Hacia una contraofensiva Trans

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El texto que se reproduce a continuación ha sido creado en 2023 por la Union Communiste Libertaire, una federación comunista libertaria ubicada en el territorio francés y ha sido traducido por les compañeres de la Comisión de Género.

Agradecemos a todas las personas que conforman la organización el gran trabajo colectivo de reflexión teórica y estratégica que ha permitido la creación de este documento. Con esta traducción esperamos impulsar en nuestros entornos y organizaciones cercanas el abordaje de la cuestión trans en la acción y reflexión política. 

En este mismo medio, compartiremos las reflexiones que hemos elaborado desde la Comisión de Género de Liza inspirades por el texto de les compañeres y pretendiendo hacer una humilde aportación en el análisis de coyuntura y las posibilidades de la lucha trans en nuestro contexto.

Para cualquier duda o sugerencia, podéis contactarnos en la dirección comision.genero.liza@gmail.com 

Desde hace varios años, una ofensiva reaccionaria a gran escala se dirige contra la población trans, sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido, donde está teniendo efectos catastróficos. En estos países, y cada vez más en Francia, el discurso tránsfobo es una prioridad estratégica para la extrema derecha, que lo utiliza como trampolín para controlar los cuerpos y empujar hacia el fascismo a la sociedad. Nuestra obligación como libertaries es hacer frente a esta circunstancia. 

En este documento, reafirmamos nuestro apoyo a las luchas trans y exponemos sus contornos ideológicos, reivindicativos y estratégicos. De igual modo, clarificamos nuestro análisis de las identidades trans sobre bases materialistas y abiertas, rechazando modelos reduccionistas y estrategias equivocadas. Expondremos nuestros puntos de acuerdo y desacuerdo con los análisis queer para lograr una comprensión común y, por tanto, un trabajo unificado. 

Por último, exponemos la acción de la UCL en estas cuestiones. En primer lugar, dentro de nuestras propias comunidades, donde tenemos que ofrecer formación sobre las luchas trans y fomentar el contrapoder interno. Además, pretendemos animar a las organizaciones de izquierdas, incluso a las reformistas, a que se posicionen, así como emprender acciones estratégicas a largo plazo dentro de marcos unitarios. Pretendemos que la concienciación sobre las cuestiones trans se extiendan en la sociedad, para lo cual debemos trabajar junto a organizaciones específicas con el objetivo de informar, exigir y apoyar incluso más allá de las fronteras. 

Una ofensiva reaccionaria encaminada al exterminio y al fascismo 

Desde hace varios años, Estados Unidos es testigo de una ofensiva a gran escala para hacer retroceder los derechos de las personas trans y para volver en su contra a la opinión pública. Encabezada por un grupo organizado de fundamentalistas cristianos nacionalistas y apoyada por el Partido Republicano, esta ofensiva ha visto cómo en los últimos tres años se han aprobado leyes cada vez más reaccionarias y violentas en muchos estados, obligando a las personas trans y a sus familias a huir, convirtiéndose en refugiados en sus propios países. Hemos visto también cómo se les niega el acceso a la asistencia sanitaria esencial, a los procedimientos de estado civil, al deporte o incluso al espacio público por completo. 

Los promotores de esta ofensiva ya no tienen reparos en revelar sus verdaderas intenciones. Trump ha anunciado su intención de impedir cualquier tipo de atención o reconocimiento a las personas trans si es reelegido, mientras que un llamamiento a la “erradicación de la transexualidad” recibió una gran ovación en un foro conservador, un año después de que un candidato republicano recomendara poner a las personas trans frente a un pelotón de fusilamiento. 

En un contexto de fascistización del Partido Republicano, esta ofensiva tiene consecuencias catastróficas que van más allá de los objetivos principales: legitima y acostumbra a la población al control de su cuerpo, aprovechándose de un tema sobre el que está poco informada. Se combina con ataques al derecho al aborto y a la comunidad LGBTI en su conjunto. Es la misma dinámica, organizada por los mismos grupos políticos, a favor de un régimen fascista y teocrático. Esta ofensiva no se limita a Estados Unidos: los fundamentalistas se esfuerzan por crear una red internacional para exportar su obra. Rusia acaba de aprobar una de las leyes más represivas de su historia, que prohíbe toda forma de transición médica y administrativa y retira a las personas trans el derecho a casarse o a tener hijos. 

