¿Alguna vez has sentido que tu asamblea de colectivo sigue unos derroteros sin estrategia alguna? ¿que se mueve por inercia o siguiendo una “moda” del activismo? ¿Te preocupa que tu paso por la militancia social no haya dejado ningún poso en la sociedad?
Yo me inicié en el movimiento libertario en 1997, ha llovido ya. Recuerdo que mi verdadero bautismo militante fue durante 2001, con el auge del movimiento antiglobalización. En aquel momento era el movimiento de referencia, el que aglutinaba a todos los colores de la izquierda política. Yo iba como un participante más.
Sin embargo, tonto no debía ser, puesto que enseguida detectaba (junto con otras compas del Ateneo Libertario de mi ciudad) que otras corrientes tenían estrategia. Había bastantes militantes de Izquierda Unida, del PCE y sus juventudes, del PCPE y de otros partidos y frentes del ámbito comunista. En cuanto vieron que aquello tenía gente, se metieron de lleno. Nada que objetar. El problema era que yo iba a mi aire, y mis compas libertarias, también. Rara vez teníamos estrategia alguna en las asambleas comunes. Esto hacía que perdiéramos algunos debates estratégicos. Cuando este movimiento derivó en el movimiento contra la guerra de Afganistán y, luego la de Iraq, el poder de la vieja izquierda marxista y socialdemócrata fue demasiado aplastante como para variar nada.
En aquel caso, el punto de unión de las personas de tendencia libertaria era un ateneo y el local de la CGT. Pero lo cierto es que no había debates estratégicos más allá de las cervezas de después de la asamblea.
Esta forma de hacer las cosas, cual pollo sin cabeza, se volvió a repetir en el 15M de 2011. El movimiento libertario era completamente movimientista e informal. Aun así, logró marcar la forma en la que se tenían que hacer las cosas. De alguna manera el movimiento de los indignados funcionó de forma horizontal y asamblearia. Desde las plazas se impulsaron muchos proyectos de ámbito social, cooperativista y eventualmente, fueron el punto de partida de las asambleas libertarias de barrio.
Pero en las plazas de los barrios y pueblos se notaba también la existencia de organizaciones políticas. La neutralidad no existe en los movimientos de masas. Es inevitable que a un movimiento plural vayan personas con ideología e incluso con una organización política detrás. En mi barrio predominaba una corriente del estilo Anticapitalistas y En Lucha. Sin embargo, se podía ver que había tantas o más militantes libertarias que de las corrientes marxistas. Pero como íbamos sin organizar, eso no tenía relevancia. Cinco personas organizadas son más fuertes que cincuenta sin organizar. Tenedlo claro.
Veníamos de años de intentar crear organizaciones libertarias aglutinando militantes sin importar su posición ideológica/práctica previa. Eso hacía que en un mismo colectivo coexistieran distintas corrientes del anarquismo (individualismo, anarcosindicalismo, anarcocomunismo, anarcofeminismo, insurreccionalismo, anarcoveganismo, anticivilización, cooperativismo, etc.). Al no coincidir en las tácticas y estrategias a gran escala (cómo se tiene que organizar la sociedad), nos teníamos que conformar con gestionar un local y hacer campañas de corto recorrido.
Todas las coordinadoras y federaciones de aquella época eran de síntesis anarquista. Se volvía a repetir lo mismo que ocurría en los colectivos, solo que a una escala mayor. Cada cual era de un palo distinto. Por tanto, las decisiones no podrían ser ambiciosas, más allá de pegar carteles o hacer agitación y propaganda. Éramos un movimiento capaz de montar ferias del libro y festivales, pero no de encabezar un movimiento popular de masas, de esos que hacen caer gobiernos como en América Latina. Hablábamos de la revolución y no éramos capaces de construir movimientos revolucionarios.
Después del 15M algunos compas le intentamos poner remedio a esta situación. Impulsamos Embat en Catalunya y Apoyo Mutuo en el resto del estado. Fue un salto cualitativo. Sin embargo, la creación de organizaciones específicas libertarias no estuvo exenta de errores. Hubo un par de casos en los que, al hacer asambleas abiertas, entraron personas contrarias al espíritu orgánico de las impulsoras. Se cumplió la premonición de José María Olaizola, que nos hizo en el 2010: “Cuando haces una organización, te vienen los que quieren hacer organización y los que no. Estos vienen para que no se haga”. No es que quieran realmente que no se haga nada. Es que parten de otros modelos organizativos. Y al chocar con el modelo propuesto, se boicotea la organización.
