Elementos de la Teoría y Estrategia Anarquista: Una entrevista con Felipe Corrêa (Parte 1)

Primera parte de la traducción de una entrevista realizada a Felipe Corrêa por parte de Mya Walmsley en marzo de 2022. Actualmente (2024) Felipe Corrêa es militante de Organização Socialista Libertária (OSL)

Por liza
33 min. de lectura

Nota de Mya Walmsley

El renacimiento constante del anarquismo organizado en la anglosfera (y ahora en Europa) ha llevado a un nuevo compromiso con las cuestiones estratégicas fundamentales del anarquismo. ¿Cómo debe estructurarse una organización revolucionaria? ¿Cómo debe luchar una organización revolucionaria por las reformas? ¿Qué papel juega la organización revolucionaria en el proceso revolucionario? Al lidiar con estas preguntas, las ideas contemporáneas más novedosas sin duda provinieron del movimiento anarquista en América Latina, donde la tradición del anarquismo organizado de lucha de clases estaba creciendo y luchando con éxito mientras que en el mundo anglosajón languidecía en un largo período de declive.

A pesar de su influencia, muchas de las ideas y la historia que han motivado este movimiento son, en gran parte, inaccesibles para una audiencia de habla inglesa. La introducción explosiva de esta tradición, llamada Especifismo, a la anglosfera, fue una amplia introducción a los inquilinos clave de la tendencia en 2006 por Adam Weaver, seguida de la traducción completa de la conferencia de 2008 de la Federación Anarquista de Río de Janeiro (Federação Anarquista do Rio de Janeiro – FARJ), que resumió muchas de las conclusiones teóricas del movimiento en la región. Pero el Especifismo no ha sido adoptado por unanimidad en América Latina y aún continúan los debates entre organizaciones sobre su significado exacto y la forma de implementarlo.

Quizás el libro más crucial traducido después de este fue la traducción del Anarquismo en América Latina de Ángel Cappelletti en 2018, que no solo era en sí mismo una historia fantástica del movimiento anarquista en América Latina, sino que además fue un texto fundamental para el surgimiento del Especifismo. Sin embargo, es relevante comentar para esta entrevista que, en los últimos años, Enrique Guerrero-López ha traducido varias de las intervenciones clave de Felipe Corrêa, con la intención de aclarar y desarrollar el trabajo presentado en Social Anarchism and Organization. Como militante y teórico de la Organización Anarquista Socialismo Libertario / Coordinación Anarquista Brasileña (OASL/CAB) en São Paulo, estas traducciones ofrecen una visión del debate estratégico y del consenso que emerge dentro del anarquismo latinoamericano.

Con el espíritu de clarificar y difundir los debates del anarquismo latinoamericano en la anglosfera, me comuniqué con Felipe Corrêa a principios de 2022 y le hice preguntas que varios compañeros habían planteado durante grupos de lectura y discusiones informales sobre la tendencia, preguntas que no podían responderse fácilmente por los textos que tenemos a nuestra disposición. Su amplia respuesta a mis preguntas, que van desde la noción de poder y el papel de las organizaciones, hasta la relación entre el anarquismo y la política de clases, ofrece una visión valiosa y única de esta importante tendencia.

Agradezco la paciencia del camarada Felipe Corrêa para responder a mis preguntas y la ayuda de Enrique Guerrero-López para asistir con la traducción del texto al inglés.

Nota de Regeneración

El propio Felipe Corrêa nos ha solicitado la actualización organizativa y política que se describirá a continuación y es que desde 2023 OASL (él mismo incluso) y otras organizaciones salieron de la CAB y fundaron la OSL. Organização Socialista Libertária, una organización política anarquista nacional, que nació como resultado de casi tres décadas de construcción del especifismo en Brasil.

¡Gracias por acceder a esta entrevista, Felipe! Agradezco el tiempo que se está tomando para abordar estas preguntas; espero que resulten interesantes y fructíferas. Para aquellos que no están familiarizados, ¿estaría dispuesto a proporcionar un resumen muy breve de usted mismo, qué tipo de trabajo militante hace y qué supone la tendencia del Especifismo?

¡Hola Mya! Agradezco tu interés. Es un placer para mí responder a esta entrevista. Soy Felipe Corrêa y desde hace más de dos décadas estoy involucrado con la militancia anarquista y también con otras actividades relacionadas con el anarquismo, como la investigación y la edición.

