Judo Revolucionario

Reflexiones sobre la comprensión de la estrategia Especifista, la construcción de Poder Popular y la Gimnasia revolucionaria

Por liza
25 min. de lectura

Advertencia: Este texto NO está dirigido al movimiento libertario en su sentido más laxo. Quienes no hayan realizado un balance profundo y honesto o, tras cierto análisis, hayan concluido que nada en su estrategia debe ser revisado, NO ENCONTRARÁN AQUÍ NINGÚN MENSAJE PARA ELLOS.

Quienes profesan una fe tan inquebrantable fundamentada en las interpretaciones más integristas de La Idea o los que su experiencia “particular” no le haya enfrentado al amargo gusto de otra derrota y se sienten completos, saciados y confirmados con el impacto de su acción política, ESTE ARTÍCULO NO ES PARA VOSOTROS.

Aquí escribo para mis compañeras, las que se cuestionan hasta el tuétano, las que sienten que el anarquismo tiene un compromiso con la autocrítica más radical y la realizan de mil amores, huyendo de la impostura, porque quieren cambiar el mundo. Escribo para aquellas con las que he tenido la suerte de encontrarme, con las que avanzo en el objetivo de construir un Anarquismo estratégico para una revolución socialista de masas.

El Especifismo y el Plataformismo forman parte de una corriente del anarquismo que, en su expresión más básica, supone un avance importantísimo en la tradición libertaria con respecto al resto de corrientes estratégicas. Negándose a aceptar la típica apelación a unos supuestos principios libertarios unívocos e incuestionables, que no es otra cosa que la amenaza de una retirada de “carnet”, las compañeras que se reúnen en torno a esta tendencia, que llamaremos anarquismo organizado revolucionario, han discutido varios dogmas tendenciosos.

Mis compañeras se han negado a aceptar que la única práctica militante libertaria compatible con los valores anarquistas es la realizada de forma individual y a nivel de masas. Frente a esa imposición, han afirmado que la creación de organizaciones ideológicas, para intervenir en los procesos sociales, que construyesen unidad estratégica y de acción, no solo eran más prácticas y útiles para un proyecto emancipador de masas, sino que además eran más coherentes con los principios libertarios porque facilitan los procesos de reflexión y autocrítica conjuntas.

Lo que así dicho parece una obviedad, en el movimiento libertario supone un auténtico salto adelante. En mi opinión, mis camaradas en Madrid, en Cataluña, en el resto de las regiones del estado español y a nivel internacional, han sido y son muy valientes por enfrentarse a sus contradicciones y llevarlas hasta el final. Cuando romper con el sentido común y con la tradición, en la peor de sus acepciones, supone poner en riesgo tus espacios de socialización y tu entorno más cercano, la valentía es doble.

Ahora bien, una vez afianzada esa primera cuestión y establecido que la Organización Especifista y la Militancia Dual son coherentes y estratégicamente más efectivas que otras formas de militancia, toca empezar a responder la pregunta clave: ¿Cuál es el objetivo o tarea que pretende cumplir dicha organización? En otras palabras: qué significan realmente conceptos como Poder Popular, Huelga General Insurreccional o acumulación de fuerza social. Estas preguntas son esenciales porque de su respuesta depende tanto la forma de construcción de la organización específica, como su relación con los diferentes espacios de tendencias y de masas.

Obviamente, no podemos ni pretendemos responder todas estas cuestiones de manera unívoca en este artículo, pero sí que voy a intentar dejar por escrito algunas cuestiones que me parece interesante no olvidar ni postergar demasiado.

¿Gimnasia Revolucionaria Especifista?

El concepto de «gimnasia revolucionaria», atribuido a García Oliver en la época del pistolerismo, puede entenderse como la implementación de una táctica que tiene como principal objetivo generar diferentes situaciones en la que las revolucionarias pudiesen aprender, en y a través de la práctica, lecciones que les servirían una vez se abriese un proceso revolucionario amplio.