De forma menos radical, pero durante más tiempo, el Reino Unido también se ha visto afectado: la prensa amarilla, personajes públicos como J. K. Rowling, grandes medios de comunicación (como The Guardian y la BBC) y políticos hacen todo lo posible por atizar el odio tránsfobo en el país, de modo que los argumentos reaccionarios y pseudofeministas sirvan de marco al “debate” social que se genera. Esta campaña tiene un éxito morboso, del cual es ejemplo el asesinato de Brianna Ghey en febrero de 2023. 

En el ámbito legislativo, los avances en materia de derechos se han estancado, y el gobierno conservador ha llegado a anular un proyecto de ley del Parlamento escocés (impulsado por el partido independentista SNP), por primera vez desde que se reinstauró en 1998.

El Partido Laborista (Labour Party) está dividido y su líder, Keir Starmer, ha decidido suplantar a la rama escocesa del Partido Laborista para restar importancia a los derechos de las personas trans, utilizando argumentos tránsfobos. Lo que tenemos aquí es un verdadero arco internacional de extrema derecha en el que cada partido y organización se inspira en el otro, recogiendo y compartiendo el trabajo realizado por cada uno de ellos de forma cada vez más organizada. 

También en Francia se está organizando y expandiendo rápidamente un movimiento tránsfobo que reúne a medios de comunicación, celebridades, partidos y organizaciones políticas, activistas “tecno- críticos”, asociaciones autodenominadas feministas, grupos de padres con diversos grados de influencia, etc. Los pánicos morales tránsfobos están ocupando las portadas, las figuras tránsfobas y contrarias a la prohibición de las terapias de conversión para personas trans están siendo recibidas en el Ministerio y elogiadas por los diputados del LREM, y los argumentarios tránsfobos están ganando terreno tanto a nivel general como en los círculos de izquierdas. 

La situación se ha acelerado recientemente con las ofensivas parlamentarias dirigidas por los Republicanos y la Agrupación Nacional (Rassemblement National) y amenaza con llegar a ser tan crítica como en los países mencionados si no le ponemos remedio. 

Donde quiera que esta ofensiva cobra impulso, va acompañada de una explosión de violencia, desde el acoso en línea hasta los atentados terroristas, que se extienden más ampliamente a la población LGBTI. Esta violencia ya afecta de manera desproporcionada a las personas trans, especialmente a las mujeres.

Las luchas trans son ahora un imperativo. Corresponde a la izquierda, en su sentido más amplio, clarificar sus posiciones, apoyar activamente a las personas trans y hacer retroceder la ofensiva reaccionaria en todo el mundo. Están en juego millones de vidas. Para lograrlo, no bastará con una postura puramente defensiva: hay que contrarrestar frontalmente la transfobia, provocar un cambio en la sociedad y conquistar los derechos que siguen faltando cruelmente. Desde un punto de vista comunista libertario, necesitamos hacer retroceder el patriarcado, unificar nuestra clase y preparar un futuro inclusivo para las personas trans y todas las minorías.

Nuestros enemigos están haciendo cada vez más de la transfobia una prioridad ideológica y táctica. Tenemos que adaptarnos en consecuencia. Necesitamos una verdadera contraofensiva. 

El lugar de la UCL en el movimiento trans. Recordatorio de nuestro posicionamiento

Nosotres “consideramos la transfobia […] como [una] manifestación del patriarcado.[…] Combatimos estas opresiones reconociendo la intersección y las especificidades de las luchas LGBTI”. (Manifiesto de la UCL) 

En el primer congreso de la UCL en Fougères, detallamos y refinamos nuestras posiciones feministas. En el plano teórico, reafirmamos el carácter inseparable de las luchas LGBTI y antipatriarcales e incorporamos como raíz analítica el feminismo materialista, el feminismo interseccional y el feminismo de la lucha de clases. 

Hicimos un llamamiento para aprovechar estas herramientas de forma colectiva. En respuesta al mismo y a la necesidad de clarificar nuestras posiciones dentro del movimiento trans, este texto propone un análisis materialista más detallado de las luchas trans.

A nivel práctico, el congreso de Fougères nos llamó a unirnos, reforzar, apoyar e incluso crear organizaciones LGBTI, a apoyar el trabajo y los sistemas de ayuda mutua de nuestres compañeres, a impulsar el avance de las luchas LGBTI dentro de los contrapoderes (especialmente los sindicatos) y a centrarnos en la formación dentro de nuestras propias filas.