En el campo de la militancia, soy miembro de la Organización Anarquista Socialismo Libertario / Coordinación Anarquista Brasileña (OASL/CAB), en São Paulo1. Llevo casi 20 años construyendo el Especifismo en Brasil. A nivel estatal y nacional, actualmente me dedico a la militancia sindical – pertenezco a uno de los sindicatos de docentes (SINPRO), soy docente universitario, vinculado principalmente al área de las Ciencias Sociales y actividades de investigación – así como a la gestión de recursos y formación política.

CAB es parte de una corriente anarquista llamada especifista – anarquismo especifista o simplemente Especifismo-, que es una expresión latinoamericana del histórico dualismo organizativo anarquista, que ha existido desde Bakunin y la Alianza hasta el presente. En América Latina este término ha sido utilizado para referirse a las concepciones teóricas y prácticas de la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) que, fundada en 1956, jugó un papel central en las luchas contra la dictadura militar en las décadas de 1960 y 1970. A través de las estructuras organizativas que construyó y/o fortaleció la FAU, se convirtió en la segunda fuerza de la izquierda uruguaya en estas luchas. A nivel sindical y de masas, sólo era más pequeño que el Partido Comunista Uruguayo; a nivel armado era menor solo que los tupamaros. Sin embargo, era la única fuerza que operaba en ambos campos2.

Con el fin de las dictaduras latinoamericanas, se rearticula el anarquismo especifista. Primero en Uruguay, a mediados de los 80, y luego en otros países. Brasil fue importante en este proceso y tuvo sus primeras experiencias especifistas a mediados de los noventa. Se desarrolló en diferentes regiones brasileñas y, en 2002, se articuló en el Foro de Anarquismo Organizado (FAO). Con la expansión de la presencia y el aumento de los lazos organizativos, se crearon las condiciones para la fundación de la Coordinadora Anarquista Brasileña (CAB) en 2012, cuyo objetivo es constituir una organización política nacional, con núcleos en todo el país.

En cuanto a la línea política, el Especifismo es una corriente anarquista inspirada en las posiciones de Bakunin y Malatesta; se acerca a las perspectivas del grupo de Dielo Truda y otros clásicos históricos del anarquismo.

Es una corriente que sostiene un conjunto de posiciones frente a los grandes debates estratégicos del anarquismo. Primero, en relación al debate organizacional, los especifistas sostienen la necesidad de un dualismo organizacional, a partir del cual los anarquistas se articulan en una organización política, como anarquistas, y en las organizaciones sociales (sindicatos y movimientos sociales), como trabajadores. En segundo lugar, frente al debate sobre el papel de las reformas, los especifistas consideran que, según la forma en que se busquen y conquisten, pueden contribuir a un proceso revolucionario. En tercer lugar, en relación con el debate sobre la violencia, los especifistas consideran que siempre debe realizarse en el contexto y concomitantemente con la construcción de movimientos de masas. En el plano social, de los movimientos de masas, el Especifismo promueve un programa que tiene numerosas afinidades con el sindicalismo revolucionario.

En el campo de la producción intelectual, he coordinado el Instituto de Teoría e Historia Anarquista (IATH), un proyecto internacional que tiene como objetivo profundizar y difundir la investigación sobre el anarquismo. He estado realizando investigaciones vinculadas a la IATH, principalmente en el campo de la teoría política anarquista; y la investigación vinculada a la universidad. También soy editor de Faísca Publicações Libertárias, una editorial anarquista con alrededor de 40 libros publicados sobre propaganda militante y estudios académicos3.

Comenzaré con una pregunta muy abstracta. En Anarchism, Power, Class and Social Change4, defines el anarquismo como una ideología, distinguiendo la ideología de la teoría en la medida en que la ideología hace afirmaciones políticas y produce intervenciones estratégicas prácticas, mientras que la teoría hace afirmaciones metodológicas que determinan su comprensión de la realidad. ¿Por qué es tan importante esta distinción y qué relación implica entre la teoría, la ideología y la práctica anarquistas?

