En los últimos años hemos visto como el turismo ha subido como la espuma en todo el Estado, en especial en zonas que ya estaban fuertemente turistificadas como Barcelona, Balears, el Levante y Canarias. Esto se debe al traslado de los productos turísticos ofertados en el Norte de Europa que hicieron los touroperadores desde el Norte de África al Sur de Europa después de un auge del terrorismo islámico y los diversos atentados que se produjeron, convirtiendo en objetivos especialmente a turistas como pasó en Túnez o Egipto.
El turista que sigue viniendo es el clásico: miembro de la mal llamada “clase media”, habitante del Norte de Europa y obviamente blanco. Es así independientemente del turismo que vengan a consumir, ya sea de borrachera, familiar, rural… Podemos decir claramente que vienen los “privilegiados”. Si en sus países pueden disfrutar de un nivel de vida decente y sin carencias al venir aquí dispuestos a gastar tienen un poder adquisitivo mucho superior al de la mayoría de gente que puede vivir sin ninguna preocupación económica, así que imaginad la diferencia comparados con el 27% de personas que actualmente están en el mal llamado “riesgo de pobreza” . Esto provoca grandes subidas del coste de vida a los que vivimos en lugares turísticos, ya que sube el alquiler, el precio de la vivienda y casi cualquier cosa con la que se pueda comerciar y especular. Cada vez que un turista viene sube el pan.
Muchas veces en manifestaciones contra la turistificación se dice estar en contra del turismo de borrachera y a favor de promover un turismo cultural responsable, pero el problema de ese turismo y de cualquiera, es que los turistas vienen a consumir un producto, i en el caso del turismo cultural este producto somos nosotros. El turista visita calles, bosques, iglesias, mercados, etc. como si fuera un museo, fotografiando aquí i allá, posando y consumiendo cultura. Puedo decir que he visto turistas hacerse fotos en callejuelas sin ningún interés particular de Palma como quien se la hace con la Mona Lisa o ir al mercado a tocar el pescado como si fuera un juego interactivo. El turista cultural viene a saciar su ganas de “lo típico” por eso fotografían hasta a gente paseando el perro, van a paso de procesión por las calles e invaden nuestros barrios. Sea como sea el turista no está en su casa y aquí vive gente a la que le gusta hacer su vida sin molestas interferencias de extraños que se creen que todo está a la venta.
Pero desgraciadamente el turista viene aquí a ser el amo, el paga por estar aquí (y el cliente siempre tiene razón), el manda aquí y debemos rendirle pleitesía porque sin ellos la gran mayoría nosostros no nos podríamos llevar el pan a la boca. Muchos se comportan como si fuera su casa cuando en realidad están aquí de invitados. Llevan al extremo el “en este pueblo podemos hacer lo que queramos porque nadie nos conoce”, basta dar una vuelta por Benidorm o Magaluf. Y no es solo el turista de borrachera el que se comporta como un indeseable sino la gran mayoría. A muchos si les preguntas en un inglés chapurreado en su país se ofenderian y lo mínimo que te dedicarían es un fuck off, pero si no sabes inglés para responderles cuando te preguntan algo donde tu vives se sienten ultrajados de que no conozcas la lengua del Imperio. Vienen aquí a disfrutar de su descanso de ser explotados en sus países y van a hacerlo cueste lo que cueste, si tienen que atropellar a alguien lo harán y esto lo aplican literalmente cuando arrollan señoras de más de 80 años en el mercado.
Los turistas como colonos light que son, consumen y explotan los recursos de los lugares que colonizan. Por ejemplo, los turistas consumen el cuadruple de agua que los residentes, esto no lo digo yo sino un buen número de estudios[1]. Y con otro bien básico como es la vivienda también son partícipes en su especulación. Siendo este uno de los negocios más seguros, los extranjeros invierten a diferentes niveles en comprar propiedades, desde el pequeño propietario que compra una casa, al banco o empresario que compra edificios enteros, castillos, bosques y terrenos inmensos. Todos están explotando el recurso básico de la vivienda y la tierra, por supuesto que no podemos comparar lo que afectan los pequeños propietarios que compran una casa de vacaiones con los grandes inversores cuyo único fin es la especulación.
El diseño económico español está basado en el turismo, gran parte de la industria de muchas zonas dependen del turismo ya porque se dedican a la fabricación y mantenimiento de productos dedicados al turismo. Podríamos incluir hasta la agricultura, a la que el turismo aporta grandes beneficios, ya sea en forma de turismo rural o comprando los productos típicos en cualquier chiringuito o supermercado. Si este modelo se hunde nos vamos todos a pique, porque en el momento que haya una crisis económica que afecte gravemente el Norte de Europa o pase como con el terrorismo en el Norte de África, va a ser un efecto dominó y no va a quedar nadie al que no le salpique. Y parece una tontería, pero donde yo vivo si ahora mismo dejaran de venir turistas se pasaría hambre de verdad.
Todo esto no es nada más y nada menos que el producto de un capitalismo tardío feroz, que consume todo a su paso y lo convierte en producto listo ready-to-eat. No se debe enfocar la lucha contra el turismo porque es tener una visión cortoplacista y reduccionista del problema y como siempre hay que ir más allá y buscar el por qué, el cual no hace falta para ir muy lejos para encontrarlo. Para luchar contra el turismo hay que luchar contra el capitalismo, porqué el resto son intentos reformistas tan inutiles como poner un parche y pintar por encima una rueda con mil agujeros.
1: Articulo
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El turisme mata els barris por Oca de Gracia
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