El movimiento de okupación en Madrid tiene ya un largo recorrido histórico desde mediados de los años 70, y en un principio ligado a las asociaciones vecinales y grupos sindicales. Muchos han sido los barrios y pueblos madrileños que han contado con experiencias de okupación, casi siempre criminalizadas desde los medios de comunicación y reprimidas por las instituciones estatales, autonómicas y locales, pero también con un gran apoyo social y político por los movimientos populares que las han impulsado. Las siguientes temáticas o puntos clave que resumen la experiencia de la okupación en Madrid en la actualidad, son fruto de la reflexión tras el debate surgido en las jornadas que organizaron en el E.S.O.A. La Dragona en el barrio de la Elipa, con motivo de su octavo aniversario.
Asistencialismo o actividad política.
El concepto de okupación es eminentemente político y va ligado inevitablemente al mismo. La recuperación de un terreno o un edificio deshabitado, temporal o permanentemente, con fines de convertirlo en un espacio cultural y de acción, supone dotarle de vida como experiencia política. Además, se denuncia al mismo tiempo el derecho de propiedad privada en una lógica económica capitalista, entendiéndose el propio hecho de okupar ya un acto de subversión. Por lo tanto, un espacio okupado no implica un traspaso nominal de propiedad al margen de la legalidad, sino que pretende construir un proyecto de aprovechamiento de espacios vacíos con fines sociales y políticos. Se trata, en definitiva, de reconquistar parcelas y herramientas robadas por el sistema económico capitalista y el Estado.
Por lo tanto, estos espacios sociales okupados no deben ser lugares donde practicar un asistencialismo puntual hacia el barrio, para ello es imprescindible dar un sentido político a la construcción misma de estos espacios culturales, y en ocasiones, de ocio alternativo. Cada espacio okupado es un mundo aparte con dinámicas y flujos distintos (que son el reflejo de la voluntad de sus integrantes), con normas consensuadas por su asamblea de gestión y con unas herramientas de comunicación y unas sensibilidades políticas con matices diversos, pero fundamentalmente con una ideología detrás que sustenta la construcción del espacio.
En un espacio okupado habitualmente se dan propuestas a corto plazo y un calendario semanal, que convive a la vez con unas propuestas a largo plazo de estrategia o ideología política más amplia. Un punto muy importante es no acabar convirtiéndose en un gueto, sino ser la expresión política de los movimientos populares de un barrio o una comunidad. Por eso mismo, es totalmente necesario explicarles a ese barrio qué es un centro social okupado, pues su asamblea no pide permiso a ninguna institución para okupar pero solo tiene sentido si se construye junto a la comunidad, pues eso genera la legitimidad que lo sustenta.
Coordinación real entre grupos sociales.
Los centros sociales okupados responden a su realidad más cercana, es decir, trabajan con lo más inmediato espacialmente. Se tienden redes de solidaridad frente a amenazas y desalojos, o campañas puntuales más amplias, independientemente de las afinidades particulares entre las mismas. En Madrid es bastante complejo establecer una coordinación amplia y fuerte por las características de la ciudad. Las realidades en los barrios son muy distintas, y las dinámicas políticas que se construyen tienen cada una su propia idiosincrasia. La dedicación a los espacios de cada comunidad genera que se tenga poco tiempo para una coordinación de mayor envergadura. También influye notablemente el esfuerzo de cada espacio okupado por su propia subsistencia, ya que el status de la okupación es ilegal, y por lo tanto está fuertemente perseguido y reprimido desde los propietarios especuladores, administraciones municipales y tribunales estatales.
Pesa a estos impedimentos para crear una amplia coordinación del movimiento okupa en Madrid, existe la experiencia desde hace unos años de la conocida como Oficina de Okupación de Madrid, ubicada en el CS(r)OA La Quimera de Lavapiés. Un espacio que articula la información en torno al asesoramiento legal y asesoramiento técnico para promover proyectos de okupación, y poder contar con la ayuda necesaria o el bagaje ya aprendido en años de diversas experiencias. Esta oficina ha editado incluso un manual de okupación (http://www.okupatutambien.net/wp-content/uploads/2011/11/ManualOkupacion1aEd.pdf) al alcance de cualquier persona para formarse sobre todos los aspectos relacionados con la okupación de un espacio.