Para los anarquistas que defendemos la necesidad organizativa de unidad teórica e ideológica, es importante tener una respuesta precisa sobre qué es el anarquismo. Y, en esta discusión, el Especifismo latinoamericano remite, en buena medida, a un texto de 1972 de la Federación Anarquista Uruguaya titulado «Huerta Grande: La Importancia de la Teoría». Es un texto que parte de las reflexiones de Malatesta sobre la distinción entre el campo científico y el ideológico-doctrinal5.

Según esta noción que aparece en «Huerta Grande» y en Malatesta, es necesario distinguir un campo de ciencia y otro de ideología-doctrina. La ciencia subvenciona la investigación del pasado, del presente y, a lo sumo, indica lo que probablemente ocurrirá en el futuro. La ideología-doctrina ofrece elementos valorativos para juzgar la realidad y, principalmente, para el establecimiento de objetivos y líneas de acción.

Esta distinción es muy importante por dos razones. Por un lado, busca evitar que la interpretación de la realidad (campo científico) sea distorsionada por elementos doctrinales -ideológicos- o, como decimos a veces, que se sustituya lo que fue y lo que es por lo que nos gustaría que fuera. Una estrategia coherente para el anarquismo debe partir de una lectura precisa (teórica y científicamente rigurosa) de la realidad. Por otro lado, pretende impedir una perspectiva de futuro que renuncie a la transformación en nombre del pragmatismo reformista o incluso conservador. Una estrategia consistente para el anarquismo necesita contener elementos que podríamos llamar utópicos o finalistas y buscar realizarlos por medios revolucionarios. Creo que esta posición quedó bien resumida en la consigna propagada por el anarquista japonés Osugi Sakae6.

Esta posición también destaca, dentro de estos elementos, cuáles son los más y los menos flexibles. El campo científico tiene que ser más flexible (abierto) que el campo doctrinal-ideológico. Necesitamos aprovechar los avances en el campo científico para mejorar nuestra comprensión de la realidad social. Esto no implica ni puede implicar la defensa de un pluralismo teórico incoherente o de un sálvese quien pueda sin sentido. Es solo una apertura que asegura que no estemos atados a métodos, teorías y estudios erróneos, imprecisos o desactualizados, simplemente porque son anarquistas.

Comparativamente, el campo ideológico-doctrinal es mucho menos flexible, especialmente cuando hablamos de principios anarquistas. No somos abiertos y flexibles («anti-dogmáticos») sobre nuestros principios. Quienes tratan así los principios caen en un pragmatismo incapaz de cambio o transformación social. En cuanto a la estrategia, podemos decir que la estrategia general es más fija, seguida de la estrategia temporal, que es un poco menos fija y más flexible, y, por último, de la táctica, más flexible aún.

Esta posición no puede confundirse con cierto positivismo, que propugna -y cree que es posible- cierta neutralidad en el análisis de la realidad. Reconoce que tal neutralidad es imposible, pero que, al hacer ciencia, los anarquistas deben estar atentos si no están siendo traicionados por sus posiciones ideológico-doctrinales. Algo que es muy común en el campo de la izquierda en general, incluido el marxismo y el anarquismo.

La relación que esto implica entre teoría, ideología y práctica es la siguiente. Podemos decir que, al operar con estos presupuestos de la FAU y Malatesta, los anarquistas defienden: la necesidad de una perspectiva teórica (científica) precisa para analizar la realidad y saber, precisamente, «dónde estamos»; la necesidad de una perspectiva ideológica (anarquista) para sustentar nuestros juicios sobre esta realidad, para establecer los objetivos finalistas y las líneas de acción posibles y deseables para el período en cuestión -esto es, el anarquismo, desde su crítica a la dominación, defensa de sí mismo-, gestión y visión estratégica, proponiendo por tanto a grandes rasgos, «hacia dónde pretendemos ir» y «cómo»; lo que nos lleva a una tercera necesidad, de una práctica política estratégica que nos lleve de donde estamos a donde queremos ir, una práctica que se base en una estrategia general.

En suma, la teoría anarquista subsidia la lectura de la realidad, la ideología anarquista subsidia el juicio de esa realidad, el establecimiento de objetivos estratégicos y una línea estratégica de acción, y la práctica anarquista concretamente realiza acciones para transformar social y revolucionariamente esa realidad.