Este texto es una continuación del trabajo realizado internamente desde 2021, en particular a través de nuestras decisiones en la Coordinadora Federal y nuestra validación de cursos internos de formación antipatriarcal y LGBTI. 

Un movimiento trans dividido

El movimiento activista trans, al igual que el movimiento LGBTI en general, está dividido por diferencias ideológicas y estratégicas. En concreto, existen dos grandes marcos analíticos, que pueden subdividirse en diversas posturas: los modelos queer y los modelos materialistas. El diálogo entre estos dos grandes ejes es muy complicado. Esto se debe:

1. A las diferencias en las bases teóricas, el vocabulario y las estrategias, que son fuentes de confusión y malentendidos. 

2. A las prácticas nocivas, como las exageraciones, las caricaturas, las lógicas de campamento y la solidificación de los conflictos interpersonales.

3. A su historia y filiaciones. 

Sobre este último punto en particular, una tensión importante surge del hecho de que una parte del feminismo transfóbico (conocido como TERF, por “feministas radicales que excluyen a las personas trans”) pretende basarse en el materialismo. Lo mismo ocurre con un conjunto de posiciones denostadas dentro del movimiento trans, que pueden agruparse bajo el término transmedicalismo. Por tanto, nos corresponde a nosotros especificar qué materialismo reivindicamos exactamente. 

Por un análisis materialista no dogmático 

Para nosotres, el materialismo es una herramienta de análisis de la realidad que nos permite percibir y analizar los sistemas de explotación y opresión dentro de la sociedad. Esto significa que nuestro análisis debe evolucionar en función de los hechos y de nuestra comprensión de los mismos. Debemos tener cuidado de no esencializar nuestros modelos, es decir, de aplicarlos a la realidad cuando ya no nos parezcan adecuados. En su lugar, debemos partir de la realidad para desarrollarlos. La toma en consideración de las experiencias trans ha provocado una escisión en el seno del feminismo materialista. Una parte del movimiento, ahora conocido como TERF, ha intentado utilizar el análisis materialista para justificar posiciones tránsfobas y la exclusión de las mujeres trans de los círculos feministas. Sostenemos que este movimiento, que se ha centrado en gran medida en la transfobia como único eje de lucha, ha esencializado su análisis en lugar de actualizarlo y ha contradicho los principios básicos tanto del materialismo como de la lucha feminista. En particular, este movimiento defiende un origen biológico (y no social) de la opresión de las mujeres e insiste en el carácter insuperable de la “socialización primaria”, es decir, de los comportamientos inculcados en la primera infancia. 

En oposición, el análisis actual de la Unión Comunista Libertaria consiste en considerar dos clases de sexo, “hombres” y “mujeres”, a las que cada individuo es asignado por un mecanismo social, impuesto por la sociedad. Se supone que esta asignación es fija pero, en realidad, tiene lugar no sólo al nacer sino a lo largo de toda la vida, en cada interacción social, sobre la base de marcadores de género (elementos de la apariencia y el comportamiento del individuo, estado civil, etc.). 

Las clases de sexo –en el original, “les classes de sexe”. Hemos respetado el uso diferenciado que la UCL hace entre “sexe” y “genre”, entendiendo que es un uso reflexionado en el cual parten de la conceptualización del sexo como una construcción social– permiten la explotación de la clase de las mujeres por los hombres, y la sociedad patriarcal impone su binaridad y rigidez para conseguirlo.

Las personas trans están específicamente oprimidas por el patriarcado porque contravienen estos principios. El propio proceso de movilidad de clase –convertirse en tránsfugas de clases de sexo– es una afrenta al binarismo del sistema, una afrenta que repiten las personas que se niegan a ser asignadas a una de las dos únicas clases consideradas legítimas. La transfobia es la opresión que castiga estas afrentas. 

Las mujeres trans, en particular, ven degradada su posición social desde los primeros pasos de su transición, y son objeto de la transmisoginia, que aúna la misoginia y la transfobia. Los hombres trans, por su parte, están sometidos a la lógica de la infantilización, con el fin, por una parte, de negarles o complicarles la entrada en la clase de los hombres y por otro, para servir de bandera a las “feministas” tránsfobas mediante la negación de su autonomía y su representación como víctimas, recurriendo una vez más a clichés machistas. Por lo tanto, las luchas trans son parte integrante de las luchas antipatriarcales, y las mujeres trans son parte integrante de las luchas feministas. 

