La extrema derecha toma las calles de Madrid
Estas semanas hemos podido presenciar el dantesco espectáculo que se producía en torno a la sede del PSOE en la calle Ferraz, situado en el “noble” barrio madrileño de Argüelles. Muchos de los que leerán este artículo que sean de la capital sabrán que es una zona conocida para salir de fiesta y tomar algo, pero que tiene el ligero inconveniente de que, de vez en cuando, es parte del recorrido de neo-nazis es sus cacerías nocturnas. En principio no parece el sitio más idóneo para ubicar la sede de un partido que se autodenomina socialista y obrero, pero sabiendo qué entiende por ambos términos y cuál es su función, se convierte en un lugar como cualquier otro.
El contexto lo conocemos: se preparan las negociaciones entre el PSOE y Junts, se comienza la redacción de una ley de amnistía como condición para recibir los apoyos necesarios para revalidar la toma del gobierno, la derecha mediática y política de toda índole y ralea azuza el avispero y las calles arden durante casi dos semanas.
Pero antes de avanzar en un breve análisis de los diferentes sectores allí reunidos y de ofrecer alguna reflexión sobre cuestiones que nos parecen interesantes debemos matizar eso de “las calles arden”. Sin subestimar la gravedad de las imágenes que nos han ofrecido los medios de comunicación y los propios manifestantes, sin ignorar el asco que producen sus cánticos y pancartas y sin rebajarle ni un ápice de importancia a las declaraciones golpistas de algunos de sus protagonistas, estamos hablando de un apoyo social muy limitado, las cifras como siempre bailan, pero en las estimaciones más abultadas no suelen superar los 2000-3000 participantes.
Madrid es la capital de la derecha y de la extrema derecha
Esto es una obviedad. La ciudad que consiguió frenar el avance del fascismo en una de las defensas más heroicas de las guerras modernas, una vez derrotada, fue transformada en el cortijo del nacional catolicismo, el capitalismo que se enriquecía a su costa, el fascismo más rancio, el tradicionalismo cristiano criminal, centro de las fuerzas armadas represoras y también la monarquía que lo sucedería. Madrid fue el centro de la reconstrucción del poder reaccionario tras el proceso revolucionario y sus calles derrotadas acogían a tullidos de la división azul y a nazis que huían tras su derrota.
Madrid supuso la recentralización del poder territorial para castigar y controlar a los disidentes periféricos y el núcleo desde el que se irradiaba la ideología franquista de la raza, el honor y los valores tradicionales. Y esto estaba planeado antes de que consiguiesen doblegar al pueblo madrileño a base de hambre y bombardeos, por eso el mapa de la ciudad muestra que el hostigamiento desde los aires no afectó a todos los barrios por igual. No bombardearon sus casas en el barrio de Salamanca, para poder llenarlas con lo saqueado una vez traspasasen las defensas.
Desde entonces hasta ahora han cambiado muchas cosas. Pero Madrid sigue siendo una ciudad donde el conservadurismo impera y donde sus formas más oscuras operan. Pijos y nazis. Empresarios y fascistas. Donde las excepciones fiscales hacen del impuesto de sucesiones a las herencias un chiste. Un paraíso para la burguesía y el empresariado del país.
Los objetivos políticos de los diferentes actores
Pero ojo, en este artículo pretendemos ofrecer algunas claves analíticas que quedarían completamente arruinadas si cayésemos en generalizaciones populistas. Nuestra tesis es que la ley de amnistía que han negociado las elites nacionalistas catalanas con el partido socialista es un intento de cierre de la crisis política que estalló el primero de octubre de 2017 con el Referéndum de autodeterminación. Ambas fuerzas políticas quieren sacar partido a ese asunto o, mejor dicho, dependen de que aquello quede “resuelto” para poder proseguir con su actividad. Mientras las elites catalanas quieren poder regresar a su actividad y mostrarse como los protagonistas de las demandas independentistas, Sánchez necesita sus apoyos para poder mantener el gobierno y de paso mostrarse como un político de “talante” negociador y un hombre de Estado.