Lo que me sorprende acerca de su escritura (y en general sobre la tradición anarquista en América Latina) como militante de la anglosfera es que se centra de cerca en el concepto de ‘poder’. En Anarchism, Power, Class and Social Change usted comenta que los anarquistas clásicos tendían a mezclar de manera imprecisa poder, dominación y autoridad en el mismo concepto. Esta imprecisión teórica hizo difícil ver a qué tipo de poder deberían oponerse los anarquistas (dominación) y qué poder deberían construir (popular). ¿Por qué cree que el concepto de poder es tan central en el anarquismo y qué implicaciones tiene una correcta comprensión del poder en nuestra práctica política y doctrinas?

Realmente hemos profundizado bastante en la discusión sobre el concepto de poder. Hemos destacado que es importante para los anarquistas no solo en términos de crítica, sino también en formas constructivas y con propósito.

En primer lugar, es importante destacar que, como todos los grandes conceptos, el poder es un concepto polisémico (tiene muchos significados) y puede definirse de diferentes maneras. Históricamente, y en las distintas corrientes de pensamiento, es posible decir -como observó Tomás Ibáñez- que el poder ha sido definido de tres maneras distintas: 1) Como capacidad (posibilidad de hacer algo), por ejemplo, cuando decimos que tenemos el poder de hacer esto o aquello; 2) Como estructuras y mecanismos de regulación y control (cosa concreta), por ejemplo, cuando decimos que alguien o algún grupo ha tomado el poder; 3) Como asimetría en las relaciones de fuerza (relación temporal de imposición), por ejemplo, cuando decimos que una clase -en un momento determinado, y por un tiempo determinado- estableció una relación de poder (se impuso) en relación con otra7.

Cuando hablamos de anarquistas clásicos, también dialogan con estos enfoques, como argumenté en «Anarquismo, poder, clase y cambio social». Y, no pocas veces, tratan las relaciones de dominación a través de términos como dominación, poder y autoridad. Cuando tomamos el caso de los anarquistas clásicos, la mayoría de las veces utilizan estos términos (dominación, poder, autoridad), tienen en mente lo que llamamos, en nuestra corriente anarquista, relaciones de dominación.

Se necesitan algunos comentarios sobre estas declaraciones. Primero, a pesar de este enfoque mayoritario, hasta cierto punto todos los anarquistas clásicos ofrecen elementos para el establecimiento de una teoría anarquista del poder. Es cierto que no fue algo que priorizaron en vida, pero no cabe duda de que en sus escritos hay muchos elementos sobre este tema. En segundo lugar, cuando hago estas afirmaciones sobre los «anarquistas clásicos», no estoy considerando entre ellos a Proudhon, quien, para mí y para otros investigadores, es más una especie de padre del anarquismo que un anarquista mismo, ya que consideramos que el anarquismo surgió solo dentro de la Primera Internacional, en la segunda mitad de la década de 18608. Entre los clásicos libertarios del socialismo, Proudhon se destaca con grandes aportes en esta discusión sobre el poder. En tercer lugar, tanto Proudhon como los anarquistas clásicos, aunque en la mayoría de los casos tratan de manera equivalente la dominación, el poder y la autoridad, también abren posibilidades para otros enfoques.

Proudhon reivindica un «poder social» como fuerza colectiva de los trabajadores («Justice dans la Révolution and dans l’Église»). Bakunin enfatiza que no rechaza todas las formas de autoridad (Dios y el Estado) e incluso reclama el poder de los «aliados», miembros de la Alianza, en relación con los trabajadores («Carta a A. Richard»). Malatesta habla de un «poder efectivo de todos los trabajadores» («La Dittatura del Proletariato e l’Anarchia»). Berneri defiende el «uso del poder político por parte del proletariado» («La Dittatura del Proletariato e il Socialismo di Stato»). Podrían mencionarse muchas otras referencias. Lo que quiero mostrar con esto no es que estas figuras hayan reivindicado permanentemente el término poder para referirse a sus estrategias propositivas y constructivas, sino que, incluso en sus obras, hay momentos en los que aparecen estas referencias.

Lo que argumento en «Anarquismo, poder, clase y cambio social» es que, si nos desligamos del término y ahondamos en el contenido de esta discusión, veremos que, en general, todos los anarquistas identifican en los trabajadores cierta capacidad de realización; estos anarquistas normalmente discuten y ponen en práctica acciones para transformar esta capacidad en una fuerza social capaz de intervenir en la realidad social y, finalmente, pretenden contribuir a que los trabajadores se impongan, prevaleciendo contra la burguesía, la burocracia y sus enemigos de clase en general, a través de una revolución social que conduzca a un socialismo sustentado en estructuras y mecanismos de regulación y control autogestionarios y federalistas.