Se trataba de generar grupos capaces de armarse, de combatir al enemigo, de favorecer procesos de autoorganización de la clase trabajadora y de elaborar desarrollos políticos. Cabe señalar que no solo tenía como objetivo servir de campo de entrenamiento para la clase trabajadora y sus miembros más combativos, también pretendía avanzar en la construcción de estructuras de autodefensa. Como solo me serviré de este concepto por su potencial ilustrativo, en el sentido más explícito del término, pido disculpas de antemano por haberlo simplificado y resumido de esta manera.

Para el objetivo que tenemos en este artículo, se trata de pensar cuál puede ser la Gimnasia Revolucionaria de las Organizaciones Especifistas de la actualidad y de nuestro contexto más cercano, y confrontarla con sus objetivos para ver si están cumpliendo o no su función, o directamente si su función está clara. Mi hipótesis, como se irá desvelando, es que hay interpretaciones dispares de los conceptos e ideas claves dado que el desarrollo de la estrategia Especifista es aún, al menos en el estado español, muy joven. La táctica organizacional, el Especifismo, ha tomado el centro y de momento nos ha nublado un desarrollo integral de la estrategia revolucionaria de masas.

En muchos textos hemos dicho, de formas diversas, que las tareas de las Organizaciones Específicas en los movimientos de masas y en las luchas sociales eran combatir a las burocracias, potenciar los espacios de autoorganización de clase, aportar visión estratégica y análisis sistémico o, de forma mucho más poética y también más vaga; acumular Fuerza Social, en un proceso acumulativo que llamamos Poder Popular y que, hipotéticamente, nos llevaría a construir las condiciones que posibiliten enfrentar a la burguesía en un proceso de Huelga General Insurreccional, entre otros.

Estas intervenciones pueden ser entendidas como un fin en sí mismo, pero sin duda también podemos y debemos concebirlas como parte de un proyecto de Gimnasia Revolucionaria que nos permita desarrollar las experiencias necesarias para abordar un proceso agudo de lucha de clases. Estaríamos hablando de dos sujetos que se ejercitarían en estos procesos; las masas y las militantes revolucionarias de las Organizaciones Específicas. Debemos afianzar y señalar de una vez que esta “intervención social” tiene como uno de sus objetivos principales servir a la organización revolucionaria libertaria y a sus militantes como espacio de capacitación y de crecimiento. Esta conexión con la realidad social, fuera de toda teorización y de nuestros guetos, es la que nos permite crecer a la par que crecen los espacios más amplios de lucha.

Fitness revolucionario, los límites del pensamiento etapista y acumulativo

Venimos diciendo que las Organizaciones Específicas Revolucionarias intervienen en los procesos sociales para favorecer la acumulación de Fuerza Social en un proyecto de Poder Popular. Sin embargo, el problema es que esta enunciación tiene un alto grado de ambigüedad y se puede entender de formas diversas o conducirnos a errores conceptuales importantes con nefastos efectos políticos.

La forma más básica y también más común de pensar la acumulación de fuerza social (representada en la gráfica 1) supone pensar que a través de la participación en las diferentes luchas, podemos ir consiguiendo un crecimiento progresivo de la fuerza de la clase trabajadora en su conjunto, hasta igualar o superar las fuerzas de nuestros enemigos de clase; la burguesía y sus fuerzas represoras.

Esta forma de imaginar el proceso del Poder Popular tiene varios riesgos que abordaré a continuación:

  1. La posibilidad de crecimiento está directamente relacionada con el carácter revolucionario o conciliador de la agrupación de masas

El enemigo no dejará crecer a una fuerza que tiene como objetivo plantarle cara y doblegarlo. Hemos visto en mil y una ocasiones, y lo volveremos a ver si no tomamos medidas, que los proyectos a los que se les permite desarrollarse y crecer en el marco de este sistema son los inofensivos, y que todo proyecto con cierta capacidad contestataria es rápidamente reprimido o desviado. Esto no quiere decir ni por asomo que no se pueda y se deba pelear porque las organizaciones de masas crezcan. Lo que se afirma con rotundidad es que un crecimiento cuantitativo no tiene por qué suponer un crecimiento cualitativo en términos de Fuerza Social o Poder Popular.

