Traducción de Angel Malatesta de la redacción en inglés por Linda Towlson del folleto ‘Prisioneros y Partidarios: Anarquistas italianos en la lucha contra el fascismo‘ publicado por la Biblioteca Kate Sharpley, que contiene más información sobre los partisanos italianos. Artículo original de Giorgio Sacchetti para Umanita Nova, el 7 de abril de 1985.
Italia se rindió formalmente a los Aliados el 8 de septiembre de 1943, aunque las zonas del centro y del norte de Italia permanecieron en manos de los alemanes y de la República fascista de Saló. Los anarquistas de inmediato se lanzaron a la lucha armada, estableciéndose siempre que fuera posible —en ciudades como Carrera, Pistoia, Génova y Milán— en diversas formaciones autónomas, o, como en la mayoría de los casos, uniéndose a otras formaciones, como las brigadas socialistas «Matteotti», las brigadas comunistas «Garibaldi», o las unidades del grupo de acción «Giustizia e Liberta».
Tras veinte años de dictadura fascista, la cual etiquetó de “comunista” cualquier tipo de oposición, esta se vio sumida al exilio y al encarcelamiento. Un trato no menos duro que el reservado por el gobierno post-fascista de Pietro Badoglio a los anarquistas. Esto ciertamente puso muy complicada cualquier reconstrucción inmediata de las filas orgánicas del movimiento libertario. Fue en este contexto especial, marcado por la confusión y la desorientación, en el que se produjo una deriva de algunos libertarios hacia la dirección del Partido Acción, el Partido Socialista y, en ocasiones, el Partido Comunista. Si bien la participación anarquista en la lucha partisana fue notable, especialmente en aporte de hombres y en términos de acciones de sangre, también ejerció poca influencia política. Esto se debió a la hegemonía completa de las ideas socialdemócratas a través de un amplio arco de agrupaciones políticas desde los liberales hasta los comunistas.
A continuación se detallan las diversas situaciones de los anarquistas en la lucha antifascista partisana en diferentes áreas de toda Italia desde el momento de la rendición a los Aliados:
Roma.
En Roma, los anarquistas se encontraban en varias formaciones de resistencia, especialmente la que comandaba el republicano Vincenzo Baldazzi, conocido por sus camaradas por ser un viejo amigo del anarquista italiano Errico Malatesta. En muchos casos estos hombres dieron sus vidas en la resistencia romana. Entre ellos se encontraban Aldo Eluisi, que murió en las Cuevas Andentinas; Rizieri Fantini, disparado en Fonte Bravetta; Alberto Di Giacomo alias ‘Moro’, y Giovanni Callintella, ambos deportados a Alemania, nunca regresaron; Dore, un sardo de nacimiento, falleció en una misión tras las líneas enemigas.
Marche.
En Marche, los anarquistas sirvieron en varias formaciones partisanas en Ancona, Fermo, Sassoferato y Macera; donde murió Alfonso Pettinari, ex interno y comisario político de la brigada ‘Garibaldi’.
Piombino.
Piombino, una ciudad eminentemente metalúrgica con una gran tradición libertaria y sobre todo sindicalista revolucionaria, protagonizó un levantamiento popular contra los nazis alemanes el 10 de septiembre de 1943. Entre los anarquistas que participaron en el levantamiento destacan Adriano Vanni, que operaba como partisano en Maremma y que fue llamado a unirse al CLN local (Comité de Liberación Nacional, un cuerpo formado por un conjunto de partidos antifascistas).
Livorno.
En Livorno, los anarquistas fueron los primeros en apoderarse de las armas almacenadas en los cuarteles y en la Academia Naval de Antignano, armas utilizadas posteriormente contra los alemanes y los fascistas italianos. Estaban organizados dentro de los GAP (Grupos de Acción Patriótica), y participaron en varias operaciones guerrilleras en los alrededores de Pisa y Livorno y estuvieron representados en el CLN de la ciudad. Virgilio Antonelli se distinguió en la tarea de liberar rehenes y prisioneros.
Apua.