Nosotres rechazamos las posiciones esencialistas. En nuestro análisis, consideramos que el lugar de cada individuo en el sistema de opresión patriarcal no depende de su biología ni de su socialización pasada, sino de su posición social actual. Respetamos y apoyamos a las personas trans en su transición hacia el género que desean, independientemente de su conformidad con las expectativas patriarcales. Nuestra lucha se dirige a abolir este sistema y sus clases de sexo, y actuamos de acuerdo con este objetivo. 

Una parte del movimiento trans, que también suele reivindicarse materialista, defiende que ser trans es una patología para la que la transición médica es la cura. Por lo tanto, esta tendencia aboga generalmente por el mantenimiento de la patologización psiquiátrica de las transiciones. Esta posición, denominada transmedicalismo, es más estratégica que ideológica: se trata de presentar la condición trans de forma que resulte más aceptable para el sistema patriarcal, y así, en teoría, proteger a las personas trans. 

Si bien entendemos las preocupaciones y las estrategias individuales que las personas trans despliegan para acceder a la atención sanitaria, rechazamos el transmedicalismo como estrategia política. Creemos que el transmedicalismo no puede protegernos de las reacciones reaccionarias ni del patriarcado en su conjunto, al cual no combate. En particular, expulsa a todas las personas trans que no pueden someterse a los mandatos del sistema: personas no binarias, homosexuales, bisexuales, neurodivergentes, etcétera. Para nosotres, la despsiquiatrización es una reivindicación central de las luchas trans. 

Por último, rechazamos las posiciones reduccionistas que no tienen en cuenta la violencia psicológica como condición material. Constatamos en particular que estar en el armario es una situación muy difícil y que los procesos de transición social (salidas del armario, cambios de apariencia y de comportamiento, etc.) entrañan también un peligro real para las personas trans, debido a todas las formas de violencia que la sociedad tránsfoba desencadena como respuesta. El resultado son unas tasas estratosféricas de depresión y suicidio. 

Por un trabajo unitario apaciguado

La mayoría del movimiento trans adopta unas perspectivas analíticas derivadas de las teorías queer. Tenemos puntos de consenso, pero también de desacuerdos políticos con estas teorías, que es necesario aclarar para poder trabajar conjuntamente. Pero una fuente común de tensión puede ser también una simple diferencia de prioridades. Sea como fuere, afirmamos que lo que nos une, la conquista de derechos y el fin del patriarcado, siempre será más fuerte e importante que lo que nos divide. 

Las organizaciones trans centran gran parte de su energía en las necesidades urgentes y vitales de las personas trans, a través de la ayuda y el apoyo mutuos (sobre todo en lo que se refiere al acceso a la atención sanitaria y a los trámites administrativos), así como del apoyo moral y la creación de espacios sociales, de los que carecen cruelmente las personas trans, que a menudo son víctimas del rechazo y el aislamiento. Es una tarea ingente, que debemos saludar y apoyar. 

Este enfoque perfectamente lógico de las necesidades inmediatas de la comunidad trans puede justificar que se haga hincapié en la individualidad. Alguien a quien se ha rechazado y negado su humanidad necesita que se le legitime. Por tanto, no juzgamos estas acciones sino que compartimos el deseo que subyace en ellas de crear una sociedad en la que cada individuo pueda florecer sin miedo. Como organización política, la UCL no pretende sustituir a los grupos de autoayuda, a los que debe apoyar desde el exterior. Nuestro objetivo es empujar a la sociedad a avanzar hacia la aceptación y la integración de las personas trans hasta eliminar el sistema patriarcal de opresión, en combinación con las luchas feministas y LGBI. En este campo de acción, creemos que los enfoques individualistas son perjudiciales: necesitamos crear un colectivo, basado en experiencias compartidas. 

Así, queremos reunir todo lo que significa transicionar (o querer transicionar) en nuestra sociedad patriarcal, sentando las bases de nuestras críticas, miedos y reivindicaciones comunes. Esto implica crear contrapoderes y equilibrios amplios y democráticos. Por lo tanto, no nos centramos en figuras individuales o grupos de afinidad, aunque aplaudamos su trabajo y podamos colaborar con ellos. Esta posición no es incompatible con el reconocimiento de la diversidad de las vías de transición. 

