La rabia, la impotencia o la desesperación ante la connivencia de AMA Desokupa y la policía se fue transformando en orgullo de clase, resistencia y poder popular en el día de ayer en Granada. La noticia llegaba a primera hora de la mañana, miembros de la organización parapolicial ‘AMA Desokupa’ —empresa que tiene a la Diputación de Granada como uno de sus clientes— impedían la entrada o salida de personas en la puerta del nuevo Centro Social proyectado en el centro de la ciudad. Al instante, las personas que defendían desde dentro el edificio solicitaron la solidaridad popular ante el intento de desalojo. Llamada que obtuvo la respuesta esperada por parte de una ciudad hastiada con los endebles pilares que sostienen este modelo de vida.
Granada no cuenta con un Centro Social Okupado Autogestionado desde que en el contexto de la pandemia se entregaron las llaves de La Redonda. Desde entonces, diversos grupos han tratado de volver a crear un espacio autónomo que pusiera en el foco la infinidad de espacios en desuso de la ciudad —sin contar, por supuesto, con la multitud de pisos turísticos—. Así, un grupo de afinidad okupó hace poco un edificio situado en la Calle Azacayas, vía que separa el Albayzín del centro de la ciudad, lugar emplazado entre lo que otrora eran dos mundos, el barrio obrero y el centro burgués. El emplazamiento, por tanto, no es baladí. El proyecto de Centro Social aún no había sido presentado, quedaba trabajo por hacer en este edificio cerrado durante años. Su último uso había sido el de sede de la Consejería de Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía y, recientemente, había sido adquirido al ayuntamiento por una propiedad que, a buen seguro, proyectaba especular con estas cuatro plantas de oficinas. La nueva propiedad, al ser conocedora de la nueva realidad, no tardó en avisar —sin orden judicial— a AMA Desokupa, los cuales en su papel de lacayos del sistema se personaron para impedir cualquier atisbo de vida social y comunitaria en el territorio.
La mañana transcurrió con relativa tranquilidad. Aunque todo el engranaje social de Granada estaba alerta, las cartas no se habían puesto sobre la mesa. De pronto, a primera hora de la tarde, la rabia estalló. Unas cuantas personas intentaron pasar alimentos al interior del edificio, lo cual fue respondido por violencia por parte de AMA Desokupa. Al instante, la policía comenzó a cargar contra las manifestantes para proteger a la supuesta empresa de seguridad —nada nuevo bajo el sol—. Desde ese momento se produjeron imágenes dantescas. Durante las cargas, la policía agredió a las asistentes con su violencia legítima aceptada por el gobierno más progresista de la historia, saldándose la actuación con cuatro heridos y un detenido. Por si fuera poco, el joven detenido fue arrastrado por el suelo por los agentes sin ningún tipo de consideración. Poco después, introdujeron a un manifestante dentro de un portal para agredirle a puerta cerrada, imagen que afortunadamente fue captada por diversos manifestantes. Cabe señalar que en todo momento la policía y Desokupa han mantenido conversaciones amigables y en buenos términos. Estas fueron contestadas por cerca de 300 manifestantes al cántico de «No sois nadie sin la policía» o «Vergüenza me daría, ser nazi o policía».
A última hora de la tarde, las okupas informaron al resto de manifestantes que estaban negociando con la propiedad para que AMA Desokupa se fuera del lugar. Información que fue recibida con vítores y mofas hacía estos paramilitares que terminaron retirándose con la cabeza gacha y empapados —y no solo por la lluvia que cayó en la ciudad durante la tarde del lunes—. Al cántico de «Desokupa, hoy no cobras» o «Fuera fascistas de nuestros barrios» se celebró el éxito entrecomillado que supuso la jornada. Decimos entrecomillado ya que varias personas están heridas y una fue detenida. No podemos olvidarnos lo que esto supone en un modelo en el cual en ocasiones es más dura la represión administrativa que la física. También es momento de destacar que gracias a la red que demostró tener la ciudad algunas personas pudieron estar doce horas frente a las puertas del edificio. Llegó comida, agua o relevos que fueron necesarios para que en en ningún momento el lugar tuviese mayoría de policías y miembros de Desokupa. Para cerrar la jornada, el grupo que proyecta crear un nuevo centro social anunció el acuerdo de una cesión de uso temporal de dos meses.
Pese a las sensaciones encontradas, el desaliento momentáneo y el enfado evidente, la jornada de ayer demuestra que el movimiento social de Granada está vivo, que respira y que nos reconocemos. Falta por saber si estamos organizadas para enfrentar la situación histórica a la que nos enfrentamos. Falta saber si sabremos crear un poder popular que ponga en jaque todos los pilares de este sistema que se tambalea por sí solo. Fuerza a las militancia granadina, fuerza al proyecto de Centro Social. Fuerza, compañeras.
Impulso