Louise Michel: de las aulas a las barricadas parisinas

La virgen roji-negra de la Comuna.

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La joven poeta y maestra que apuntaba maneras de revolucionaria.

Louise Michel nació en mayo de 1830 en un pueblecito llamado Vroncourt-la-Côte, en la región francesa de Champagne-Ardenne. Ese mismo verano estallaba en París la Revolución de 1830 dirigida por el liberalismo moderado y que llevó al trono francés a Luis Felipe de Orleans. Su infancia estuvo marcada por una dualidad de clase, ya que era hija de una sirvienta, Marie Anne Michel, y del hijo de un terrateniente francés de formación liberal. Su familia paterna siempre sufragó los gastos de su educación, y estuvo en contacto con lecturas de Voltaire o Jean-Jacques Rousseau desde adolescente. También tuvo inquietudes desde joven por la poesía y la literatura; escribiendo numerosos poemas a lo largo de su vida.

Decidió estudiar para ser maestra, y desde los diecisiete años se trasladaba por temporadas a París. El ambiente revolucionario parisino de 1848 tuvo un impacto significativo en su formación política, con convicciones de crítica a las injusticias sociales y proclive de la agitación popular. Louise Michel se involucró en los ambientes políticos franceses y estos le condujeron a posturas revolucionarias. Ella creía en la educación como una herramienta para la emancipación de las clases oprimidas.

Tras la muerte de su abuelo paterno en 1850, recibió una parte de su herencia y, como rechazó prestar juramento cívico a Napoleón III, fue excluida de la enseñanza pública. Por ello, durante esa década abrió sucesivamente algunas escuelas libres en diversas poblaciones de su región natal, promoviendo la educación de los hijos e hijas de las familias más desfavorecidas. Defendía unos valores de educación en libertad, sin autoritarismos, promoviendo una educación creativa y la responsabilidad personal y colectiva. Solía impartir clases de ciencias naturales y escribía pequeñas obras teatrales para que sus alumnas las representaran en clase. Su pedagogía innovadora y contraria a cualquier clase de castigo le hizo enfrentarse a las autoridades educativas de su tiempo.

En 1856, se traslada definitivamente a París para ejercer de maestra en algunas escuelas parisinas, dedicándose a la enseñanza sin interrupción durante quince años. Primeramente, fue empleada por una maestra longeva, la profesora Vollier. Más tarde, a partir de 1865, abrió otra escuela en París, en el barrio de Montmartre, donde convivía con la señora Vollier, ya jubilada entonces. En 1868 abre una nueva escuela en asociación con la profesora Poulin, que llegó a tener a setenta alumnas, pero desgraciadamente su asociada moriría de tuberculosis en 1871.

Su contacto con los ambientes literarios y políticos le llevaron a publicar algunos textos y poemas bajo el pseudónimo de ‘Enjolras’, uno de los personajes de la obra «Los Miserables» de Víctor Hugo; y se afilió a la «Unión de Poetas» en 1862. También continuó formándose en los círculos de pedagogía republicana en la capital parisina y, particularmente, recibía las clases de educación popular organizadas en la calle Hautefeuille por algunos socialistas franceses. Louise Michel, además, impartía las materias de dibujo, literatura o geografía en una escuela profesional frecuentada por algunas colaboradoras del semanario «Le Droit des Femmes» (‘El derecho de las mujeres’) como Marie Boissonnet, André Léo y Maria Deraismes.

La profesora que defendió la Comuna parisina en primera línea de barricada.

El año 1871 estremeció al mundo burgués dándose el primer gobierno obrero revolucionario nada menos que en el corazón de Francia, un hito crucial para la vida de Louise Michel. Participó directamente de este levantamiento popular que puso en jaque a la autoridad francesa, tanto como organizadora social como defensora activa de las barricadas ante el asedio militar del gobierno republicano francés. Su compromiso con el movimiento comunalista parisino le llevó a defender derechos sociales de la clase trabajadora y de las mujeres, alegando que una transformación radical del mundo también tendría que incluir un cambio del papel de las mujeres en la sociedad. La valentía y determinación que tuvo con la justicia social hicieron que se la apodara como «la virgen roja», sin embargo, la Comuna fue aplastada brutalmente por el gobierno francés en mayo de 1871.