Estos avances políticos beneficiarán a todas, todos y todes, independientemente de los pasos que realmente de cada individuo. No nos corresponde juzgar la “legitimidad” de tal o cual identidad. Nuestro análisis se basa en las condiciones materiales de existencia: luchamos por todas las personas cuyas condiciones materiales se ven afectadas por la transfobia, como por otros sistemas de opresión. Para nosotros, esto significa un enfoque abierto al mundo exterior, que se enfrenta a la sociedad, y que no sea ni excesivamente intelectualizado y abstracto ni carente de análisis teórico. 

Otra fuente común de tensión entre las estrategias queer y materialistas es el uso del vocabulario. Las estrategias queer, que incluyen la redefinición de términos relacionados con el género con vistas a emancipar y “desestabilizar” el género, proponen que los términos de identidad y orientación sexual sean apropiados a nivel individual: que cada persona elija las etiquetas que le corresponden para entenderse o encontrarse a sí misma. 

En la UCL, nuestro enfoque adopta una posición de partida diferente y, por tanto, se traduce en un uso del vocabulario adaptado a nuestra perspectiva analítica. Sin poner en tela de juicio el principio de autodeterminación, partimos de la transición como hecho social para luego estudiar la lógica de opresión que ésta engendra. Así pues, nuestro vocabulario se refiere a las personas afectadas estructuralmente por estas opresiones, como las que inician o tienen el deseo de iniciar un proceso de transición (incluidos los aspectos médicos y administrativos, así como los sociales). 

Estas diferencias en el uso del vocabulario, vinculadas a diferentes análisis y estrategias, no constituyen, en nuestra opinión, una fuente relevante de oposición por sí solas: por lo tanto, debemos aclarar nuestros términos cuando sea necesario sin enredarnos en guerras de diccionarios. 

Al mismo tiempo, tenemos nuestras reservas sobre ciertas ideas radicales, que tememos sean inaudibles en la sociedad actual. Sin negar nunca nuestras ambiciones revolucionarias, preferimos utilizar la estrategia y librar una batalla a largo plazo, ganando legitimidad entre nuestra clase y haciendo avanzar la sociedad al ritmo que creemos alcanzable. 

Hemos expuesto aquí nuestros planteamientos y nuestros desacuerdos para clarificar nuestra posición con el objetivo, no de trazar una línea divisoria con otras orientaciones políticas, sino para permitirnos trabajar con ellas con pleno conocimiento de causa. Tenemos que evitar que esos desacuerdos se conviertan en conflictos mediante el intercambio, la búsqueda del consenso y la diversidad de acción. Más que nunca, necesitamos estar unides. A pesar de las diferencias de prácticas y estrategias, nuestro objetivo es el mismo. El principio de trabajar conjuntamente es uno de los imperativos de nuestra organización y debe guiar siempre nuestras acciones. 

Identificar a nuestros enemigos y confrontarlos con las reivindicaciones de la comunidad trans 

Este es un breve resumen de los movimientos tránsfobos franceses y su argumentario. Es necesario aprender a rebatirlos y contrastarlos con la situación real de la población trans. 

Como organización, apoyamos la mayoría de las reivindicaciones de los activistas trans que detallamos, aun de forma no exhaustiva, en la segunda subsección. 

Una oposición por parte de todo el espectro político 

Los actores que propagan la transfobia en Francia (como en todas partes) afirman pertenecer a todas las corrientes políticas. 

Entre ellas están, por supuesto, partidos de derechas y de extrema derecha. Zemmour, por ejemplo, ha creado grupos de grupos de “padres vigilantes” que lanzan campañas de presión contra los centros educativos, en línea con la estrategia de la extrema derecha estadounidense. Los republicanos también han adoptado esta estrategia contra el “wokismo” lanzando una campaña mediática ofensiva mediática y parlamentaria contra una supuesta ideología transgénero que amenaza a la infancia. 

La Agrupación Nacional, la línea de Marine Le Pen, toma una postura estratégicamente silenciosa o instrumentalista sobre los derechos de las mujeres y las personas homosexuales. Al tiempo que oculta sus verdaderas posiciones reaccionarias, está dando paso a una línea más abierta en la guerra cultural que se libra al otro lado del Atlántico. Su grupo en la Asamblea Nacional (Assemblée Nationale) también está lanzando una ofensiva legislativa, dirigida contra el acceso de las personas trans al deporte. 

