Hace unos meses comenzaba la huelga de unas 120 trabajadoras de los talleres suecos de la empresa automovilística propiedad del excéntrico magnate Elon Musk. El sindicato IF Metall llama a la huelga a su afiliación tras la negativa de Tesla a sentarse a negociar un nuevo convenio.
Lo que empezó como una huelga en un puñado de talleres se extendió rápidamente a otros sectores. Por un lado, los estibadores se negaron a descargar los coches de Tesla en los muelles, los técnicos eléctricos no realizaron los trabajos programados en los puntos de recarga de Tesla y, por último, los transportistas se negaron a mover cargas de la empresa.
A pesar de todos estos esfuerzos, la empresa, consiguió evadirlos sin demasiados sobrecostes contratando empresas extranjeras las cuales surtirían de vehículos y piezas al país escandinavo por carretera.
La puntilla final se dio cuando llegaba la noticia de que las trabajadoras del servicio postal público se negarían a entregar matrículas a los talleres de Tesla. La entrega de matrículas en Suecia está regulada de tal manera que solo la empresa estatal tiene la potestad de hacer la entrega de esta pequeña placa metálica clave en la producción de vehículos.
A raíz de esto, pudimos ver a Elon musk desesperarse en twitter amenazando con demandar al estado sueco por no facilitar ningún método alternativo para la entrega de estas matrículas. Ante esto, Tesla se ha visto obligada a pedir a los usuarios que pidan las matrículas a sus domicilios particulares.
A finales de diciembre se sumaron los camiones de basura al bloque, negándose sus trabajadoras a recoger la basura de las instalaciones de la empresa, generando que sean los esquiroles quienes tengan que llevarse la basura al acabar sus turnos.
Acabe como acabe este conflicto, todo apunta a que Tesla se tendrá que sentar y firmar el convenio, este conflicto es un ejemplo de la importancia de llevar a cabo una acción sindical con una estrategia bien planificada: buscar cuáles son los puntos débiles y cuellos de botella de la cadena de producción y atacarlos. Para esta tarea es imprescindible romper con el paradigma del sindicalismo de empresa y buscar un sindicalismo totalizante que nos permita incidir en distintos puntos de la producción. Un sindicalismo basado en la condición de clase y no en la de trabajador.
Lamentablemente, no es oro todo lo que reluce, y este conflicto sindical no es el producto de la unión de la clase trabajadora en un sindicato combativo, encuadrado en un movimiento revolucionario superior con un horizonte emancipador a conquistar. Más bien es un conflicto en el que la clase trabajadora no es más que un peón empujado a la batalla , portando el estandarte de la burguesía nacional sueca , la paz social y la colaboración interclasista.
Este conflicto es un magnífico ejemplo de praxis sindical pero no de lucha obrera. Es decir, las acciones emprendidas muestran la utilidad en la lucha contra el modo de producción del sindicalismo. Son un ejemplo de que el sindicalismo es una práctica perfectamente vigente. Pero también nos muestra que es una herramienta a la que se le puede dar la vuelta y ser utilizada con objetivos contrarios a los de nuestra clase. Esto es algo que en el estado español sabemos bien, aunque estamos acostumbradas a que la burguesía influya en el movimiento sindical para desarticularlo más que para utilizarlo a su favor. Lo importante no es el desarrollo del conflicto en sí mismo, si no, a qué intereses sirve y qué hacemos con lo que se ha creado en el mismo. Como militantes revolucionarias debemos evitar ver los conflictos sociales de forma fetichista, por el contrario, debemos ser capaces de analizarlos más allá de la forma que hayan tomado. Ser capaces de analizar qué actores están en juego, qué potencial tienen, qué podemos hacer para transformar esas confrontaciones en lucha revolucionaria. Y una vez hecho esto incidir de forma decisiva para unificar a estas en un programa de intención revolucionaria.
Convenios colectivos y paz social en Suecia.
Suecia es un país que destaca por tener un porcentaje bastante alto de la población afiliada a algún sindicato, a la vez que cuenta con un número muy reducido de conflictos sindicales cada año. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué en un país cuyos sindicatos, teóricamente, son entidades con fuerza e implantación social no se desarrollan casi conflictos?
A estas preguntas nos responde, en su comunicado, el propio IF metall, sindicato que convoca la huelga.
