Anarquía y cabeza fría: el especifismo como punta de lanza.

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“Las revoluciones sin teoría no progresan. Nosotros, los “Amigos de Durruti”, hemos esbozado nuestro pensamiento, que puede ser modificado según convenga en las grandes convulsiones sociales, pero que gira en torno a dos puntos esenciales que no se pueden evitar. Un programa y los fusiles”[1].

Las organizaciones anarquistas que se suscriben a la estrategia especifista hemos realizado nuestro primer Encuentro del Anarquismo Especifista. Este ha sido el siguiente paso en el recorrido de autocrítica y reformulación que iniciamos hace tiempo, separados pero dentro del mismo contexto, y que nos llevó a afirmar al especifismo como marco que lleva a la revolución que perseguimos. Dada la ocasión queremos, como militantes, poner sobre la mesa los aportes cualitativos que proporciona la estrategia especifista al conjunto de la lucha de clases. Esto equivale a explicar los motivos que nos llevan a organizarnos de esta forma y no otra, ya que tenemos un compromiso militante con nuestra clase que nos lleva a desear su abolición, como parte de la abolición del sistema de clases, de la forma más certera.

El texto se divide en cuatro partes más esta introducción. Empezaremos explicando que, como revolucionarios, nuestras acciones se deben al balance de las experiencias anteriores. Seguiremos explicando el concepto de militancia dual, parte fundamental del especifismo. En el tercer episodio desarrollamos el concepto de organización especifista y, finalmente, concluimos con la relación de la organización especifista con la estrategia.

Antes de comenzar el artículo, creemos conveniente explicar que cuando hablamos de la clase trabajadora la comprendemos en su relación, como clase, no como individuos, al sistema que ordena la producción y reproducción de nuestra forma de vida, en su totalidad. Es decir, la clase trabajadora no se puede comprender sin entender la totalidad de las formas concretas de opresión experimentadas en cuestiones como el género, procedencia étnica, etc. Todo esto nos lleva a analizar de forma científica la realidad para buscar la base material generadora de las condiciones particulares en las que la opresión racista, misógina, etc., se manifiesta.

1. Balance como piedra de toque

Empezamos el artículo reafirmando que no nos adherimos a la estrategia especifista por el azar, la atracción a una estética o las circunstancias que nos rodean, sino que la propulsamos sosteniendo que “el balance de la propia experiencia es la marca de acreditación de un movimiento revolucionario”, como se expone en el Senda[2]. Si adoptamos la estrategia especifista y no otra es por el balance del ciclo político anterior, el cual tenemos intención de superar para no cometer los mismos errores y, así, ser capaces de dejar atrás los lastres que acarreaban nuestras maneras de organizarnos. Con el ciclo pasado nos referimos concretamente al ciclo de luchas que se inician en torno al 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria, adquiere un carácter de masas con el 15M y se empieza a agotar después de las Marchas de la Dignidad del 2014 y el Procés en el 2017, mostrándose ya muy debilitado después del confinamiento debido al COVID en el 2020.

En concreto y de forma resumida, este balance se da en tres áreas: en lo particular de nuestra experiencia organizativa, en el momento concreto de la lucha de clases en el territorio del estado español, y en lo general de la lucha de clases a nivel internacional[3].

En el primer caso, se adopta la organización especifista para superar las limitaciones de las formas organizativas insurreccionales, autonomistas y de síntesis en el anarquismo[4]. En el mismo momento y de forma sincera, posicionamos el anarquismo como el germen de la revolución y de la abolición de la sociedad de clases.

En el segundo caso, adoptamos el especifismo para rechazar en las organizaciones de base la estrategia interclasista de los movimientos nacidos bajo el brazo del 15-M y los movimientos de liberación nacional. Es decir, nos organizamos en la organización especifista y en los movimientos que agrupan nuestra clase para luchar por la independencia política de la clase trabajadora.

Entendemos por independencia política de la clase trabajadora (o independencia de clase) como la capacidad de la clase trabajadora de mantener una estrategia propia en la lucha de clases, sin dejarse dirigir por los programas trazados por su enemigo ni actuar en su favor. Oponemos el concepto de independencia de clase al del interclasismo, que es la estrategia declarada de la colaboración de clases para la acumulación de fuerzas, y que también es la corriente que ha dominado la lucha del último ciclo político. La afirmación de la independencia de clase es inseparable de lo que pretendemos expresar las anarquistas cuando aplicamos la unidad entre medios y fines.