Ya desde antes de ese año, Louise Michel era una mujer activa en la defensa de posturas revolucionarias, y, sobre todo, seguidora del republicano socialista Louis Auguste Blanqui. Finalizando el año 1870 había participado en las manifestaciones populares contra la guerra imperialista franco-prusiana, y, en enero de 1871, cuando las tropas del General Trochu, gobernador militar de París y comandante jefe de las fuerzas para la defensa de la capital, abrieron fuego contra la multitud frente a la alcaldía de París, Louise Michel respondió disparando vestida de guarda nacional. En los acontecimientos del 18 de marzo de 1871 que marcaron el inicio de la Comuna de París, Louise Michel ya era presidenta del Comité de Vigilancia del distrito XVIII, y como tal encabezó una manifestación de mujeres que se dirigió a la colina de Montmartre. El gobierno de Versalles había enviado tropas para apoderarse de los cañones de la Guardia Nacional emplazados en ese punto de la ciudad parisina, por lo que, según el relato directo de aquellos sucesos, numerosas mujeres, entre ellas Louise Michel, se lanzaron contra las tropas versallesas para evitar que se llevasen esos cañones que servirían para la defensa del pueblo de París.

Louise Michel tuvo una destacada labor social y política en los escasos dos meses que duró la Comuna de París, tiempo en el que se aceleraron las conciencias y la acción revolucionaria tomó tal sentido que en un espacio temporal tan limitado se llevaron adelante medidas de un calado político profundamente inalcanzables salvo en situaciones de experiencia plenamente revolucionaria. Michel organizaba el «Club de la Revolución», en su sede en la iglesia de Saint-Bernard de la Chapelle, tomada en aras de los revolucionarios en el distrito de Montmartre. Debido a su oratoria y capacidad de tomar decisiones políticas, consiguió que el alcalde del distrito, George Clemenceau, aprobase la creación de comedores para niños y niñas del barrio, así como la organización de un servicio de guarderías infantiles en toda la capital parisina. Apoyó la idea de que surgieran escuelas profesionales y orfanatos laicos, todo ello pensando en formar humana y laboralmente a quienes estarían destinados a defender los logros revolucionarios.

En mayo de 1871 se desarrollan los fatales acontecimientos de la «Semana sangrienta» cuando las tropas leales del gobierno de la Tercera República Francesa asaltaron París. Louise Michel, según testimonios de aquellos sucesos, combatió fusil en mano en las barricadas en distintos municipios del área metropolitana parisina para frenar el avance del ejército francés. Se desplazó a los combates en Clamart, Neuilly o Issy-Les-Moulineaux; actuó como enfermera atendiendo heridos y reclutó mujeres para que participaran en el transporte de vehículos sanitarios. Lideró igualmente un grupo de mujeres en la defensa del distrito de Montmartre, que luchó hasta el final de la contienda en las barricadas del cementerio de dicho distrito y en el barrio de Clignancourt. Muchas de sus compañeras perdieron la vida y, aunque ella consiguió escapar inicialmente y esconderse, se entregó a las tropas versallesas pocos días después para obtener la liberación de su madre, quien había sido arrestada en su lugar y amenazaban con fusilarla.

Más de mil mujeres comuneras serían detenidas, y en total quince mil comuneros fueron juzgados por consejos de guerra militares, llegando el juicio a Louise Michel en diciembre de 1871. Fue internada inicialmente en el campo militar de Satory, y trasladada en junio junto a otras decenas de comuneras a la prisión de Chantiers, también en el municipio de Versalles. En noviembre de ese año vio morir a algunos de sus amigos comuneros como Théophile Ferré, a quien le dedica el poema de despedida «Claveles rojos». Fue conducida ante el sexto Consejo de Guerra acusada de intento de derrocar al gobierno e incitar a ciudadanos a tomar las armas. Su declaración previa al juicio fue clara y contundente con las ideas que defendía:

«No me quiero defender. Pertenezco por entero a la revolución social. Declaro aceptar la responsabilidad de mis actos […] Ya que, según parece, todo corazón que lucha por la libertad solo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de esta Comisión.»