Históricamente, tenemos ejemplos claros de crecimiento de organizaciones obreras que fue permitido por la burguesía por su carácter conciliador y reformista, o que, en el momento clave, carentes de un plan desarrollado, han decidido intentar conservar la fuerza acumulada. Como podemos ver en la gráfica 2, de nada nos sirve acumular fuerzas para construir un sujeto que no está dispuesto a combatir o no sabe cómo hacerlo.

Debemos poner en crisis los planteamientos etapistas y evolucionistas. El pensamiento acumulativo simple y las metáforas del crecimiento nos pueden impedir construir análisis precisos y producir planes con una efectividad real. Obviamente, las organizaciones carecen de una esencia natural, y su proyección —conservadora, conciliadora o revolucionaria— dependerá de su composición y su relación de fuerzas interna.

  1. El crecimiento rara vez es acumulativo en un sentido unidireccional

El anarquismo ha tenido tendencia a emocionarse e implicarse en cuerpo y alma con las diferentes luchas sociales y movimientos contestatarios, pero una falta endémica de proyecto estratégico y de una Teoría de la Reproducción Social adecuada nos ha hecho vivir los reflujos y derrotas como auténticos dramas personales y accidentes sobrevenidos. La depresión militante y la quemazón son una constante y, como vemos en la gráfica 3, lo más normal es que un crecimiento puntual vaya seguido de un reflujo. Si no disponemos de una definición desarrollada de nuestra estrategia, el Poder Popular no va a poder librarnos de caer en el pantano de la tristeza cuando veamos que mucho de lo construido se desmorona y que mucho de lo movilizado se desvía.

Debemos desarrollar una Teoría Revolucionaria de carácter holístico que intente adelantarse en la medida de lo posible al total de los escenarios posibles. Esto no supone aferrarse a un modelo incuestionable y rígido sino dotarse de herramientas de enfoque. En el fragor de la batalla no se puede construir reflexión profunda y la historia no nos puede encontrar otra vez desarmados de teoría.

  1. No todo el cuerpo social es idéntico

Faltos de una Teoría de la Reproducción Social bien desarrollada, es fácil construir caracterizaciones simplistas y ser dominados por un pensamiento cuantitativo. Una organización revolucionaria capaz de detectar a los agentes burocráticos que pretenden desviar la fuerza social y a los proyectos autoritarios que tienen por objetivo construir una base de operaciones sobre los conflictos de clase tiene que poder diferenciar entre los diferentes sujetos activados en el conjunto de la clase. ¿Quiénes son los más revolucionarios y combativos? ¿Quiénes son los más implicados? ¿En quiénes nos podemos apoyar y a quiénes debemos apoyar?

Como vemos en la gráfica 4, de forma un poco grotesca, no se trata de favorecer un crecimiento generalizado, sino de aquellas partes de la clase trabajadora más avanzada, más implicada y con más potencial revolucionario.

Necesitamos dotarnos de una Teoría de la Reproducción Social lo más desarrollada posible y activar un filtro fraccionalista. Una concepción paternalista y mojigata de la sociedad es tan poco útil para los objetivos emancipadores como el sectarismo y el purismo.

  1. El fraccionalismo también debe aplicarse a uno mismo

Si de verdad consideramos que la Organización Revolucionaria libertaria es necesaria para apoyar y defender los procesos revolucionarios de masas tenemos que aceptar que el crecimiento cualitativo y cuantitativo de la misma es una prioridad. Al menos debería ser tan importante como el crecimiento de los espacios de autoorganización de clase y sus fracciones más avanzadas.

Rompamos con los complejos y asumamos que en momentos de baja conflictividad social es el marco apropiado para desarrollar la Organización Específica, la Teoría de la Reproducción Social y la Teoría Revolucionaria. A nuestro alrededor tenemos ejemplos de organizaciones que confunden el crecimiento de la organización con el de los espacios amplios y terminan construyéndose sin unidad y perdiendo militantes por el camino, que abandonan la organización para volcarse en los espacios de lucha amplios por no tener este punto bien claro.

