Liberación de París del nazismo en 1944. «La Nueve», los antifascistas españoles que hicieron historia.

Por liza
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Las campanas de París repicaban pasadas las 9 de la noche del 24 de agosto, tras casi cinco años de guerra en sus calles se comenzaba a entonar «La Marsellesa»; mientras en la Plaza del Ayuntamiento se reunían 144 antifascistas españoles en carros de combate junto a miembros de las Fuerzas Francesas del Interior, aún debían hacer frente a una guarnición de más de 15 mil nazis alemanes en la ciudad parisina. Al día siguiente el diario francés «Libération» abría con el titular: ILS SONT ARRIVÉS! (¡Ya han llegado!), era la entrada oficial en París para barrerla del nazismo de una vez por todas y poner fin a la Francia del régimen de Vichy en la Segunda Guerra Mundial.

Tiempos de lucha armada y Resistencia, ocupación nazi de Francia.

Tras la ocupación militar nazi del territorio francés, Hitler necesitaba asegurar una dominación apacible y rentable para sus intereses bélicos, la autoridad francesa representada en el viejo mariscal Pétain ofrece esta oportunidad. Se establece un gobierno colaboracionista convencido de la victoria alemana, queriendo sentar las bases de una futura paz europea con la Alemania nazi como vencedora. El gobierno de Vichy se compromete, según el armisticio firmado el 22 de junio de 1940, a reprimir duramente los focos de resistencia política y militar que hubiera, de esta manera el ocupante alemán evitaba la impopularidad de tales medidas.

El gobierno francés participa activamente de la represión, asegurándose de esa forma su existencia como súbdito frente al ocupante, entregando numerosos rehenes a las autoridades alemanas para su fusilamiento en las principales ciudades francesas. La Resistencia Francesa organiza una ofensiva total a pesar de esta represión que desenmascaran al ocupante alemán, iniciando una complicada dinámica de acción y solidaridad. Las acciones armadas provocan fusilamientos de franceses, pero engrosa el apoyo decidido entre la población.

Esta acción armada, llevada al principio bajo la forma de guerrilla urbana, se extiende al mundo rural a principios de 1943, produciéndose la unificación de la Resistencia Francesa para coordinar operaciones clandestinas de sabotaje contra el régimen nazi. Se crea el Consejo Nacional de Resistencia cuyo brazo armado eran las Fuerzas Francesas del Interior. Los resistentes fueron hombres y mujeres de todas las edades, siendo universitarios, maestros, periodistas, ingenieros, pero fundamentalmente obreros, tenderos o artesanos. Todas las capas sociales, todas las sensibilidades filosóficas y religiosas estaban representadas en el seno de la Resistencia. Una gran cantidad de extranjeros combatieron con los resistentes franceses: destacando antifascistas italianos, antinazis alemanes, y sobre todo republicanos y anarquistas españoles refugiados en Francia. 

Quienes decidieron participar de la lucha armada pusieron en valor su interés estratégico, el entrenamiento antes de los combates, propagar información entre la población, crear un clima beligerante sobre las tropas alemanas y por último facilitar la expansión de las tropas aliadas al final de la guerra. Y ese es el punto al que se llega en los albores del verano 1944 tras el Desembarco de Normandía, y el avance de estos soldados de las tropas aliadas que no hubiera sido posible sin la determinante actuación resistente. La lucha contra el nazismo en Europa, por lo tanto, podemos asegurar que la sostuvieron y perpetraron estos hombres y mujeres resistentes. Son al mismo tiempo héroes y gente sencilla, dado que se atrevieron a llevar a cabo un combate siguiendo sus propias convicciones y asumiendo grandes riesgos.

Los planes Aliados frente a los nazis en el verano de 1944.

Con la Batalla de Normandía a partir del 6 de junio de 1944 comienza la liberación del territorio francés, junto a su avance hacia la línea del río Rin para penetrar directamente en el territorio nazi alemán; sin embargo, esto chocaba con los distintos intereses que tenían los Aliados. Los estadounidenses querían iniciar un rápido avance aprovechando las pérdidas sufridas por la Wehrmacht, de esta manera había comenzado una carrera por llegar antes que los soviéticos a Berlín. Además, la liberación de París entrañaba contratiempos para los planes estadounidenses aparte de las consecuencias militares y logísticas, y eran las consecuencias políticas de la recuperación de una soberanía total francesa bajo el mandato de Charles De Gaulle.

Sin embargo, se impondrían las pretensiones del Gobierno provisional de la República Francesa que quería recuperar la capital parisina como gran símbolo de la liberación nazi. Estados Unidos y Gran Bretaña querían crear en el territorio francés una entidad bajo su control, la «Allied Military Government of Occupied Territories»), conocida por sus siglas AMGOT, y tratando de crear un cordón de seguridad ante las organizaciones revolucionarias antifascistas que estaban siendo la punta de lanza en la lucha contra el nazismo.