En Apua, la contribución libertaria a la resistencia fue consistente y crucial. Las formaciones anarquistas partisanas activas en el área de Carrara fueron las siguientes: Los grupos conocidos como ‘Lucetti’ (entre 60 u 80 personas), y ‘Lucetti bis ‘(58 personas) –estos dos grupos llevaron el nombre del anarquista Gino Lucetti que fue ejecutado por intentar asesinar a Mussolini–; el grupo ‘Schirru’ (454 personas) nombrado así por otro anarquista que también trató de asesinar al Duce, Michael Schirru; y los grupos ‘Garibaldi Lunense’ y ‘Elio’ (30 personas). Después del 8 de septiembre de 1943, los anarquistas, entre ellos Romualdo Del Papa, Galeotti y Pelliccia, encabezaron el ataque al cuartel de Dogali, apoderándose del armamento e instando a las tropas alpinas a desertar y a unirse a las partidas guerrilleras.
En las cercanas Cuevas de Lorano, Ugo Mazzuchelli utilizó estas armas para establecer el ya mencionado grupo ‘Lucetti’, del cual se convirtió en comandante. En ese contexto, la tarea, por ejemplo, de la conocida como Brigada Apia, era velar por su propia financiación y ayudar al pueblo a obtener provisiones mediante expropiaciones a capitalistas. Después de haber vivido la amarga experiencia de la Guerra Civil española entre 1936 y 1939, en la que los comunistas se volvieron contra los anarquistas y los obreros para tomar el poder, algunos camaradas más “experimentados” desconfiaban de ellos. Algunas unidades comunistas, en cualquier caso, aparecen en episodios de esta región, aunque la presencia de libertarios era destacable en prácticamente todas las formaciones, configurando unidades específicas propias.
Entre los incidentes con los comunistas podríamos mencionar el que hizo que Mazzuchelli y sus hombres se encontraran con la muerte bajo fuego de ametralladora después de que se intentaran abrir camino a través del puente Casette, siendo curiosamente insistentes en esa misión los partidarios comunistas.
En noviembre de 1944, después de una acción que costó la vida de seis hombres a la unidad Lucetti, esta se trasladó a la provincia de Lucca, que había sido liberada. Mazzuchelli, junto con sus hijos Carlo y Alvaro, cruzaron de nuevo las líneas de frente para organizar la unidad ‘Michele Schirru’ que ayudó a liberar la región de Carrara antes de que los Aliados aparecieran. Entre los muchos que se distinguieron y cuyos nombres forman una lista interminable destacan el comandante Elio Wochiacevich, Venturini Perissino y Renato Machiarini. El precio de la sangre pagado por el pueblo de Carrara fue elevado, pero los anarquistas lograron imprimir su sello de la lucha social a través de la lucha armada por la libertad sellar, y esto duró años después de la liberación, con las cooperativas como ‘Del Partigiano’ (La cooperativa de consumo), la ‘Lucetti’ (cooperativa de reconstrucción) y varias empresas de carácter social (por ejemplo, la agricultura de participación en los beneficios, los equipos de voluntarios que trabajan en los canales del río, etc.)
Lucca y Garfagnano.
En Lucca y en Garfagnano, en cuyas montañas trabajaban también los anarquistas de Pistoia y Livorno (como Peruzzi, Paoleschi, etc.), los libertarios se encontraban en la unidad autónoma comandada por Pippo (Manrico Ducceschi). El CLN de la provincia había sido fundado por el libertario Federico Peccianti, en cuya casa celebró las reuniones. La unidad de Pippo capturó a unos ocho mil prisioneros nazis y sufrió trescientas bajas. Libero Mariotti, de Pietrasanta, y Nello Malacarne, de Livorno, pasaron mucho tiempo tras las rejas de la prisión de San Giorgio en Lucca. Entre los anarquistas más conocidos se encontraban Luigi Velani, ayudante mayor de la formación de Pippo, Ferrucio Arrighi y Vitorio Giovanetti, los dos últimos estuvieron encargados de supervisar los contactos entre las fuerzas antifascistas de la ciudad.
Pistoia.
Pistoia fue el teatro de operaciones de ‘Silvano Fedi’; unidad anarquista, formada por 53 partisanos que se destacaron especialmente en prestar asistencia a los desplazados. Un grupo de resistencia inicial se había formado gracias al trabajo de Egisto y Minos Gori, Tito y Mario Eschini, Tiziano Palandri, Silvano Fedi y otros. Realizaron una variedad de misiones que incluyeron la adquisición de armas para otras unidades de resistencia y la liberación de prisioneros. La figura de su joven comandante, Silvano Fedi, era legendaria: murió en una emboscada cuyas circunstancias son oscuras, puesta en marcha por los militares italianos, y en la que el partisano Enzo Capecchi, herido en dicha operación, testificó encontrarse allí. La unidad Silvano Fedi, bajo la dirección de Artese Benesperi fue la primera en entrar en Pistoia en la liberación.