Como vemos en la gráfica 5, si los espacios de clase crecen y la organización se estanca, su tamaño relativo se agudiza, convirtiendo a la Organización Específica en una fuerza insignificante cuando se abren procesos agudos de lucha de clases.

  1. El enemigo debe ser incluido en nuestro análisis

Me preocupa ver que muchas articulaciones teóricas del Poder Popular no se sostienen en una Teoría de la Reproducción Social que ponga en el centro del análisis los periodos de crisis del capital. Este es un error que nos puede llevar a construirnos de una forma poco estratégica. No contemplar el problema de las fuerzas en pugna de una manera radicalmente relacional o dialéctica es uno de los peores defectos que puede tener una estrategia que se pretende revolucionaria. La posibilidad de atacar al enemigo, como se muestra en la gráfica 6, no nos la procura el crecimiento de nuestra masa, sino también, y principalmente, el debilitamiento de las fuerzas rivales.

Las “crisis orgánicas”, desde una perspectiva gramsciana, suponen entender la posibilidad de crecimiento de la fuerza de la clase trabajadora por la fragmentación de las fuerzas de la burguesía. La pérdida de legitimidad del sistema capitalista y de la democracia burguesa, la incapacidad para integrar en un sistema de bienestar a amplias masas de trabajadores y la imposibilidad de cumplir con las promesas del sueño capitalista hacen que miles de personas puedan cambiar bruscamente de bando si se interviene acertadamente. Aquí es donde entra una de las tareas fundamentales de cualquier proyecto revolucionario: construir hegemonía de clase implica integrar en las demandas de las clases trabajadoras las de aquellas fracciones de clase que nos constituyen de verdad como una potencia.

La Teoría de la Reproducción Social de la que debemos dotarnos tiene que ser capaz de producir caracterizaciones de los ciclos sociales lo más precisas posibles. La terminología acuñada por Lazzarato de “crisis terminal”, muy en boga en parte del movimiento libertario, tiene el gran problema de que nos puede llevar a entender que bastará con esperar a que el capitalismo se derrumbe por sí solo. Por el contrario, conceptos como el de “Época de crisis, guerras y revoluciones” nos ayudan a entender que podemos estar entrando en un periodo donde las crisis capitalistas serán cada vez más agudas, afectarán a mayores sectores de la población, durarán más tiempo, serán más frecuentes y no permitirán una recuperación plena de los sistemas económicos.

  1. Un pensamiento temporal lineal y tradicional es un pensamiento incapaz de abordar los procesos revolucionarios

Todas las narraciones biográficas de las revolucionarias y de los testigos de los grandes conflictos históricos hacen hincapié en como el tiempo se deforma y acelera en los periodos de convulsión social. El Tiempo Social es un tiempo relativo condicionado por la densidad de los fenómenos sociales. En épocas de paz social todo parece estático, el cambio se ve tan lejos que empieza a parecer utópico, la historia se frena y los profetas de la derrota proclaman el fin de la historia (y la consecuente muerte del proletariado). Pero, cuando empiezan a producirse los primeros conflictos el tiempo se modifica, se acelera, el Sombrerero Loco entra en escena. Pasa tanto en tan poco tiempo, hay tantos inputs, tanta vida, tanta energía, que la percepción temporal lógicamente se ve alterada. Esto implica necesariamente tres cosas:

  1. Las ventanas de oportunidad: los procesos revolucionarios se abren y se cierran.
  2. Un pensamiento fundamentado en el crecimiento acumulativo puede derivar en posturas conservadoras.
  3. La organización revolucionaria que no incluya en su Teoría Revolucionaria esta cuestión está abocada a no poder reaccionar ágilmente cuando el tiempo se acelere.

En la gráfica 7 intento mostrar estas cuestiones. La organización revolucionaria (indicada en color rojo) no termina de aprovechar el momento, máxime si no tiene la fuerza y el volumen para poder producir efectos en el conjunto de la masa de trabajadores (representada en verde). A su vez, compañeras que siguen estrategias con una visión acumulativa unidireccional (representadas en negro) tienden a ser conservadoras e intentar frenar o evitar la lucha porque temen que todo lo construido se venga abajo si se produce una derrota. Mientras tanto la burguesía tiene tiempo para recomponerse y una vez retoma su poder no tardara en pasar a la ofensiva y desarticular cualquier proyecto de organización de clase.