Louise Michel fue acusada de peligrosa histérica, y, no pudiendo pasar por alto una cuestión de género en la sentencia definitiva, sabiendo que a las mujeres las trataron con distinción de los hombres comuneros a pesar de actos iguales defendiendo las barricadas parisinas, Louise Michel fue condenada finalmente a diez años de destierro en Nueva Caledonia.

Nueva Caledonia: Deportación y profundización de sus ideas anarquistas.

La Comuna había representado la primera revolución de las mujeres como sujeto protagonista, y una acción social determinante habiéndose creado uniones de mujeres para la defensa y el cuidado de los heridos, participando de los comités, los debates y las decisiones políticas; y en la lucha frente al ejército posicionándose en las barricadas. Serán acusadas de doble traición, a su país y a su sexo: las mujeres comuneras serán puestas de depravadas, violentas y libertinas, que no cumplen con su función social de buena ciudadana.

Louise Michel salvó su vida, pero fue sentenciada a trabajos forzados en Nueva Caledonia en el Pacífico Sur, donde pasó siete años. Inicialmente encerrada desde su sentencia judicial en la abadía de Auberive, sería trasladada a su destierro en un barco en agosto de 1873 y pasó veinte meses en prisión en Nueva Caledonia, donde rápidamente trabó relaciones con los grupos que luchaban por la independencia política en la colonia francesa. Hizo buena amistad con otros deportados como Henri Rochefort, un periodista simpatizante de la Comuna que escapó de la isla un año más tarde; y con Nathalie Lemel, mujer comunera muy activa en la Primera Internacional (AIT) desde 1866, y con quien intercambió relevantes ideas que la acercaron a Michel más aún hacia el anarquismo.

Durante su deportación, Louise Michel, se negó a beneficiarse de ningún favor como mujer, ni de ninguna clase de indulto. Mantuvo vivo su espíritu revolucionario, continuó escribiendo y reflexionando sobre sus experiencias, así como sobre el futuro del movimiento anarquista y feminista. Estudió con mayor profundidad obras de filosofía, política e historia y su compromiso la llevó a mantener correspondencia con anarquistas y revolucionarios de su tiempo, como medio incondicional para profundizar en las ideas más avanzadas. Fundó el periódico denominado «Petites Affiches de la Nouvellle-Calédonie», publicando además un texto titulado «Légendes et chansons de gestes canaques». Se interesó en conocer a los canacos, un pueblo melanesio, de quienes aprendió su lengua y desarrolló comúnmente una labor educativa y de cooperación apoyándoles en una importante revuelta en 1878 contra la autoridad francesa. Sin embargo, un año más tarde se la permitió instalarse a vivir en la ciudad de Noumea, donde retomó su actividad como maestra de los hijos de los deportados franceses, y después en escuelas de niñas. 

Amnistía y regreso a Francia: la oradora de la clase obrera francesa y del anarquismo europeo.

En 1880 fue liberada en una amnistía parcial a los comuneros parisinos, y Louise Michel regresa en barco nuevamente a Francia con convicción y energía para continuar su lucha por la clase trabajadora. Recibida en la estación de tren con gran cariño por el pueblo parisino, se convirtió en una importante oradora y figura pública en el movimiento anarquista europeo. En sus conferencias por Francia hablaba de la educación libre, derechos laborales y la emancipación de las mujeres. Ya no solamente mencionaba una igualdad jurídica entre hombres y mujeres, sino que en sus discursos había propuestas de transformación profunda de las estructuras sociales y de género que perpetuaban la opresión. Para Louise Michel, la emancipación de las mujeres debía estar directamente relacionada con la emancipación de la humanidad que planteaba el anarquismo. Para ella la liberación femenina no podría lograrse sin una revolución social más amplia que desmantelase todas las formas de autoridad opresiva. Y esto solo podría lograrse a través de la participación activa y protagonista de las mujeres en la lucha revolucionaria.

Igualmente, Louise Michel continuó su labor como escritora y publicó por entregas su obra «La Miseria», que tuvo bastante éxito en círculos de lectura franceses. En una conferencia en París en 1882, desmarcándose de las posturas del socialismo autoritario, Louise Michel enarboló la bandera negra, símbolo posteriormente del anarquismo, lanzando las siguientes palabras:

«No más banderas rojas mojadas con la sangre de nuestros soldados. Izaré la bandera negra, lamentando nuestras muertes y nuestras ilusiones.»

