Hoy me voy a salir de lo habitual de las anteriores entradas. Qué no todo va a ser ideología-teoría-política-crítica 😉
Y es que me picaba algo en la cabeza, y de tanto rascarme…algo salió. Resulta que llevo un tiempo enfermo y he aprovechado para ponerme al día viendo series. Y de esto irán algunas entradas que iré sacando, de series. Intercaladas, eso sí, con otras cosas que están in progress.
Voy a empezar con una serie muy anunciada, y creo que ampliamente conocida: Narcos. Con sus paneles publicitarios en las carreteras anunciando el estreno de la última temporada nos regalaron alguna foto simpática, como la propaganda electoral de Feijóo (PP-Galicia) al lado de la Narcos. Para quien no lo sepa, es altamente conocida la relación entre un famoso “narco gallego” y él (sobradamente conocida es también la relación del PP y el narcotráfico):
La realidad y la ficción se entrecruzan
Continúo con las series. Creo necesaria hacer esta introducción para que quede claro algo sobre el material cultural que consumismos. Quizás algo obvio para algunas personas, pero no tanto para otras. Y es que la realidad y la ficción se entrecruzan, y a veces se intenta re-escribir la realidad, o la historia, a través de un bombardeo cultural con un mensaje muy determinado.
El mítico caso sobre esto que comento es el de la segunda guerra mundial. Si preguntabas en los años 50-60, o incluso 70, quien había sido la potencia determinante que había liberado Europa del nazismo, la respuesta mayoritaria era la U.R.S.S., y si lo haces ahora la mayoría te dirá que EE.UU. ¿Qué ha cambiado? Pues un bombardeo/invasión cultural por parte de Hollywood donde nos explicaban sin más, sin aparente intencionalidad, lo imprescindible que fue la llegada de las tropas americanas a Europa (a última hora y de aquella manera…). Claro, después de décadas machacando con ese mensaje, ahora realizas la pregunta que indicaba y la respuesta ha cambiado, la percepción ha cambiado. Es decir, los bienes de consumo cultural que nos llegan y bombardean no son neutros, y reproducen la ideología dominante.
Los bienes de consumo cultural tienen un componente ideológico que no debemos dejar pasar, ni obviar. Cuando consumimos series tenemos que ser conscientes de lo que transmite más allá de la historia concreta.
Al lío, sobre Narcos
Pues este rollaco que he soltado, viene por un motivo. La serie Narcos. La he empezado a ver, como decía, estando con fiebre, pero no creo que haya sido ése el motivo para no aguantarla más de 4 capítulos. Estoy convencido que ha sido por ese relato plagado de re-escritura de la historia y la narración paternalista y plagada de superioridad moral de la voz en off.
Desde el primer capítulo se encargan de re-escribir, no sólo la historia del narcotráfico y de su incidencia en Colombia, si no que pretenden hacer un repaso al contexto político de la época. Por ejemplo, hablan de Chile y el golpe de Estado perpetrado por Pinochet & CIA como una circunstancia de simple despiste por parte de los EE.UU. el haber dado apoyo a Pinochet; ya que no previeron que después se “le iría la flapa” y mataría a miles de personas. Ya sólo ese comentario, me hizo dar un respingo y un escalofrío, que no tenían nada que ver con la fiebre.
Sí, cómo si los manuales de la CIA o los documentos desclasificados no señalasen la sistematización del apoyo logístico de EE.UU. a dictaduras y a la represión organizada por toda América Latina. Así como su relación con el narcotráfico como fuente financiadora de operaciones represivas y control de la población. También, y como no, en Colombia.
Normalmente veo las series en V.O.S. y quizás verla doblada esta vez, para no aumentar el malestar por la enfermedad, quizás ha condicionado este punto. Y es que me ha dejado descolocado, y se me han hecho insufribles los capítulos que he visto. Ha sido la voz en off del protagonista. Un agente de la D.E.A. prepotente y que te cuenta las cosas con una chulería que me resulta insoportable. No sé si está hecho expresamente para después, más adelante cambiarle el perfil, suavizarlo o “humanizarlo” pero es que no me voy a esperar a verlo. Porque no había indicios, ni insinuaciones de que así iba a ser.
Sobre el doblaje da para otro artículo entero, pero último apunte sobre el tema, y que merece mención es el intento de hablar con acento y giros colombianos del actor brasileño Wagner Moura. Aunque lo intenta, y lo intenta bastante, no acaba de colar. Cuando estás escuchando al resto del elenco, que sí que es colombiano, y de repente habla él…pues se produce una discordancia con lo que esperas a lo que oyes que también me resultó incomoda. No es fácil, no es su idioma, pero no ayuda a tener la sensación de historia falseada del conjunto de la serie.
En definitiva, no es que no la recomiende, pero tampoco le daría más vueltas a esta serie. Quizás no he visto los suficientes capítulos o sería la fiebre, o será que cuando se da tanto bombo a algo (una peli, un libro, etc). Después sabe a amargo, y a poca cosa. En fin, que si la ves y haces otra lectura, compártela por aquí.
Para la próxima entrega sobre series, si queréis echar un vistazo, trataré sobre Skam. Una serie noruega, que se sale un poco de lo convencional en “series juveniles”.
¡Hasta pronto!