«Es preciso que la verdad ascienda desde los tugurios, porque desde lo alto no se desprenden más que mentiras».
― Louise Michel ―
Itxi Guerra se define a sí misma como la pesada del capacitismo, la siesta, la ternura y la rabia. Una presentación sin duda repleta de curiosidades y conceptos que vincula tanto en su persona como en su accionar político conscientemente. En el año 2021 veía la luz su primera obra titulada «Lucha contra el capacitismo. Anarquismo y capacitismo», de la Editorial Imperdible. Como ella misma lo describe el sistema capacitista es aquel que discrimina, violenta y asesina a las personas discapacitadas por el hecho de serlo. Surge del sistema capitalista al concebir a las personas según su capacidad de producción de beneficios a través de su fuerza de trabajo. En sus reflexiones busca relacionar esta opresión capacitista con el especismo, el patriarcado y el sistema carcelario, analizando de qué forma se están reproduciendo estas violencias y cómo podemos acabar con ellas desde el anarquismo.
Itxi nos recuerda que la siesta es revolucionaria porque es tiempo que le estamos robando al capitalismo para disponer de nuestros cuerpos para su explotación. La ternura, siempre buena aliada del apoyo mutuo, y necesaria para construir otro mundo posible, es decir, unas relaciones sociales y humanas que vuelvan a tejer redes comunitarias quebrantadas por el sistema capitalista. Y, por último, la rabia que debe necesariamente organizarse para asestar golpes certeros y estratégicamente encaminados a poner fin para siempre toda opresión. Su última obra, «Ruptura y reparación de la máquina. Escritos desde un cuerpo lisiado», que publicó en el año 2023 con Trinchera Ediciones, habla de los cuerpos «discas» como máquinas rotas, como máquinas que se rebelan contra el sistema productivo, unas máquinas que se ponen en huelga y no quieren ni serán arregladas.
- Afirmas que la discapacidad puede entenderse como una enfermedad desde el modelo médico, como un constructo social, o como una cuestión política desde un modelo crítico. Explícanos, por lo tanto, cuál sería la diferencia entre esos niveles y cómo quedaría definida entonces la discapacidad.
La principal diferencia para mi es qué se entiende por discapacidad desde cada una de las visiones y qué tipo de sistema socioeconómico ayuda a mantener cada uno de ellos.
Por un lado, tenemos el modelo médico el cual entiende que la discapacidad es per sé una enfermedad, algo que sí o sí hay que curar, hay que tratar, hay que erradicar. Es modelo que deriva de la eugenesia y que aún mantiene esos tintes, que ayudan al capitalismo a seguir en pie, pues lo que quieren de manera implícita es erradicar todo aquel rastro de improductividad, de dependencia, de “gasto innecesario”. Todo aquel cuerpo que sea leído como impuro, dependiente, improductivo, será patologizado, su vida será cuestionada. Individualizando así la violencia y evitando reconocerla como tal.
Es, por tanto, que dentro de la patologización de los cuerpos improductivos serán o habrán sido leídos como discapacitados, como enfermos, muchos más cuerpos de los que actualmente leemos como «discas», como pueden ser los cuerpos feminizados, los racializados, los queer…
Ante esta visión de la discapacidad surge una contestación (entre otras muchas) que viene a reivindicar la discapacidad como un constructo social, como algo que surge en el momento en el que un cuerpo interactúa con un entorno inaccesible. Este es el modelo social, que viene a poner en cuestionamiento la patologización y el entender la discapacidad como una enfermedad. Una forma de poder entender lo «disca» desde la violencia estructural y no desde la enfermedad.
Este modelo, a la hora de entender la discapacidad lo que propone es que se entienda como algo compuesto por dos partes. Por un lado la idea de impedimento, que sería todo aquello que radica en el cuerpo, en lo biológico, la “tara”; y por otro lado la idea de discapacidad como una cuestión cultural, como todo aquello que surge de la sociedad capacitista, las violencias, los estereotipos… Para acercarlo a otros conceptos, sería similar a cuando se hace una separación entre el sexo como la cuestión biológica y el género como la cuestión cultural.
