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A toda la militancia de nuestra Organización,
A todas nuestras colaboradoras y simpatizantes,
A todas nuestras aliadas y compañeras de lucha,
El pasado 23 de noviembre más de 170 mil personas venidas de diferentes partes de Catalunya tomaron las calles de Barcelona bajo la consigna determinada de S’HA ACABAT. No solo con importantes reivindicaciones en el tema de vivienda y alquileres, sino también con la claridad de que si éstas no se atienden, será el propio movimiento popular el que las pondrá en prática por la vía de los hechos. En ese sentido, quizás el logro más importante del 23N ha sido conquistar el imaginario colectivo de las inquilinas de todo el país con la idea de una huelga de alquileres.
Nos encontramos en un momento importante, en que los próximos pasos determinarán el futuro de la lucha por la vivienda. Mientras reflexionamos y compartimos las experiencias que nos aportó el mes de noviembre de cara a futuras movilizaciones y al Segon Congrés del Moviment per l’Habitatge de Catalunya (en adelante, Segon Congrés), consideramos importante concretar algunas cuestiones de nuestra Línea Estratégica en la lucha por una vivienda digna, publicada en abril del año pasado.
La movilización territorial amplia, el desborde en las calles y la difusión de una perspectiva combativa hacia la huelga, marcan una importante victoria táctica del Movimiento por la Vivienda (en adelante MxH, por sus siglas en catalán). Ahora bien, para transformar esta victoria táctica en una victoria estratégica, es decir, consolidar la acumulación de fuerzas hacia la conquista de marcos organizativos y reivindicativos a medio y largo plazo, es imprescindible orientar nuestra acción hacia cuatro tareas que ayuden al MxH a transformar-se realmente en un movimiento de masas, fuerte, combativo y bien organizado. Si bien es cierto que el éxito del 23N no ha sido improvisado, sino fruto de años de construcción, tenemos que tener presente el hecho de que hemos ganado una batalla importante, pero aún toca ganar una guerra muy larga.
Consideremos, pues, las cuatro tareas:
- Desarollar mejores criterios para el trabajo de base a nivel de masas
Una crítica y autocrítica frecuente en el MxH es que éste esté dirigido por una mayoría catalana, blanca y con estudios universitarios, frente a una base social mucho más diversa y frecuentemente más precaria. Frente a eso viene creciendo el debate a cerca de una superación de la división existente entre la figura de quien milita y de quien solamente busca solucionar su caso personal.
Creemos, pero, que esto es imposible, y que aunque surge de un planteamiento justo, la solución que marca és muy ingenua y solamente podría tener posibilidades de éxito en un contexto de pequeños colectivos y ciertamente no para un movimiento de masas. Y como nuestro objetivo es un movimiento que organice a millones de personas, tenemos que buscar una manera más realista de enfocar el problema. Para lograr avanzar en esta situación será necesario:
- No esconder las diferencias bajo el miedo de romper con la igualdad. Al contrario, la igualdad empieza cuando aceptamos las diferencias y nos disponemos a trabajar con ellas, sincera y éticamente. Hay que reconocer que los movimientos sociales se componen por dos pies, siendo uno la militancia y otro su base social; una base que en el sindicalismo de vivienda asume el carácter de persona afiliada y afectada. Hay que aceptar y reconocer que buena parte de esta base no se transformará en militante, y que no se la puede obligar a ello. Pero al mismo tiempo hay que fomentar que las personas que quieran, puedan transformarse en militantes. Por eso, antes que nada más hay que aceptar los diferentes niveles de implicación y formalizarlos dentro de una estructura clara, en la que queden claros los deberes y derechos de cada uno y definir las políticas de transición entre uno y otro. Nadie nace militante y es importante estimular la formación y la toma de responsabilidades de manera progresiva y dentro de una dimensión colectiva que facilite y motive, rompiendo con el predominio de las informalidades y la iniciativa individual. Eso sí sería realmente democrático.
