Nadie pensaría que unos humildes agricultores de arroz ganarían una guerra contra el imperio. Si bien la victoria es digna de ser celebrada, los crímenes contra la humanidad cometidos por los yankees es imperdonable. Pero esta vez no vengo a hablaros de la sangre derramada, sino otra vez sobre estrategia, concepto clave y básico para lograr los objetivos que nos propongamos.
Si habéis jugado a cualquier juego de estrategia, os deberían sonar el concepto de iniciativa. Llevar la iniciativa en el plano estratégico implica que un actor o varios son los que marcan el ritmo del juego del resto de fuerzas. En el plano político el concepto es similar. Cuando uno o varios actores políticos son capaces de influir en la agenda y opiniones públicas, desplazar el centro de los debates hacia sus propios discursos, y hacer que la oposición se mueva en tu terreno, diremos que los primeros llevan la iniciativa.
Lo contrario a la iniciativa es la inercia, que describe a aquellos actores que se mueven por los ritmos marcados en vez de llevar unos propios. En otras palabras, éstos permanecen latentes hasta que reciben un estímulo que los lleva a movilizarse. Gran parte del activismo en el plano estratégico son movimientos por inercia, ya que se dejan llevar por la coyuntura: si prolifera el turismo depredador en verano, se hacen campañas contra el turismo; si VOX convoca un acto en tal barrio se convoca una contramani allí o allá; si ha hecho un mes caluroso, hacer una campaña contra el cambio climático… No obstante, la inercia significa la existencia de una oposición y es importante tenerlo en cuenta ya que tiene el potencial de articularse más allá del mero activismo. Una tercera posibilidad que se plantea es la pasividad. La pasividad se describiría aquí como la ausencia de reacción y deja vía libre a cualquier cambio que se le presente.
Volviendo con los ejemplos concretos, la actual izquierda y el antifascismo es un actor totalmente reactivo, mientras que tras el 1O la ultraderecha está ganando la iniciativa en el plano político y mediático. Si bien es sabido que España tiene un Estado profundo franquista, el hecho de que los temas de debate en la opinión pública giren en torno a Vox así como su cobertura mediática, hace que estén en una posición de ventaja. Mientras tanto, la izquierda se encuentra a rebufo de los temas de debate y actos marcados por Vox (legalización de las armas, carpas de campaña, violencia de género, LGTBi…), con el contra y el anti por delante y corriendo a donde montan los actos.
Sin embargo, la relación cambia al hablar del movimiento feminista, que ha sabido poner su discurso y reivindicaciones en la agenda pública haciendo que la derecha se escandalice y comience a hacer mansplaining hablando de feminismo liberal, porque en temas de género se han visto superados por el momento y necesitan una respuesta. En este caso, podemos decir que el movimiento feminista ha llevado la iniciativa al obligarles a tenerlo en cuenta. En su día, Podemos también tuvo la iniciativa a nivel mediático al llevar la centralidad del debate y la opinión públicas hacia la izquierda, que lo acabaron perdiendo ya que fue prácticamente un cascarón vacío, es decir, no existía un respaldo en las calles que sostuvieran sus discursos.
¿De dónde viene la iniciativa y la estrategia? Estos conceptos cobran sentido cuando hay un proyecto político y un programa detrás que marca una serie de objetivos a lograr. Recordemos que la estrategia es la planificación de una serie de tácticas para alcanzar dichos objetivos, y para llevar la iniciativa es necesaria un buen análisis y plan estratégico. Este proyecto político aún por construir debe servir para afilar las puntas de lanza de los movimientos sociales, para que pasen de ser reactivos a tener capacidad para llevar la iniciativa. En otras palabras, ganaremos una posición más ventajosa cuando llevemos la iniciativa en todos los ámbitos sociales y políticos, y ellos reaccionen a cada movimiento que hagamos pasando a una posición defensiva.