Es una estrategia más fina y gradual que la de LR, pero con el mismo objetivo: legitimar y promover la opresión de las personas trans. Además de los partidos, entre los grupos reaccionarios más activos en esta cuestión destaca el Observatorio de la Sirenita (Observatoire de la Petite Sirène), próximo a los círculos de La Manifestación Para Todos (Le Manif Pour Tous) y a los republicanos, quienes poseen influencia sobre el Ministerio de Educación y que además, han intentado llevar sus argumentos al corazón mismo del DILCRAH (La délégation interministérielle à la lutte contre le racisme, l’antisémitisme et la haine anti-LGBT)

Los argumentos que este bando político ha desarrollado se basan en los tópicos habituales: la “protección” de les niñes o incluso de la civilización, una afrenta al orden natural o bíblico y recurren a los discursos conspiracionistas y antisemitas habituales. Como se desarrolló en la primera parte de este texto, la lucha contra la transfobia es hoy un imperativo antifascista. 

Pero en esta lucha contra los derechos de las personas trans, la extrema derecha cuenta con apoyo. El feminismo liberal “universalista”, aunque afirma respetar a las personas trans, contrapone sus derechos a los de las mujeres, se indignan por el vocabulario utilizado para incluir a los hombres trans en la salud reproductiva y denuncian la presunta ventaja de las mujeres trans en el deporte, invocando una vez más a la supuesta amenaza que las personas trans suponen para la sociedad. 

De forma menos sutil, la cuestión de los espacios no mixtos para mujeres (en particular los aseos públicos) se utiliza para retratar a las mujeres trans como agresoras repitiendo el clásico estigma de las personas LGBTI como pervertidas sexuales. En este punto y en muchos otros, a este feminismo liberal se une el sector tránsfobo del feminismo radical, con el que está cada vez más fusionado, y que insiste, como ya se ha dicho, en la primacía de la biología o de la “socialización primaria” como fuente de las opresiones patriarcales. 

En esa presuposición tránsfoba que identifica a las mujeres trans como agresoras, las TERF ven a los hombres trans y transmasculinidades como víctimas lesbianas de “transactivistas”, independientemente de su orientación sexual real y basándose en una infantilización misógina. 

Los círculos ecologistas no se libran. Además de los gurús naturópatas, se pueden encontrar tendencias tránsfobas en movimientos tecno-críticos y primitivistas como Pièces et main-d’œuvre (PMO) y Deep Green Resistance (DGR, que a menudo tienen vínculos más estrechos con el ecofascismo que con el ecologismo combativo. Estos grupos presentan las transiciones de género como antinaturales y derivadas de una ideología transhumanista. 

Todos estos componentes se vinculan y apoyan mutuamente, por encima de sus filiaciones políticas declaradas: la transfobia se convierte en el denominador común que une a corrientes que deberían oponerse entre sí. Figuras conocidas en las redes sociales por su frenético activismo tránsfobo dicen ser feministas pero aceptan invitaciones de medios de extrema derecha pro Putin.

PMO cita a miembros del Observatorio de la Sirenita (OPS) y mientras, los libertarios dan un lugar de honor al feminismo liberal tránsfobo. Una antigua militante de la DGR comparte argumentos transfóbos en su blog y es invitada a podcasts pseudofeministas igual de obsesionados con el tema. De esta forma, actúa como relevo de Ypomoni, un colectivo cercano a la OPS que promueve las terapias de conversión y ejerce presión tanto sobre los medios de comunicación como sobre los médicos. 

Esta mezcla de procedencias demuestra el verdadero fondo común de la transfobia: una ideología reaccionaria y confusionista. 

Muchos derechos por conquistar 

Frente a la desinformación tránsfoba, hacemos campaña por una mejor información sobre las personas trans, incluida una mejor identificación y condena de la transfobia y la violencia que conlleva. Nosotres luchamos contra la discriminación y la precariedad de la población trans, militamos porque tengan acceso a la atención sanitaria. Esto significa poner fin a la discriminación y la violencia médica, pero también mediante una mejor formación de los médicos en la atención a las personas trans y en la prescripción y seguimiento de sus tratamientos. Nos posicionamos a favor de la despsiquiatrización real y efectiva de los procesos de transición, tanto para la práctica médica como para su reembolso –en el original, “nous sommes pour la dépsychiatrisation réelle et effective des parcours de transition, que ce soit au sein des pratiques médicales ou pour leur remboursement.” –. 

