Hace un tiempo me hice con un ejemplar impreso de la famosa guía de la ocupación universitaria que tantas vueltas dio por Internet en su día. El título completo en inglés—hasta donde sé no hay traducción al castellano— es “The Occupation Cookbook: or the Model of the Occupation of the Faculty of Humanities and Social Sciences in Zagreb”—click en el nombre para su lectura—, editado por les compañeres que okuparon la facultad, originalmente publicado por Center for Anachist Studies en 2009, y distribuido en la versión panfleto—la que tengo yo—por Autonomedia.
La versión que reseño aquí es la inglesa, y como según elles mismes indican en el manual, esta versión dispone de algunos añadidos—además de unas fotos muy majas—que la edición original croata no tiene. Es una lectura muy recomendada aunque esté en inglés: el uso del idioma es básico y sencillo, tiene un gran interés actual, los consejos y experiencias son de gran utilidad, y lo más importante de todo, es un clarísimo ejemplo de que las cosas se pueden hacer bien cuando la gente está dispuesta a autogestionar. La okupación de la facultad no tuvo un componente únicamente anarquista, pero su organización horizontal y el uso de la democracia directa hacen de esta experiencia croata un hecho a ser tenido en cuenta por el movimiento libertario. De ahí esta reseña.
La Historia
El manual abre el debate con tres introducciones que acercan la lectura a los hechos acontecidos en Zagreb y en el mundo de la educación en general. La facultad fue tomada en la primavera de 2009, y su okupación duró 35 días en los cuales las clases fueron bloqueadas y sustituidas por clases alternativas sobre anti-capitalismo, educación, activismo, etcétera. El contexto sociohistórico no solamente es tratado en esta parte introductoria, sino que también es presentado a lo largo del manual en forma de pequeños párrafos que contextualizan las acciones que les estudiantes decidieron llevar a cabo. Contextualizar acción y teoría es algo muy importante para desarrollar un movimiento fuerte, sólido, y duradero, porque como elles mismes afirman en la guía, la lucha no finalizó tras la okupación—ni tampoco comenzó con ésta, pues antes de la toma de la facultad ya existía un grupo de estudiantes que se reunían para fomentar la lucha estudiantil.
Aunque el componente sociohistórico es más bien escaso y, sobre todo, muy simplificado, une no se queda con las ganas de haber leído más sobre este tema, pues el manual tiene claramente otro objetivo: mostrar las experiencias de okupación y compartirlas para servir de guía y apoyo a otros grupos en el mundo.
El Plenum
El manual está estructurado de una forma muy lógica y fácil de seguir. Nunca se pierde el hilo de la lectura en detalles técnicos o notas sociológicas. Les editores dan máxima prioridad a la explicación de la asamblea general de estudiantes, o Plenum, la cual no solamente daba la bienvenida a estudiantes sino a cualquier persona interesada en el tema de la educación. A lo largo de los mini-capítulos que componen la guía, les estudiantes nos explican cómo se organizaron todas las tareas de la asamblea: su desarrollo, su diseño, su organización, etcétera.
La democracia directa era la idea vertebradora de la asamblea: todes hablan, todes opinan, y todes deciden. Nos narran los elementos clásicos de una asamblea horizontal: mesa (rotativa), acta (también tomada por una persona diferente cada vez), equipo técnico, turnos de palabra…. La forma de llevar a cabo el Plenum también nos suena familiar: lectura del orden del día, debate de los puntos, decisiones, asignación de tareas… todo muy común en este tipo de organización. La única parte que me llamó la atención fue la deliberada decisión de votar todo con una simple mayoría de 50+1. Aunque se intentó buscar el consenso mediante el debate y la exposición de ideas, la votación por mayoría simple era la regla general—algo poco anarquista, la verdad.
La eficacia y el pragmatismo también son elementos muy presentes en el manual. Todo estaba regulado, y así te lo explica la guía. Por ejemplo, cada punto del orden del día tenía 30 minutos para ser debatido, tras los cuales la asamblea votaba si se quería continuar con ese tema o pasar al siguiente. La periodicidad del Plenum era una vez por día durante la okupación, y tras la okupación—pues las estructuras del movimiento no desaparecieron—se decidió llevar a cabo la asamblea cuando fuera necesario—aunque no explican muy bien qué es eso de “necesario.”
Anonimato
Elles sabían que los medios de comunicación jugarían un papel clave, por lo que crearon un grupo de trabajo específico para este tema. Como concebían que el poder residía en la asamblea se decidió que no hubiera ningún tipo de representante o “cara conocida.” Todas las apariciones ante los medios de comunicación eran anónimas, en el sentido de que nunca se dieron nombres ni apellidos, y las personas que comparecían ante les periodistas siempre eran diferentes.