Florencia.
En Florencia, donde Latini, Boccone y Puzzoli habían publicado anteriormente un primer número clandestino de la publicación ‘Umanita Nova’, la primera banda armada se formó en Monte Morello bajo el mando del anarquista Lanciotto Ballerini, que murió en acción. Los historiadores oficiales han retratado siempre a Lanciotto Ballerini como un héroe, pero han preferido obviar también siempre que era anarquista. Gino Manetti y Oreste Ristori, entre otros, murieron en la lucha: Ristori, de Empoli, había sido antes emigrante en Brasil y Argentina antes de luchar en la guerra de España.
Arezzo.
En la provincia de Arezzo los anarquistas fueron especialmente activos en la resistencia en Valdarno, en vista de la rica tradición antifascista y la tradición de lucha social en esa área. El minero Osvaldo Bianchi formó parte del CLN en San Giovanni Valdarno, como representante de los grupos anarquistas; además de Renato Sarri de Figline e Italo Grofoni, este último encargado del suministro de explosivos para el CLN toscano de Florencia. Más tarde, Guiseppe Livi, de Angliari, que participó activamente en las “bandas periféricas” que operaban en Vultiberina, ayudó a desenmascarar a tiempo a un espía alemán que se había infiltrado entre los partisanos de Florencia.
Ravena.
En Ravena, muchos anarquistas lucharon en la 28ª Brigada Garibaldi. Entre los más conocidos fueron: Primo Bertolazi, miembro del CLN provincial; Guglielmo Bartolini; Pasquale Orselli, quien comandó a la primera patrulla partisana en entrar a la Ravena liberada; y Giovanni Melandri, encargado de las armas y el suministro de alimentos, y víctima, junto con una de sus hijas, de una represalia alemana.
Bolonia y Módena.
En la provincia de Bolonia y Módena los siguientes partisanos fueron especialmente activos: Primo Bassi de Imola, Vindice Rabitti, Ulisse Merli, Aladino Benetti y Atilio Diolaiti. Este último, que fue filmado en 1944 en el monasterio cartujo de Bolonia, había participado activamente en la fundación de las primeras brigadas partisanas en Imola, los ‘Bianconcini’ y en Bolonia, las Fratelli Bandiera y las siete unidades GAP (Grupo de Acción Patriótica). En la liberada Módena, el jovencísimo Goliardo Fiaschi marchó a la cabeza de la III Brigada Costrignano de la División Módena, comandada por Araniano. En Reggio Emilia, Enrico Zambonini, que había estado activo en los montes Apeninos alrededor de Villa Minozzo, fue fusilado tras ser capturado junto con el grupo de Don Paquino Borghi: murió gritando ‘¡Viva la Anarquía!’ en el pelotón de fusilamiento.
Piacenza.
En Piacenza destacan, entre otros, los anarquistas Savino Fornasari y Emilio Canzi, que están ligados, además de cualquier otra cosa, por sus muertes en sendos accidentes de tráfico. Emilio Canzi había combatido anteriormente el fascismo en 1920 en las filas del Arditi del Popolo y más tarde en la Guerra Civil española, sin embargo, había sido capturado por los alemanes en Francia, luego deportado a Alemania y más tarde internado en Italia. Después del 8 de septiembre de 1943, organizó las primeras bandas partisanas. Capturado por las Brigadas Negras fascistas, fue canjeado por otros rehenes, reanudando después su acción: dirigió tres divisiones y veintidós brigadas (un total de más de diez mil hombres) con rango de coronel y usó el nombre de guerra de Ezio Franchi. Las unidades La Spezia-Sarzana operaban en estrecha conjunción con las de la vecina región de Carrara. Dos grupos partidarios fueron comandados por los libertarios Contri y Del Carpio. Los anarquistas de La Spezia, Renato Olivieri (quien había sido prisionero político durante 23 años) y Renato Perini, murieron durante los tiroteos con los nazis mientras cubrían una retirada de sus propios compañeros.
Génova.