- La prioridad no puede ser la formación de liderazgos, sino de comunidades. Crear comunidades participativas, autogestionadas y activas; es el caldo de cultivo para que de los conflictos se formen militantes sin alimentar a los egos que peligrosamente pueden elevarse por encima de la lucha colectiva. Con comunidades nos referimos a comités de bloques o de barrios, secciones sindicales etc. además de la confluencia de todo esto en un gran movimiento, una gran comunidad. Un concepto que el MxH tiene la oportunidad de seguir redefiniendo; abandonando determinismos excluyentes basados en burbujas identitarias y abriéndose a la creación de nuevas respuestas y estructuras sociales y políticas basadas en el abordaje conjunto de las diferentes opresiones que se entrecruzan en la lucha. La militancia que hay que crear y formar no es la de líderes y dirigentes, sino la de coordinadoras y dinamizadoras, donde lo fundamental no es el carisma, sino la comunidad y las ganas de implicarse de cada persona, haciendo que toda persona pueda participar sin depender de características específicas y demasiado normativas al sistema que queremos destruir.
- Generar los espacios donde poder establecer una práctica dialogada, horizontal y constructiva entre los diferentes sectores y realidades que se encuentran en la lucha del MxH. Apoyando el apoderamiento y el desarrollo de la voz, la fuerza y el “poder hacer” de aquellos sectores más oprimidos entre quienes formamos parte de la lucha por la vivienda y otras luchas. Dando forma a un movimiento que implique y llegue a todas. Construyéndolo desde una igualdad diversa y compleja, que tenga en cuenta y explicite sus interseccionalidades y actúe firmemente en contra de las opresiones e instrumentalizaciones que también se pueden reproducir dentro de la misma clase y el mismo movimiento.
- Desarrollar la responsabilidad colectiva y la perspectiva a largo plazo, es decir, fortalecer una cultura y un estilo militante que le tenga cariño a la dedicación, la seriedad y el compromiso aplicados en el desarrollo de un trabajo regular y constante, así como la confianza en la delegación de tareas. Romper del todo con los vicios del activismo, las informalidades y el individualismo.
2) Tener un objetivo de largo plazo que se pueda actuar en el ahora: desear y actuar la autogestión
Estamos en un momento de efervescencia de un MxH compuesto hegemónicamente por la izquierda más radical y anticapitalista, cuyas reivindicaciones han ido ganando eco. La cuestión de la vivienda no solo ha tomado el debate público, sino que también está en el centro de la preocupación de la gran mayoría de personas, estén movilizadas o no. Pero mientras aumente la presión, no debemos subestimar la capacidad de adaptación y absorción del Sistema de Dominación Capitalista, además de su capacidad para la represión.
Por lo tanto, hay que empezar a pensar en qué haremos después, cuando la mayoría de la gente quede satisfecha con alguna reforma, o cansada, o con miedo. Y eso vale sobre todo para nosotras, la militancia revolucionaria que ve en los sindicatos de vivienda no un fin en sí mismo, sino un medio para atacar al propio capitalismo y construir una nueva sociedad.
Nuestro papel tiene que ser el de dotar al movimiento popular de herramientas y objetivos que puedan llevar a una transformación social profunda, cosa que es bastante diferente a buscar imponer la ideología y la dirección de un partido al conjunto del movimiento.
Las revoluciones y las grandes transformaciones sociales solo son posibles si hay un cambio en los deseos, aspiraciones y consciencia de las clases oprimidas. Es fundamental conseguir que no sea suficiente pagar menos de alquiler y tener sueldos más altos para ampliar la seguridad, tranquilidad y el poder de consumo de ciertas partes. Si no trabajamos por la superación de estos deseos, añadiendo un deseo por algo mayor, el sindicalismo de vivienda estará condenado a repetir los pasos que siguió gran parte del sindicalismo laboral.
Por eso, como organización anarquista y revolucionaria cuyo objetivo finalista es la realización del comunismo libertario, defendemos trabajar la difusión de consignas del tipo LA CASA ES DE QUIEN LA HABITA, en complemento a las otras consignas de las reivindicaciones sociales. Esta consigna busca concretizar y sintetizar lo que tiene que ser el objetivo último del MxH: la colectivización de la vivienda, mediante la expropiación y la abolición de la propiedad privada. En otras palabras, se trata de buscar construir y difundir entre las clases oprimidas, más allá del deseo por mejoras parciales inmediatas, el deseo por la autogestión de la vida en todos sus niveles y de manera colectiva.