La voz de la asamblea era transmitida al resto de la sociedad de forma estrictamente colectiva: solamente se comunicaba lo tratado en el Plenum—nada de opiniones personales—, y cada vez lo hacía una persona distinta. Les estudiantes, por supuesto, eran libres de actuar libremente y dar su opinión personal, pero se recomendaba que no usaran sus nombres y apellidos.
Un grupo de trabajo especial se dedicaba a hacer de enlace entre los medios y la asamblea, así como también redactaban notas de prensa todos los días de la okupación. Éstas eran anónimas y directas. Como explican en el manual, temían de los intereses mercantiles de los medios, pues estos trivializan todo haciendo de algo político una historia morbosa y carente de contenido real. Así pues, se decidió que las notas de prensa fueran estrictamente directas, cortas, y sin escatimar en contenido teórico—las intervenciones ante les periodistas se desarrollaron de la misma forma.
Grupos de trabajo y mandatos
El manual dedica gran parte de su contenido a la explicación de la organización interna del movimiento. Los grupos de trabajo, formados por estudiantes permanentes, eran abiertos y de libre concurrencia. Cada cual decidía si entraba o salía, sus mini-asambleas eran públicas y abiertas, y cualquiera podía colaborar—aunque existieran equipos permanentes de personas trabajando en un tema. Estas mini-asambleas exponían sus decisiones y acuerdos en el Plenum, donde todo era votado de nuevo y se asignaban nuevas tareas a los grupos. Los grupos tenían relativa libertad para operar y ser flexibles. Por ejemplo, el equipo de prensa no podía estar pendiente en todo momento de lo que el Plenum opinase sobre un tema concreto, pues las notas de prensa tenían que ser escritas diariamente en una franja de 1 hora—según explican. Por lo que había una confianza explícita la cual no significa que el equipo de prensa podía hacer lo que se le antojara, pues siempre operaban en los límites de lo votado en el Plenum.
De les delegades ya he hablado—las personas que se comunican con la prensa y dan a conocer lo decidido por la asamblea general. Pero la okupación de la facultad también disponía de “mandatos”, que no es otra cosa que una delegación más prolongada en el tiempo. El equipo de prensa que escribía los comunicados, por ejemplo, era un mandato, pues era un equipo prolongado en el tiempo, estable—a no ser que el Plenum decidiese que ya no les daba confianza—, y con gran libertad de movimiento. Les delegades, recordemos, eran puestos de “una sóla vez.”
Seguridad
Éste fue uno de los apartados que más me sorprendió. Durante los 35 días de okupación, por supuesto, el movimiento requería de seguridad: evitar que se infiltrara gente de noche, evitar robo de material, mantener el orden en los pasillos… pero también limpiar, mover objetos, acomodar el auditorio para el Plenum, etcétera. “Seguridad” era otro grupo de trabajo organizado internamente en responsables de turnos. Todo el mundo era bienvenido y según nos cuentan prácticamente todes hicieron de “guardias” alguna vez—pues, de nuevo, los cargos son rotativos.
El funcionamiento de la facultad fue interrumpido durante esos 35 días, aunque ciertas cosas se permitieron: la secretaría de estudiantes, la librería, la cafetería… etcétera. Las clases “normales” fueron, como ya dije, bloqueadas, y si alguien quería impartir clase “normalmente”, era el equipo de seguridad de turno el encargado de bloquear la clase por medio de la acción directa no-violenta—haciendo ruido, bloqueando la puerta, hablando con el o la profesora…
Últimas palabras
Como una reseña ha de ser concisa me he dejado muchas cosas en el tintero. No he realizado una exposición detallada de todos los grupos de trabajo existentes. Tampoco he realizado una exposición de la rutina del Plenum—la cual será familiar a cualquier persona involucrada en el movimiento libertario, pues la asamblea general no tenía nada de especial. Todos estos detalles son explicados minuciosamente en el manual, el cual no se hace ni pesado ni largo de leer.
A la persona con experiencia en asambleas le servirá de poco en el sentido “técnico”, pero es sin duda una excelente fuente de inspiración y motivación. A esta persona, tal vez, la organización interna del movimiento le llamará más la atención, y seguramente sirva de ayuda en futuras acciones en las que tome parte. Por otro lado, a la persona con poca o ninguna experiencia en asambleas horizontales, este manual despertará algo en su interior. No solamente le proporcionará conocimientos inestimables, sino que le animará a organizarse de tal forma. Si algo muestra “The Occupation Cookbook” es que las cosas, si se quiere, se pueden hacer.