Reclamamos una verdadera política de salud pública, que ponga fin a las prácticas de los equipos multidisciplinarios de la antigua SoFECT (Société française d’études et de prise en charge de la transidentité), extremadamente psiquiatrizada, rígida y patriarcal, y que responda correctamente a las necesidades tanto de menores como de adultos, proporcionando un tratamiento adecuado.

En definitiva, reclamamos una seguridad social más fuerte, controlada por nuestra clase, en sintonía con las necesidades de la población trans, y que cubra todos los gastos sanitarios, sin necesidad de mutuas ni del reconocimiento de enfermedades crónicas (ALD). Luchamos contra las lógicas capitalistas que actúan en el sistema sanitario, que está creando un sistema médico de varias velocidades en función de los medios de les pacientes.  

Demandamos también la simplificación de los procesos del cambio del estado civil para que se basen en un único certificado expedido en una única declaración jurada. Estamos a favor de la supresión del marcador de sexo, símbolo arcaico del control del estado sobre los cuerpos y las familias, que expone a las personas a la discriminación. Como mínimo, pedimos que el procedimiento para cambiar este marcador se desvíe de los tribunales. Con el fin de proteger a las personas trans del registro y la discriminación, los cambios de estado civil deben ser totalmente retroactivos.

Estamos a favor de que las personas trans tengan acceso a la reproducción médicamente asistida (PMA), independientemente de su estado civil, orientación sexual o género, así como de que se dé un reconocimiento automático de las líneas de parentesco. 

Demandamos que las personas trans tengan garantizado el acceso a espacios dedicados a su género. Esto incluye asociaciones y competiciones deportivas, aseos, refugios contra la violencia, etc. Consideramos que las limitaciones impuestas al cuerpo de las mujeres, incluso, supuestamente, en nombre de su propia seguridad, generan peligros y discriminación tanto en las mujeres trans como en las cis, en particular las mujeres LBTI y las racializadas. 

Estrategia para una contra-ofensiva trans. Hacer progresar las líneas en nuestros entornos 

Es esencial que la izquierda, en su sentido más amplio, y los contrapoderes adopten una postura clara a favor de las luchas trans. Como hemos visto a escala internacional, una izquierda dividida, indecisa o mal formada es un caldo de cultivo para la peor retórica, incluida la persecución de las personas trans. 

En primer lugar, esto requiere una mejor comprensión de las realidades trans dentro de los contrapoderes. Les integrantes de la UCL deben ser el motor de las iniciativas de formación e información en el seno de los contrapoderes en los que intervienen. Para ello, contarán con la ayuda de los cursos de formación interna y del material diseñado por la comisión antipatriarcal. 

La promoción de estas causas en el seno de los sindicatos cobra una especial importancia. Del mismo modo que con las luchas feministas, antirracistas o anticapacitistas, los sindicatos deben ser capaces de apoyar a las personas trans, víctimas de graves discriminaciones en el empleo y los espacios de trabajo para establecerse como una herramienta relevante para elles. 

Como lugares de organización proletaria, tienen el potencial de unir a nuestra clase a través de la convergencia de luchas incluyendo por tanto las luchas trans. Y sin duda, este es un potencial que debemos tratar de realizar. 

Además de nuestros contrapoderes, debemos trabajar para hacer avanzar las luchas trans en toda la izquierda, y para hacer retroceder en ellas la transfobia. 

Esto incluye a los partidos reformistas, los cuales disponen de una gran audiencia dentro de la población, por lo que no debemos subestimar su papel. Nos conviene invitarles a participar en nuestras iniciativas sobre esta cuestión y abrir un diálogo con misma lógica y las mismas razones que las concernientes al antifascismo. 

En los marcos inter-organizacionales, sobre todo feministas, haremos una de nuestras prioridades el convertir en minorías las posiciones tránsfobas. Para ello, debemos dotarnos de una estrategia a largo plazo que no cuente ni con posicionamientos ineficaces ni con una pasividad impotente. 

