El amor romántico es una creencia cultural y social asentada en una serie de mitos, formulada de tal manera que aparece como una verdad eterna, por encima de cualquier razonamiento lógico y que construye la supuesta verdadera naturaleza del amor. En realidad, se trata de un conjunto de percepciones ficticias y engañosas que apuntalan el establecimiento de falsas expectativas amorosas o relaciones basadas en la desigualdad, y que conducen irremediablemente a la frustración, al fracaso afectivo y a la violencia.
Mitos del amor romántico
Algunos de estos mitos son la fe ciega en el destino y la existencia de una media naranja predestinada para cada persona; el mito del emparejamiento heterosexual y monógamo con exclusividad como algo imperecedero a lo largo de la historia de los seres humanos; el mito de los celos como algo positivo y que refuerza una pareja; el mito de que el amor todo lo puede y es necesario sacrificarse y crear un armazón hermético de unicidad; el mito de los llamados problemillas de pareja o discusiones y que los polos opuestos se atraen; y por último el mito de que amor y enamoramiento son equivalentes.
Todos estos mitos están íntimamente relacionados entre sí, conforman un todo fuertemente arraigado en el imaginario colectivo, aunque algunos tienen un mayor potencial de peligrosidad y en un terreno emocional correctamente abonado, puede construirse el espacio idóneo para la manipulación y las agresiones –no referidas a las físicas, aunque también se incluyen–.
Reconstruir sobre la igualdad nuestras relaciones
Para ir desgranando paulatinamente estas referencias del amor romántico, comenzaré diciendo que es absolutamente incompatible una relación afectiva si el vínculo que se establece se sienta sobre la desigualdad. En la totalidad de los casos en nuestras sociedades estructuradas bajo este paradigma, las relaciones se asientan desgraciadamente en una desigualdad sistémica conocida como heteropatriarcado. Esto quiere decir, que debemos atrevernos a conocer y analizar cuidadosamente esta creencia del amor romántico, para comenzar a construir relaciones afectivas basadas en la igualdad y el respeto.
Este gigantesco paso exige como piedra angular de nuestro nuevo objetivo hacer introspección sobre nosotrxs mismxs, y descubrir profundamente nuestras emociones y deseos, asignatura completamente pendiente en nuestro desarrollo educativo. Una sana educación afectivo-sexual debe incluir el aprendizaje profundo de nuestras emociones y saber gestionarlas responsablemente de manera personal y junto con las personas que nos rodean. Esta creencia romántica no es algo de lo que sentirse culpable o asustadx por no saber cómo salir de la toxicidad que genera, es normal la confusión y sentirnos con frustración o ansiedad, pero recordemos que con amigxs siempre es más sencillo y las soluciones colectivas basadas en la confianza son mucho más duraderas y estables.
Cuando estamos inmersxs en la creencia del amor romántico, habitualmente nos embarcamos en relaciones afectivas que miran nuestros ombligos, no comunicamos sinceramente porque no se nos enseña a hablar con libertad de nuestras emociones, no poseemos las herramientas adecuadas, y de esta manera cada persona en esa relación tirará hacia sus deseos individualmente.
No debemos vivir para otras personas sacrificándonos continuamente, y mucho menos para una media naranja inexistente, tenemos que aprender a amar libremente, y querernos a nosotrxs mismxs es el primer reto ante el cual nos situamos. El amor no es condicional, si está condicionado es opresión, y por lo tanto algún día nos cansamos de esa opresión. Aprendamos a amarnos pero de verdad, sin comparaciones, sin establecer vínculos entre las maneras de amar y situaciones completamente distintas. No nos dejemos decepcionar siempre en esta vida creando expectativas para absolutamente todo, permitamos la espontaneidad en nuestras experiencias cotidianas y recibamos abiertamente sin esperar algo predeterminado.