Evidentemente, a la derecha institucional española esto no le viene nada bien. Entre otras cosas porque les quita la oportunidad de apuntarse el tanto de la resolución del “problema catalán”, sin olvidar que las narraciones de los acuerdos hablen de “lawfare”, es la continuación de la batalla PSOE vs PP por el control del poder judicial.
Por otro lado, tenemos a Vox que quiere adelantar por la derecha a los populares y eleva el tono aún más. Su objetivo es aumentar la crispación y capitalizar el descontento, y como sabemos tiene cierta ventaja en este terreno. La formación popular tiene al menos una mano atada. Tiene que mostrarse como un partido de orden, constitucional, moderado… Vox sabe que su crecimiento institucional le convierte a lo sumo en un partido bisagra para condicionar los gobiernos a los que aspire el PP, y dada la debacle de apoyos electorales que ha sufrido y sus muchos escándalos y fracturas internas, juega esta baza para recolocarse en el tablero.
Nazis, tradicionalistas, fanáticos radicales y cayetanos
Este es el perfil de las manifestaciones que asedian la sede del PSOE. Tenemos a hooligans del Real Madrid y del Atlético, pijos con fachaleco y pulserita, carlistas, conspiranoicos, ultraliberales, fanáticos cristianos, machistas, homófobos, racistas, empresarios de la extorsión y la agresión como desokupa…
Hemos visto gracias a su propia prensa -Ok Diario- a frikis, gente que no se entera de nada, invocaciones a la virgen para que interceda, gritos contra la monarquía y la masonería, peticiones de insurrección a los policías… es difícil no ridiculizarlo, pero hacer bromas sería un error por nuestra parte que nos puede costar caro. Si bien es cierto que han llevado a cabo en sus propias carnes el lema de su heroico legionario Millán-Astray “muerte a la inteligencia”. Hay intereses claros y bien tramados detrás de estas movilizaciones no tan espontaneas.
Los estrategas operando
Como adelantábamos, podemos entender estos sucesos callejeros como parte de una lucha de posiciones entre las diferentes fuerzas de la derecha. Nuestra hipótesis es que Vox, y la parte más populista y radical del PP, logró adelantarse a los movimientos de los populares y llevar las movilizaciones a unos términos en los que poco puede rascar el PP.
Veréis que los voceros mediáticos en los medios de comunicación repiten que el PSOE está perdiendo apoyos por llevar a cabo esta ley de amnistía, y puede que sea cierto, aunque a menor escala de la que vaticinan los opinologos expertos. Pero tampoco es menos cierto que ese fascismo televisado les hace un grato favor a las bases más moderadas del PP. Esta es la razón que ha empujado a realizar concentraciones masivas impulsadas por el PP donde el tono es otro.
Los jueces
La separación real de poderes es un mito fundacional de las sociedades burguesas al servicio del capital tan importante como su supuesta imparcialidad. Los jueces en España, por tradición, por parentesco y por las condiciones que impone su propio nombramiento (años de estudio y de oposición que son incompatibles con las necesidades de las familias trabajadoras), hacen del poder judicial una fuerza principalmente conservadora, cuando no directamente reaccionaria.
Lo hemos visto mil veces: qué difícil es que se juzguen los delitos de corrupción o de violencia policía y que fácil que se condene a los trabajadores que hacen política y luchan por sus derechos, las sentencias asquerosas que exculpan a violadores, o cómo se intentan tumbar leyes en los tribunales que reconocen derechos sociales.
Aquí debemos centrarnos en tres aspectos. El primero es que la judicatura burguesa es irreformable. Al igual que la policía y las prisiones, su función es servir a los intereses de las élites capitalistas. El segundo punto es incidir en que se está produciendo una pelea por el control de este poder del Estado. El PP bloque la renovación del Tribunal Supremo contra el mandato institucional y el PSOE se ve obligado a cuestionar el principio de imparcialidad. En tercer lugar, y por mucho que se empeñen en negarlo, el lawfare es una práctica corriente en el Estado español, que se lanzó contra los independentistas catalanes y que se usa frecuentemente contra todo proceso que cuestione el statu quo. No se restringe, como nos quieren hacer pensar, a ciertas interpretaciones judiciales, hechas por jueces particulares, donde se cuela su ideología normalmente reaccionaria. Es una práctica común y organizada contra cualquier cuestionamiento al sistema.
