¿Por qué deberíamos leer a Bertolt Brecht?

«General, el hombre es muy útil. Puede volar y puede matar. Pero tiene un defecto: Puede pensar».

3 min. de lectura

Bertolt Brecht era un desconocido para mí hasta que comencé mi proceso de politización. Pude terminar mis estudios sin saber siquiera su nombre —habrá quién diga que no se puede aprender todo, a lo que contesto que podríamos prescindir de más de un gentilhombre para hacer hueco a autores como Brecht—. En mi proceso de (re)aprendizaje sus citas comenzaron a sobresalir, primero con timidez, después con furia desbocada. Cantantes, autores o artistas —algunos marginales, otros de la talla de Silvio Rodríguez— recordaban a este hombre enterrado para la inmensa mayoría en el cajón de la historia. En gran medida debido a que puso el foco en los derrotados en la guerra más larga y mortal de la humanidad.

«En los libros figuran los nombres de los reyes.

¿arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

y Babilonia, destruida tantas veces,

¿quién la volvió a construir otras tantas?

¿en qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

la noche en que fue terminada la Muralla china,

¿adónde fueron los albañiles?».

Recientemente, buceando entre las estanterías de La Magdalena en Madrid, me topé con Poemas y Canciones de Brecht. No dudé en sacarlo de la biblioteca. Se trata de un recopilatorio de escritos que resumen parte de su vida, agitada sobremanera con la llegada al poder de los nazis a su tierra natal, lo cual provocó que tuviera que emigrar. Desgarran algunas líneas sobre el exilio en el sombrío 1941, año en el que la victoria nazi en la II Guerra Mundial parecía evidente.

«Huyendo de mis compatriotas

he llegado a Finlandia.

Amigos que ayer no conocía

disponen camas para mí

en un cuarto limpio.

Por la radio oigo las noticias

sobre el triunfo de la escoria humana.

Con curiosidad considero el mapa de la Tierra.

Arriba, por Laponia,

hacia el mar Ártico,

todavía veo una pequeña puerta».

Leer a Brecht significa desdeñar parte de la historia inculcada, enseñada por los opresores de hoy, herederos de la explotación del ayer. Significa darse cuenta de la desmemoria a la que han sido relegadas tantas personas que merecen más páginas que aquellos que estudiamos hasta la saciedad. Brecht decidió mancharse la manos de tinta para honrar a la personas que más lo merecían. Brecht debería ser de lectura obligatoria para toda mente crítica dispuesta a repensar la historia.

«Tuvimos muchos señores,

tuvimos hienas y tigres,

tuvimos águilas y cerdos.

y a todos los alimentamos.

Mejores o peores era lo mismo:

La bota que nos pisa es siempre una bota.

Ya comprendéis lo que quiero decir:

No cambiar de señores, sino no tener ninguno».

Comparte este artículo
Deja un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

five + five =