Llamada a la solidaridad internacional desde Atenas

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Durante los últimos 15 años el movimiento libertario griego ha sido vanguardia en la lucha contra el sistema. Lo ha sido por el sufrimiento de su pueblo en una de las tantas crisis cíclicas del capitalismo. Lo ha sido por los planes europeos que sangran a los que menos tienen. Lo ha sido por unas medidas carcelarias contra los refugiados que huían —y huyen— de la devastación provocada por “occidente” en sus territorios de origen. Lo ha sido, sobre todo, porque tenían —y tienen— una conciencia clara de quiénes eran los causantes de tanta miseria. Así surgieron o se reforzaron movimientos o barrios en lucha, el más conocido ha sido Exarchia, aunque no es el único. Ubicado entre las cortes, la comisaría central, un hospital oncológico y el estadio del Panathinaikos, está Prosfygika; un barrio okupado muy especial.

El barrio cuenta con cerca de 220 viviendas, de las cuales cerca de la mitad están gestionadas por la asamblea okupa de Prosfygika, formada por las vecinas que habitan estas últimas. Entre las estructuras horizontales encontramos una panadería, la cocina colectiva con reciclaje de comida, estructura de autoeducación y casa de niños, cafetería, estructura logística con grupo técnico, asamblea no mixta, cine de niños y adultos, estructura de salud y apoyo psicológico, biblioteca y un centro social. Allí conviven refugiados de diferentes partes del mundo, personas que llevan décadas en el barrio o libertarios que forman parte de estructuras organizativas de este territorio. Lo más reseñable de Prosfygika, además de su emplazamiento, es su origen. Las casas fueron construidas para acoger a refugiados griegos durante la guerra greco-turca de principios del siglo pasado. Tras ello, el barrio sufrió episodios destacados como una batalla de la Guerra civil griega —aún se pueden ver los efectos de la metralla en sus desconchadas paredes—. Con el paso de las décadas muchas casas se fueron abandonado, dinámica que frenó la asamblea okupa de Prosfygika hace poco más de una década. Entonces organizaron unas estructuras que, con cambios como cualquier movimiento asambleario, siguen funcionando hasta el día de hoy. El barrio siempre ha estado en el punto de mira de los planes gentrificadores de los diferentes gobiernos griegos. Por paradójico que resulte, quieren construir allí un museo que explique la migración griega de hace un siglo, aunque para ello tengan que expulsar a migrantes de la actualidad. Además, quieren hacer un parking uniendo así la comisaría central y las cortes. Para ello solo tienen una traba: los habitantes organizados del barrio que ya han manifestado que no se irán de allí pacíficamente.

El hostigamiento de los elementos represores del estado ha ido en aumento en los últimos años, prueba de ello es el episodio acaecido en noviembre de 2022, cuando centenares de policías entraron por la fuerza en el barrio y detuvieron a más de 70 personas. Se produjeron batallas en el barrio durante toda esta jornada, puesto que los habitantes utilizaron —como siempre hacen— la autodefensa para disuadir a los elementos represores del estado. Desde entonces las actuaciones y detenciones no han cesado hasta que a mediados del pasado mes de junio se produjo otro episodio represivo deleznable. Tres personas fueron detenidas en el barrio sin previa justificación, siendo procesadas dos de ellas en los días siguientes. El barrio respondió como es costumbre y comenzó una batalla en la que la policía lanzó granadas y gases lacrimógenos. No les importó que en las calles hubiera niños, mayores o mujeres embarazadas. Un día más tarde un joven de 15 años que se dirigía a hacer unas compras fue retenido y golpeado por la policía. No es casualidad que detuvieran a un menor migrante que estaba solo. Durante el proceso contra los dos detenidos decretaron que 70 personas sin identificar estaban en búsqueda —ateniéndose a un nuevo cambio en el código civil griego—, algo que ha servido de acicate para detener a cualquier persona del barrio. Así este joven, el cual ni siquiera estaba en el barrio cuando ocurrieron los hechos, deberá demostrar ante un tribunal que no era una de las personas que defendía el barrio en un juicio agendado para 2026. Cabe señalar que el menor fue torturado en prisión con amenazas de violación a punta de pistola si no confesaba estar involucrado en los incidentes contra la policía. La falta de escrúpulos de los agentes quedaba demostrada así por enésima vez.

Desde el barrio han realizado un llamado de solidaridad internacional para que termine el hostigamiento contra las personas que dan vida a Prosfygika. La asamblea solicita gestos de solidaridad en los diferentes territorios, difusión de textos como este o concentraciones en consulados o embajadas de Grecia. Para más información o para dar apoyo financiero se puede contactar con ellos a través de sykapro_squat@riseup.net y seguir el día a día por Twitter en @Prosfygika. Como dicen en uno de sus últimos comunicados: hay que defender el suelo liberado, los valores y la libertad. Juntos en una misma lucha. Solidaridad con Prosfygika.

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