Judo Revolucionario

Llegados a este punto, podría parecer que todos estos peligros señalados en los planteamientos que ponen en el centro de la estrategia revolucionaria de masas el crecimiento de la Fuerza Social se pueden contrarrestar con la implementación de cierta atención ante las posibles derivas. Si se ha entendido eso, me he explicado realmente mal. La Organización Revolucionaria se construye de una determinada manera, y para poder asumirán unas determinadas tareas, toda la “gimnasia revolucionaria” debe ir encaminada a prepararnos para un tipo concreto de situaciones. Las atletas de fondo, los gimnastas y los boxeadores no se ejercitan de la misma manera, pues la actividad que tienen que afrontar no es la misma.

No sé si es el mejor de los ejemplos posibles, pero por seguir la metáfora hasta el final he pensado que quizás el judo y sus variantes modernas sean las artes marciales que mejor nos puede servir para explicar la propuesta que aquí defendemos. Este arte marcial nipón y sus diferentes declinaciones contemporáneas ponen en el centro de su entrenamiento y formación una compresión integral de los cuerpos (el propio y el de rival), de las fuerzas y también los tiempos. El contacto inevitable entre los dos contendientes tiene como principal objetivo detectar las intenciones de nuestro contrincante a través de los diferentes cambios de presión en los agarres, con el objetivo de poder aprovechar, potenciar y aplicar la fuerza propia y ajena en determinada dirección. Proyecciones, luxaciones, golpeos y estrangulaciones que solo son posible por la aplicación precisa de la fuerza en determinados momentos, zonas y con determinadas direcciones. Fin de la metáfora.

La Gimnasia Revolucionaria de las Organizaciones Revolucionarias Libertarias que quieran jugar un papel productivo en el apoyo a los procesos revolucionarios, su desarrollo y su defensa, deben construirse para poder detectar los mínimos cambios en las fuerzas y tensiones sociales e inmediatamente poder redirigir hacia allí todas sus fuerzas, este planteamiento es incompatible con una idea acumulativa cerrada de los procesos de construcción de clase.

Como parte del cuerpo social de la clase trabajadora las Organizaciones Especificas deben apoyar los procesos de lucha y autodefensa populares, la autogestión y la acción directa y potenciar las capacidades analíticas y estratégicas apoyando a los sectores más avanzados y enfrentando a los desvíos burocratizantes y autoritarios. Fortalecer el conjunto de la clase trabajadora mientras se fortalece la organización revolucionaria sin esperar de este proceso de acumulación de fuerzas la conclusión mecánica de la victoria sino teniendo siempre la vista puesta en la certeza que la constitución de un Doble Poder, de un poder de clase, que pueda hacer frente al poder de la burguesía, abrirá inevitablemente un conflicto que no puede quedar irresoluto.

Construirnos para detectar los flujos de energía, las tensiones, las fuerzas en crecimiento o en declive. Trabajar para ser capaces de detectar las acumulaciones de capital antagonista, la tensión social, el crecimiento de la conciencia de clase y la consecuente aceleración del tiempo social. Prepararnos para ser capaces de identificar las fuerzas, caracterizar a los diferentes agentes y dirigir nuestras fuerzas y las de la clase en su conjunto hacia aquellas acciones que nos permitan vencer. Hacernos conscientes de los ritmos y velocidades cambiantes propios de las dinámicas sociales y estar preparados para acelerar cuando nuestros análisis lo sugieran y no vernos bloqueados cuando haya que ir a por el todo. Educarnos y crecer en el arte de la insurrección.

Miguel Brea, militante de Liza

Comparte este artículo
Por liza
Liza es una plataforma revolucionaria de socialistas anarquistas ubicada en la ciudad de Madrid.
Deja un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

twenty nine − twenty seven =