Como detallaré un poco más adelante en esta entrevista, estos elementos -capacidad de realización, fuerza social, relaciones de imposición/preponderancia, y estructuras y mecanismos de regulación y control- están en el centro de la teoría del poder que los especifistas han defendido y que particularmente he desarrollado en términos teóricos.

Creo que, dependiendo de cómo se defina, el concepto de poder puede jugar un papel muy importante en el anarquismo. En primer lugar, para la explicación de lo que es el anarquismo mismo. Por ejemplo, utilizo el concepto de poder como base de mi explicación del anarquismo en mi libro «Bandeira Negra: rediscutindo o anarquismo» [Bandera Negra: re-discutiendo el anarquismo], que no es más que un renovado «Qué es el anarquismo», que pretende resolver los problemas de estudios previos que abordaron este tema.

Cuando defino el anarquismo en este libro, enfatizo, entre otras cosas, que «el anarquismo […]tiene como objetivo transformar la capacidad de realización de las clases dominadas en una fuerza social y, a través del conflicto social caracterizado por la lucha de clases, reemplazar la dominación (poder que emerge como vector resultante de las relaciones sociales) por un poder autogestionado, consolidado en las tres esferas estructuradas de la sociedad». Entonces el proyecto anarquista es considerado por mí como un «proyecto de poder»9.

Segundo, el concepto de poder puede apoyar los análisis de la realidad desarrollados por los anarquistas. A través de ella (y de una teoría del poder consistente) es posible comprender, en la historia o en la actualidad (en términos coyunturales), cuáles son las fuerzas en juego en un contexto dado, cuáles de ellas se imponen/preponderan en relación a otras, cuáles son las relaciones de poder que se establecen en estos contextos y cuáles son las formas que toman tales relaciones (dominantes, autogestionarias, con mayor o menor participación).

Tercero, y quizás esta sea la razón principal, para que los anarquistas tengan claro su proyecto político y hacia dónde/cómo pretenden llegar. En mi opinión, somos testigos constantes de anarquistas que no entienden qué acciones pueden/deben tomar para impulsar su proyecto. No son capaces de evaluar concretamente la realidad ni elaborar un programa estratégico adecuado.

La más grave, sin embargo, ocurre cuando los anarquistas no comprenden que no les basta con existir en el mundo, ni con realizar sus acciones sin lograr ciertas acumulaciones y conquistas. Tampoco es suficiente, en los casos en que se logran tales acumulaciones y conquistas, no saber adónde/cómo se quiere ir. Me explico. O los anarquistas piensan en formas de maximizar su fuerza social y, más importante aún, la fuerza social de los trabajadores, de modo que esto pueda apuntar a una transformación revolucionaria, autogestionaria/federalista, o no tienen razón de existir. Y es más: O los anarquistas entienden que, en varias ocasiones, tendrán que imponerse a los demás, prevalecer sobre los demás, o tampoco podrán llevar a cabo su proyecto.

Se podrían citar muchos ejemplos. Pero me centraré en uno de ellos cuando, en el contexto de la Revolución Española, varios miembros influyentes de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), una organización anarcosindicalista que representaba, en ese momento, a aproximadamente un millón y medio de trabajadores, entendió que establecer un poder popular y autogestionario en regiones donde la fuerza social de anarquistas/anarcosindicalistas era mayoritaria, equivaldría a establecer una «dictadura anarquista».

Lectura conceptualmente equivocada y que, a mi modo de ver, muestra la falta de noción de que el proyecto anarquista es realmente un proyecto de poder. Un proyecto contra la dominación y la explotación, basado en la autogestión y el federalismo, es cierto, pero no deja de ser un proyecto de poder. Temerosa de imponer y dominar frentes contra fuerzas enemigas y opositoras, la CNT prefirió integrar el proyecto colaboracionista con el gobierno republicano…

Esta relación, que considero no resuelta, entre los anarquistas y la cuestión del poder, provoca problemas de este tipo. No sólo en situaciones revolucionarias e insurreccionales, sino también en circunstancias cotidianas, como en movimientos y luchas sindicales, sociales, estudiantiles, comunitarias, etc.