Sin embargo, ya existía el periódico francés «Le Drapeau Noir» (‘La Bandera Negra’) que fue una publicación anarquista editada hasta 1882; y en Londres en 1881 había surgido un grupo anarquista denominado «Black International». De hecho, hay especulaciones de si la bandera negra significa el luto por los muertos de la clase explotada y sus ilusiones, una metáfora de la tierra fértil que representa la vida del ideal ácrata, e incluso el internacionalismo que reniega de cualquier límite de fronteras.

Louise Michel participó en 1883 activamente en una manifestación de desempleados en París que finalizó con el saqueo a tres panaderías y el enfrentamiento con la policía parisina y, aunque pudo huir, a las pocas semanas fue detenida y condenada a varios años de prisión. En la cárcel de mujeres de Saint-Lazare defendió a compañeras prostitutas que estaban en prisión, y denunciaba su condición de explotadas más allá de moralismos sociales. Se pronunció en varios mítines contra la pena de muerte a la que fue sentenciado inicialmente Clément Duval, un anarquista ilegalista francés que asaltó la mansión de una señora de alta sociedad y ejecutó a un policía. En sus escritos también denunció la crueldad y explotación a los animales, concluyendo que toda lucha contra la explotación humana tendría que abordar también la explotación animal. Louise Michel fue amnistiada de su prisión tres años más tarde en 1886, y en plena libertad vigilada, tras una conferencia pública en Le Havre, sufrió un atentado a su vida, siendo herida en el lóbulo de la oreja y en su cabeza por los disparos de un monárquico. Tras recuperarse de la convalecencia de esas heridas, en la década de 1890 fue detenida en más ocasiones por el gobierno francés por incitar a rebeliones. Una ocasión, tras negarse a la libertad provisional y destrozar como respuesta su celda, quisieron internarla en un psiquiátrico, pero acabó exiliándose cinco años a Londres donde gestionó una escuela libertaria. Cuando regresó a Francia en 1895 fundó el periódico «Le Libertaire» junto a Sébastien Faure.

En la última década de vida residió entre Londres y París, otorgando conferencias como figura del anarquismo francés; y siendo vigilada constantemente por la policía e incluso detenida en otras ocasiones por participar en acciones reivindicativas pese a lo avanzado de su edad. Sin embargo, ya a principios del siglo XX comenzó a sufrir neumonías de forma frecuente, además de agotamiento, muriendo finalmente el 9 de enero de 1905 en la habitación núm. 11 del Hotel Oasis en Marseille, donde se había desplazado para dar unas conferencias a los trabajadores de la región de los Alpes.

Tuvo dos enterramientos, ya que inicialmente fue inhumada en el cementerio de Saint-Pierre de Marseille; pero, haciendo cumplir definitivamente su deseo de descansar en París junto a su madre, el 22 de enero de ese mismo año su féretro llega a la ciudad parisina, siendo enterrada nuevamente en una multitudinaria manifestación en el cementerio de Levallois-Perret, donde la prefectura de policía se desplegó con un gran dispositivo que hostigaría a los miles de congregados en un mitin. Louise Michel no solo fue una teórica de la organización revolucionaria; también fue una militante activa que participó en huelgas y manifestaciones, organizó grupos de apoyo para mujeres trabajadoras y promovió iniciativas educativas que buscaban empoderar a la clase trabajadora.

Aquel domingo 22 de enero, mientras París despedía para siempre a una comunera revolucionaria como Louise Michel, en San Petersburgo miles de obreros marchaban sobre el Palacio de Invierno y serían atacados por las tropas zaristas, comenzando así la Revolución de 1905 en Rusia. Louise Michel vivió un tiempo de revoluciones desde el inicio al fin de su vida, encarnó como nadie esa conciencia indeleble. El hilo rojo de nuestra historia está amarrado fuertemente a la convicción de que la clase explotada, a fin de cuentas, venceremos. No demos puntada sin hilo, y sigamos tejiendo aquí y ahora.

Ángel, militante de Liza.

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