Y ante esta separación algo artificial responde el modelo crítico diciendo que ambas partes son culturales, pues asumir unos cuerpos como cuerpos con impedimentos y otros cuerpos como cuerpos normales no es una cuestión biológica, sino que tiene que ver con una norma que están rompiendo aquellos cuerpos que son leídos como “cuerpos con impedimentos”. Es, por tanto, que se entiende desde este prisma la discapacidad como un constructo cultural y como una ruptura de la norma capitalista y capacitista.
Es decir, serán leídos como discapacitados todos aquellos cuerpos que no sean productivos, y en vez de curarlos lo que plantea el modelo crítico es que son estos mismos cuerpos los que están alertando de la violencia del sistema capitalista y apuntando hacia donde hemos de ir, hacia el decrecimiento y trabajar cada vez menos.
Esta forma de entender la discapacidad a mi me resulta interesante porque me permite ver de qué forma el concepto de discapacidad ha ido fluyendo a lo largo de la historia y entender por tanto que es una falacia que sea una cuestión natural. Si los cuerpos feminizados hace tres o cuatro siglos eran patologizados o los cuerpos queer eran encerrados en psiquiátricos y entendidos como enfermos, y por tanto como «discas», podemos ver cómo lo «disca» no es tan rígido y tan enfermo como el capitalismo y el capacitismo dicen que es.
Al final es una estrategia más para desmontar el sistema. Una herramienta para avanzar hacia esa utopía tan ansiada, no tanto como una identidad estanca sino como un faro que nos guía a todes hacia la utopía, hacia el decrecimiento y a acabar con la cultura del esfuerzo.
En resumen, la definición de la discapacidad varía muchísimo e incluso puede ser imposible de definir, un poco como intentar definir qué es ser mujer, pero para mí quedaría así:
- Desde el modelo médico: una enfermedad y un proceso continuo de cura.
- Desde el modelo social: una violencia que surge en la interacción entre un cuerpo con un impedimento y un entorno inaccesible.
- Desde el modelo crítico: un constructo social y cultural, y para mí un camino que nos guía hacia la utopía.
- El lenguaje que utilizamos es importante porque delimita la realidad de nuestro pensamiento, pero qué podemos hacer colectivamente para transformar la realidad material de esa estructura capacitista.
Es una pregunta super fácil y super complicada a la vez y que no tiene una respuesta única.
Últimamente para mí y desde cómo estoy entendiendo la discapacidad parte desde dos puntos, unos un poco más individuales, pero que implican un cuestionamiento y una puesta en común colectiva, y otros que suponen cambios colectivos con una responsabilidad individual. Por un lado cambiar la concepción que tenemos sobre la discapacidad, la productividad, el tiempo, el trabajo… Y por otro, cambios materiales, en nuestro día a día, en nuestra forma de relacionarnos…
Para mi es muy importante a la hora de querer transformar la realidad material hacer un cambio en lo que entendemos por discapacidad y en cómo nos entendemos a nosotres desde ahí porque creo que nos posibilita el cambio material pero también el poder imaginar utopías donde todas las personas y todos los dolores quepan. Cuestionar nuestra propia capacidad obligatoria, nuestra funcionalidad dentro del sistema, para ver que es el propio sistema quien expulsa de manera constante a la mayoría de personas por no ser capaces de funcionar a los ritmos que exige. Que la idea de fracaso, de dependencia y de fragilidad no están únicamente en los cuerpos lisiados, sino que forman parte del día a día de muchas personas porque el sistema no está hecho para ser vivido sino para ser trabajado.
En resumen, que la línea que divide lo disca de lo que lo no es, es muy fina y muy difusa y constantemente estamos cruzando entre un lado y otro.
