¿Puede la emancipación de la clase trabajadora nacer de una síntesis socialista?
Frente a la agudización de los antagonismos de clase, resulta pertinente reflexionar sobre la vigencia del socialismo como praxis para la transformación social. Pero no basta con reconocer su importancia: debemos extraer lecciones del pasado para evitar repetir errores en el presente.
En este artículo, intentaremos contestar la pregunta inicial, basándonos en una experiencia reciente: la creación, evolución y disolución de Sinergia M.C.U., un proyecto colectivo donde nos reunimos militantes de corrientes socialistas –anarquistas y comunistas– bajo un mismo paraguas organizativo. Sin embargo, lejos de consolidarse como una herramienta eficaz para la transformación social, este intento puso de manifiesto las tensiones y limitaciones inherentes a las estructuras de síntesis. A partir de esta experiencia, reflexionaremos sobre las lecciones que dejó su fracaso y cómo esta nos condujo a replantear nuestra estrategia, desembocando en la construcción de “Hedra”, una organización política anarquista. En este recorrido, buscamos no solo analizar los errores del pasado, sino también aportar claves para un futuro organizativo más claro y efectivo.
Sinergia – Movimiento de Clase Unificado: un proyecto de síntesis
Tras varios años de reflujo en la capacidad organizativa de la clase trabajadora, unido al declive del ciclo del 15M, militantes de diversos movimientos sociales coincidimos en la necesidad de generar un espacio común capaz de articular una alternativa tanto teórica como práctica, y construir un conjunto armonioso con el cual incidir en la realidad. De este impulso nació en 2023 Sinergia M.C.U., una iniciativa con la que buscábamos trascender las limitaciones del proyecto de la socialdemocracia y generar una alternativa que nos acercase a la emancipación de nuestra clase. La organización reunió a militantes de diversas corrientes socialistas, pero pronto quedaron expuestas sus limitaciones estructurales y estratégicas.
La amplitud que inicialmente considerábamos como su mayor fortaleza terminó siendo su principal debilidad. El intento de conciliar perspectivas tan dispares fracasó al no lograr la cohesión interna necesaria ni la disciplina suficiente para articular una estrategia común. Este tropiezo nos enseñó una lección evidente: no basta con compartir el rechazo al sistema capitalista y sus formas de dominación; es imprescindible un correcto análisis materialista para poder articular una alternativa en la cual la clase obrera se encuentre en el centro, y un programa revolucionario en el que esta se vea reflejada.
Las organizaciones de síntesis, en sus diversas formas y propuestas, pretenden llevar a cabo el proceso de emancipación de las masas desposeídas a través de la integración de distintos agentes y/o corrientes revolucionarias bajo una misma estructura organizativa. De esta manera, se espera que estos elementos puedan coordinar sus esfuerzos contra el actual estado de cosas. No obstante, a pesar de que a simple vista la unión de distintas tendencias en pos de una causa común pueda resultar noble y atractiva para muchas compañeras, lo cierto es que una organización política de tales características carece de unidad teórica y de acción a medio y largo plazo.
Las contradicciones internas de la síntesis
Intentar unificar visiones incompatibles no sólo diluye el objetivo final, sino que obstaculiza cualquier avance hacia la emancipación. Por ello, esta suerte de “síntesis socialista”, en su afán por aunar fuerzas, acabó disolviéndose en sus propias contradicciones internas. Este fracaso nos dejó una enseñanza insoslayable: no todas las formas de organización contra las distintas formas de explotación y opresión comparten principios, medios y fines.
En el caso que nos ocupa, este intento de síntesis nos llevó a adoptar una estrategia cercana a los postulados propuestos por el consejismo o el marxismo libertario. Nuestra propuesta, influida por la crítica al autoritarismo y enfocada en estructuras horizontales, buscaba garantizar la participación directa de las bases. Sin embargo, Sinergia terminó adoptando un método tan amplio y difuso que perdió su razón de ser. En lugar de fortalecer sus estructuras, las diferencias internas, en muchos casos irreconciliables, minaron su capacidad para construir un proyecto sólido y sostenible.
A pesar del esfuerzo colectivo por hallar un punto de encuentro en el que todas las militantes se sintieran representadas, este intento de síntesis no resolvió las discrepancias ideológicas profundas, que en ocasiones eran marcadamente divergentes. Esta “neutralidad organizativa” se reveló incapaz de reconciliar las tensiones estratégicas y tácticas reales que surgen tanto en la teoría como en la acción. Unificar las corrientes socialistas bajo un mismo marco no resuelve las diferencias fundamentales en su concepción de la praxis, sino que produce conflictos internos e inacción operativa. La pluralidad, que debía ser su fortaleza, se transformó en un obstáculo insalvable, generando una parálisis que surge de intentos idealistas de sintetizar elementos incompatibles.
Las enseñanzas de Sinergia y la construcción de Hedra
Si algo nos enseñó Sinergia es que las organizaciones que aspiran a una transformación radical necesitan más que una suma de voluntades; requieren de claridad teórica y práctica que les sirva como guía. El abandono de la síntesis ideológica no responde a una postura dogmática o a la incapacidad de dialogar con otras corrientes, sino a una convicción profunda de que, para poder incidir en la realidad, nosotras, las anarquistas, debemos organizarnos políticamente.
No todas las propuestas de superación de la sociedad de clases comparten los mismos principios ni conducen al mismo horizonte. Nuestra experiencia nos ha mostrado que, aunque tanto el marxismo como el anarquismo surgieron de preocupaciones comunes, llegaron a conclusiones distintas. Asimismo, estos intentos de unificación arbitrarios carecen de utilidad y coherencia tanto programática como estratégica para nuestra clase. Por lo tanto, nuestra crítica se fundamenta en una diferencia esencial: creemos que los medios deben ser coherentes con los fines.
Tras un análisis coyuntural, junto al surgimiento de otras organizaciones especifistas a lo largo del Estado español, llegamos a una conclusión ineludible: la construcción de una organización política anarquista no sólo es necesaria, sino imprescindible en Alicante. Así nace Hedra, una organización especifista que busca recoger las lecciones del pasado y proyectar una alternativa basada en los principios del anarquismo organizado: estrategia del poder popular, dualismo organizacional, inserción social, organización específica, unidad teórica y práctica, acción colectiva y disciplina militante.
Reflexión final: principios, medios, fines y organización política
El anarquismo no es una elección por seguidismo o comodidad intelectual, sino la expresión de una ética política y militante. No podemos construir una sociedad libre y sin explotación utilizando herramientas que perpetúan la subordinación, la imposición y la centralización. Para nosotras, la coherencia entre medios y fines no es solo un principio ético, sino una condición imprescindible para la transformación radical de la sociedad.
Hedra surge como una organización política anarquista, concebida para construir una fuerza capaz de intervenir de manera efectiva en las luchas de la clase obrera. Reconocemos la importancia de contar con una organización que posea unidad teórica, estratégica y práctica, con el objetivo de promover no solo la reorganización de las masas desposeídas, sino también su autoemancipación. Por ello, buscamos coordinar esfuerzos en torno a metas políticas claras y concretas, desarrollando herramientas que fortalezcan tanto nuestras capacidades como las del conjunto de nuestra clase. Además, consideramos esencial cultivar conciencia de clase y construir Poder Popular con el fin de avanzar hacia la revolución social.
¡Sin organización, no hay revolución!