La UCL está atenta a las situaciones en las que la cuestión de las luchas trans parece provocar incomodidad o son marginadas por estar fuera del movimiento feminista. Debemos dialogar, persuadir y apoyar a las organizaciones que puedan ser reacias a abordar estas cuestiones por falta de formación o miedo al conflicto. Necesitamos ganar legitimidad y apoyo dentro de estos marcos si queremos impulsar nuestra visión de un frente antipatriarcal claro y unificado –En el original, nous devons gagner en légitimité et en soutiens au sein de ces cadres si l’on souhaite pousser notre vision d’un antipatriarcat clair et unifié. Se ha traducido por “frente antipatriarcal” para clarificar su comprensión–. 

Una vez conseguido esto, tenemos que ser una fuerza impulsora de propuestas que garanticen que se tienen en cuenta las cuestiones trans y que se supera la oposición a las mismas. Por otro lado, las organizaciones posicionadamente tránsfobas deben ser expulsadas de nuestros espacios. 

Mientras no estemos presentes en un amplio marco unitario feminista con una audiencia importante intentaremos llegar a él, siempre que la mayoría de sus posiciones públicas coincidan con las nuestras, aunque estén representadas organizaciones reticentes a las luchas trans. La idea es que, a nuestra escala, será más eficaz librar una lucha interna junto a las organizaciones que apoyan las causas trans que boicotearlas. 

Del mismo modo, la decisión de firmar o no comunicados de prensa emitidos por organizaciones en las que estamos ausentes en ese momento, debe tener en cuenta las perspectivas de implicarse y mover las líneas en la dirección de las luchas trans. Si se firman textos que no tienen en cuenta las luchas trans, añadiremos un documento adjunto sobre el tema en la publicación que realicemos como organización. 

Por otro lado, cuando un marco unificado nos parezca controlado o bloqueado por organizaciones tránsfobas, fomentaremos la creación de un marco que le confronte. Esta decisión debe basarse sobre todo en el criterio de la eficacia. Ha de tenerse en cuenta que no puede hacerse sin aliados y que implica trabajar a largo plazo para construir la legitimidad de la unión. 

Sostener las luchas trans, en lo cotidiano y a largo plazo 

La Union Communiste Libertaire apoya asociaciones, organizaciones y contrapoderes trans. Ofrecemos nuestra ayuda a sus iniciativas en el marco de nuestras posiciones políticas. Participamos en la formación de sus militantes y en su defensa colectiva y trabajamos con elles en comunicados y eventos, poniéndoles en contacto con nuestras redes y contrapoderes e invitándoles a nuestros espacios abiertos. Implicamos a las organizaciones trans en marcos comunes de lucha contra el fascismo y la extrema derecha. 

Utilizamos nuestras herramientas de comunicación para educar e informar a la sociedad lo más ampliamente posible. Desarrollamos las perspectivas de las luchas trans en nuestras producciones siempre que sea pertinente. Cada año participamos en la marcha “ExisTransInter” –Manifestación de personas trans e intersexuales realizada desde 1997 con representación nacional en toda Francia, produciendo material político, celebrando reuniones públicas en colaboración con organizaciones trans siempre que sea posible y prestando apoyo logístico y/o financiero. 

Como organización, alentamos la expansión de esta manifestación en nuestras localidades, apoyamos a las personas trans más allá de nuestras fronteras (particularmente en los países donde se encuentran en mayor peligro, en situaciones más precarias y donde son directamente atacadas por las ofensivas reaccionarias). Llevamos a cabo estas acciones a través de nuestras redes internacionalistas, que necesitamos desarrollar a través de este eje, y de manera directa a través del apoyo a les refugiades, acciones ante las embajadas, etc. 

Sin ocupar el lugar de organizaciones específicas, y en el espíritu de autodeterminación de las luchas, alentamos la creación de contrapoderes y marcos unitarios en torno a las luchas trans y la defensa contra los movimientos tránsfobos. 

En resumen, la Union Communiste Libertaire pone sus fuerzas al servicio de las luchas trans, en conjunción con sus otras luchas. Denunciamos los argumentos tránsfobos esgrimidos en la esfera pública, incluso cuando sus promotores se proclaman de izquierdas o feministas. 

La organización está atenta a los ataques reaccionarios: cuando los enemigos de nuestro campo social hacen de la transfobia su prioridad estratégica, redoblaremos nuestros esfuerzos para contrarrestarlos en este terreno del mismo modo que en otros ejes políticos. Estamos plenamente comprometides con una auténtica contraofensiva trans. 

Traducción realizada por la Comisión de Género de Liza.

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