A dos semanas del 1O, todavía al parecer buena parte de la izquierda no tiene un posicionamiento claro respecto al Procés. Lamentablemente, hemos de reconocer que en el independentismo la burguesía catalana tiene bastante peso, pero quedarnos con la idea simplista de que, como suena burgués y nacionalista, apelemos al “ni Estado catalán ni Estado español”, o a los principios, o a que no tiene nada de anarquista y por ello no nos posicionamos. Sin embargo, no es realista, sino una mera consigna para calmar conciencias y lo que buscamos es que seamos capaces de intervenir en la realidad material con propuestas políticas viables. La clave de la cuestión catalana no radica solamente en la independencia, sino en la apertura de una ventana de oportunidades para activar los movimientos sociales y saltar al escenario de la política del país. En otras palabras, disputarle a la burguesía el Procés. Por ello, aclaro aquí tres claves que considero imprescindibles para el papel que juguemos en esta coyuntura.
Primero, la activación de los movimientos sociales en Catalunya en torno a la cuestión catalana poniendo sobre la mesa no solo la independencia, sino también marcando las condiciones materiales sobre el proceso de independencia, estando en los debates y en las negociaciones de un nuevo marco, donde el movimiento popular sea reconocido como actor político legítimo de cara a la toma de decisiones que afecten a la política del futuro país en materias como: servicios públicos, transporte, remunicipalizaciones, vivienda, laboral, medio ambiente, energía… en clave soberanista popular.
Segundo, acentuar las contradicciones del Estado español que está reprimiendo con todo su aparato legal contra las instituciones catalanas y contra el pueblo catalán. Las políticas que están tomando el gobierno central contra Catalunya muestra su incapacidad para gestionar la situación y su cara más reaccionaria, dejando claro así que la democracia no llegó a España, y que es responsabilidad del movimiento popular defenderla, pero no el modelo parlamentario, sino la democracia directa de las asambleas populares.
Tercero, la profundización de la ruptura con el Régimen del ’78 debe servir como punto de partida para el debilitamiento de este modelo de Estado fascista, llamando así a la activación de los movimientos sociales en el resto del Estado español.
Estamos ante una coyuntura en la cual tenemos que aprovechar estas oportunidades para activar un nuevo ciclo de movilizaciones y escalar el conflicto. No puede ser que sigamos mirando el dedo cuando nos señalan la luna. No puede ser que obviemos la represión del Estado español. No puede ser que desaprovechemos otro ciclo de movilizaciones. No puede ser que nos importe más tener la conciencia tranquila y quedarse de brazos cruzados mientras vemos cómo aquí detienden alcaldes y concejales y cómo allanan imprenta tras imprenta, nave tras nave acosando a los y las trabajadoras que allí trabajen. No puede ser que a estas alturas sigamos tan miopes, cegados por los principios e incapaces de tener una visión estratégica al respecto.
Basta ya de tanta inoperancia. Queremos la ruptura con España, pero no queremos otro Estado igual que España. Por eso, también queremos solucionar los problemas que tenemos la clase trabajadora en el capitalismo, y para ello hay que trabajar en la creación de nuevos marcos en las materias mencionados anteriormente desde los sindicatos de clase, desde las asambleas de barrio y grupos de vivienda/sindicato de inquilinos, desde las organizaciones ecologistas, desde las organizaciones estudiantiles… y todas aquellas organizaciones del poder popular. Y nuestro papel aquí es articularlas y dotarlas de orientación política socialista libertaria organizándonos a nivel político.
Sé que es muchísimo trabajo por delante, pero si elegimos luchar, tenemos que creernos que la revolución social es posible y solo se materializará escalando los conflictos construyendo pueblo.
Visca Catalunya lliure!
Visca el poder popular i la sobiranía del poble!