Jornadas de Lucha del 27-S. Una visión crítica de la huelga por Palestina.

Por reglib
7 min. de lectura

Las huelgas no se convocan, se ganan”.

Frase atribuida a Salvador Seguí.

Introducción

Estamos cerca de cumplir un año desde el comienzo del recrudecimiento del  genocido palestino por parte del estado de Israel. Hemos podido observar el brutal ataque del estado israelí y la pasividad de los estados occidentales (fieles defensores de sus derechos humanos), frente a sus socios en el medio oriente.

Ante todo esta situación ha surgido una gran indignación por ciertos sectores de la población. Una indignación representada de mil maneras: manifestaciones, actos culturales, acampadas universitarias… Y, finalmente, presenciamos la convocatoria de una huelga general; tan ansiada como inoportuna.

Tristemente la mayoría de estos actos (aunque se puedan haber realizado con buena voluntad) no dejan de ser representaciones de indignación, pero distan mucho de haberse articulado en torno a una estratégia eficaz para frenar el genocidio.

A pesar de existir un movimiento internacional que lleva décadas reclamando la disolución del estado de Israel, cuyo crecimiento se ha visto incrementado en este último año, en estos momentos se está especulando si el estado israeli va a invadir el territorio de Cisjordania; de igual forma que hizo con Gaza.

En este artículo vamos a intentar reflexionar sobre la decisión de convocar la huelga del 27S y analizar si realmente tiene sentido lanzarse a la huelga en la situación actual.

¿Es la Huelga la mejor herramienta para hacer frente al genocidio?

Ojalá poder decir que sí, pero la realidad es que en estos momentos es completamente irreal pensar que la huelga del 27S pueda tener un seguimiento relevante. En el contexto de desmovilización actual, los sindicatos alternativos no tienen la fuerza como para llamar a una huelga general prácticamente de un mes para otro y esperar que sea apoyada por la clase trabajadora. Si se quiere llegar a una huelga general es necesario desarrollar poco a poco, con mucho trabajo de base. No tenemos las estructuras sindicales para poder convocar una huelga general, nos guste o no. Pero, ¿qué hacemos ante esta situación? Nuestra postura es clara: es necesario empezar a trabajar hoy en la organización obrera para que el día de mañana tener la capacidad de desarrollar una lucha efectiva. Es necesaria una visión estratégica.

Ójala tener la capacidad de desarrollar mañana mismo un bloqueo en los puertos de toda mercancía que tenga por destino Israel. Ojalá poder parar la producción de armas y materiales militares que van a servir para engordar los arsenales de los distintos ejércitos burgueses. Ojalá pudiéramos volver a ser una fuerza organizada capaz de hacer frente al estado. Ojalá.

Pero esto no debe ser una triste añoranza de una fuerza que se tuvo y se perdió. Sino que debe marcar un objetivo por el cuál debemos empezar a trabajar hoy. Es necesario hacer un balance histórico acerca de cómo hemos llegado a esta situación y, a partir de ahí, trabajar para desarrollar una estratégia que nos vuelva a dotar de la fuerza para hacer lo que hoy parece imposible.

El peligro de las “huelgas”

Somos consciente de que la falta de capacidad para convocar la huelga no es algo que pille de nuevas a las organizaciones que convocan. Entendemos que la motivación de convocar la huelga no es tanto la de generar una presión desde la paralización de la producción, sino la de servir de huelga de apoyo para que quienes trabajen puedan participar de las jornadas de lucha. Aunque podemos entender esta postura nos parece peligrosa por varios motivos.

Por un lado, cuando se convocan este tipo de “huelgas”, en cierta medida se desdibuja la propia concepción de la huelga. Poco a poco desaparece del pensamiento colectivo la idea de una huelga real, una huelga que tiene sentido por si sola, creándose esta perspectiva de la “huelga” de apoyo. Esto alimenta esa visión de que las huelgas no sirven porque es cierto; si lo que convocamos son huelgas sin fuerzas las huelgas no sirven.

El otro problema reside en esta propia concepción de huelga de apoyo, ya que esta “excusa” para faltar al trabajo no sirve para todo el mundo. De hecho no sirve para la mayoría. Una huelga que no representa una fuerza solo puede seguirse allí donde no existe represión sindical, principalmente en la mayoría del funcionariado y ciertas grandes empresas que se encuentran ante una mayor vigilancia por parte de los sindicatos.

Esto nos coloca en una encrucijada y es que si se convoca la huelga para facilitar el acudir a las jornadas de lucha a estos sectores  se le está empujando al resto al esquirolaje o a la represión sin ningún objetivo. Fomentando la cultura del esquirolaje dentro y fuera de los sindicatos.

Conclusión

Para cerrar: es necesaria la recomposición de nuestra clase en torno al sindicato. Es necesario generar una verdadera organización obrera que nos pueda permitir actuar frente a nuestros enemigos. Pero para esto no podemos actuar de forma moralista o cortoplacista. Es necesaria una estratégia integral que nos permita empezar a reconstruir la fuerza sindical.

De cara a este 27S hacemos un llamamiento a todas a participar en las jornadas de lucha que se han convocado, pero también nos gustaría llamar a hacer una reflexión colectiva acerca de qué sindicalismo queremos de aquí a dentro de 10 o 20 años y qué papel pueden cumplir los sindicatos en jornadas como las de este mes en la actualidad.

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