“IF Metall signs approximately 200 local collective agreements a year in the industry sector. Very rarely do we end up in conflict. At the most part, we have one conflict a year, usually ending in a signed agreement.[…]
Once a collective agreement is signed, both employers and employees have the obligation to keep the peace. This applies throughout the term of the agreement and ensures that no one can strike to obtain better conditions than those set out in the agreement.
As a result, the collective agreement ensures a Swedish labour market with very few industrial actions, conflicts or strikes. It is grounded on a long-standing Swedish tradition of over 100 years of negotiations between the labour market parties. The collective agreement creates a situation of clarity and order for both employees and employers, while avoiding conflicts. “
[Traducción] “IF Metall firma aproximadamente 200 convenios colectivos en el sector industrial. Muy rara vez la negociación termina en conflicto. Normalmente, solemos tener un conflicto al año, el cual, suele terminar con la firma de un acuerdo. […]
Una vez que un convenio está firmado, ambas partes tienen la obligación de mantener la paz. Esto se aplica a través de los términos del acuerdo y se asegura que ninguna de las partes puede intentar obtener mejores condiciones que las que se aplicaron en el convenio.
Como resultado, los convenios colectivos aseguran un mercado laboral sueco con muy pocos conflictos o huelgas. Esto está enmarcado en una larga tradición sueca desarrollada durante 100 años de negociaciones entre las distintas partes del mercado laboral. El convenio colectivo crea una situación de claridad y orden donde ambas partes, empleador y empleado, evitando así conflictos. “
Suecia, como decíamos, tiene una alta tasa de afiliación pero esta afiliación se da con el objetivo de mantener la paz social y proteger los intereses de las empresas nacionales, de tal manera que se puedan evitar que multinacionales irrumpa en el mercado sueco pudiendo abaratar costes, lo cual, desembocaría en un proceso monopolístico que podría hacer temblar al estado del bienestar aún persistente en el país escandinavo. La mejora en las condiciones de vida de la clase trabajadora del país no es más que un daño colateral para las empresas, a la vez que un analgésico para las víctimas del modo de producción capitalista. Como dice el refranero popular “las ranas se cocinan a fuego lento”.
En este conflicto se ha podido ver como patronal y gobierno se han puesto del lado de las huelguistas. No por un sentimiento de “justicia” o “solidaridad” , si no por el peligro que representan empresas como Tesla para el funcionamiento de su sistema sindical , una de las bases en las cuales se sustenta el estado de bienestar escandinavo, que tan rentable le sale a la burguesía autóctona.
En defensa del sindicalismo revolucionario
Este es un ejemplo más de cómo el sindicalismo, si carece de una estrategia verdaderamente revolucionaria, es una herramienta que puede resultar perfectamente útil a la burguesía y sus patronales. Es nuestra tarea como militantes libertarios la de imprimir el carácter y horizonte netamente emancipador a las distintas formas organizativas que tiene nuestra clase. Mostrar que esta organización no debe de ser articulada para recoger las migajas que nos entrega la burguesía, de muy buena gana, para que podamos continuar reproduciendo (en un distinto grado de confort) nuestra fuerza de trabajo. Si no, por el contrario, para constituir una fuerza social capaz de acabar con el modo de producción actualmente imperante. Estos ejemplos nos muestran que esa fuerza sindical puede existir y posee grandes capacidades transformadoras, pero que, a su vez, de poco sirven si se ponen a bailar al son de intereses ajenos. Es necesario trabajar en un sindicalismo totalizante que sea capaz de entender el conflicto como un todo. Un sindicalismo que sea capaz de articular luchas de forma estratégica, atacando desde distintos ángulos a una empresa o industria para lograr mostrar, desde el ejemplo, la fuerza real que posee la clase obrera cuando actúa en conjunto contra sus dominadores.
Es probable que este conflicto acabe con la firma del convenio colectivo en Tesla, pero la triste realidad es que esta victoria sindical no será una verdadera victoria del proletariado, será una victoria de la burguesía nacional. Será la victoria de los intereses de la clase capitalista, encarnados en patronal y estado, frente a los intereses de un capitalista particular.
En nuestras manos está, como revolucionarias, construir un sindicalismo capaz de articular luchas más allá del puesto trabajo. Un sindicalismo que actúe de forma conjunta y estratégica para lograr aumentar nuestras fuerzas como clase. Un sindicalismo que recupere sus aspiraciones revolucionarias. Un sindicalismo que vuelva a hacer temblar los cimientos del mundo burgués.
T. Mora