Por Arnoldo Diaz
El 2017 fue registrado como un año de poca actividad huelguística por el INEGI, donde solo se registraron 17 huelgas a diferencia de las 43 del 2016. Pero, aunque no tenemos estadísticas profesionales, podemos asegurar que el 2018 ha sido un año de amplia actividad huelguista como de otras formas de resistencia.
Para visualizar la dinámica identificaremos tres tipos de huelgas:
- Laborales tradicionales: Aquellas huelgas cortas con demandas económicas específicas para un sector del mundo laboral.
- Sindicalismo autónomo: Huelgas y manifestaciones de trabajadores que buscan el reconocimiento de su sindicato o que ya se encuentran organizados en uno que no responde a intereses patronales.
- Huelga Estudiantil: Este tipo de huelga varía según la situación. Puede tratarse de demandas específicas o por mera solidaridad con alguna lucha.
En el primer tipo de huelga sobresale la huelga de los sindicatos universitarios quienes exigían el aumento salarial, entre otras demandas laborales que se han perdido con el lento pero fuerte proceso de privatización de la educación. La huelga se planteó la mesa de dialogo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). De dicha amenaza destaca la huelga del SUTINAOE del 30 al 31 de mayo por el respeto al contrato colectivo firmado en el 2017, siendo la primera huelga en el estado de Puebla desde el 2012.
Cada año al menos una empresa se va a huelga por el incumplimiento de pago de utilidades, este año no fue la excepción y en Ciudad Juárez la Foxconn Santa Teresa se fueron a la huelga el 11 de mayo, la cual terminó ese mismo día por el compromiso de la empresa de respetar las utilidades y aumentar el salario a 3 mil trabajadores. Aunque corta, esta huelga es significativa porque Ciudad Juárez, Chihuahua se ha convertido en un punto de tención sindical bastante fuerte y activo. Las maquilas, el muro y el narcotráfico hacen de dicha ciudad un caldero de ánimos que no deben perderse de vista.
Pero como es evidente dichas huelgas no profundizan en el mejoramiento de la vida para la clase trabajadora, si acaso funcionan como frenos para la precarización que ya se siente pero que puede empeorar. Por esto es necesario pasar a revisar los casos del sindicalismo independiente.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es una de las organizaciones en lucha con más historia y presencia en el país. Hoy son quienes llevan la punta de lanza en la defensa de la educación pública contra la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto. Todos los años, ya sea en el centro, sur o norte del país salen a las calles para luchar por alguna consigna específica o para mostrar la solidaridad con otros movimientos sociales. Este año la CNTE llevó acabo dos semanas de actividades y protestas contra la reforma educativa, culminando en una huelga que se materializó como marcha desde Oaxaca, Michoacán, Guerrero, entre otros estados del país hacia la capital del mismo.
Más al norte, en el estado de San Luis Potosí, trabajadores despedidos de la Goodyear México exigen su derecho a la organización autónoma de un sindicato que haga respetar el contrato colectivo. Aunque la organización pareciera pequeña ha levantado nuevas esperanzas en el sindicalismo del noreste mexicano, zona donde desde hace años que la gran mayoría de los sindicatos responde directamente a los intereses patronales y gubernamentales.
La cuestión con el sindicalismo autónomo es que será autónomo más no anticapitalista y mucho menos antiestatista, esperan con ansias el cumplimiento de las promesas del presidente electo AMLO quien prometió entre otras cosas el aumento de apoyo para el Conacyt, razón por la que las huelgas fueron más pequeñas de lo que se esperaban, la revisión e incluso derogación de la Reforma Educativa, que ha significado una disminución de la actividad de algunas secciones de la CNTE y la promesa de reconocimiento al sindicato autónomo que mantiene a los compañeros de la Goodyear con la esperanza de que el acoso patronal pare una vez llegue el nuevo gobierno
Finalmente tenemos el paro de actividades de bachilleratos y facultades en la Ciudad de México a raíz de la represión contra estudiantes del CCH por parte de los grupos de choque conocidos como porros. La huelga siempre ha sido un recurso común en la capital del país y esta vez no fue la excepción. Más de 50 escuelas se fueron a paro de 48 horas exigiendo reformas en cuanto a la seguridad dentro de los planteles, la democratización de los puestos en los CCH entre otras demandas.
Éste es el panorama del movimiento huelguístico en México para lo que va del 2018, es así como nos vamos preparando hacia la toma de la presidencia de un nuevo partido autoproclamado de izquierda que ha prometido hasta lo imposible con tal de llegar al poder. Y no solo eso, así recibimos el final de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) el cual mucho se celebra pero poco se dice. No será de sorprender que cuando las reformas que se hayan aprobado se pongan en práctica el gobierno de AMLO se sostendrá en arenas movedizas, ya que los sindicatos, las escuelas, los pueblos y los barrios están cada vez más y mejor organizados.