Durante los últimos años has estado estudiando mucho, agobiándote en las épocas de exámenes, pagando las matrículas una, dos, tres veces o más… igual te anotaste a la escuela de idiomas para sacarte el B2 de Inglés, quizás piensas que el tiempo que le dedicaste a la militancia en el movimiento estudiantil se lo podrías haber dedicado a los estudios y quizás así no hubieras repetido esta o aquella asignatura… o hasta te hubieras evitado aquel curso nefasto en el que casi no apruebas ninguna.
Es posible que llegues a pensar esto, o algo parecido, si tu situación es la de estar acabando la universidad y durante tus años en la misma has estado en el movimiento estudiantil. Esto es así porque en estos últimos años, pocos o ninguno son los casos en los que las organizaciones estudiantiles o el movimiento estudiantil donde lo hubiera, han tenido pretensiones reales de transformar la sociedad, de mejorarla.
Por un lado, la actividad ha estado girando en torno a inercias a la contra, de defensa contra lo que se quería imponer y recortar, pero sin tener la fuerza real como para ganar dichas resistencias. Esto implicó que no se alcanzara la victoria en tales luchas. Ejemplo de ello puede ser la implantación del plan Bolonia en la universidad, o la subida de tasas en la mayoría de territorios del estado español. En secundaria podríamos poner el ejemplo actual de la LOMCE, aunque este último tiene sus propias particularidades dada su instrumentalización por parte de la oposición parlamentaria.
Por otro lado tenemos a las organizaciones estudiantiles. Estas no han sabido o si quiera pretendido crear un movimiento estudiantil, no han trazado líneas estratégicas para intentar activar al mayor número de estudiantes, no han intentado sacar luchas asumibles que terminaran en victorias para hacer contrapeso a las derrotas que el movimiento estaba sufriendo… en definitiva, las organizaciones estudiantiles han estado en su lucha particular de siglas y “pesca” por recursos humanos para sus organizaciones juveniles y/o partidos parlamentarios, dejando de lado la creación de movimiento. Es decir, no han tenido pretensiones reales de cambiar nada, no han sido capaces de crear, con el estudiantado, un contrapoder, un cuerpo social con capacidad de transformar la sociedad… no han sido organizaciones revolucionarias.
Con este panorama, como decía, es normal que llegues a pensar que la época de practicar este “hobby” que conoces como activismo o estar organizada toque a su fin, pero hay otra forma de verlo y por lo tanto de actuar.
Esas horas que dedicaste a organizar tal o cual evento, esa experiencia a la hora de hablar en público o de moderar una asamblea, esa capacidad de buscar aquello que necesitas partiendo de cero y sin ayuda… son conocimientos, teóricos y prácticos, que adquiriste en base al ensayo error. Este conocimiento lo puede incorporar a tu currículum y completar así tu formación académica. Pero sé que tú no solo puedes hacer esto.
Tú eres una persona que ha estado estos años metida en asambleas infinitas, pegadas de carteles, reuniones improductivas, manifestaciones con mucha gente, con poca gente, procesiones, revueltas, debates… y no lo has hecho porque te daban créditos, lo hiciste porque sentías que debías hacer esas cosas, que debías estar ahí. Y esto lo sé porque si no fuera así, ya no estarías leyendo este artículo.
Es por eso que para ti tengo una propuesta, una propuesta que le puede dar un sentido a todas esas horas que aparentemente no te aportaron nada, una propuesta con la intención de que seas partícipe en la creación de contrapoder, una propuesta para llegar a transformar la sociedad… así pues, una propuesta revolucionaria.
El día de mañana cuando estés en tu puesto laboral, un puesto de “rango elevado” por así decirlo, ya que ese es tu perfil laboral como egresada, conviértete en algo más que en una trabajadora, convierte en una profesional al servicio del pueblo, sé un cuadro revolucionario dentro de la empresa en la que trabajes.
Cuando digo revolucionario no es para que quede bonito, me refiero a que seas participe con tu trabajo en la construcción de poder popular. ¿De qué forma?
Una forma puede ser el destinar un porcentaje de su salario al sindicato, teniendo de referencia no al sindicato corporativista que habitualmente tienen los puestos técnicos, sino al sindicato que busque la creación de poder obrero mediante el sindicalismo revolucionario.
Otra manera de contribuir sería el servir, dado tu puesto en el proceso productivo en la empresa, de enlace para el acceso a determinada información para dicho sindicato.
De igual modo, por tus conocimientos, podrías ayudar en la preparación para el futuro control de la empresa por parte del sindicato: desde formando a trabajadoras de planta para cubrir los puestos técnicos y no tener que “comprar” en el futuro al cuerpo técnico de la empresa, hasta diseñando el proceso productivo que se planea tener en determinado momento. Un ejemplo de esto último podría ser el proceso de expropiación y la gestión obrera del 80% de las industrias y servicios en Catalunya entre 1936 y 39.
Seguramente se me escapen otras razones por las cuales la existencia de cuadros revolucionarios dentro de las empresas será una cuestión indispensable el día de mañana si de verdad queremos transformar la sociedad y tener un pueblo organizado capaz de tomar las riendas de su futuro.
Pero de lo que si estoy seguro, es que igual que tú te activaste en el anterior periodo de movilizaciones que hubo, ahora se va a activar mucha más gente en este nuevo ciclo que comienza y en los siguientes que vendrán. Continuar avanzando y no abandonar la lucha es el combustible que hará funcionar el motor cuando todas las piezas estén listas y colocadas. Así pues, ¿Podemos contar contigo?