Para el sindicalismo de vivienda, dotarse de un programa de poder popular que tenga como fin la autogestión de la esfera reproductiva de la vida, quiere decir ser capaz de, a través de los conflictos, transformarse en agente creador, regulador y organizador de la comunidad. Este es el salto programático que permitirá al MxH prepararse para las próximas décadas, y hacer que los sindicatos de vivienda poco a poco empiecen a experimentar, a practicar y a disputar el control directo sobre el territorio: del piso al bloque, del bloque a la calle, de la calle al barrio, del barrio al municipio. Tratando de tomar y reorganizar la esfera reproductiva de la vida a partir de una dimensión territorial concreta, donde la acumulación de la fuerza social del MxH pueda escalar, no solo en conflictividad sino en la capacidad para gestionar el territorio, es decir, de todas las necesidades reproductivas de la vida: salud, seguridad, educación, manutención, higiene, etc.
3) Superar el sectarismo y el vanguardismo
Mientras nos movilizamos y ocupamos las calles, nuestro enemigo nos observa. Desde lo alto de sus palacios y en la tranquilidad de sus mansiones, continuamente se prepara, poniendo sus abogados a construir pertrechos, hablando con políticos y disponiendo la maquinaria para mover su pequeño ejército privado de matones, si hace falta. Pero no solo hace eso, el enemigo también espera que cometamos errores, y que la división entre nuestras filas pueda hacernos más débiles.
Las diferencias políticas existen y son importantes, pero centrarse en ellas antes que en la lucha común, hacer una cruzada sobre quién tiene las mejores ideas, es del todo estéril:
El sectarismo es la intolerancia a las posiciones, opiniones, ideologías o prácticas diferentes de las propias o del propio movimiento, organización, grupo, etc. Viene acompañada de la arrogancia, vanidad y oportunismo, colocados por encima de la lucha por la transformación social. Así, una práctica sectaria pautará la política por la diferencia, afirmándose por la negación y denuncia del otro, buscando el conflicto en vez del consenso colectivo y del debate fraterno. (…) Las diferencias políticas, ideológicas y estratégicas de hecho existen en la izquierda, pero ningún movimiento social o ideología avanzará en solitario en el proceso de transformación social. Forma parte de la lucha saber construir alianzas, composiciones y articulaciones (…). Una práctica política ética que respete las diferencias políticas y busque siempre el fortalecimiento de la clase trabajadora es el que diferencia una propuesta liberadora de un proceso autoritario; una meta democrática de un método impositivo.
No son solo bellos discursos que convencerán el pueblo de su fuerza y capacidad de lucha. Será su participación concreta y efectiva en la organización de los trabajos de base (…) en prácticas colectivas que generarán acumulación y poder popular. Tampoco es con una bella retórica que llevaremos a cabo las demandas populares, antes al contrario, es a través de la participación política directa, con el pueblo organizado deliberando sobre su cotidianidad; en el ejercicio práctico con el apoyo de una teoría volcada en la realidad y nutrida por esta. Se trata así de promover un avance con el pueblo sin “idealizaciones” o “ideologizaciones”, o simplemente limitarse a lanzar “programas máximos” de cara al no establecimiento de un diálogo con la cotidianidad de las personas. Pero sí trazar objetivos, construir un programa mínimo y planes de acción proporcionales a las exigencias de la realidad y de la práctica.[1]
Hay que desconfiar y combatir todas las formas de sectarismo y vanguardismo, no importa la ideología bajo la cual se manifiesten. Hay que vigilar y evitar cualquier ingenuidad hacia aquellos que llevan a cabo este tipo de prácticas. Pero tampoco hay que dejar margen para atrincherarse y concentrarse totalmente en este conflicto, generando una oposición que solo reforzará las actitudes sectarias y vanguardistas. Antes de nada, estas actitudes se combaten mejor construyendo un movimiento fuerte y bien organizado que se libere a sí mismo de estas dinámicas. Promover la ética y un estilo militante coherente con nuestros fines es lo más importante para derrotar en mayoría y a través de la lucha popular, marginalizando al sectarismo y el vanguardismo.