En el tercer caso, el análisis histórico de la lucha de clases a nivel internacional nos lleva a afirmar la necesidad de una organización específica, una organización de marcado carácter político que organiza específicamente a anarquistas que comparten un determinado programa acordado colectivamente. Esta afirmación no viene dada por un traspaso mecánico de las autocríticas nacidas tras las derrotas revolucionarias de la Comuna de París, el Territorio Liberado de Ucrania, la España del 36, la FAU en los años 70, etc., sino por un análisis en conjunto de sus experiencias. Este análisis histórico, contextualizado, nos permite extraer valiosas lecciones aplicables a la situación actual. Por ello, debido a nuestras condiciones materiales, no adoptamos de forma acrítica textos como La Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas, COPEI[5], o las publicaciones de Amigos de Durruti en Amigo del Pueblo. Un ejemplo de este balance, especialmente en el área de catalogación histórica mediante la correlación entre teoría y práctica del movimiento anarquista a nivel global, se ve en Bandera Negra, de Felipe Corrêa.

Este balance está siendo publicado en nuestro órgano de difusión, Regeneración Libertaria. Regeneración nace también de la reflexión, integrada en el balance, sobre la necesidad de un órgano que nos permita tener voz propia en los debates que se dan en el seno de nuestra clase y de sus organizaciones militantes. Reconocemos, por lo tanto, que el proletariado con pretensiones revolucionarias no se organiza exclusivamente en una única estructura orgánica y buena parte del impulso revolucionario sale del diálogo, invalidación y acreditación de las múltiples tesis revolucionarias desplegadas por el proletariado organizado en sus respectivas organizaciones.

2. La militancia dual

Fruto del balance histórico del cual hablamos, entendemos que la organización específica debe estar en constante contacto con las organizaciones de masas, formas espontáneas y potenciales organizaciones de la clase trabajadora. La relación debe ser de potenciación, una vez más, dentro de un sentido estratégico.

La necesidad de esta relación viene, principalmente, de la necesidad de corroborar empíricamente hipótesis sobre la revolución, viendo qué formas de organizarse son útiles, cuales no, qué necesidades son ampliamente sentidas por amplias capas de la clase trabajadora, etc.

Esto nos lleva a adoptar, a nivel de organización, una militancia dual, por un lado militancia dentro de la organización específica y, por otro lado, militancia en los múltiples frentes surgidos de las contradicciones del capitalismo[6].

En una primera instancia la militancia dual nos da la seguridad de estar impulsando un frente de forma positiva, sin cooptarlo. La militancia dual asegura que la organización especifista es una organización de cuadros militantes, los cuales van a trabajar para que su frente sea lo más útil posible para el interés general de la lucha de clases. En su militancia, en la organización especifista, los militantes de los frentes buscan poner la particularidad de su lucha al servicio de una estrategia total, superando el aislamiento en su propio campo.

Esta trabazón no es una táctica que nace de la nada o que intenta replicar dogmáticamente otros períodos de lucha, sino que es la respuesta a la independencia y “autonomía por la autonomía”[7] que se ha dado entre las diferentes organizaciones y sectores de la lucha obrera. Intenta superar la variedad de formas de coordinación de las luchas del ciclo pasado, que han fomentado, en parte, compromisos, renuncias y conflictos internos, llevando a estas a servir al programa pequeñoburgués[8]

3. La organización especifista

Podemos decir que, al contrario que las organizaciones partidistas “al uso”, la organización especifista da prioridad al avance de los frentes de lucha en la lucha más concreta, postulándose como una herramienta para ellos. Pero este no es el elemento distintivo de la organización especifista. El elemento distintivo de la organización especifista es la capacidad de generar una estrategia total, participando y extrayendo lecciones y sabiduría de todos los frentes de lucha de nuestra clase, para abordar el capitalismo como totalidad. 

Como parte de esta estrategia total que queremos construir no aceptamos irreflexivamente la forma que toma la lucha de clases actual, la cual denominaremos forma-frente. Ésta se organiza en torno a frentes, de facto inconexos entre sí, reflejando la fragmentación actual de la clase trabajadora y la concepción burguesa de la realidad como compartimentos estancos. Si nos organizamos como anarquistas en estos frentes y, consecuentemente, moldeamos la organización especifista también en base a estos frentes, se debe a que la realidad nos viene dada y, ya que queremos que sea distinta, tenemos que incidir en ella para cambiarla y adaptar nuestras herramientas de la mejor forma posible con el objetivo de transformarla.