No obstante, más allá de esta ligera articulación y contactos puntuales, no se ha dado ninguna coordinadora de okupas de Madrid. Como trabajo pendiente para el futuro, deberíamos sacudirnos el lastre que supone a veces sumergirnos plenamente en el barrionalismo pues nos limita a ver más allá de las fronteras de nuestros centros. Es necesaria una verdadera coordinación de los espacios okupados madrileños, pues su potencial tiene mucho que aportar a la configuración de comunidades que se establezcan como un contrapoder real a las instituciones municipales. No debemos caer tampoco en la simpleza de entender los centros sociales okupados como entidades libertarias al margen del capitalismo y que serán la base de la sociedad igualitaria futura. Los espacios okupados son una herramienta en las luchas del presente, lugares donde poner en marcha la pedagogía de la desobediencia y espacio de encuentro de los movimientos populares para articular una ruptura social frente al capitalismo.
Remunicipalización de los espacios okupados
Durante este último tiempo hemos visto en Madrid una evidente ofensiva contra los espacios sociales okupados, dirigida desde el ayuntamiento gobernado por el experimento político reformista de Ahora Madrid. Al principio cabía la sorpresa de que viniera este ataque desde esta administración municipal en concreto, y no desde el gobierno municipal anterior de sesgo ideológico mucho más conservador.
No obstante, el espacio político en juego es de gran importancia para los intereses del Ayuntamiento de Madrid, puesto que este no puede permitir que la base social madrileña contestataria al capitalismo, le desborde por la izquierda y le ponga en incómodas situaciones frente a los poderes económicos fácticos. De esta manera el gobierno local ha impuesto a varios espacios okupados de la capital la obligación de pasar por el aro de la legalidad, y administrar los espacios desde las instancias municipales.
Esto supone una ruptura absoluta del sentido político básico de estos espacios okupados, y ante esa imposición, los centros okupados están respondiendo negativamente a las expectativas municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento quiere culpabilizar a los centros sociales okupados como la parte intransigente en la negociación. Su propuesta conlleva un maquillaje y desvirtualización de las actividades, un engaño de base a nosotros/as mismos/as. En su comunicación con estos espacios okupados, aunque pueda parecer increíble, están jugando sucio, tratando de generar divisiones internas en las asambleas de gestión y sembrando tensiones o desilusiones. Además, la administración local está proponiendo soluciones ilícitas, como la cesión de espacios sin que salgan a concurso público, o peticiones irrealizables como solicitar condiciones de reforma de los espacios que ascienden a cientos de miles de euros.
La okupación no hay quien la pare
Es importante ser conscientes precisamente de lo que supone ideológicamente la okupación, y cuáles son sus objetivos políticos. No debemos aferrarnos a un edificio aunque este sea significativo y útil, el mantenimiento de un espacio solo se debe contemplar cuando este siga siendo utilizable. Con esto no debemos pensar que estamos claudicando, como ya hemos expuesto la okupación supone una evidente confrontación con la legalidad y un continuo peligro de represión. Ante esto debemos de actuar inteligentemente, puesto que el beneficio de un espacio okupado es social, y administrado desde los movimientos populares, por lo que la actuación de la asamblea debe ser consecuente con este punto.
Los espacios son desechables, y lo verdaderamente importante es seguir desarrollando un proyecto autogestionado en cualquier otro espacio. El problema es que los espacios se defienden por motivos de apego emocional, son muchas las experiencias colectivas vividas en estos centros sociales, espacios que nos ayudan a crecer también individualmente. Abandonar para abrir otro espacio no es una derrota de la resistencia sino un cambio para sobrevivir, aunque la resistencia es perfectamente una vía frente a las instituciones que quieren robarnos los espacios que hemos recuperado. La institución ni es legítima ni se la considera un interlocutor válido.
También es cierto que no deberíamos comunicar públicamente el desalojo de nuestros espacios okupados como un acto ilegal por parte de las autoridades, puesto que la misma okupación es un acto ilegal, pero con el cual estamos de acuerdo por encontrarlo legitimado en la propia lucha de las clases populares. De esta manera no caeremos en la contradicción de querer defender los espacios okupados con la legalidad en la mano, pues sabemos que esta no se ha creado en beneficio del pueblo. Esperemos que en el futuro continúen surgiendo proyectos okupados en muchos espacios de Madrid, que consigan aunar fuerzas suficientes en barrios, universidades e incluso centros laborales.
Okupa, resiste, crea.