Snowpiercer es una película coreana de ciencia ficción de 2013 dirigida por Bong Joon-ho, siendo esta su primera película en inglés de su filmografía, y escrita por Kelly Masterson. La producción está basada en la novela gráfica Le Transperceneige realizada por Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette. La película está protagonizada por Chris Evans, Song Kang-ho, Tilda Swinton, Jamie Bell, Octavia Spencer, Go Ah-sung, John Hurt y Ed Harris.
Sinopsis: Un fallido experimento para solucionar el problema del calentamiento global casi acabó destruyendo la vida sobreel planeta. Los únicos supervivientes fueron los pasajeros del ‘Snowpiercer’, un tren que recorre el mundo impulsado por un motor de movimiento eterno ideado por un reconocido empresario filántropo llamado Wilford. El tren está dividido en dos clases sociales: por un lado, la parte delantera integrada por la clase acomodada y con privilegios; por otro lado, la clase obrera y pobre, situada a la cola del tren. Hartos su situación indigna, los pasajeros de la cola deciden organizar una revolución social para hacerse con el control de la máquina.
En general ha recibido unas buenas críticas cinematográficas, destacando su dirección y actuaciones. Logra momentos muy inquietantes y una gran espectacularidad en pantalla. Calificada como epopeya futurista visualmente impresionante, narra un desquiciado viaje a través de los vagones de un tren como una metáfora verosímil de la lucha de clases y la realidad del capitalismo.
El vagón de cola es oscuro, sucio y superpoblado, su única función es servir de mano de obra para mantener los lujos de la elite que viaja en los vagones delanteros. Tras este encontramos el vagón de la prisión para quien se atreve a cuestionar el orden social, después el vagón que produce la comida basura para la clase baja, y el vagón del recurso más preciado: el agua, que quien lo posee puede controlar todo el tren. Más adelante el vagón del sistema educativo, y vagones de entretenimiento y lujo de las elites como una sauna o una sala de fiestas. Una avalancha de acción repartida a lo largo de su narración, principalmente en su segunda mitad, que le imprime un ritmo frenético al metraje. Sin embargo, el guion cuenta con algunas concesiones fortuitas que favorecen el avance del grupo a través de los vagones, y también se cuestiona como innecesaria la explicación sentimental que su protagonista ofrece al final del filme.
Si comparto la reseña de esta película de argumento muy similar a otras tantas que se han realizado adaptando una novela gráfica que narra una historia distópica, es para establecer un análisis comparado que es transversal a estos filmes, y advertir que muchas veces tan solo nos quedamos en el mensaje superficial, sin cuestionarnos que detrás de una obra cinematográfica de este estilo hay otros mensajes secundarios que la industria del cine cuela de manera aún más sutil.
La película presenta un argumento clásico en la ciencia-ficción post-apocalíptica, es decir, la de una sociedad autoritaria, controlada férreamente y que provoca un estallido social liderado por algunos pocos personajes, que al final de la narración descubren que el propio sistema preveé y potencia estas sublevaciones como medidas de control de la población. El futuro parece incierto fuera de los límites en los que se asegura la supervivencia, y también parece un despropósito verter sangre contra un enemigo que ya ha decidido otros planes, y que la revolución social no puede derrocar por mucha voluntad y organización que se aporte. La realidad es que en la mayoría de los casos películas con una reconocida crítica social bastante notable, terminan enviando un mensaje desalentador en cuanto a la acción revolucionaria cotidiana. Alientan a crear un cliché sobre los intentos de transformación radical de la sociedad, postergándolos a un contexto futuro y con unas características muy arraigadas en la tradición revolucionaria occidental. Se banaliza el potencial de la organización social, y se deja en manos de unos elegidos concretos la capacidad de transformar la realidad social, además de producir la sensación de necesidad de un colapso ecológico y el establecimiento de un enemigo autoritario evidente para actuar conscientemente.