Una vez rompemos con los ideales de fuerza, valentía e independencia que nos vende el capitalismo los cambios materiales caen por su propio peso. Se necesita crear redes para sostenernos entre todes en esta interdependencia, hacer cambios a nivel estructural para que todo el mundo pueda acceder[1] a los espacios y formar parte de ellos (sean discas, pekes, mayores, personas que llevan carritos…), buscar y crear todos los caminos que nos lleven hacia la abolición del trabajo (porque lo que crea la categoría de discapacidad y lo que discapacita, en parte, es el trabajo), crear alternativas a la psiquiatrización, colectivizar malestares, hacernos amigues de les vecines, pensar utopías donde todes quepamos y que sean nuestro motor en el día a día…
Y en concreto para mí esto último es clave en mi forma de habitar el mundo ahora mismo, pensar cómo querríamos que fuese nuestra utopía y día a día construirla con mi red. Ir dando pasitos hacia ella, retrocediendo, perdiéndonos, pero no esperar a que llegue por arte de magia, sino intentar crearla en el día a día.
- Entendemos que la categoría de discapacitada, al igual que sucede con la clase, género o raza, son categorías que sirven para tomar conciencia sobre las opresiones, pero que están destinadas a ser abolidas. Cuéntanos de qué manera el capacitismo opera y se integra junto a las otras opresiones señaladas, y qué particularidades propias tiene.
Algo que debemos tener muy claro es que el capacitismo nos afecta a todes, no únicamente a las personas discapacitadas, al igual que lo hacen el resto de opresiones. Que no tengamos una palabra concreta para nombrar lo que no es discapacitado porque lo asumimos como sano y/o normal no significa que no exista ni que no nos afecte.
Por un lado por tener una posición de privilegio, pero al mismo tiempo, el sistema capitalista tiene como función discapacitar los cuerpos, entonces la fluctuación entre lo discapacitado y lo no discapacitado es constante.
Por otro lado, si nos paramos a pensar qué es la discapacidad desde una mirada radical, que la entendemos como una ruptura de la norma productiva capitalista, podemos comprobar que en lo discapacitado entran muchos más cuerpos que aquellos que entran en esa idea ficticia que tenemos de discapacidad como pueden ser les «pekes», las personas mayores, les queer, las personas racializadas, las mujeres, las personas gordas y un largo etcétera; pues todes elles están cuestionando de alguna u otra forma los estándares capitalistas y al mismo tiempo son cuerpos que son inservibles por ello mismo para el capitalismo.
De hecho, al ser lo «disca» una cuestión que varia tanto en el espacio como en el tiempo (no es lo mismo ser «disca» en el Estado español que en Argentina ni es lo mismo ser «disca» en el s.XXI que en el s.XIX) todos los colectivos marginalizados en algún momento de la historia han sido patologizados como forma de justificar las violencias que se ejercían sobre elles, y por ende, fueron y/o son discapacitados. Un ejemplo actual es la patologización de las personas gordas, lo cual acerca mucho la lucha contra la gordofobia con la lucha anticapacitista.
Además, aparte de ser todo esto muy cercano a lo «disca» por el cuestionamiento a la norma, podemos encontrar otras formas de unión entre las categorías, como pueden ser:
Respecto al género, este lleva implícito una capacidad de performatividad concreta la cual las personas «discas» no suelen tenerla. Por ejemplo, se asume que una mujer cis que no es discapacitada se mueve de una manera concreta, se sienta de una manera concreta, habla de una manera concreta (lo mítico de “siéntate como una señorita”), cuestiones que las mujeres «discas» en muchos casos no son capaces de llevar a cabo. Una mujer coja no “camina como una mujer de verdad”.
Esto supone un arma de doble filo, pues es una postura súper potente para cuestionar el propio género y demostrar que es pura invención y que acerca lo «disca» a lo no binario y a lo queer por eso de estar en un punto de “no-mujer”, pero al mismo tiempo niega la realidad de las mujeres discapacitadas y su identidad como mujeres.