4) Construir el Frente de Clases Oprimidas
Ya hemos mencionado anteriormente cómo la lucha por la vivienda debe inscribirse dentro de un paradigma más amplio, que definimos como el Poder Popular. Es decir, la reunión de diferentes sectores en lucha que puedan desarrollar una capacidad de actuación propia que solucione los problemas, sea capaz de construir infraestructuras, tener un control territorial, desplegar una gestión democrática de y por la sociedad, etc. Pero el camino hacia el Poder Popular no es tarea fácil, y a veces nos podemos quedar atrapadas con objetivos y consignas demasiado alejadas de la realidad. Por eso, como cuarta y última tarea, nos cabe desarrollar una herramienta que permita avanzar hacia un poder popular concreto y tangible, que se refleje en la realidad de la lucha de clases.
Al mismo tiempo que hay que darlo todo, hay también que tener cuidado. El MxH no es el nuevo sujeto revolucionario, y la vivienda posiblemente no sea el conflicto decisivo que encenderá la chispa de la revolución. Es una lucha importante, y donde hay un conflicto vasto, es verdad. Pero este conflicto, como vimos, solo puede generar transformación social si su escalada no es solo una carrera hacia arriba, sino que también apuesta por la multiplicación, ampliación y refuerzo del resto de conflictos y contradicciones de nuestra sociedad que se originan a partir del Sistema de Dominación.
Por eso, mientras mantenemos la comprensión de que el agente central de la lucha es la clase trabajadora, es primordial expandir la dimensión del sujeto de la transformación social hacia otras formas de dominación y opresión. La dimensión del conflicto hacia las clases oprimidas, sin centrarse únicamente en una definición económica como clase trabajadora u obrera, es aún más importante si hablamos de que la lucha por la vivienda se da en el terreno de la esfera reproductiva. De esta manera ampliamos el conflicto entre inquilina (sea de alquiler, ocupación o hipoteca) y propietario, para atacar el Sistema de Dominación en sus otros pilares: el racismo y la vil Ley de Extranjería, el patriarcado y la violencia de género, que atraviesan profundamente la cuestión de la vivienda; y también expandirse hacia otros sectores como la cuestión ecológica en que el actual modelo de ciudad es un nodo central así como la campesina.
Así que para empezar, el Frente de Clases Oprimidas tiene que materializarse en alianzas con otros sectores, como ya está pasando y se vio en el 23N con la fuerte presencia del sindicalismo laboral, el movimiento antirracista, el movimiento feminista y el movimiento ecologista. Pero también implica que el MxH busque incorporar en su lucha específica elementos de estos otros movimientos. Como por ejemplo luchar para facilitar y ampliar el empadronamiento de personas migrantes, poder disponer de bloques para la recepción de personas sin papeles o de víctimas de la violencia de género que necesitan otra vivienda.
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Seguimos buscando las maneras de superar las dificultades con las que nos encontramos en el desarrollo de nuestra actividad en el MxH, pero también en todos aquellos movimientos de clase que busquen transformar la sociedad desde sus raíces.
Ante los diversos tipos y grados de presión y opresión que viven las diferentes realidades sociales que forman nuestros movimientos;
Ante los procesos de alienación, desinformación e “incapacitación” perpetuados durante años; Ante la desilusión y desconfianza hacia los procesos políticos y organizativos;
Ante los intentos de asimilación y cooptación de las luchas por parte del Sistema de Dominación Capitalista:
Nuestra Organización debe tener una visión y una acción holísticas, dialogadas y construidas colectivamente, desde una estrategia y una ética que vengan de y se aterricen en las realidades que nos conforman como movimiento. Estableciéndose como las bases que nos permitan construir, con la paciencia y el trabajo adecuado, el camino que supere las dificultades que atraviesan cada realidad, al mismo tiempo que abrazamos las oportunidades que puedan surgir y que seamos capaces de crear. Todo, para construir un movimiento establecido en una comprensión de la participación militante que se erige como necesaria para superar el actual estado de las cosas y construir una realidad mejor y otra forma de vivir.
El 8 i 9 de febrero marcarán un desarrollo importante para el MxH. Pero el día más importante será el 10, cuando empezará todo: el trabajo de concretar sus decisiones y caminar no solo hacia una organización conjunta, sino hacia la lucha conjunta y la victoria del pueblo.
EMBAT – Organització Llibertària de Catalunya
Gener 2025