Tras los avances en las primeras semanas por el territorio normando francés, a finales de julio de 1944, se lanza una ofensiva que rompe por completo las líneas defensivas alemanas, convirtiendo los combates en una guerra de maniobras rápidas y embolsamientos. Concluidas estas operaciones, la intención del General estadounidense Leonard T. Gerow era rodear París por el norte sin acceder a la ciudad, pero el recién nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Francesas del Interior, Pierre Koening, fue el encargado de organizar una insurrección popular en París que obligase a liberarlo para adherir nuevas fuerzas de combate de La Resistencia. Al considerarse fundamental para dicho objetivo la liberación de París, se dieron órdenes del incremento de los sabotajes y las acciones guerrilleras.

Por otro lado, las órdenes dictadas por Adolf Hitler a principios de agosto era la destrucción incondicional de París, convertirlo en ruinas en caso de ataque aliado, y represaliar sin paliativos a cualquier resistencia interna por parte de la población. Sin embargo, cuando llegó en agosto Dietrich von Choltitz, comandante alemán del Gran París, rápidamente los oficiales alemanes le convencieron de que los planes de destrucción de París serían completamente inútiles. Además este sabía que, a pesar de contar con unos 20 mil soldados alemanes, estaban mal equipados para la lucha y desconectados de otras unidades de combate. 

La insurrección popular y la huelga general en París por la Resistencia.

La Resistencia interior parisina daría un paso adelante a mediados de agosto, imitando a la insurgencia polaca que a principios de ese mes se habían levantado en Varsovia contra las tropas alemanas. En París su puesto de mando se emplazaba bajo la plaza de Defert-Rochereau, donde se encuentra la entrada a las catacumbas de la ciudad. El marxista Henry Tanguy, que había sido comisario político en la XIV Brigada Internacional en la Guerra Civil española, actuaba junto al delegado militar gaullista Jacques Chaban-Delmas, que a pesar de saber que contaban con fuerzas pobremente equipadas y sin enlaces radiofónicos con el exterior, iniciaron movimientos para rodear algunos núcleos de presencia alemana.

El 13 de agosto se sublevaron los trabajadores del metro y la Gendarmería Nacional, dos días después lo hicieron los carteros parisinos, requisándose vehículos para blindarlos ante la lucha que estaba a punto de iniciarse. El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Francesas del Interior, había ordenado frenar la revuelta parisina, pero los gaullistas no estaban dispuestos a dejar la iniciativa de esta insurrección en manos de los marxistas, así que no se opusieron cuando el 17 de agosto una reunión del Consejo Nacional de la Resistencia decidió intensificar la lucha urbana, mientras los alemanes comenzaban a evacuar la ciudad parisina.

El 18 de agosto estallaba la huelga general en la ciudad a la que se unieron miles de obreros parisinos, levantaron barricadas para dificultar el movimiento de las tropas alemanas e iniciar sabotajes contra sus vehículos. Se produjeron ese mismo día combates en torno a la Prefectura de Policía en París, tomada por los resistentes franceses. El 20 de agosto, el mando de la Resistencia francesa se instala en los subterráneos del Ayuntamiento de París, y se organiza un plan para tomar los distintos ministerios. Adolf Hitler ordenó a Dietrich von Choltitz la destrucción total de París, sin embargo, la guarnición alemana decidió tan solo desarrollar un combate honorable para salvaguardar las apariencias de sus oficiales.

Sin embargo, la insurrección popular en París ante los alemanes fue definitivamente apoyada por el avance de las tropas aliadas, no sin antes enormes disputas internas en las direcciones militares con intereses estratégicos contrarios. Charles De Gaulle consideraba que debía ser la División Leclerc, encuadrada en el Tercer Ejército del general George Patton, la que tuviese la gloria de liberar París, frente a los planes de los norteamericanos. Esta división desoyó las órdenes estadounidenses superiores de no avanzar sobre París, y se dio la orden a Raymond Dronne (capitán al mando de «La Nueve» conformada por 150 españoles antifascistas) de que imprimiera un ritmo de avance rápido sobre la ciudad parisina a partir del 23 de agosto.

La Nueve, compañía de antifascistas españoles en la liberación de París del nazismo.

Esta compañía estaba conformada por antifascistas voluntarios de origen español que se habían unido en el Norte de África al Ejército de la Francia Libre tras haber escapado del Franquismo y reencontrarse de nuevo en territorio colonial francés. Tras el armisticio de junio de 1940, muchos de estos españoles antifascistas son obligados por la Francia de Vichy a incorporarse a batallones de trabajos forzados, o ser repatriados a la España franquista. La primera opción es la que muchos españoles tomaron para no acabar condenados a muerte por el Franquismo, hubo muchos casos de deserciones y ocultaciones esperando que llegasen las tropas aliadas en noviembre de 1942.