Es decir, es algo subversivo porque tienen menos exigencias en cuanto a la performance de género y están en un punto de poder hacerle frente y crear una trinchera que para mi es muy revolucionaria, pero se cuestiona su identidad como mujeres, que para algunas puede ser algo muy importante y que les ancle.[2]
Respecto a la edad, cuando se habla de que a las personas discapacitadas nos infantilizan, es una expresión algo mal usada para hacer referencia a que vivimos las mismas violencias a las que se enfrentan las personas pequeñas como puede ser la negación de la autonomía, la negación de su sexualidad, la supeditación a “une adulte funcional”…
En cuanto a la clase, es una cuestión que a mí me parece muy clave a la hora de hablar de discapacidad, pues parece que a mayor capital económico menos «disca» eres de cara al resto de personas. Si una persona «disca» tiene dinero puede seguir ese proceso de cura que tanto vende el capitalismo de una forma mucho más eficaz y con un borrado «disca» supuestamente mucho más útil, puede tener una supuesta calidad de vida mucho mayor[3] y, además, parece que tener dinero y en especial ser un personaje público (es decir, romper con los estereotipos que se asumen para las personas «discas») hace que no se te lea como «disca». Para mi tres ejemplos clave que ejemplifican esto son Frida Kahlo, Stephen Hawking y Albert Einstein, todes elles discapacitades pero como “hicieron cosas”, no fueron ese ejemplo de fracaso capitalista que se asume a la discapacidad, no se les lee como «discas».
En contraposición, a menos capital social mayor probabilidad de ser «disca». Ya solo por el hecho de tener que trabajar, y en especial en curros precarios, lo cual discapacita, por la falta de acceso a recursos básicos o a cubrir necesidades básicas como puede ser alimento, medicinas o calor, por lo que se asume por fracaso escolar[4] y todo lo que ello acarrea…
En relación a las particularidades, creo que es algo más complejo sobre todo si lo miramos desde este punto y vemos cómo todo está mucho más relacionado con lo «disca» de lo que creemos. Creo que algo que puede ser propio del capacitismo (aunque seguramente esté presente en otras opresiones) es la dificultad de politización y de reconocimiento de las violencias por la falta de información accesible y el fuerte control que hay por parte de las familias, del entramado médico y así, que llevan además a una dificultad muy grande de nombrarse como «disca» sin tener un diagnóstico. También puede ser la imposibilidad de acceso a sitios y de movilidad por el entorno por la falta de accesibilidad, pero eso también le pasa a les «pekes», a las personas que van con carritos, a las personas trans a la hora de ir al baño…
Una cosa que a mí me hace bastante gracia (por no decir que me dan ganas de quemar cosas) son los espacios reservados en sitios como pueden ser autobuses, conciertos, cines… Suele haber uno, como mucho dos, así que si vas en silla y quieres ir con tu comando de «diskas organizades» y va una persona más en silla “aaaaa, sorpresa, no puedes, porque cómo van a ir les «discas» a perrear a un concierto de Karol G[5]”. Y además, deciden por ti el espacio que puedes ocupar, de forma super autoritaria, sin darte opción a escoger otro espacio que te venga mejor o que te dé la gana ocupar.
- En un mundo que haya superado la explotación capitalista y sus dinámicas de productividad, es decir, en una sociedad organizada bajo una perspectiva económica comunista, ¿cómo se integraría la cuestión anticapacitista bajo la premisa «a cada cual según sus necesidades, cada quien según su capacidad»?
Creo que es algo complejo para mí por esto de que cuesta a veces imaginarse utopías sin haberlas vivido, pero creo que llegades a un punto en el que el trabajo asalariado y el Estado se hayan abolido seguramente lo haya hecho con ello el capacitismo, por tanto llevar esta cuestión a cabo no debe de ser tan complicada. Para mí se basa en crear redes de cuidados que nos sostengan a todes y que cubran las necesidades de todes. No únicamente centrado en aquellas necesidades específicas de las personas «discas» porque pobrecites, sino que se trataría (y creo que es algo que podemos y debemos hacer ya, sin esperar a que llegue esta utopía) de reconocer que todes necesitamos cosas y que todes podemos aportar y cuidar de alguna manera a ello.
