Después de un agosto extrañamente tranquilo en un año que ha batido récords de movilizaciones, se aproxima el que será, a buen seguro, un otoño calentito.
Los primeros en anunciar una huelga general para otoño fueron el sindicato CGT, que en junio anunciaba estar preparándose para una huelga contra los recortes en derechos sociales y laborales. No especificó el sindicato, sin embargo, que fecha tendría esta huelga esperando, imagino que por estar a la espera de la fecha que den los sindicatos oficiales.
Los sindicatos vascos (ELA y LAB), anunciaron poco después una huelga general en Euskadi para el 26 de septiembre, a la que se sumaron otras organizaciones sindicales como CNT y CGT. Por su parte, CNT y Solidaridad Obrera pasaban a principios de agosto a secundar la convocatoria de CGT de una huelga para otoño, pero sin atreverse todavía a dar una fecha definitiva.
Mientras tanto, el PSOE se organiza en una mal llamada “cumbre social” liderando a CCOO y UGT y anuncian, que “no descartan la posibilidad de una huelga general para otoño”. Esta claro pues, huelga va a haber. La pregunta es ¿Cuándo?
Primero, hay que tener en cuenta que CCOO y UGT hace tiempo que no se comen un colín en Euskadi, así que es difícil que lleguen a hacer coincidir su convocatoria con la de los vascos. Por otro lado, CGT, liderando al sindicalismo alternativo, hace gala de su habitual falta de iniciativa propia, no atreviéndose a dar un paso hasta que no lo hagan los mayores. Depende, por tanto, de éstos la fecha para la huelga.
Y en cuanto a éstos, si revisamos las fechas, vemos que CCOO tiene un buen número de congresos regionales programados para diciembre, lo que supone un gran gasto de energías que impediría que optasen por realizar la huelga general en esa fecha, o incluso a finales de noviembre. Personalmente, me da en la nariz que la fecha escogida será, más pronto que tarde, a principios o mediados de octubre. ¿Por qué? Porque el 21 de octubre tenemos las elecciones gallegas y vascas, y al PSOE le interesa un clima de descontento con el gobierno del PP.
Ahora, a nosotros, se nos presenta una importante cuestión. Creo que estaremos de acuerdo que, ante los embistes que el Estado capitalista está ejerciendo contra la clase trabajadora en los últimos tiempos hay que empezar a actuar. Pero por otro lado, nos encontramos a un PSOE débil, más débil que nunca, que va a intentar apoderarse de los movimientos sociales para volver a crecer y a ganar confianza. Y a los dos amarillos, UGT y CCOO, cuyas cúpulas necesitan quedar bien con su afiliación.
El sindicalismo alternativo no tiene ni los medios ni la afiliación de esos dos grandes sindicatos, pero eso no significa que nada se pueda hacer. Se está dando en españa un primitivo movimiento de trabajadores asindicados, las “mareas”, que de momento y en algunas regiones se han mostrado críticas con el sindicalismo oficial, acercándose a los alternativos. Existe también en algunas ciudades un movimiento estudiantil en alza con el que unir fuerzas. Un bloque de fuerzas ,como el que ya ha propuesto Solidaridad Obrera en Madrid, puede vconvocar a tanta gente, puede que incluso más, que la que puedan el maltrecho trio UGT-CCOO-PSOE. El sindicalismo vasco aprendió pronto a dejarlos a un lado, y gracias a ello crecieron por su iniciativa propia, lo mismo deberíamos hacer en el resto de España.
Comentaré, por último, que habría que empezar a plantear auténticas alternativas para la clase trabajadora. No basta con reclamar que no nos quiten el derecho a una cama de hospital o a una escuela, la crisis supone más que todo eso. Actualmente, en el proceso productivo, muchos trabajadores se quedan en la calle (aunque personalmente, considero que los que sobran son sus patrones). Es una situación similar a la que se vivió a finales del siglo XIX y que solo se salvó gracias a que la clase obrera supo organizarse y reclamar la jornada de ocho horas, cosa que logró tras mucho luchar. Una jornada de seis horas o menos no solo es completamente posible sino que además es necesaria, trabajando menos, trabajaremos todos. Por otro lado, nos venden la moto de la necesidad de los emprendedores para que se reactive la economía, como si la empresa privada fuera el único motor económico. ¿Qué hay de las cooperativas que permitirían a los trabajadores hacerse cargo de las fábricas que cerrasen? ¿Qué hay de la empresa pública que permitió a un país como Francia salir de la crisis tras la Segunda Guerra Mundial? Es la clase burguesa la que ha ocasionado la crisis. ¿Seguro que también va a ser quien nos saque?
Lo dicho, este otoño, a la huelga. Seis millones de desempleados son el mejor motivo.