En consecuencia y a raíz de nuestro análisis materialista, a día de hoy, buscamos aglutinar y organizar en la organización especifista a aquellas personas que compartan los posicionamientos políticos que hemos compartido públicamente en este medio y, en pro de construir la fuerza social, nuestra militancia en espacios más amplios no es necesariamente donde haya más gente por un problema concreto, si no, ateniéndonos a desarrollar la estrategia especifista, participamos en espacios cuyas características cualitativas sean propicias a acumular suficiente fuerza bajo un programa de clase que genere estructura con bases democráticas. De esta forma, buscamos evitar la reproducción del discurso imperante fruto de la ideología burguesa en los espacios en los que participamos.

A través de la organización especifista queremos superar la forma-frente actual, caminando hacia una unificación de las luchas que prefigure la unidad orgánica de la clase trabajadora. Esta unidad orgánica, en tanto que organización de la totalidad de la clase, aparenta ser posible en distintas formas, pero es el balance de la experiencia militante, de la coyuntura del momento y de las necesidades de la lucha las que determinarán qué forma toma.

Independientemente de esto, consideramos más importante el contenido que la forma de esta unidad orgánica, entendiendo que la forma y el contenido son indisociables. La forma organizativa más potente es inadecuada a su objetivo final de abolición de la sociedad de clases si su contenido no es el de la lucha revolucionaria de la clase trabajadora. Por este motivo, intervenimos en los frentes de lucha actuales para, por encima de las luchas partidistas, conquistar y defender la independencia política de nuestra clase. Siguiendo la doctrina de la unidad de los medios y fines, solo dotando de un programa de clase a los frentes de lucha podrán estos alcanzar una unidad orgánica de clase trabajadora que supere su forma actual.

Si bien el proletariado, por número, ha sido el protagonista de las luchas libradas desde el principio de este siglo, no lo ha sido en cuanto a los intereses que defendía. Una vez más, se evidencia que por mucho que un grupo social sea el protagonista principal de un movimiento, organización, etc. no tiene por qué defender aquellas posturas que le benefician. Es decir, en este caso, la clase en sí no lleva intrínsecamente su propio programa para la emancipación, y tenemos que reconocer que bajo la forma de lucha encuadrada en la lucha social “autónoma” se han logrado algunos avances que mejoran la calidad de vida de nuestra clase, la clase trabajadora. Pero, para superarnos como clase, las próximas luchas que libremos tienen necesariamente que desarrollarse encaminándose hacia el horizonte del comunismo libertario. Para ello, nuestra principal tarea como movimiento especifista es la hegemonización del discurso de clase y el programa revolucionario. Este programa revolucionario será fruto del esfuerzo colectivo de la clase, del diálogo entre múltiples sectores de la clase y del necesario debate orgánico que finaliza con la toma de decisiones democráticas y solo se reabre a la luz de nuevos avances científicos que pongan en entredicho las posturas acordadas.

4. Una estrategia para la revolución

La organización especifista es un catalizador para unificar la clase obrera en una teoría revolucionaria. La piedra angular que sostiene las funciones de la organización especifista mencionadas anteriormente es la capacidad de la organización especifista para ser un centro de creación de discurso y estrategia para la totalidad de la clase trabajadora. Esto quiere decir que, con la militancia dual y la inserción social[9], la organización especifista permite a la clase trabajadora hacer balance de su posición, sus experiencias de lucha y sus enemigos, y aplicarlo para seguir avanzando en su camino hacia la propia abolición. 

“Proponemos que, en vez de ser dirigida por el sentido común, la clase trabajadora revolucionaria, en cada momento de la lucha de clases, ha decidido su dirección de una forma racional y científica, es decir, que en cada momento ha valorado su posición, sus posibilidades, la información y conocimiento de la que disponía y ha actuado en consecuencia” [10]

Uno de los objetivos de la organización especifista es, entonces, ser órgano consciente de la clase trabajadora revolucionaria.

Como se expone en el Senda, la falta de estrategia propia ha sido uno de los factores de la victoria del interclasismo en el seno de la clase trabajadora, y la organización especifista nace en respuesta a esta derrota para nuestra clase. Es lógico, entonces, que la organización especifista quiera ser una organización que ordene su actuación a través de la estrategia revolucionaria.

Creemos que la organización especifista proporciona una respuesta coherente y total a la necesidad de organización revolucionaria de nuestro momento, capaz de asumir, impulsar y desarrollar en su seno todos los frentes con potencial revolucionario donde puede intervenir nuestra clase. Sostenemos que este esquema de actuación puede acumular fuerzas de una forma cualitativa y cuantitativa dentro de una teoría revolucionaria, iniciando el camino que posibilite la revolución. Es nuestra responsabilidad militante seguir adelante, avanzando la causa proletaria hasta abolir la sociedad de clases.