Y además, creo que se trata de una forma de poder integrarlo en nuestro día a día, sin necesidad de llegar a este momento fantasía donde todes seamos libres. Pararnos a pensar qué necesitamos y cómo podemos organizarnos para cubrir las necesidades de todes. Desde mi vivencia, esto lo estamos llevando a cabo en mi casita, donde gran parte del dinero que conseguimos currando y así se pone en un bote común, el cual sirve para cubrir las necesidades de todes y nos permite poder no currar durante una temporada y dedicarnos a currar en casa, en la otra, estar con les cans, cuidarnos entre nosostres… y no ver el curro como una cuestión individual para sostenerse una única persona, sino que es un medio que se puede colectivizar para sostenernos a varies y que las rayadas de curro sean de todes y no de cada une.
Otro ejemplo de ello en la actualidad pueden ser formas de organizarse como son Lakabe, la Porvenir y proyectos de este estilo autogestionados.
- ¿Por qué afirmas que cárceles, psiquiátricos y residencias son espacios discapacitadores? ¿Cómo vinculas el anarquismo y el anticapacitismo y qué herramientas desde la organización anarquista pueden aportar a la lucha anticapacitista?
Las cárceles, los psiquiátricos, las resis, los CIE’s, los centros de menores y todo este entramado de instituciones que aíslan y controlan a las personas sirven como herramientas discapacitadoras del Estado y como herramientas de marginalización y marcaje de la sociedad pues toda aquella persona que entre en ellas será señalada y castigada por el único delito de haber roto con la norma cuerdista, capacitista, clasista, racista, edadista… En concreto las cárceles, que son asumidas como un ejemplo de qué hacer con aquellas personas que delinquen, su objetivo principal es encerrar a personas pobres, que al estar la pobreza estrechamente relacionada con la discapacidad, podemos asumir que puede ser un gran número de las personas que están dentro. Según una investigación realizada por el Observatorio Estatal de Discapacidad, en el estado español en 2018, el 10% de las personas que estaban encarceladas eran discapacitadas. A pesar de estos datos, el porcentaje podría ser más elevado ya que esta investigación solo recogía a aquellas personas que tenían algún tipo de diagnóstico, tuviesen o no el certificado de discapacidad y, sobre todo, se entendía la discapacidad desde la idea de enfermedad. Y como es de esperar, la mayor parte de elles estaban preses por cuestiones relacionadas con robos.
Además, si entendemos la «disca» únicamente desde esta idea de enfermedad, los efectos que tiene la cárcel y todo tipo de instituciones de encierro producen una discapacitación continua porque quitan por completo la autonomía a las personas, el no poder ver el horizonte afecta a la visión, las palizas y el abandono médico provocan daños en la salud (e, incluso, la muerte)… Todo con el objetivo de tener un mayor control de la población y para servir como ejemplo al resto para intentar infundir el miedo en los movimientos sociales.
En cuanto a las estrategias que se plantean desde el anarquismo, para mí la que resulta clave desde el anticapacitismo, e incluso puede llevar a plantearnos si puede existir un anticapacitismo que no sea anarquista y viceversa son sobre todo el apoyo mutuo, que como he mencionado a lo largo de la entrevista es imprescindible a la hora de querer acabar con el trabajo asalariado y poder sostener las necesidades de todo el mundo. Hay un libro que a mí me gusta un montón que explica con más calmita esto que es Care work, dreaming a disability justice, que es un ejemplo claro de esto.
- Coméntanos algunos ejemplos en la historia de comunidades sociales o colectivos políticos que con su actuar directamente o con su mera existencia hayan combatido ese sistema capacitista.