En resumen, la adopción de esta comprensión del poder que apoyo aquí tiene múltiples implicaciones. Permite una comprensión más adecuada del anarquismo, un fortalecimiento de los análisis de la realidad y, principalmente, del proyecto político anarquista. En particular, esta comprensión del poder subsidia a los anarquistas para expandir su intervención en la realidad y volverse cada vez más influyentes.

Para muchos anarquistas occidentales, el enfoque conceptual sobre el poder tiende a asociarse con los escritos de Michel Foucault. Para algunos esta asociación es positiva, pero muchos en la tendencia anarquista de masas la asocian con el abandono de la lucha de clases. ¿Qué impacto, si es que tuvo alguno, ha tenido Foucault en los debates latinoamericanos? ¿La gente lo lee, y si es así, qué toman de él?

Es cierto que «para muchos anarquistas occidentales, el enfoque conceptual sobre el poder tiende a asociarse con los escritos de Michel Foucault». Pero esto, en mi opinión, dice más sobre los «anarquistas occidentales» que el debate sobre el poder en el anarquismo.

Foucault es sin duda uno de los grandes pensadores del siglo XX y ampliamente estudiado en las universidades. Mi impresión -y esta ha sido una de mis grandes críticas al universo anarquista en general- es que muchos anarquistas, quizás por conveniencia intelectual, o incluso por seguir modas académicas, acaban apropiándose de autores de otras tradiciones, de otras corrientes político-ideológicas, en lugar de buscar contribuciones que existen dentro de nuestro propio campo. Lo peor es que esta apropiación se hace, en la mayoría de los casos, de forma acrítica, y no para complementar las aportaciones anarquistas, sino para sustituirlas.

Lo que considero, en varias partes del mundo, una moda en torno a Foucault entre los anarquistas refleja, para mí, cierto «anarquismo sin anarquistas»; que lamentablemente encontramos en muchos lugares en este momento. Ahora hay numerosos «estudios anarquistas» no relacionados con el anarquismo y los anarquistas históricos.

Lo que quiero decir es que, entre los anarquistas, y los sindicalistas y los socialistas libertarios/antiautoritarios en general, hay numerosas contribuciones a esta discusión sobre el poder y muchas otras. Pero estudiarlos significa, la mayoría de las veces, «romper piedras»: los textos no son muy fáciles de encontrar, muchos de ellos no están traducidos, prácticamente no hay comentaristas, no hay manuales, nadie los estudia en la universidad… Es decir, tenemos que reconocer que no es fácil estudiar a Bakunin, Malatesta, Kropotkin, Proudhon, etc.

Considero más que necesario dedicarnos a los estudios de nuestra tradición expandida (anarquista, sindicalista, libertaria/socialista antiautoritaria) y producir, elaborar, ofrecerles nuestros aportes críticos. Actualmente estoy trabajando en un libro que reconstruye los aportes teóricos de Malatesta sobre las relaciones de poder. No cabe duda de que, aunque estos aportes son increíbles, es sumamente difícil recuperarlos, reconstruirlos y complementarlos.

Vuelvo a Foucault. Sí, nuestra tradición de anarquismo especifista tuvo alguna influencia de Foucault (en Uruguay y en algunas regiones de Brasil, especialmente en el sur), quien fue y es un autor leído por la militancia. Conozco bien la discusión del poder de Foucalt, he enseñado y escrito sobre este tema. Resulta que, como muy bien señalas, Foucault tiene sus complicaciones y ambigüedades.

Lo que puedo decir, como conocedor de esta discusión del poder en Foucault, es que lo que hicimos los especifistas, más que hacer una lectura académica rigurosa de este autor, fue proponer una apropiación crítica de algunos de sus conceptos teóricos y perspectivas; y adaptarlas al marco general de referencia de nuestro anarquismo (para que elementos como las clases sociales y el clasismo permanecieran presentes). En mi opinión, esta lectura especifista de Foucault la hizo la izquierda, muy de izquierda.

En todo caso, entiendo que existe cierto riesgo en trámites de este tipo porque, a pesar de la distinción que hacemos entre teoría e ideología, y a pesar de tener una postura más flexible y abierta hacia la primera que hacia la segunda, es innegable que las aportaciones teóricas tienen elementos ideológicos y, a veces, sin darnos cuenta (porque bebemos en cierto material teórico), podemos terminar incorporando ciertos elementos ideológicamente complicados para el anarquismo.