Los jueces son un agente político y como tal han actuado. Declaraciones de prensa, denuncias públicas de una ley que todavía no se había presentado, oposición al gobierno…
La actuación policial
Los que conocemos bien cómo se desarrolla la actuación policial para disolver y contener protestas sabemos que lo que estamos viendo estos días en la tele es un chiste de mal gusto. Hemos visto a agentes pedir por megafonía que por favor no se arrojasen objetos contra los policías, y sabemos que esta no es una práctica habitual. Lo habitual en manifestaciones donde se llegan a producir más de 40 heridos entre las fuerzas de seguridad es que la otra parte cuente por decenas sus detenidos y heridos y esto no está pasando.
Nosotras sabemos bien que una manifestación no autorizada y violenta jamás sería escoltada por una de las vías principales del centro de la ciudad. Sabemos muy bien que la policía dispone de archivos y registros de militantes y que, si quiere, y normalmente lo hace, continua su represión en los siguientes días tirando puertas de viviendas y llevando a los calabozos a los manifestantes.
Jamás pediremos más represión a la policía ni más contundencia en su función. Pero no podemos dejar de señalar que lo que está pasando no es lo habitual en este tipo de concentraciones y que estamos seguros de que se debe a que desde sus direcciones se les ha pedido no actuar como normalmente lo hacen y que también está suponiendo un problema para muchos de los policías tener que reprimir a sus compañeros políticos. Ya lo dicen los cánticos “Nazi de día, de noche policía.”
El Frente Obrero
El frente obrero se ha presentado en las manifestaciones con banderas republicanas. Esto ya no sorprende a nadie, pero desde la extrema izquierda deberíamos plantearnos cómo hemos actuado ante el crecimiento de este engendro. El miedo a su matonismo, cierta connivencia con sus planteamientos y sobre todo mucho mirar a otro lado ha permitido que la bestia crezca y salga de su guarida.
Ahora toca enmendar el error y combatirles sin cuartel.
La derechización del sentido común y la izquierda institucional y reformista
Muchos periodista, intelectuales y representantes políticos de la izquierda institucional están poniendo el grito en el cielo y pidiendo más presión policial y más democracia. La pregunta es ¿Qué entienden por democracia cuando piden más? La democracia es justo esto: jueces, policías, prensa y legisladores al servicio del sistema capitalista.
Estamos viendo como políticos de Sumar, Podemos, Más País y otras fuerzas reformistas están creando argumentos que criminalizan la protesta. Dicen, por ejemplo: no está bien protestar contra procesos democráticos y legales. Dicen también: no está bien realizar manifestaciones no autorizadas o enfrentar a las fuerzas de seguridad. Debemos señalarles públicamente y preguntarles ¿Lo que estás diciendo es que no debemos movilizarnos contra leyes aprobadas democráticamente como la Ley Mordaza? ¿Qué no debemos participar en el paro de desahucios y frenar a la policía? ¿Qué no debemos tomar las calles si no nos autorizan?
Es imperativo entender que la extrema derecha se fortalece y el sentido común se derechiza cuando la izquierda institucional hace políticas reaccionarias, tiene peticiones represivas y, en definitiva, traslada el sentido común hacia la derecha. Quizás este sea uno de los resultados más desastrosos políticamente hablando de la coalición de gobierno: una vez dentro de él han realizado un éxodo sin precedentes de los posicionamientos más progresistas.
Hemos visto como el PSOE del 155 y del “a por ellos” se intenta mostrar como el conciliador de la ley de amnistía y esto es posible porque la izquierda institucional le ha hecho la cama con tal de asegurarse carteras en su gobierno.
Miguel Brea, militante de Liza