En resumen, entendemos el especifismo como un marco teórico, con sus conceptos definidos en base a una práctica y fruto de un balance. Este marco es adaptable y la forma concreta de organizarnos responderá a la situación concreta en la que nos hallemos. Con la inserción social, llevada a cabo por medio de la militancia dual, podemos aportar al avance de la lucha de clases, sobrepasando lo concreto y elevándolo a la totalidad de la lucha política del proletariado por la abolición de la sociedad de clases y con ello de toda opresión.

T. Morago y Malfainer


[1]Balius, J. (s. f.). Una teoría revolucionaria. El Amigo del Pueblo, 5. https://www.grupgerminal.org/?q=system/files/Unateoriarevolucionaria-Balius-julio37.pdf

[2]https://www.regeneracionlibertaria.org/2024/02/26/senda-balance-militante-de-la-experiencia-de-la-federacion-estudiantil-libertaria/

[3]Para profundizar sobre el concepto de “balance”, ver https://serhistorico.net/2023/06/06/la-historia-es-un-campo-de-batalla-mas-de-la-guerra-de-clases-en-curso/

[4]Para una introducción a las críticas a las formas autonomistas y de síntesis, leer https://www.regeneracionlibertaria.org/2024/05/29/poder-popular-y-anarquismo-especifista o https://blackrosefed.org/especifismo-la-praxis-anarquista/. Para una introducción a la crítica a la concepción insurreccional del anarquismo, ver https://www.regeneracionlibertaria.org/2014/10/28/las-razones-del-anarquismo-social/ o https://www.regeneracionlibertaria.org/2014/06/11/can-vies-poder-popular-o-insurreccionalismo/ .

[5]Documentos internos de estrategia de la Federación Anarquista Uruguaya. Disponible en http://federacionanarquistauruguaya.uy/copei-1a-parte-documentos-de-fau-1972/ y http://federacionanarquistauruguaya.uy/copei-2a-parte-documentos-de-fau-1972/. Vía Libre, nuestra organización hermana en Colombia, desarrolla sobre estos documentos en https://grupovialibre.org/2010/11/02/sesion-no-15-reflexiones-sobre-los-textos-copei-i-y-ii-de-la-federacion-anarquista-uruguaya-fau/

[6]https://www.regeneracionlibertaria.org/2023/12/05/el-anarquismo-ante-el-nuevo-ciclo-politico

[7]“Por “la autonomía por la autonomía” nos referimos a la consagración de la libertad de cada asamblea, núcleo o sede de un movimiento para decidir teoría, estrategia, discurso, posicionamientos, etc.” Esta ha sido la norma en el ciclo anterior. Oponemos a esta autonomía la unidad discursiva, táctica y estratégica construidas desde el debate honesto y efectivo: “[Los efectos de la autonomía por la autonomía] generan una organización incapaz de ejercer su mandato: multiplicar las fuerzas anarquistas que la forman, hacer que el todo sea más que la suma de las partes. No basta con la voluntad de ser una organización general: hacen falta los mecanismos para unificar las posiciones, para hacer análisis adecuados y para resolver los conflictos”. Citas extraídas del Senda, citado anteriormente.

[8]No achacamos estas renuncias y compromisos en los frentes a la autonomía por la autonomía ni a que en los espacios intervengan una diversidad de agentes, sino a la renuncia a la independencia de clase y a la falta de un programa estratégico total y revolucionario, síntomas que favorecen la aparición del reformismo. Al no contar nuestra clase en este periodo con un claro referente de vanguardia capaz de contestar y poner en tela de juicio la ideología hegemónica, las proclamas surgidas por la mejora de las condiciones de vida tomaron forma dentro de este esquema de pensamiento pequeñoburgués con tintes de socialdemocracia re distributiva pero que al negar la existencia del proletariado no consideramos socialdemócrata. 

[9]Para ver una introducción al concepto de inserción social y a otros conceptos clave de la organización anarquista especifista, ver “Conceptos Fundamentales de la Organización Anarquista Específica” (https://mega.nz/file/9XBUHCBR#Ac_HvBd_MVf_q3SF2DX5wVcfv8YUoxse5P190VSDy4M) traducción de https://theanarchistlibrary.org/library/tommy-lawson-foundational-concepts-of-the-specific-anarchist-organisation

[10]https://www.regeneracionlibertaria.org/2024/06/04/el-programatismo-y-el-abolicionismo-en-el-recorrido-de-la-lucha-de-clases/

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