Tal y como ya apuntaba, no considero que las relaciones afectivas sean comparables, no es mensurable porque cada persona en una fase de su vida no tiene por qué amar de igual manera, ni en los mismos términos, estamos en una evolución constante. Tampoco se puede comparar la intensidad con la que se quiere a personas distintas, pues los lazos afectivos que tendemos con cada persona tienen características diversas, de esta manera es completamente cierto que se puede querer a varias personas a la vez.
Poliamor, compersión y otras cuestiones amatorias
El amor no es eterno, pero sí es un recurso ilimitado y la naturaleza humana es proclive a la poliamoría; la exclusividad y los celos impuestos por el amor romántico rompen el apacible devenir de las relaciones libres que podríamos disfrutar las personas. Querer a otras personas siempre suma exponencialmente, nunca resta, y por ello frente a esto situamos la compersión, un estado empático de felicidad experimentado cuando un amante disfruta de otra relación. En ocasiones las experiencias poliamorosas que tratamos de crear pueden no tener el resultado que esperábamos a la primera, no nos defraudemos por ello, porque muchas veces aún no estamos preparadxs por el bagaje que arrastramos del amor romántico. Se trata de ir descubriéndonos sin prisa y sentar las bases de cómo queremos amar en un futuro tras deconstruirnos los malos vicios que iremos dejando atrás.
Si creamos relaciones basadas en la monogamia, y con una base de nula comunicación de deseos y sentimientos, al final se acabará rompiendo el contrato, pero la raíz del problema está en la estructura de género y sexual, las personas son infieles porque no entienden en qué se fundamentan conceptualmente las relaciones humanas. El problema es la ideología cultural, no los actos individuales.
Si se aspira continuamente a una relación como las representadas en las películas, entonces acabaremos frustradxs, porque la ficción genera patrones a seguir, pero la realidad amorosa es otra distinta, y debemos crearla nosotrxs mismxs, según nuestra libre necesidad emocional, no reproducir lo que podemos comprobar que no funciona en la mayoría de casos.
Si siguiendo ese modelo romántico exigimos que nos amen exclusivamente como nosotrxs queramos, entonces estamos volcando la balanza hacia nuestro lado con condiciones, y si un vínculo que debería ser libre se desequilibra se transforma en desigual, y entonces no es amor ya, porque para que sea amor ha de ser libre, quizá lo otro sea rutina, sumisión, lástima, temor…
Conclusiones prácticas en nuestra realidad
Es completamente cierto que en la teoría se puede ver muy claro y declararnos decididamente opuestos a estos mitos románticos, pero en la práctica esta creencia es sumamente invisible y alcanza todos los niveles de nuestra vida, colonizando nuestro lenguaje, nuestro pensamiento y por lo tanto, también nuestra actitud. Son puntos extremadamente nocivos y lo único que consiguen es que construyamos nuestro concepto de amor en torno a falsas ideas de lo que no es en realidad.
Ve viviendo y evolucionando según tus necesidades emocionales, ámate y ama libre a personas que tengas alrededor, desea tu cuerpo y desea libremente a personas de tu confianza. Muchas veces si hacemos caso de lo que nuestra cabeza nos indique, nos estará dando las pistas necesarias para saber con quién podremos compartir un vínculo saludable y placentero.
Concluyendo, creo que el amor romántico convencional que nos enseñan desde pequeñxs y que la mayoría reproducimos porque creemos que no existe otra alternativa, o porque nos hemos acostumbrado cómodamente a ello, en una infinidad de casos, y unido hacia la falta de comunicación sobre sexualidad y emociones, consigue que la mayoría de las relaciones afectivo-sexuales que establecemos sean nefastas para nuestra salud mental. El amor romántico es una herramienta más de opresión hacia todxs nosotrxs.
A todas aquellas personas que hayan iniciado su experiencia personal con el feminismo como herramienta de liberación, y para lograr la igualdad de género, saquemos la teoría a la calle, a nuestros grupos de amigxs, en nuestras conversaciones, y pongamos en práctica aquellos conceptos que tan rápido estamos asumiendo como nuestros.