La Francia Libre se estableció en Argelia, y la Legión Extranjera Francesa pasó bajo las órdenes del general Charles De Gaulle reanudando muchos españoles su lucha contra el fascismo. Cuando nació la División Leclerc, dos mil españoles antifascistas se sumaron a ella y entre ellos destacaba la Novena Compañía, integrada por una representación del frentepopulismo español con socialistas, anarquistas, poumistas, liberales republicanos y algunos marxistas estalinistas. Sus primeros combates como luchadores antifascistas fueron contra los restos del Afrika Korps, compuesto por tropas alemanas e italianas en diciembre de 1942 en Túnez, conquistando en mayo de 1943 la ciudad portuaria de Bizerta.

El 29 de julio de 1944, la División Leclerc embarcó en Southampton hacia Francia, llegando el 4 de agosto a la Playa de Utah, en territorio de Normandía. Los primeros enfrentamientos contra la Wehrmacht alemana fueron en Rennes, Le Mans, y junto a tropas estadounidenses en Alençon, además el 12 de agosto de 1944 capturaron a casi 130 prisioneros alemanes en la localidad de Eccouché. El 16 de agosto sufrieron el ataque de las divisiones de las Waffen-SS, las 9ª y 116ª Divisiones Panzer y 3ª División de Paracaidistas, y los españoles antifascistas perdieron a algunos compañeros en estos combates. A pesar de la composición antifascista de esta fuerza española, los mandos militares franceses y estadounidenses habían grabado a sangre y fuego una consigna: «Aquí no se viene a hacer la revolución», de esta manera quisieron desactivar cualquier intento de agitación política anticapitalista.

Definitivamente, se toma la determinación de avanzar casi 200 kilómetros desde el municipio de Argentan hasta París el 23 de agosto. Esta decisión contrarió bastante al general estadounidense Leonard T. Gerow, pero el Jefe Supremo de las tropas norteamericanas, Dwight D. Eisenhower, entendía que este movimiento de las tropas francesas era imparable, por lo que decidió enviar a una división de infantería estadounidense para obtener los beneficios políticos de haber contribuido a la liberación de la capital francesa. Este ataque sobre París se realizó sin apoyo aéreo de los aviones aliados, la compañía de «La Nueve» alcanzó el sur parisino rodeando las posiciones defensivas alemanas en la zona oeste, y siendo recibidos con gran apoyo en los suburbios parisinos. En estos barrios se enarbolaba la bandera tricolor francesa al paso de los españoles antifascistas con la bandera tricolor republicana. Los carros de combate avanzaron hasta entrar en París por la Plaza de Italia, la primera unidad militar en entrar en la urbe, y en concreto el blindado denominado «Guadalajara» alcanzó a las 21:20 de la noche la Plaza del Ayuntamiento de París.

Los primeros disparos de las fuerzas de «La Nueve» se efectuaron desde el blindado denominado «Ebro», dirigido por el anarquista canario Miguel Campos. En las cercanías del Arco de Triunfo parisino también patrullaban algunos blindados españoles que paseaban con nombres como «Belchite», «Brunete», «Madrid», «Gernika» o «Don Quijote». Previamente algunos anarquistas intentaron poner como nombre a otro carro de combate «Durruti», pero los franceses no lo permitieron por ensalzar la figura del revolucionario leonés. En el Ayuntamiento parisino, Amado Granell, subordinado de «La Nueve», fue entrevistado por la Radio de París y también conversó tanto con Georges Bidault (un católico liberal presidente del Consejo Nacional de la Resistencia que sería en 1946 presidente de la República Francesa) como con el marxista Henri Rol-Tanguy.

Raymond Dronne, el jefe francés que dirigía esta Novena Compañía fue hacia la comandancia del general nazi Dietrich von Choltitz para firmar su rendición, pero mientras esto sucedía a lo largo de la mañana del 25 de agosto los antifascistas españoles tomaron al asalto la Cámara de los Diputados, el Hotel Majestic y la Plaza de la Concordia sufriendo únicamente una baja por una guarnición alemana completamente desgajada. A las 15:30h. de la tarde los soldados nazis se rindieron, y se recibió como prisionero al propio von Choltitz, que solicitó entregarse a alguien de su rango militar mientras las tropas francesas entraban en la capital parisina. El general estadounidense Eisenhower había dado órdenes a sus tropas de colaborar con los franceses, y sería al día siguiente cuando las tropas aliadas entraron ya triunfantes en París.