En Génova, los grupos anarquistas de combate operaron bajo los nombres de la Brigada Pisacane, la agrupación Malatesta, el SAP-FCL (Escuadras de Acción Patriótica-Federación Comunista Libertaria), el Sestri Ponente SAP-FCL y los Grupos de Acción Anarquista. El intento de establecer un “Frente Unido” con todas las fuerzas antifascistas fracasó debido a los intentos de los comunistas de imponer su propia hegemonía. Además, los anarquistas tenían su propia representación sólo en los CLN periféricos y esto los obligaba a participar en la lucha armada confiando exclusivamente en sus propios medios. Las actividades fueron promovidas por la Federación Comunista Libertaria (FCL) y por el sindicato anarco-sindicalista USI, que acababa de resurgir en las fábricas. El sacrificio de sangre de los anarquistas genoveses en la resistencia fue realmente sustancial, con varias decenas de muertos en acciones de armas, fusilados o fallecidos en campos de concentración. Omitiendo muchos otros, recordamos entre los más activos: Grassini, Adelmo Sardini Pasticio y Antonio Pittaluga. Este último murió en vísperas de la liberación, antes de rendirse y ser asesinado, encontrándose solo lanzó una granada de mano a la patrulla alemana que lo capturó. Además, el partisano anarquista Isidoro Parodi murió en la vecina Savona.
Turín.
En el Turín industrial, especialmente en las plantas de FIAT, funcionó la unidad anarquista que se llamaba el Batallón SAP (Escuadras de acción patriótica) Pietro Ferrero. Entre los camaradas caídos estaba Dario Cagno, quien fue condenado a muerte por fusilamiento por su participación en el asesinato de un fascista; también estaba Ilio Baroni, originario de Piombino. El camarada Ruju, un partisano de la División de Vitis, que devolvió la medalla al valor militar recibida por capturar a más de 500 soldados alemanes.
Asti y Cuneo.
En el área de Asti y Cuneo, los anarquistas tenían presencia en las Brigadas Garibaldi. El más conocido de ellos era Giacomo Tartaglino, que había estado involucrado en el movimiento Espartaquista en Baviera en 1919. En el distrito de Vencelli, entre varios entre varios anarquistas que se habían distinguido por su arrojo, se encontraba Guiseppe Ruzza, que luchó en la unidad ‘Valsesia’, comandada por Moscatelli. En Milán, los trabajos de la lucha clandestina fueron iniciados por el compañero Pietro Bruzzi, que murió tras cinco días de torturas sin haber desvelado nada a los nazis.
Después de su muerte, los anarquistas fundaron las brigadas ‘Malatesta’ y ‘Bruzzi’, que llegaron a contar con unos 1.300 partisanos. Estas operaron dentro de la formación ‘Matteotti’ y desempeñaron un papel primordial en la liberación de Milán. Comandadas por Mario Mantovani durante el levantamiento de 1945, las dos brigadas se distinguieron por sus diversas incursiones en los cuarteles fascistas y también por su apoyo a la población. Entre los compañeros más jóvenes estaba Guiseppe Pinelli que sirvió en los GAP.
Pavía.
En la provincia de Pavía operaba la 2ª Brigada “Errico Malatesta” dirigida por Antonio Pietropaolo, que participó en la liberación de Milán. En Brescia, los anarquistas se encontraban en la formación mixta Giustizia e Liberta- Garibaldi; entre los más activos de ella estaban Borolo Ballarini y Ettore Bonometti.
Verona.
En Verona, el anarquista Giovanni Domaschi fue el creador del Comité de Liberación Nacional (CLN). Detenido por la SS, fue torturado, le cortaron una oreja por negarse y finalmente fue deportado a Alemania, donde desapareció en los campos de concentración. Finalmente, en la región de Venezia Giulia-Friuli muchos anarquistas trabajaron con las formaciones comunistas como, por ejemplo, la División Garibaldi-Friuli. En Trieste, el enlace fue mantenido por Giovanni Bidolo que murió más tarde en los campos alemanes junto con otro anarquista de Trieste, Carlo Benussi. También estaba activo Turcinovich que, huyó a Génova donde luchó con la resistencia local. En Alta Carnia, donde los compañeros Petris y Aso (que murieron en el ataque sobre los cuarteles alemanes en Sappada) tuvieron posiciones influyentes, los anarquistas ayudaron a establecer una Zona Liberada autónoma.
Con toda probabilidad, el número de guerrilleros anarquistas que perecieron en todo el centro y norte de Italia fue superior a cien.
La amnistía concedida a los fascistas y las injusticias sociales de la posterior Italia republicana y democrática dejaron claro a los anarquistas (y no solo los anarquistas) que el espíritu del Comité de Liberación Nacional había sido abandonado y la Resistencia frente al fascismo traicionada.