Esto lo he visto suceder en el campo anarquista en diferentes épocas y regiones, tanto con la incorporación de la teoría marxista -que luego terminó convirtiéndose en elementos ideológicos «marxizantes»- como con la incorporación de la teoría posmoderna -que, de la misma manera, generó perspectivas ideológicas muy complicadas y alejadas del anarquismo-.

Cuando digo que Foucault tiene complicaciones y ambigüedades, me refiero a algunos puntos en particular. Nunca fue un pensador anarquista, ni tuvo grandes preocupaciones programáticas y estratégicas. Si sus ideas pueden ser interpretadas de esta manera, más a la izquierda, como lo hacen los especifistas, también pueden ser tomadas desde una perspectiva muy liberal e incluso de completa resignación. En este último caso, apuntando a lecturas como: si hay poder en todas las relaciones, entonces no hay mucho que hacer, ya que todos somos oprimidos y opresores al mismo tiempo. Hay riesgos realmente importantes en este sentido.

Cabe señalar que, estudiando en profundidad a varios clásicos anarquistas, sindicalistas y socialistas libertarios/antiautoritarios, puedo decir que todo lo que nuestra corriente usó de Foucault está presente en «nuestros» autores. No hay nada que nos hayamos apropiado de Foucault que no esté, por ejemplo, en Malatesta y/o Proudhon.

Creo que hay que evitar a toda costa este procedimiento (lamentablemente muy presente en el anarquismo) de tomar e incorporar acríticamente todo lo que parece interesante, que está de moda (académico o militante), que estudiamos en la universidad o discutimos en los movimientos. Históricamente el anarquismo tiene unas líneas determinadas (y cada corriente anarquista tiene líneas más específicas dentro del anarquismo). Por ello, es importante tener en cuenta que las aportaciones deben complementar estas líneas y no descartarlas, ponerlas en jaque o desvirtuarlas.

Marzo 2022.

Continuación de la entrevista en la Parte 2

Traducido por Diogo, militante de Liza

  1. Sitio web de OASL: https://anarquismosp.wordpress.com/. Sitio web de CAB: https://cabanarquista.org/. Declaración de Principios de CAB (en inglés): https://www.anarkismo.net/article/23028. ↩︎
  2. Sobre la historia de FAU (en inglés), ver: https://www.anarkismo.net/article/32515. Sobre la estrategia del anarquismo especifista, ver la larga entrevista que hice con Juan Carlos Mechoso, militante histórico de la FAU (en inglés): https://theanarchistlibrary.org/library/juan-carlos-mechoso-uruguayan-anarchist-federation-fau-the-strategy-of-especifismo. ↩︎
  3. Sitio web de IATH: https://ithanarquista.wordpress.com/. Sitio web de Faísca: http://editorafaisca.net/. ↩︎
  4. En: https://www.anarkismo.net/article/32540. ↩︎
  5. “Huerta Grande” (en inglés) se puede leer en: https://blackrosefed.org/huerta-grande/. Sobre las posiciones de Malatesta al respecto, ver el capítulo “Anarquismo y Ciencia” de la compilación Errico Malatesta: Vida e Ideas, organizada por Vernon Richards: https://libcom.org/files/Malatesta%20-%20Life%20and%20Ideas.pdf. ↩︎
  6. l texto en el que Osugi Sakae hace esta afirmación está parcialmente disponible (en inglés) en la antología Anarchism: a documentary history of libertarian ideas, vol. 1, organizada por Robert Graham (Black Rose Books, 2005). ↩︎
  7. Sobre este y otros argumentos de Ibáñez, ver mi reseña de su artículo “Por un Poder Político Libertario” (en inglés): https://www.anarkismo.net/article/19736. ↩︎
  8. Sobre este argumento, ver mi artículo “Teoría y Historia Anarquista en Perspectiva Global” (en inglés): https://ithanarquista.wordpress.com/2021/12/15/felipe-correa-anarchist-theory-and-history-in-global-perspective/. ↩︎
  9. El mencionado artículo “Teoría y Historia Anarquista en Perspectiva Global” proporciona un resumen de este libro. ↩︎

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Liza es una plataforma revolucionaria de socialistas anarquistas ubicada en la ciudad de Madrid.
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