Últimas campañas de «La Nueve» y toma del refugio de Adolf Hitler.

Las batallas de la Novena Compañía continuarían, y en el frío invierno de 1944 les llevaría hacia el boscoso camino de Baviera. Primeramente, el 8 de septiembre abandonaron la capital francesa hacia Andelot-Blancheville, donde hicieron prisioneros a trescientos alemanes en la toma de ese municipio. El 15 de septiembre se atravesó el río Mosela y se estableció una cabeza de puente tras las líneas alemanas donde se llevaron a cabo algunos enfrentamientos. A finales de septiembre se entregaron las principales condecoraciones en la ciudad de Nancy al capitán francés Raymond Dronne, pero también al subteniente canario Miguel Campos, al sargento catalán Fermín Pujol, y al cabo gallego Cariño López; todos ellos recibieron la Medalla Militar y la Cruz de Guerra. En noviembre de 1944 «La Nueve» tomaría la ciudad francesa de Estrasburgo, y después quedarían estancados en el frío invierno alemán una vez atravesadas las líneas del río Rin, que es el que les infringió las peores bajas. Finalizado el invierno «La Nueve», aunque diezmada por el frío invernal pasado, reanudó operaciones militares en la primavera de 1945 tomando el 5 de mayo el «Nido de Águila», la casa-refugio de ocio de Adolf Hitler en Berchtesgaden, de donde dicen algunos antifascistas españoles que se llevaron algún reloj de oro e incluso sábanas.

El fin de la guerra sobrevino tres días más tarde, por lo que los españoles que estaban aún en activo en ese momento, o bien se reintegraron en otras unidades del Ejército francés, o bien se desmovilizaron convirtiéndose en civiles y quedándose en Francia gran parte de sus vidas, debido a la Dictadura franquista en España. Su ímpetu en el combate no sirvió para poner fin al Franquismo como muchos deseaban, ya que los Aliados permitieron ese régimen como garante contra las ideas revolucionarias de izquierdas en Europa. Estos veteranos de casi diez años en conflicto continuado siguieron como exiliados políticos, reintegrándose como trabajadores en diversas ciudades del territorio francés y encontrando homenajes a su lucha antifascista únicamente al final de su vida. El último de los miembros de «La Nueve» vivo fue Rafael Gómez Nieto, quien falleció por Covid-19 el 31 de marzo de 2020 a los 99 años de edad en una residencia de ancianos en Estrasburgo.

La lucha contra el fascismo en la Francia actual, la nefasta experiencia del Frente Popular.

La larga sombra del fascismo nos persigue desde el siglo pasado en Europa, su esencia ha quedado enmarcada en la corriente política estructural asumida por el neoliberalismo, y siguen formando parte de ese sistema. Ayer se llamaba Henry Ford, actualmente se llama Elon Musk. La violencia de extrema derecha es un problema real en auge en los últimos años, los datos indican que los atentados fascistas han crecido en un 320% en todo el mundo. En el primer semestre del año 2020 solo en EE.UU. el 70% de las acciones denominadas como terroristas, respondieron a una motivación de la ultraderecha. En Francia este crecimiento de la ultraderecha viene alertando desde hace décadas con el Frente Nacional y otros idilios políticos con discursos que generan violencia social contra grupos como mujeres, personas LGTBIQ+ o migrantes.

No solamente el gobierno conservador del presidente Emmanuel Macron ha tenido responsabilidad en permitir esta atmósfera prefascista en Francia; sino también la izquierda parlamentaria y reformista desilusionando una y otra vez a la clase trabajadora. La conformación de un Frente Popular como en las pasadas elecciones, debiendo hacer pactos con liberales, les ha convertido en la mano izquierda del capitalismo. No puede haber otro sentido común más que el revolucionario. Muchos dirigentes de izquierda francesa, y también lo hemos vivido en España con Podemos, aseguraban que era el momento de hacer un cordón sanitario a la extrema derecha, pero la estrategia que han utilizado está abocada al fracaso porque la socialdemocracia jamás fomentará la creación de una fuerza social de la clase trabajadora.

La experiencia de los Frentes Populares en el pasado tanto en Francia como en España en los años 30 nos llevan a pronosticar de manera clara que los pactos de mínimos con la burguesía bajo la premisa de frenar el fascismo solo son concesiones que acaban saliendo caras cuando es demasiado tarde para rectificar. A la extrema derecha se la frena con la práctica de la lucha de clases, organizando un frente político y social desde abajo, y no desde frentes republicanos de las burocracias de partidos ni sindicatos. Seguiremos afirmando que, frente a toda derrota, hace falta organización.

Ángel, militante de Liza

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Liza es una plataforma revolucionaria de socialistas anarquistas ubicada en la ciudad de Madrid.
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