le será reclamado por el estado, que exigirá a los hijos para que sean sus soldados, burócratas…
Si bien los dos grupos citados (jóvenes líderes guerreros y ancianos “guías” políticos) no siempre estuvieron unidos y a lo largo de la historia han aparecido diferentes tensiones entre el poder militar y el poder político/eclesiástico, juntos conforman la estructura jerárquica que ha evolucionado en los estados actuales.