Pues creo que cualquier colectivo u organización que de alguna forma fuese patologizado su acción y su existencia fue propiamente anticapacitista, es decir todos, pues se ha utilizado la medicina como forma de justificar las violencias hacia los colectivos oprimidos. Seguramente muchos de ellos por no ser per sé anticapacitistas tuviesen actitudes o ayudasen a perpetuar de alguna manera el capacitismo, pero el simple hecho de luchar contra el Estado o contra el trabajo asalariado es una forma de combatir al propio sistema capacitista.
Así de primeras se me viene a la cabeza momentos concretos como los disturbios de Stone Wall como acción ampliamente conocida, las Zapatistas, pero en el Estado español también hay ejemplos como la Coordinadora de Grupos Marginados de la cual formaban parte también personas «discas», cualquier tipo de acción dentro de psiquiátricos, cárceles, CIE’s, resis, la resistencia y lucha queer a lo largo de la historia en general en cualquier parte del Estado (lo podemos ver en la película “Te estoy amando locamente”, por ejemplo), el Foro de Vida Independiente, la Comisión de Discapacidad del 15M y actualmente colectivos como Pluma Diska, Insania, las asambleas autistas, Furia Diska, La Porvenir, Colectivo Loko…
En definitiva, para buscar ejemplos en la historia de colectivos o comunidades que están haciendo frente al sistema capacitista, solo hay que revisar nuestra genealogía y ver de qué forma aquellas personas y colectivos estaban haciendo frente a la violencia médica, al Estado, al trabajo… Desde colegios autogestionados a comunidades que intentan cambiar la forma que tienen de vivir y relacionarse, pasando por redes de cuidados y amigues que se quieren por encima de la monogamia, todo eso también es anticapacitismo.
Es que lo podemos encontrar hasta en la historia y la mitología, cómo «los lobisomes» o «las bruxas», que son ejemplos de cómo lo rarito, lo «disca», lo que asusta, lo que cuestiona, se arrejuntaba y huía a los márgenes para poder sobrevivir. Solo hay que ver más allá de lo «disca» como algo estanco para ver cómo nuestra historia está llena de gente organizándose para hacer frente al capacitismo, aunque fuese de manera indirecta.
[1] Para mi el tema de la accesibilidad es un melón muy grande. Creo que en las ciudades es prácticamente imposible porque no están pensadas para las personas «discas» ni lo estarán, porque están pensadas únicamente para el trabajo. Entonces en ellas, por muchos cambios que se hagan, lo que harán las personas «discas» será sobrevivir.
Fuera de las ciudades, creo que la accesibilidad se puede plantear desde un punto de vista emancipador creando los espacios desde la propia participación de las personas «discas». Es decir, no se pondrán 800 rampas inclinadísimas pensando en que en algún momento las personas «discas» puedan acceder (sin preguntarles sus necesidades), sino que al formar parte de la comunidad, las necesidades concretas de todas las personas serán tenidas en cuenta a la hora de crear espacios, no desde la accesibilidad concreta para las personas «discas», sino pensando en que todo el mundo pueda participar. A no ser que en esos espacios gobierne la derecha, que entonces igual hacen lo que les de la gana teniendo únicamente en cuenta las necesidades de sus amiguites y los fines económicos.
[2] De la misma forma pasa con la masculinidad y con la performance de la fortaleza e independencia que muchos hombres «discas» no son capaces de llevar a cabo.
[3] Puede tener un mayor acceso a diagnósticos, tratamientos, operaciones que pueden ser relevantes para su vida que de otra forma podría no tener, en especial en países como EEUU que la sanidad es privada.
[4] El fracaso escolar suele estar muy relacionado con personas discas o que se acercan a lo disca pues la educación no está hecha para todo el mundo, y en concreto está pensada para crear futures trabajadores, entonces todas aquellas personas que no cumplan con esta idea de future trabajadore productive y exitose serán expulsades de los espacios educativos formales.
[5] Es ironía. Además, todo esto pasa porque les discapacitades no tenemos derecho al ocio, solo al ocio como fin terapéutico.
Ángel, Militante de Liza.