
El feminismo combativo, de clase, antirracista, transinclusivo, socialista y libertario sale a la calle este 8 de marzo a luchar contra dos peligrosos frentes, dos pilares de este sistema que debemos derribar entre todes.
Por un lado la internacional reaccionaria que en el estado español crece y se agazapa bajo los intereses de terratenientes y capitalistas, de explotadores y especuladores, de los partidos liberales y conservadores que representan sus intereses, de los medios de comunicación a su servicio, de las iglesias que replican y santifican su odio y su avaricia y de sus «hijos mejor educados», que nos dicen que ya hay igualdad y que no nos pasemos en tanta reclamación si no queremos despertar a la bestia.
Por otro lado, el neoreformismo y el progresismo conciliador del pacto y la reforma, que entra sin vergüenza en las organizaciones de masas para controlarlas y desactivarlas, que esconde bajo buenas palabras las mismas políticas, los mismos intereses y las mismas actitudes. Con sus técnicos mediáticos, sus voceros y sus fanáticos, que nos dicen que lo dejemos todo en sus manos, que no nos pasemos en tanta reclamación si no queremos despertar a la bestia.
Mientras los homófobos, misóginos y tránsfobos de la derecha salen a justificar la violencia, a provocarla y a legitimarla; las fuerzas del neoreformismo se limitan a promulgar leyes insuficientes e incapaces de generar cambios reales porque dejan las estructuras de este sistema intactas.
Mientras la «internacional reaccionaria», lanza toda su rabia contra los derechos de las mujeres, el colectivo LGTBIQ+, las personas migrantes y las más precarias impulsando políticas que aumentan la represión y el control externalizando las fronteras y fomentando un modelo similar a los campos de concentración, como los CIEs (Centros de Internamiento de Extranjeros) en España; el gobierno progresista y la izquierda institucional asume sus políticas.
Centros de internamiento, endurecimiento de las leyes represivas, ataques a cualquiera dispuesto a luchar y más presión sobre las personas migrantes a la vez que sume a grandes sectores de la sociedad en la precariedad más absoluta, haciendo seguidismo de su programa neoliberal y de su afán por privatizarlo todo.
Mientras que la derecha y la internacional reaccionaria niegan la existencia de la violencia de género, el progresismo no hace nada por cambiar las condiciones materiales que lo perpetúan con políticas que benefician a los empresarios y mantienen la precariedad laboral y la crisis de la vivienda, afectando especialmente a las mujeres, las personas racializadas y la juventud.
Todo esto ejemplifica con claridad que no hay una alternativa para la clase trabajadora feminizada, racializada y diversa dentro de los márgenes de este sistema. Las políticas de la UE van en sintonía con los intereses del gran capital. Imperialismo, extractivismo, expolio, violencia, tortura, desaparición y muertes. El rearme imperialista, el genocidio de Israel sobre el pueblo palestino y el continuado latrocinio en Latinoamérica, Asia y África; los ataques continuos contra los derechos adquiridos y los servicios públicos o el mismísimo derecho a un trabajo y una vivienda digna están inexorablemente relacionados con la violencia machista, racista y LGTBIfóbica. Nos quieren condenar a una vida de miseria y de supervivencia donde luchar quede descartado.
A todas estas violencias sumamos las 94 asesinadas en 2024 y el aumento constante de las denuncias por agresión y violación. El aumento de la brecha salarial, la judicatura machista y patriarcal y un sistema represivo que jamás servirá a los propósitos y necesidades de las mujeres, personas LGTBIQ+ y migrantes; porque su función es servir a la defensa del status quo y de los intereses de los explotadores.
Tampoco asumiremos la posición del juez o del policía, nuestra posición es radicalmente antipunitivista porque solo los cambios estructurales pueden modificar esta realidad sangrante. Nuestro antipunitivismo supone tomar en serio la responsabilidad de mirarnos y cuestionarnos, de acompañarnos y de cambiar.
Ni la derecha y esa panda de fascistas nos van a intimidar, ni la progresía y el reformismo nos va a quitar valor. No nos necesitamos más que a nosotras mismas, a nuestra clase, a nuestras compañeras. Juntas, organizadas y autónomas de la influencia de burócratas y liderzuelas que solo buscan su propio interés, construimos una alternativa a este sistema de explotación y dominación. Con las más desfavorecidas, las migrantes, las racializadas, las minusvaloradas y las marginadas. Entre todes juntes construiremos los espacios de autogestión y lucha que nos permitirán cambiar este mundo de principio a fin antes que la avaricia desmedida haga inhabitable este mundo. Solo una práctica militante internacionalista, anticapitalista y antipatriarcal nos puede ofrecer las herramientas para cambiar este mundo hasta sus cimientos.
Liza, Plataforma Anarquista de Madrid