Los errores en gestionar este tipo de cosas hacen que la organización no se desarrolle convenientemente. Tendrá debates eternos sobre los mismos temas centrales que nunca se cierran. Por eso es vital no salirse de los postulados previos a la creación de la organización. Si hay otros postulados, es mejor crear otra organización para luego sentarse a colaborar fraternalmente entre organizaciones distintas. En este aspecto no creo en la organización-total que lo junte todo. Se volvería a caer en la organización de síntesis anarquista.
¿En qué ha mejorado mi militancia social organizarme políticamente? Sobre todo, en tener claridad. Al desarrollarse los debates en la organización política, como es lógico se van tratando todo tipo de temas particulares de cada movimiento social. Con mayor o menor acierto, se analiza cada caso, se es consciente de los actores que tiene ese movimiento (ya sea el ecologista decrecentista, el de la vivienda, el decrecimiento, el vecinal, el agroecológico o cualquier en el que andéis), de hacia donde va, de hacia donde podría ir… incluso se puede ver que ese movimiento tiene un sentido particular dentro de un plan general de construcción de movimiento popular.
A otras compañeras les da mucha seguridad saber que tienen una organización detrás. No están solas. Esto les da fortaleza para defender sus posturas en asambleas del movimiento social donde pueden estar en franca minoría. No se dejan arrastrar por la corriente mayoritaria porque están organizadas a nivel político.
Las organizaciones políticas libertarias no son un invento reciente. De hecho, la primera que hubo fue la que dio origen al movimiento anarquista. Fue la famosa Alianza Internacional por la Democracia Socialista impulsada por Bakunin. Detrás de cada revolución libertaria de la historia ha habido una organización específica: el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón, la Confederación Nabat y el Ejército Insurreccional en Ucrania, la Federación Anarquista Coreana, la FAI y la Federación Sindicalista Libertaria durante la revolución española, la Federación Anarco-comunista búlgara, etc.
Nunca tendremos un proceso revolucionario que evolucione hacia postulados libertarios sin una organización libertaria potente. ¿Por qué se desarrolló un proceso revolucionario en Rojava? Sin la claridad que ofrece una organización política, en ese caso el PYD confederalista democrático kurdo, cada pueblo hubiese actuado por su cuenta, siendo derrotados uno tras otro por las fuerzas yihadistas. La organización política servía para aunar estrategias locales y para lograr alianzas externas con el resto de actores democráticos de Rojava o para gestionar la alianza con potencias extranjeras que quieren instrumentalizar el movimiento kurdo.
Tras dejar claro que es vital tener organizaciones estratégicas para desarrollar cualquier tipo de movimiento revolucionario, mi frustración es lo que cuesta que éstas crezcan. Al tener un movimiento libertario generalmente formado por personas antiorganización, crear organizaciones fuertes cuesta lo suyo. Lo curioso del caso es que quienes se quieren organizar se meten en los sindicatos anarcosindicalistas. No los utilizan para hacer sindicalismo, sino como organización específica. Esta es una característica única de nuestro movimiento ibérico, que se da por ser los anarcosindicatos lo bastante grandes como para atraer a la gente.
Mi modelo es otro. Por ejemplo, es el de la Union Communiste Libertaire francófona. A parte de su militancia en el movimiento antifascista, feminista y ecologista, en el aspecto sindical la organización pretende una unidad entre la CGT, SUD y otras centrales sindicales. Tarea titánica que deben realizar sindicato por sindicato, federación de ramo por federación de ramo, unión territorial por unión territorial. Enfrentarse al PCF o al potente trotskismo francés y disputarles la hegemonía solo lo puede hacer una organización bien estructurada y de planteamientos sólidos.
Del mismo modo existen no pocas militantes de espacios como Anticapitalistas, Podemos o de los partidos comunistas dentro del anarcosindicalismo. Es una realidad con la que debemos contar porque no jugamos a este juego en solitario. Los demás también actúan. Tener un sindicato sin formación político-ideológica hace que sea fácil de cooptar por una gente organizada. Simplemente con ser los más currantes durante unos meses y ya lo tendrán en la mano. Por eso también debe surgir organización específica desde esos espacios sindicales.
Y es que nuestra tarea es convertirnos en la corriente extraparlamentaria más grande y generar un movimiento popular alrededor nuestro lo bastante grande como para disputarle la hegemonía a la socialdemocracia y a la derecha. Creamos en el futuro. Lo haremos incluso en este contexto de negatividad que nos rodea.
Publicado originalmente en alasbarricadas.org